Proyectos para ser productivos

      
A cada rato los guerrilleros y paramilitares arremetían contra las poblaciones del municipio de antioqueño de Granada. Pero en 2000, el pueblo de La Cascada se volvió literalmente pedacitos.


El pueblo de Granada en el oriente de Antioquia fue destruido varias veces, pero sus pobladores se las arreglaron para reconstruir sus vidas. Foto León Darío Peláez-Semana

“Una bomba de 400 kilos en su corazón administrativo y comercial hizo estallar por los aires 20 cuerpos, 300 casas, 50 locales, 7 manzanas, el comando de policía, el hospital y cientos de confianzas, miles de sueños y todas las ganas de vivir”, relata Sol Astrid Giraldo en una crónica publicada en la revista del Pnud, Hechos del Callejón. Aunque la guerra los desintegró como comunidad y hubo una deserción masiva, hoy 19 familias montaron su trapiche panelero.

Otra historia es la de 22 familias, 108 personas, que huyeron de la violencia cerca a Bucaramanga. Se acomodaron como pudieron en Nueva York y Buena Vista, una fincas cercanas a la ciudad. Estaban hacinados, sin luz y con poca agua. Gestionaron el arreglo de muros de la escuela, pintaron, consiguieron almuerzos para los niños y otro trabajan la tierra en equipo.

“Cuando alguno de nosotros necesita hacerle una limpia al maíz, recoger la cosecha o hacer alguna otra labor nos avisa al resto y todos nos vamos ese día a trabajarle. Después, el compañero que se benefició con esa ayuda le devuelve el jornal a todos”, cuenta el parcelero Gustavo Sánchez.

En cada rincón del país, los que dejaron todo por culpa del conflicto, se han ingeniado las más variadas estrategias para volver a ganarse la vida, y de paso superar el dolor y recuperar la dignidad humana que intentaron arrebatarles.

En Buenaventura, el principal puerto colombiano, hay 45 Mujeres recolectoras de la piangua, una concha como la almeja, pero más grande. Al principio solo la sacaban del río Cajambre y la vendía. Ahora ya son microempresarias, pues la procesan y la venden a mejor precio.