Para Carlos Franco, ex director del Programa de Derechos Humanos durante el gobierno de Uribe, que las negociaciones arranquen sin cese al fuego crea mayores desafíos al proceso, pero sí es posible sacarlo adelante. Análisis.
La guerrilla ha dicho que va a pedir un cese de fuegos. Foto Semana. |
Durante la rueda de prensa de las Farc en La Habana, Mauricio Jaramillo alias El Médico, aseguró que una vez se sienten en la mesa con el gobierno, el próximo 8 de octubre en Oslo, plantearán el cese al fuego bilateral. Una propuesta que hasta ahora está descartada por Santos, quien durante su última alocución presidencial fue enfático en asegurar que durante las negociaciones “las operaciones militares se efectuarán de igual manera, con la misma o más intensidad”.
Una muestra de esta decisión se dio ayer cuando se confirmó la muerte de alias ‘Danilo García’, comandante del frente 33 de las Farc, y que según fuentes militares era la mano derecha de ‘Timochenko’ y le brindaba seguridad. ‘Danilo García’ fue muerto en un operativo conjunto entre la Policía y la Fuerza Aérea en el Catatumbo, Norte de Santander, y se afirma que habrían muerto cerca de 15 guerrilleros.
Que no haya cese al fuego es uno de los puntos álgidos del inicio de estas negociaciones. Incluso el ex presidente Uribe, quien se perfila como el gran opositor al proceso de paz con las Farc, lo ha calificado de grave. Pero el cese al fuego está contemplado en el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto que firmaron ambas partes. Es el tercer punto de la agenda que han llamado ‘Fin del Conflicto’ y que iniciaría –precisamente– con el “cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo”.
Para el politólogo Carlos Franco, ex militante del Epl y ex director del Programa Presidencial de Derechos Humanos durante el gobierno de Uribe, quien además es un especialista en negociación y transformación en conflictos, la persistencia de la violencia durante los procesos de diálogo ha sido el principal factor para romper las negociaciones que se dieron en el pasado. Sin embargo, hoy puede ser diferente. Así lo afirmó en “Lecciones y retos para eventuales diálogos de paz con las FARC”, una publicación de la Fundación Ideas para la Paz, editada en marzo de este año (ver documento).
El cese al fuego como condición existió en los procesos de paz de 1984 (tregua), 1990 y con las Auc, pero no en el Caguán, que al final terminó suspendiéndose por el secuestro del congresista Jorge Gechem Turbay. “La persistencia de secuestros, reclutamiento, creación de nuevos frentes, ataque a poblaciones durante los procesos de diálogo, conducen a la pérdida de credibilidad de dichos procesos y a minar el respaldo de la opinión a ellos”, escribió Franco. Lo mismo sucede, en el bando contrario, con los ataques a campamentos y la muerte de combatientes, lo que provoca que los guerrilleros de base “miren con desconfianza el proceso y sientan incertidumbre sobre el futuro cuando se encuentren desarmados”.
Sin embargo –según el documento publicado por la FIP– a partir de la experiencia de procesos de paz en Centroamérica, hizo carrera en Colombia la tesis de que la negociación en medio del conflicto era lo más adecuado para adelantar procesos de paz en situaciones complejas. En esos casos había dos singularidades: esos procesos se realizaron en el extranjero y las partes implementaron medidas de confianza para que las negociaciones avanzaran. Algo que se estaría dando en este nuevo proceso de negociación con las Farc. “Un proceso sin cese de hostilidades es posible adelantarlo pero requiere que sea de bajo perfil y de poca exposición política y preferiblemente desarrollado en el extranjero”, escribió Franco.
Para el analista, el cese al fuego es percibido por la guerrilla como la mayor concesión que puede hacer y la pérdida de su capacidad de presionar en la mesa de negociaciones. Sin embargo, la propuesta de ‘El médico’ podría interpretarse como que ya no ven necesarias las acciones violentas para obtener logros en la mesa de negociación. “Garantías verificables y agenda con perspectiva, es la alternativa previa al establecimiento del cese al fuego y las hostilidades para construir de manera creciente confianza entre las partes y compromiso con el proceso”, escribió Franco, anticipándose a lo que hoy sucede.
Según el ex director del Programa Presidencial de Derechos Humanos, las experiencias del pasado han dejado algunas lecciones que se pueden aplicar ahora como que el cese al fuego es deseable pero no necesariamente una condición para el inicio de las negociaciones. “La inexistencia de compromisos al respecto crea mayores desafíos al proceso, pero es posible adelantarlo en esas condiciones”, dice el documento.
Un factor determinante para el éxito podría ser el hecho de que estas conversaciones se realizarán fuera de Colombia. Así lo demuestra la experiencia de El Salvador y Guatemala, escribió Franco. “Sería inadecuado, entonces, pretender desarrollar un proceso de paz dentro del país con alta exposición y debate político público y sin cese de hostilidades”.
Tarde que temprano, si las negociaciones llegan a este punto de la agenda, habría que considerar la necesidad que Franco señala de que haya claridad sobre cuáles son los compromisos, qué se considera una violación, cuál es la cobertura geográfica, cuáles los mecanismos de comunicación ágiles, cuál el comportamiento respecto a civiles y los mecanismos de supervisión y verificación.
Un punto importante para Franco es que exista un mecanismo de verificación del cese al fuego para que pueda perfeccionarse sobre la marcha y que sea desarrollado por organizaciones o personas independientes a las dos partes.
Por ahora, el desafío es enorme ya que según el analista hay que controlar las afectaciones del entorno. “Más allá del cumplimiento de los acuerdos por las partes, en una situación como la de Colombia con la persistencia de grupos armados ilegales, el fraccionamiento de grupos irregulares y la magnitud del narcotráfico, esto se vuelve un asunto de la mayor importancia para tener en cuenta”, dice en el documento de la FIP.