En un emotivo pronunciamiento, el jefe del equipo negociador del gobierno nacional aseveró desde La Habana que con la firma del acuerdo final con las Farc puede decirse que “la guerra ha terminado”.
Con frases cortas, sencillas, pero directas, Humberto de La Calle, jefe del equipo negociador del gobierno nacional ante la guerrilla de las Farc, resumió lo que significa para el país el cierre del acuerdo integral y definitivo para la construcción de una paz estable y duradera con ese grupo alzado en armas, que pone fin a 52 años de confrontación armada.
“Hoy hemos llegado a la meta” dijo con la voz serena, pero segura, al comenzar su discurso De La Calle, luego de la lectura del comunicado conjunto #93, en el que anunció el cierre de las negociaciones y la concreción de un “Acuerdo Final, integral y definitivo, sobre la totalidad de los puntos de la Agenda del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera en Colombia”.
“La firma de un Acuerdo Final con la guerrilla de las Farc es el fin del conflicto armado”, reiteró el jefe negociador y aseveró que la “mejor forma de ganarle a la guerra fue sentándonos a hablar de la paz. La guerra ha terminado”.
A su juicio, el acuerdo alcanzado con este grupo alzado en armas, después de cuatro años de intensas negociaciones, abren posibilidades para comenzar una etapa de transformaciones en la sociedad colombiana. Pensando que este proceso de silenciar las armas de la guerrilla conduzca a escenarios de reconciliación, De La Calle afirmó que “abrimos la puerta a una sociedad más incluyente, en la que podamos reconocernos como colombianos, en la que nadie tema por su integridad a consecuencia de sus ideas políticas”.
Con el Acuerdo Final firmado por las partes, se cierra un proceso de negociación, pero comienza un nuevo camino, quizás mucho más duro que el recorrido desde el 18 de octubre de 2012, cuando se instalaron oficialmente los diálogos en Oslo, Noruega. Así lo reconoció De La Calle y por ello admitió que “vendrán discusiones, ajustes y sacrificios”, para lo cual reclamó “comprensión, altruismo, tenacidad y paciencia”.
Dos escenarios serán los más complejos: la desmovilización de los insurgentes y su regreso a la vida legal, y la transformación de la guerrilla en un movimiento político sin armas. Para una sociedad como la colombiana, agobiada por más de 50 años de guerra, la tarea de superar odios no será fácil.
En ese sentido, De La Calle aseveró que se necesitará “desprendimiento, unidad, disposición para reconocer al ciudadano como portador de derechos, aun si ese ciudadano en el pasado ha afectado a otros. Lo mínimo que nos debemos mutuamente es dar paso a una nueva oportunidad de vida”.
El jefe negociador fue más allá al desarrollar el concepto de oportunidad y pidió no limitarse a celebrar “el silencio de los fusiles”. A su juicio, lo que importa en esta nueva fase de implementación de los acuerdos son las rutas que se trazan para “dejar atrás la violencia y reconstruirnos desde el respeto”.
“No quiero pedirles que confíen en la paz ‘a ciegas’”, aseguró. “La firma de un acuerdo de paz no es un salto al vacío. Seguramente el acuerdo logrado no es un acuerdo perfecto. Pero con la misma honestidad y franqueza con la que hemos informado a la opinión pública, quiero ahora transmitir ahora que tengo la certeza de que es el mejor acuerdo posible”.
No obstante esa consideración, aclaró que quienes deben calificar si ese trabajo hecho durante los últimos cuatro años en La Habana serán los ciudadanos colombianos en las urnas, a las que fueron convocados para el próximo 2 de octubre, con el fin de refrendar o no los acuerdos alcanzados con las Farc.
“Creo que hemos hecho el mejor trabajo viable”, reiteró, “pero la calificación depende de los colombianos. Como delegados del Presidente de la República, el doctor Juan Manuel Santos, debemos esperar con humildad el veredicto de la ciudadanía. No vamos a caer en la arrogancia. Pero estamos tranquilos. Estamos confiados. Creemos haber logrado un pacto fundamental para la conveniencia del país”.
