El colectivo de las Madres de Soacha, conformado en su mayoría por mujeres cuyos hijos fueron asesinados por miembros del Ejército Nacional, no cesan su reclamo de verdad y justicia. En la décima conmemoración de esa tragedia, partieron en dos buses desde Bogotá hasta Ocaña para luchar contra el olvido y la impunidad. VerdadAbierta.com habló con una de sus integrantes.
Hace diez años el país se conmovió con la tragedia de varias familias de Soacha, municipio colindante de Bogotá, que, tras nueve meses de buscar infructuosamente a sus hijos, se enteraron de que figuraban como “guerrilleros muertos en combate” con tropas del Ejército Nacional. Muchos de ellos fueron llevados con engaños y promesas de trabajo a Ocaña, Norte de Santander.
Tras esa revelación estalló un gran escándalo que generó una purga de altos oficiales militares, a pesar de que esa cruel práctica se venía denunciando desde hacía varios años atrás por organizaciones defensoras de derechos humanos. Asimismo, la prensa nacional hizo eco del drama y acuñó la frase ‘los falsos positivos de Soacha’.
Detrás de macabra estrategia, que en realidad corresponde a ejecuciones extrajudiciales por parte de agentes estatales, fue utilizada por uniformados de diferentes guarniciones en todo el país desde comienzos de la década del dos mil para mostrar resultados operacionales ante sus superiores y obtener recompensas, entre ellas días de descanso, ascensos y bonificaciones en dinero. (Leer más en: Falsos positivos: una herida que sigue abierta)
En medio del dolor y de la indignación, nació la lucha titánica de madres y allegados de las víctimas para exigir verdad y justicia. En ese camino se han encontrado múltiples dificultades, pero su ánimo nunca ha menguado y conformaron un colectivo que pretende que nunca más se repitan esos hechos, que se encuentren a todos los desaparecidos del país y que les brindan apoyo a otras víctimas de ese flagelo.
Con motivo de la décima conmemoración de este caso, que las Madres de Soacha decidieron realizar este domingo en Ocaña, VerdadAbierta.com habló con Jacqueline Castillo, cuyo hermano Jaime, de 42 años de edad, desapareció el 10 de agosto de 2008 y hace parte ese vergonzoso listado víctimas de ‘falsos positivos’. Es un diálogo sobre resistencia, solidaridad y búsqueda de justicia y no repetición, pero al mismo tiempo refleja la poca fe que le tienen a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para encontrar una verdad reparadora.
VerdadAbierta.com (VA) ¿Cómo es la historia de su hermano?
Jacqueline Castillo (JC): La última vez que lo vi fue el sábado 9 de agosto. Estuvo en mi casa paterna, en el barrio 20 de Julio, de Bogotá. Una cuñada le dio desayuno, se arregló, se cambió de ropa y salió de la casa. Con esa misma ropa lo encontré en Ocaña. El domingo por la mañana llamó a una de mis hermanas y le dijo que le guardara almuerzo porque iba para allá. Él no tenía esposa, no tenía hijos. Mi papá y mi mamá ya habían fallecido. Nunca llegó al almuerzo y no volvimos a saber nada más de él.
Dejamos que pasaran unos días y puse el denuncio. Por esos días vi la noticia de las desapariciones de Soacha y no me imaginé nada, pero la investigadora del caso, ya en octubre, me dijo que buscara entre los cadáveres que encontraron en Ocaña. El 6 o 7 de octubre fui a Medicina Legal y pedí que me dejaran ver a los NN de Ocaña. Ya habían sacado a los 16 jóvenes de Soacha y estaban once cuerpos sin identificar. Sólo de uno de ellos se decía que era de un hombre entre 40 y 45 años.
La sorpresa que me llevé cuando me mostraron las fotos del levantamiento del cadáver fue bastante grande porque era mi hermano. Ahí me dijeron que pertenecía a la guerrilla y que figura como muerto en combate. Ahí me doy cuenta de que le pasó lo mismo que a los jóvenes de Soacha. Tuve que esperar el proceso para hacer el reconocimiento y traerlo a Bogotá. Después de poner el denuncio, decido buscar a las Madre de Soacha en la Personería y empecé a trabajar con ellas desde entonces.
VA: ¿Cómo recibió la noticia de la supuesta muerte en combate?
