La Vida por la Justicia

      

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Suena cliché parafrasear el famoso poema de Bertolt Brecht en el que evoca a los hombres (y mujeres) que luchan toda la vida, a los que califica de indispensables. Pero leyendo cada una de estas historias de funcionarios públicos, casi todos ellos del sector justicia. Hombres y mujeres que sabían que sus vidas, su integridad, su prestigio o su libertad estaban en juego, y que aún así actuaron de acuerdo a sus conciencias. Muchos de ellos fueron asesinados; otros han tenido que pagar con su tranquilidad física y psicológica su apego al Estado de Derecho. Otros han quedado solos y desprotegidos. Pero son ellos, quienes han permitido que en una guerra de tantos años, el país no colapse, y las instituciones mantengan algo de dignidad.

Estas once historias pretenden mostrar solo un poco de esa realidad, que es clave para la reconciliación. Porque la paz requiere de instituciones confiables y fuertes, y estas no se decretan ni se construyen de un día para otro. Las instituciones no son entes abstractos sino que en buena medida dependen de los seres humanos que las conducen, que las encarnan, y que harán de ellas o bien instrumentos para el bien común, o feudos para los intereses personales de todas las layas.

También demuestran que hay con quien construir un nuevo país, y unas instituciones dignas. Que hay personas a lo largo de nuestra geografía que creen en la justicia, y que se han inmolado por ella. Desde jueces y fiscales, pasando por personeros, notarios, guardabosques. Personas que tienen vidas, historias personales, y que un día antepusieron todo lo propio por la defensa del interés colectivo. Son gentes que han luchado hasta el final, y que nos han legado valores a los que tendremos que apelar para reconstruir una nación gravemente deteriorada por la violencia.