Desde su perspectiva, y pese a las críticas que ha recibido nacional e internacionalmente este proceso, De La Calle insistió en precisar que “no hemos cambiado fusiles por convicciones” y consideró que este es “el momento de darle una oportunidad a la paz”.
Punto por punto
A la mesa de negociaciones con las Farc se llegó con una agenda acordada previamente, inmodificable por alguna de las partes, y sobre la cual se discutiría el fin de la confrontación armada con ese grupo guerrillero. Eran seis puntos concretos:política de desarrollo rural integral; participación política; fin del conflicto; solución al problema de las drogas ilícitas; víctimas e implementación, verificación y refrendación.
Al referirse al punto sobre desarrollo rural, De La Calle aseguró que lo acordado crea una “senda para cerrar la brecha con el mundo rural”. Según él, “tiene el propósito explícito de recuperar la dignidad de la familia campesina y de permitir su ingreso a un ciclo productivo sostenible y adecuado”.
Y sin perder de vista que se vislumbró un horizonte esperanzador para el agro, uno de los sectores productivos más afectados por la falta de Estado en diversas regiones del país, el jefe negociador reconoció que lo que se viene tras lo acordado va a “exigir aplicación, recursos y voluntad política”.
Su visión optimista sobre el campo le permitió también señalar que una de las consecuencias positivas será la superación del problema de los cultivos ilícitos y de generar un nuevo entorno que contribuya a superar el tráfico de estupefacientes y también su consumo interno. Sin embargo, De La Calle fue realista en su apreciación: “Nadie puede pretender que al otro día de la firma el narcotráfico habrá desaparecido totalmente. Pero sí creemos que el fin del conflicto es una oportunidad enorme para mitigar los efectos perversos de esta maldición”.
Con relación al punto de la participación política de la guerrilla, uno de que más escozor crea entre los críticos del proceso de negociación, De La Calle afirmó que las Farc “llegarán a su fin como grupo armado y comenzarán su vida dentro de la democracia con garantías plenas. Garantías también para los colombianos. Que nadie sea perseguido por sus ideas. Que la combinación de formas de lucha sea una pesadilla del pasado. Para todos”.
Al abordar el tema del cese del fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, destacó que se hizo “un compromiso serio y transparente”, que incluye “un mecanismo de verificación y monitoreo de gran calado”, que estará en cabeza de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de miembros de los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).A su juicio, tales organismos imprimen “un sello de garantía que brinda tranquilidad ala ciudadanía”. Con su labor y los mecanismos acordados, “las armas desaparecerán de las manos de las Farc”, reiteró De La Calle.
Con respecto a la justicia, otro de los nudos gordianos de esta negociación, que desata innumerables críticas entre los opositores al proceso, admitió que la violencia producida durante décadas de confrontación armada provino no solo de las Farc, también de “agentes estatales que desviaron su misión y terceros financiadores de graves crímenes y masacres”.
En ese sentido, aseveró que los mecanismos de justicia transicional acordados, que están contenidos en la Jurisdicción Especial para la Paz, deben llevar a la ciudadanía a comprender que “no hay violencia buena. Que la única reacción legítima contra el crimen es la fuerza democrática del Estado. Que fuera de este camino, viene el desencadenamiento de violencias que se alimentan a sí mismas y que perpetúan la confrontación”.
Si bien destacó que a las Farc se le exigirá con firmeza la no repetición de fenómenos de violencia, también agregó que ello debe ser un compromiso nacional: “Nadie deberá en el futuro alentar formas de la mal llamada justicia privada. Lo acordado en la justicia es parte de un sistema completo que implica verdad, reparación y garantía de no repetición […] Las sanciones previstas en el Acuerdo tienen en cambio un amplio contenido reparador”.
Con respecto a las víctimas, que en 52 años de confrontación armada suman miles en todo el país, De La Calle aseguró que la justicia especial acordada en La Habana pretende que todas ellas sanen sus heridas, conozcan la verdad y vean que los responsables asuman sus culpas: “Es un caso inédito que, en medio de un conflicto en tiempo real, los antagonistas logren un acuerdo para castigar los delitos más graves. Y que éste incluya a todos los victimarios en un propósito de terminar de una vez por todas el conflicto que nos agobia”.