JC: Quedé muy impactada con esa respuesta que me dieron. Si él desapareció el 10 de agosto y figura como muerto el 12 de ese mes, ¿cómo en dos días puede ser guerrillero? Pero como ya había visto la noticia de los muchachos de Soacha, caí en cuenta de que se lo llevaron igual. Anteriormente les había dicho a mis hermanos que le ofrecieron trabajo para recoger café en una finca, pero nunca nos imaginamos que fuera a pasar esto.
Cuando lo estaba buscando vi la noticia de los jóvenes de Soacha y nunca me pensé que entrara a formar parte de este macabro crimen, porque no somos de Soacha y el mayor de las víctimas tenía como 27 años, pero él ya tenía sus años. Cuando sale el caso de mi hermano, se rompen todos esos parámetros de edad y región, y nos dimos cuenta de que no se trataba de casos aislados en Soacha, sino que esa práctica sucedió a lo largo y ancho del país.
VA: ¿Por qué se vinculó al colectivo de la Madres de Soacha?
JC: Porque vi que el caso de mi hermano era el mismo que pasó con estos jóvenes. Y como en la noticia vi a estas mamitas que a pesar de sus dificultades luchaban por justicia y para que la verdad saliera a flote, dije que también tenía que dar esa lucha por mis hermanos y por ellas. Desde entonces estoy trabajando con ellas y seguiremos luchando donde sea.
VA: ¿Cuándo se vinculó a las Madres de Soacha y qué actividades realizan?
JC: En noviembre de 2008 empecé a trabajar con ellas. Empezamos con plantones; a los cinco años nació el Costurero de la Memoria para plasmar las historias sobre telas; visitamos colegios y universidades; hacemos talleres para visibilizar estos hechos con la gran ilusión de que no haya repetición. La lucha nuestra es por la justicia y la verdad, pero sobre todo buscando garantías de no repetición.
VA: ¿Por qué es tan importante para ustedes hacer ejercicios de memoria?
JC: Para buscar justicia y verdad, y más que todo garantías de no repetición. También para darle apoyo y fuerza a las demás mamitas de otras regiones, porque ya sabemos que esa no fue una práctica restringida a Soacha y Bogotá, sino que sucedió en todo el territorio nacional; que sabemos de otros casos que por temor no han sido denunciados, como el de un joven de Funza que apareció muerto en El Copey, Cesar, pero en ese sitio hay más de 200 NN enterrados y no se sabe cuál de ellos será el hijo de la mamita que nos contactó por nuestra página web.
Creo que nuestra gran responsabilidad es poder dar toda esa ayuda y apoyo a otras víctimas.
VA: ¿Esa incidencia y movilización les ha generado problemas?
JC: Lamentablemente hay casos de amenazas. Tenemos una mamita fuera del país, otras se fueron de Soacha, en mi caso tuve que cambiar de teléfono porque cuando recién se conocieron los hechos recibí unas llamadas amenazantes, pero después no volvió a pasar nada. Pero esta actividad sí genera mucho temor, más que todo en este momento, cuando ellos (militares) se acogieron a la JEP y recobraron la libertad, incluso los condenados.
Para nosotras genera más temor saber que están libres y que pueden tomar medidas contra nosotras, porque no hemos bajado la guardia para mostrar que las víctimas no eran guerrilleros y que son víctimas de crímenes de Estado. Es una batalla dura. (Leer más en: Con dudas de las víctimas, empieza proceso por ‘falsos positivos’ en la JEP)
VA: Hablando de justicia, ¿cómo ha obrado en el caso de su hermano? ¿Hay algún juicio o sentencia?
JC: En el caso de mi hermano empezamos audiencias hace un año, pero las pocas que fueron convocadas se aplazaron porque no llegaban los militares o sus abogados. La semana pasada me enteré de que el caso nuestro lo acogieron en la JEP, entonces no ha pasado nada. Y hay casos en los que ni siquiera se han realizado audiencias de imputación de cargos.
VA: ¿Cuál oficial y de qué dependencia del Ejercito está siendo procesado por el asesinato de su hermano?
JC: Jesús Amado Rincón (teniente coronel retirado), de la Brigada 15 Móvil de Ocaña. Hasta hace poco estuvo en audiencia con nosotros en la JEP, donde manifestó que su manera de reparar a las víctimas iba a ser dictando cátedras de derechos humanos. Es ridículo lo que dicen allí.
Estos 14 militares también expresaron lo mismo: que su manera de reparar a las víctimas sería diciendo la verdad. Finalmente nos dimos cuenta de que se limitaron a leer un documento donde les están condicionando lo que deben decir.
