Durante cuatro horas, la madre de una víctima del bloque Centauros escuchó la versión de Benjamín Parra Cárdenas, alias ‘Cony’, quien confesó la responsabilidad del asesinato de su hijo de 21 años y la de 45 personas más. Sin embargo, la confesión del paramilitar no coincide con la de esta mujer quien asegura que los paramilitares asesinaron a su hijo sin ningún motivo.
En breve: En su versión libre el día 8 de enero ante la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, Benjamín Parra Cárdenas, alias ‘Cony’ confesó 45 crímenes, entre asesinatos y desapariciones, en Granada, Meta.
Nombres de paramilitares mencionados: ‘Dragón Cinco’, ‘Mazamorro’, ‘Camilo’, ‘Jorge Pirata’ y ‘Chatarro’. |
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En la continuación de su versión libre ante el despacho quinto de la Unidad de Justicia y Paz, Benjamín Parra Cárdenas, alias ‘Cony’, admitió su responsabilidaden siete asesinatos perpetrados entre los años 2001 y 2004 en Granada, Meta.
Dentro del grupo de víctimas asistentes a la diligencia de versión libre, se encontraba María*, una viuda que contradijo las declaraciones del ex paramilitar sobre el homicidio de su hijo, un joven trasportador de 21 que fue asesinado por paramilitares del entonces denominado Bloque Centauros.
Según las declaraciones de ‘Cony’, las autodefensas recibieron información de dos miembros del bloque conocidos con los alias de ‘Dragón Cinco’ y ‘Mazamorro’ que señalaron al hijo de María como presunto colaborador de las Farc.
Alias ‘Cony’, perteneció al Bloque Centauros y el Bloque Héroes de los Llanos, primero como patrullero, después como jefe de un grupo de autodefensas que delinquían en San Juan de Arama, Meta, donde impuso un régimen de asesinatos y desapariciones de los cuales ha confesado 45 crímenes en Justicia y Paz.
Después de cuatro años de angustia siguiendo el rastro del caso, Maria* asistió el pasado 8 de enero a la diligencia programada por la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía. Allí aguardó pacientemente la versión del paramilitar. Lamentablemente las declaraciones de ‘Cony’ no consiguieron aliviar la perdida de su segundo hijo. El ex paramilitar admitió haber dado la orden de asesinarlo, pero se refirió a él como un guerrillero disfrazado de civil.
Verdadabierta consultó con miembros de la Fiscalía sobre el caso del hijo de María*, los funcionarios declararon que no existe en el pasado judicial del muchacho una sindicación de pertenencia a grupos al margen de la ley o investigaciones en su contra.
Hoy, María exige una respuesta sobre los móviles reales que llevaron a la muerte de su hijo, y se rehusa a dejar empantanar el nombre del joven que desde la muerte de su padre tomó las riendas de la casa dando sustento a su familia. Esta es la historia que le contó a Verdadabierta:
“Mi vida ha sido demasiada golpeada, a mi esposo me lo mataron hace trece años. ¿Quien?, no lo sé, nunca se supo, después perdí a mi hijo. Ya son cuatro años los que llevo esperando por la verdad sobre su asesinato, han sido los más duros, la muerte de un hijo es algo que no le deseo a nadie.
El era un muchacho bueno, un joven sano. Mi hijo tenía 21 años y medio, y en esos 21 años fue mucho lo que vivió, en cierta forma por la muerte de su papá nuestra situación económica fue muy difícil.
Después de terminar su bachillerato a él lo invitaron a trabajar en el Meta, entonces decidió irse con un amigo a unas fincas por allá. Primero fue raspachín, como mucha gente empieza en esa región, después tuvo la oportunidad de manejar el carro de una señora, con lo que ganó pudo ahorrar y comprarse su propio campero. Desde entonces se dedicó al transporte de personas y carga.
Cuando hablábamos el me comentaba que todos en el pueblo sabían qué puntos del municipio controlaban los paras y hasta qué punto la guerrilla; el Bloque Centauros patrullaba el pueblo, pero hace tiempo no se veía a las Farc.
Un día lo interceptaron los paramilitares mientras trabajaba, según dicen en las versiones libres mi hijo transportaba materiales y armas camufladas para las Farc, pero eso es mentira.
Después de su muerte recibí una llamada en la que me decían que mi hijo me necesitaba urgentemente, fui tan rápido como pude, así me enteré de su asesinato. El golpe fue muy duro porque nosotros siempre hemos vivido en Bogotá, pero económicamente dependíamos mucho de él.
Cuando yo fui a recoger su cuerpo por el camino nos salió esa gente. El día que regresaba a Bogotá nos hicieron devolver porque supuestamente había un enfrentamiento entre paras y guerrilla, nos dijeron que solo podíamos pasar cuatro horas después.
Apenas llegué al pueblo donde trabajaba mi hijo me dijeron que no denunciara su asesinato porque me mataban, me tuvieron que sacar en un carro de ganado porque, según la gente de allá, si me iba en un bus corriente los paramilitares me bajaban y me mataban.
Me citaron de la Fiscalía porque reconocieron mi caso, lo justo, si es que se puede decir justo es que reparen el daño; el día que nos reparen, lo recibiré con mucho dolor porque nuna me devuelverána mi hijo.
Según el testimonio del paramilitar, mi hijo le llevaba armamento a la guerrilla, eso no es cierto, por allá tendrán unos contactos muy diferentes, gente más preparada que un muchacho de 21 años. Para mí un alias es de un delincuente, y mi hijo no es ningún delincuente, si a él le decían ‘Rolo’ era porque era de Bogotá. Un alias sirve para esconderse de la propia identidad, mi hijo no tenía nada de qué esconderse.”
* Nombre ficticio para proteger la identidad de la víctima