Discurso completo del jefe de la delegación del Gobierno en La Habana, Humberto de la Calle.
El jefe negociador del equipo de gobierno sostuvo que lo rubricado este miércoles en La Habana es “un acuerdo sobre lo posible”, que depende de la sociedad colombiana su aprobación con su voto positivo en el plebiscito del 2 de octubre y su ejecución, que depende de su compromiso en hacer “parte de la transformación que se necesita para conseguir la paz”.
Finalmente, se refirió a quienes han expresado cuestionamientos al proceso y manifestado sus reservas sobre lo acordado. Sobre ellos, dijo De La Calle, “hacen un ejercicio legítimo” que, entre otras cosas, fue útil para las conversaciones en La Habana. “Ellos no son enemigos de la paz. Los enemigos de la paz son los que han llenado las redes sociales de falacias y mitos”, destacó.
“Empieza el debate de las ideas”
Una vez concluyó De La Calle, tomó la palabra Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’, jefe del equipo negociador de las Farc. También emotivo, aseveró que el Acuerdo Final representa un triunfo: “hemos ganado la más hermosa de todas las batallas, la de la paz de Colombia”.
En una breve síntesis, ‘Márquez’ calificó este acuerdo como el “más anhelado de Colombia: tierra, democracia, víctimas, política sin armas, implementación de acuerdos con veeduría internacional, son entre otros, los elementos de un acuerdo que, tendrá que ser convertido más temprano que tarde por el constituyente primario, en norma pétrea que garantice el futuro de dignidad para todos y todas”.
Amparado en el Acuerdo Final, el jefe guerrillero no vaciló en afirmar que con el documento firmado por ambas partes “podemos proclamar que termina la guerra con las armas y comienza el debate de las ideas”. Por tal razón, consideró que lo suscrito “no es el punto de llegada sino el punto de partida para que un pueblo multiétnico y multicultural, unido bajo la bandera de la inclusión, sea orfebre y escultor del cambio y la transformación social que claman las mayorías”.
El Acuerdo Final, según ‘Márquez’, resume lo que ha sido “más de medio siglo de rebeldía” y representa las bases para que se comience a “edificar la sociedad del futuro, la de nuestro sueño colectivo con un santuario consagrado a la democracia, a la justicia social, a la soberanía y a las relaciones de hermandad y de respeto con todo el mundo”.
Así como los colombianos tenemos en el plebiscito el escenario de aprobación o no de los acuerdos, los insurgentes de las Farc tienen en su “conferencia nacional guerrillera” su campo de discusión. En su historia, esta organización ha tenido, hasta el momento, nueve encuentros y en su décima conferencia se espera no solo el respaldo a lo hecho en La Habana sino el surgimiento del movimiento político.
“En los próximos días estaremos en Colombia realizando la conferencia nacional guerrillera. Esa es nuestra máxima instancia de autoridad a la que debemos subordinación para someter a su veredicto la obra política que representa el acuerdo especial de paz de La Habana”, anunció Márquez.
Al hablarle a los guerrilleros que están en montes y ciudades, aseveró que a quienes estuvieron al frente de los diálogos los asistió “la convicción de que hemos interpretado fielmente el sentimiento de nuestros compañeros y compañeros de armas y de ideas, que siempre combatieron pensando en la solución política del conflicto y sobre todo en la posibilidad de una patria justa, sin esos abismos horrorosos que hoy se interponen entre el desarrollo y la pobreza”.
Tras referirse a cada uno de los puntos de la agenda, ‘Márquez’ fue claro al advertir que “tendremos paz si se respetan los acuerdos” y de paso le pidió al “pueblo colombiano” que se constituya como “garante principal de su cumplimiento”.
Uno de los últimos cuestionamientos que se les hicieron a los acuerdos fue la posible no inclusión de las peticiones de indígenas y afrodescendientes en los acuerdos, tal como lo habían planteado hace varios meses en La Habana. A ellos, el jefe guerrillero les dijo que “los invitamos a mirar en la geografía de todo lo acordado el enfoque étnico diferencial, ganado con su propia lucha”.
Finalmente concluyó que es tal el compromiso de las Farc con el acuerdo especial de paz alcanzando en la isla del Caribe que “nada podrá desviarnos del camino”.
