La directora de la recién creada Unidad de Búsqueda de Personas Dadas como Desaparecidas en el Marco del Conflicto Armado, instancia surgida tras la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, espera traducir el voto de confianza de las organizaciones sociales en su participación real y efectiva pues, dice, serán parte fundamental en su titánica tarea: dar con el paradero de no menos de 60 mil desaparecidos en el país.

Sucedió hace pocos días en Medellín. Cuando terminó el conversatorio “Alcances y retos de la participación de las víctimas en la justicia transicional”, que tuvo lugar en Universidad Pontificia Bolivariana, varias personas provenientes de los pueblos más azotados por la guerra librada por paramilitares, guerrillas y Ejército se le acercaron a Luz Marina Monzón Cifuentes, directora de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas como Desaparecidas en el Marco del Conflicto Armado.

Todas llevaban la misma intención: regalarle un afectuoso abrazo y darle una sincera felicitación a quien consideraron una de las invitadas más especiales del evento. “Luz Marina, por favor envíale un saludo a la gente de mi pueblo, tiene muchas esperanzas en ti y estamos para apoyarte”, le dijo un hombre oriundo de Pueblorrico, Antioquia, mientras que otra reconocida líder de víctimas de Medellín le decía: “Estamos muy contentos con su nombramiento. Sabemos que lo harás muy bien”. (Ver más en: Víctimas piden celeridad para la creación de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos)

No se trató de lisonjas espontáneas. Miles de personas que hoy buscan a un ser querido que el conflicto armado se “tragó” sin dejar rastro alguno consideran que Monzón es la profesional más idónea y calificada para cumplir con la compleja tarea de encontrar a los desaparecidos, que según cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), podrían ser más de 60 mil. Para los familiares de las víctimas de este flagelo, Monzón no es otra funcionaria más designada para cumplir un mandato institucional, se trata de una persona cercana que comprende su dolor y conoce su dramática incertidumbre.

Su hoja de vida da cuenta de ello: asesoró y acompañó la Comisión Internacional de Esclarecimiento, creada en 2012 por organismos no gubernamentales para investigar cientos de denuncias de desaparición forzada perpetradas en la Comuna 13 de Medellín entre los años 2003 y 2006. Fue, además, representante de las organizaciones sociales ante la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, creada en el año 2000 mediante Ley 589.  (Ver más en: La Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas ya tiene doliente)

Como integrante de la Comisión Colombiana de Juristas, a la que estuvo vinculada entre 1997 y 2009, lideró importantes procesos judiciales como la desaparición de 19 comerciantes en el Magdalena Medio en 1987; la masacre de Pueblo Bello, Antioquia, en 1988; y los crímenes del abogado defensor de derechos humanos Jesús María Valle (1998) y el periodista Jaime Garzón (1999). Además, hizo parte del equipo de investigadores adscritos al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que produjo el informe El acceso a la justicia como garantía de no repetición.

Monzón Cifuentes es abogada, egresada de la Universidad Gran Colombia, y en su formación académica cuenta además con una especialización en Ciencias Forenses y Criminológicas de la Universidad Externado de Colombia; una especialización en Derechos Humanos de la Escuela Superior de Administración Pública; y una maestría en Derecho de la Universidad Nacional.

Fue postulada a ese cargo por más de 130 organizaciones sociales, de víctimas y defensoras de derechos humanos tales como la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos (CCEU), la Comisión Colombiana de Juristas, El Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice).

VerdadAbierta.com dialogó con ella sobre los retos y expectativas que le deparan al frente de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas como Desaparecidas en el Marco del Conflicto Armado.

Apoyo valioso

Víctimas de desaparición forzada
El pasado 30 de septiembre, durante la conmemoración del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, las víctimas pidieron celeridad para que la Unidad empiece a funcionar. Koni Agudelo, cortesía Equitas.

VerdadAbierta.com (VA): Su nombre ha sido muy bien recibido entre las organizaciones de víctimas y defensores de derechos humanos, ¿puede jugar eso a su favor?

Luz Marina Monzón (LMM): Sí, yo creo que es un patrimonio muy importante y espero estar a la altura de esa confianza. Creo que eso juega a mi favor porque es que no hay otra manera de buscar a los desaparecidos si no es con las víctimas.

VA: Hablando de ello, ¿cómo hará para dar con las personas desaparecidas a lo largo de cinco décadas de conflicto armado?

L.M.M: La búsqueda de los desaparecidos tiene que estar precedida de una documentación lo suficientemente sólida para evitar que uno busque personas sin saber a quién está buscando y que no se puedan identificar. Más que partir de cifras o de priorizaciones como se ha hablado, yo lo que quiero es poder identificar cuáles son las víctimas que existen, cuáles son las familias que existen, cómo empezamos el proceso de documentación y en la medida en que vayamos avanzando en esa documentación pues se irán realizando y elaborando los planes de búsqueda que permitan hacer de manera organizada, metódica la búsqueda de los desaparecidos.

VA: ¿Ya tiene identificado por dónde comenzará?

L.M.M: No es tanto que nosotros encontremos los lugares, que es muy importante. Lo ideal es que cuando nosotros lleguemos al lugar sepamos a quién estamos buscando y que no sea que recuperamos cuerpos pero nunca los podemos identificar. Esa es la ruta que estoy pensando. ¿Cuáles van a ser los casos? No lo sé, depende de esto que he estado hablando: de qué tanta información se tiene; de tener la disposición de las familias, en fin, es una seria de factores, complejos todos, que juntos van a ayudar mucho en la búsqueda de las personas desaparecidas.