Cuando voy a decir mi verdad, no necesito que nadie la escriba. En el momento en el que me condicionan lo que tengo que decir, eso no ya no es verdad. Entonces, ¿cuál verdad vamos a esperar?
VA: ¿Qué concepto tienen de la JEP?
JC: Realmente, seguimos en la posición de que estos casos no deben ser juzgados por la JEP. Si hacemos memoria y recordamos un poquito, estos casos que fueron calificados de lesa humanidad, no deberían entrar a la JEP porque fue creada para juzgar crímenes de guerra, y éstos son crímenes de Estado. Entonces no entendemos por qué están en la JEP si realmente no vamos a escuchar la verdad allá.
¿Cuál verdad van a decir si ya sabemos que los engañaron, que se los llevaron y que los asesinaron para presentar resultados y cobrar sus recompensas? Esa verdad ya la sabemos, pero la verdad que sí queremos escuchar es quién ordenó cometer todos estos crímenes. Esa es la verdad que necesitamos, pero no veremos justicia.
VA: Mario Montoya, el oficial de más alto rango y que comandó el Ejército Nacional, compareció hace un mes ante la JEP y muchas víctimas calificaron esa audiencia como decepcionante. ¿Asistió a ella? ¿Cómo la recibieron las Madres de Soacha?
JC: No estuve presente, pero es triste y desalentador, porque ellos están condicionados a leer lo que les conviene decir. Si yo voy a dar mi verdad no necesito que nadie me la escriba, y a ellos les entregan un documento que se limitan a leer. ¿Entonces cuál verdad voy a escuchar allí? (Leer más en: “Asistencia de general (r) Mario Montoya a la JEP fue decepcionante”)
VA: Ustedes no esperan mayores resultados de la JEP, pero el Acuerdo Final plantea otros mecanismos para la reparación de las víctimas. ¿Qué esperan de la Comisión de Búsqueda de Desaparecidos?
JC: La gran idea de nosotras con la búsqueda de desaparecidos es que en Colombia no exista ni uno solo NN, todos deben ser identificados y sus restos entregados a sus familias. Así condenen a los responsables, necesitamos la verdad y tener garantías de no repetición. (Leer más en: “Para encontrar a los desaparecidos es necesaria la participación de las víctimas”)
VA: ¿Y de la Comisión de la Verdad?
JC: Hemos tenido acercamientos con la Comisión de la Verdad y ellos pueden tener todo el interés en trabajar por el esclarecimiento de lo ocurrido, pero la verdad no la vamos a escuchar. Estoy segura de que nadie va a decir quién ordenó cometer estos crímenes. Los militares no van a decir la verdad. (Leer más en: Arranca formalmente la Comisión de la Verdad)
VA: ¿Por qué decidieron realizar una caravana desde Bogotá hasta Ocaña?
JC: Normalmente en el mes de septiembre, año a año, hemos ido haciendo la conmemoración por la muerte de nuestros jóvenes. Lo hemos hecho en Soacha y varios sitios de Bogotá. Sin embargo, esta vez, para conmemorar los diez años, el sábado en la mañana viajamos a Ocaña para hacer allá la conmemoración este domingo.
Esto lo hacemos realmente sin recursos, porque no tenemos, pero gracias al Centro Nacional de Memoria Histórica, podemos viajar porque nos apoyó con el transporte, pero no tenemos derecho a hospedaje ni alimentación. Y decidimos que nos vamos con o sin recursos.
VA: ¿Qué actividades realizarán?
JC: Una eucaristía por la memoria de los jóvenes y visitaremos las fosas donde reposan varios NN, a los que adoptaremos de alguna manera. No puede haber NN en Colombia: todos tenemos una identidad y esa situación no puede ser posible.
También habrá una obra de teatro presentada por las mamitas; tendremos la exposición de una galería de fotos en donde fuimos enterradas en un proceso de contacto con la madre tierra; se hará un mural y tenemos una tela en donde la gente que nos acompaña puede dejar mensajes. Hay madres que también perdieron a sus hijos en el Ejército y algunos soldados que fueron expulsados por no querer cometer falsos positivos, algunos nos acompañan y trabajan con nosotras.
Pensábamos ir a la vereda Las Liscas, en donde estaban las fosas comunes donde apareció la mayoría de los jóvenes de Soacha y Bogotá, pero nos dijeron que por razones de seguridad no es posible hacerlo.