“Todo está acordado”
Cuanto terminó el evento en La Habana, el turno fue para el presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien se dirigió a los colombianos para anunciar que, con el cierre de las negociaciones con las Farc y la firma del acuerdo final, “comienza el fin del sufrimiento, el dolor y la tragedia de la guerra”.
Con tono de gran satisfacción por el trabajo realizado en los últimos cuatro años de su gobierno, recordó que desde el inicio de las conversaciones en Oslo, Noruega, se estableció que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Al respecto, dijo pausadamente: “Pues bien: el día ha llegado. Hoy podemos decir, por fin, que todo está acordado”.
Tras reconocer que se hizo un gran esfuerzo en las últimas semanas en La Habana para concretar los puntos faltantes de la agenda acordada previamente, Santos aseguró que “se cerraron las negociaciones y tenemos un texto definitivo del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto”, documento que, reiteró, “es inmodificable”.
El Presidente de la República definió el Acuerdo Final como “un conjunto de compromisos articulados entre sí para terminar el conflicto armado y darnos la oportunidad de construir juntos una paz estable y duradera para todos los colombianos”. Y agregó que tal como quedó diseñado “nos permite cerrar el capítulo de la guerra con las FARC y empezar a escribir el nuevo capítulo de la paz”.
Ya en un tono más emotivo agradeció a los colombianos por “el aguante”, “paciencia” y “perseverancia” ante todas las dificultades que se presentaron durante las negociaciones. “¡Gracias a ustedes, hoy podemos decir que se acabó la guerra!”.
En su alocución, reconoció la labor que desempeñaron durante sus gobiernos los presidentes Belisario Betancur (1982-1986), Virgilio Barco (1986-1990), César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-2010). A juicio de Santos, “todos la buscaron y abonaron el terreno para este gran logro”.
De paso le dio las gracias a su equipo negociador, encabezado por Humberto De La Calle, y a todos aquellos que, desde distintas funciones, trabajaron para lograr este acuerdo definitivo. Asimismo, expresó su agradecimiento a los países garantes y acompañantes del proceso, encabezados por Cuba, sede de las negociaciones, Noruega, Venezuela y Chile, así como a Estados Unidos y la Unión Europea.
Uno de los anuncios más esperados fue la fecha de convocatoria al plebiscito, mecanismo de refrendación que fue respaldado por la Corte Constitucional y pese a los reparos de las Farc, finalmente se acogió a él. La cita para los colombianos será el domingo 2 de octubre.
“Les prometí que ustedes tendrían la última palabra, ¡y así será!”, sostuvo Santos y añadió que “mañana mismo (jueves) enviaré al Congreso el texto definitivo del Acuerdo Final y le informaré la decisión de convocar el plebiscito para su refrendación”.
También aseguró que desde este jueves el documento completo de los acuerdos, que tiene 297 páginas, será publicado en diversos sitios web estatales y en sus redes sociales, así como en los medios de comunicación.
“Vamos a divulgar el Acuerdo Final por todos los medios para que ustedes, los ciudadanos, a la hora de votar en el Plebiscito, tengan toda la información, todo el criterio, todos los elementos para decidir su voto, libremente y en conciencia”, dijo y agregó que “nadie, en Colombia o en el exterior, podrá decir que no tuvo la posibilidad de conocer el Acuerdo”.
Discurso completo del presidente, Juan Manuel Santos
Tal como lo expresó De La Calle, para Santos este acuerdo final es también lo mejor estructurado posible y, a su juicio, “es infinitamente mejor que continuar la guerra que rompió familias, azotó regiones y nos hizo sufrir un horror que nuestros hijos conocerán, por fortuna, sólo en los libros de historia”.
Finalmente, aseguró que con el acuerdo final logrado en La Habana y con la refrendación acordada, en los colombianos está “la oportunidad de acabar la guerra con las Farc” y agregó: “Es una oportunidad única e histórica, ¡será la votación más importante de nuestras vidas!, para dejar atrás este conflicto y dedicar nuestros esfuerzos a construir un país más seguro, un país más tranquilo, más equitativo, mejor educado, para todos nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos”.