VA: Frente al tema de información, ¿existen los suficientes acumulados documentales o será necesario partir de cero, que la víctima cuenta nuevamente su historia?

L.M.M: Existen acumulados, tanto institucionales como de las propias víctimas. Por eso creo que es tan importante que la garantía de la participación de las víctimas sea real, porque queremos retomar esas documentaciones que han hecho las víctimas: ellas han documentado toda la vida. Entonces, la idea es aprovechar eso que existe, para que las víctimas sientan que están aportando a la búsqueda de su ser querido, pero también cómo cruzamos esa información con otras fuentes de información. Esa es la clave.

VA: Claro, será clave todo el asunto de información y documentación, la participación efectiva de las víctimas, pero también el contar con recursos apropiados, ¿cuenta con ellos?

L.M.M: En este momento hay unos recursos asignados para este año, que fueron propuestos desde la intuición porque esta entidad no existía. Contamos con 22 mil millones de pesos, según me comunicó el Ministerio de Hacienda, pero cuántos serán exactamente los recursos que la Unidad necesitará no lo puedo saber en este momento porque estamos justo en la etapa del diseño institucional. Eso implica saber si voy a contar con un equipo de 10, 100, 300 funcionarios, saber cuál será la dimensión de la Unidad, cómo van a ser los focos y las metodologías de trabajo. Todo eso va a representar recursos, pero en este momento no puedo saber porque estamos justo en la etapa de diseño.

VA: Es claro que la Unidad deberá tener un fuerte trabajo en las regiones, donde realmente se produjeron las desapariciones, en este caso, ¿podrán contar las víctimas con una dependencia lo suficientemente descentralizada o todo se concentrará en Bogotá?

L.M.M: Yo creo que hay que aprovechar la institucionalidad que existe siempre y cuando cuente con la confianza de las víctimas para poder trabajar apoyados en ellos. No nos vamos a decir mentiras: parte del problema en los territorios es que las víctimas sienten mucha desconfianza en las instituciones. Qué bueno poder apoyarse en la institucionalidad siempre y cuando esa institucionalidad genere la confianza que ayude a la Unidad a desarrollar su labor.

Sin embargo, lo que sí he pensado es que la Unidad tiene que tener unos equipos móviles. No pueden ser equipos que estén en las ciudades capitales, que no se mueven para ningún lado porque están cuidando una oficina. No, tienen que ser equipos que puedan movilizarse no sólo dentro de un territorio determinado sino en todo el país, porque las búsquedas tienen esas dinámicas.

VA: En diversos sectores, el trabajo desarrollado por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas dejó un sinsabor. Usted, que integró dicha instancia, ¿qué se puede aprender dicha experiencia y que se puede mejorar?

L.M.M: Parte de la construcción de esta Unidad es un poco aprender de las fortalezas y debilidades de ese intento de mecanismo que hubo. Allí hubo un gran problema: la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas fue creada para apoyar la búsqueda, no para realizarla. Y nunca hubo claridad sobre eso. La gente siempre creyó que si eso se llamaba ‘Comisión de Búsqueda’ era porque estaba buscando desaparecidos y no, era para apoyar a las autoridades competentes en la búsqueda y ¿cuál es la autoridad competente hasta ahora?: la Fiscalía.

Entonces, como el rol de la comisión era simplemente apoyar pues nunca tuvo autonomía para emprender ni desarrollar absolutamente nada en términos de búsqueda. Sí apoyo mucho la formulación de normas y marcos legales que son muy importantes, pero yo espero que la Unidad, teniendo el mandato de poder buscar, localizar, recuperar y entregar los restos de sus seres queridos a los familiares pues tenga los suficientes recursos para cumplir con ese papel.

VA: Es decir, desde el diseño institucional, la Unidad ya muestra diferencias con la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas…

L.M.M: Creo que el hecho de que la Unidad cuente con unos recursos y un presupuesto establecido dentro de la Ley ya le plantea muchas diferencias con respecto a la Comisión. ¿Por qué? La Comisión quedó instalada dentro de la Defensoría del Pueblo, entonces, quien cumplía la tarea de liderar la comisión es una delegada de la Defensoría, que terminó ejerciendo dos trabajos: la Comisión y su trabajo propio de la Defensoría. Eso y que no contaba con recursos autónomos. Ahí hubo muchas dificultades de autonomía que no le permitieron a la Comisión jugar un papel importante. La Unidad tiene autonomía y espero que alcance para contar con mucho respaldo, porque la autonomía es muy importante como atributo legal, pero eso tiene que venir acompañada de recursos, de apoyo institucional para desarrollarla.

VA: ¿Por qué es tan difícil contar con una cifra consolida –y que sea de buen recibo por todos los organismos- sobre los desaparecidos en el país?

L.M.M: El país tiene un problema de cifras en todos sus órdenes. Ahora, cada institución tiene su propio sistema de información y cada sistema responde al mandato institucional. Entonces, Defensoría recoge información de acuerdo con su mandato, la Fiscalía de acuerdo a su mandato y así. Y cada institución recoge información de acuerdo con sus categorías. Y eso dificulta tener unas cifras consolidadas. Pero el gran problema cuál es: que la desaparición forzada en Colombia sólo se reconoció como crimen a partir de 2000. Antes, todo era secuestro en el mejor de los casos u homicidio, a pesar de que no se hubiera hallado ningún cuerpo. Por eso ha habido tanta dificultad con el tema de las cifras.

VA: Y el trabajo de la Unidad podría ayudar a solucionar ese problema…

L.M.M: Ojalá, espero que sí.