“La tierra no violó los derechos humanos”

      
Germán Efromovich es el principal accionista de La Dolce Vista Estate, la empresa que compró la polémica Hacienda Bellacruz. En una entrevista con VerdadAbierta.com, el empresario de origen brasilero dijo que actuó de buena fe y que tiene pruebas de que compró la tierra legítimamente.

Germán Efromovich, el principal accionista de La Dolce de Vista. Foto archivo Semana

VerdadAbierta (V.A.): ¿Cómo un empresario de aerolíneas termina invirtiendo en agricultura?
Germán Efromovich (G.E.): Estábamos en Avianca y un día una amiga me presentó a Olga Lucía Londoño. Ella a su vez me presentó a su hermano, Andrés. Ellos son de Armenia y Manizales. Son caficultores de hace muchos años y con ellos compré en sociedad una finca en límites entre Quindío y el Valle donde sembramos café. Desde entonces somos socios.

Los Londoño también tenían una finca cultivada con palma en el Sur de Bolívar, la Hacienda San Lucas. Y un día Andrés me llamó y me dijo que ahí cerquita de La San Lucas había una finca gigantesca, que la podíamos comprar (se refiere a la Hacienda Bellacruz en el sur del Cesar). Él me dice que esa finca nadie la quería comprar, que era una tierra maldita porque ahí hubo un montón de rollos, me habló de un señor Marulanda y de por qué la tierra era maldita…

V.A.: ¿Y qué pasó?
G.E.: Le digo a Andrés que me deje mirar. En una ida a Nueva a Nueva York me encuentro con Jhon (Hager, su principal socio y creador de la Dolce Vista). Y empezamos a hacer un Bussiness Plan(plan de negocios).

V.A.: Cuando le dicen que es una tierra maldita, ¿no le dio miedo?
G.E.: Primero, no me imaginé y hasta ahora no me imagino la dimensión de la cosa. Yo digo quiero comprar ésto (la antigua Bellacruz). Esto está en un país en el que estoy invirtiendo, donde las instituciones democráticas funcionan y donde debe haber un organismo que me digan que no hay gravamen y que puedo invertir. Si a los Marulanda (familia dueña en la antigua Hacienda Bellacruz) estuvo presa porque mataron alguien, si les quitaron la mitad de la tierra porque no era de ellos, eso es un problema de ellos y de la justicia. Mi problema es que yo necesito una tierra, la tierra es buena y está ubicada en la costa donde quiero hacer un proyecto de exportación local. Yo tengo que preocuparme de no cometer ninguna irregularidad legal ni moral.

V.A.: ¿Cuál es la filosofía de meterse en una tierra como esa, en un país en guerra?
G.E.: Para mí la tierra no es complicada, para mí la tierra no tiene ningún problema. Qué culpa tiene la tierra, si puede producir y dar empleo. Quien violó los derechos humanos que pague. Que lo juzguen. La tierra no violó los derechos humanos. Fue un individuo y para eso existe lo judicial, para que lo juzguen y pague su cuenta.

V.A.: Pero es que en este país el tema de la  tierra es complicado. Estamos hablando de una tierra (la antigua Bellacruz) que tiene 600 campesinos desplazados…
G.E.: Si le muestro la cuenta de los abogados, quédense tranquilos. A no ser que nos hayan engañado o que las instituciones sean mentirosas. Los títulos de las tierras no tienen ningún tipo de gravamen o problema. Tenemos la documentación. Tanto es que el propio Estado colombiano nos aprueba una zona franca ahí y el banco con garantía de la tierra nos presta una plata…
 
V.A.: ¿Y si el Estado no tenía claridad de que allí había unos lotes baldíos?
G.E.: De eso el Estado a nosotros no nos dijo nada. Si el Estado me dice que está sobre litigio no invertimos ahí. El Estado me tiene que responder por un documento que me dio donde me dicen que no hay gravamen.

V.A.: ¿No les dijeron que había baldíos?
G.E.: No. Hicimos todo lo que se tenía que hacer, pero obviamente pues no nos deja exentos de una estafa.  No creemos, pero todo es posible.

V.A: Un empresario no haceuna inversión en una tierra complicada…
G.E.: La cosa es más seria. Lo he dicho en varias entrevistas que di sobre responsabilidad social. El empresariado colombiano es el responsable por volver a la estabilidad social y económica del país. Este país tiene que saber que no se resuelve la guerra por completo sin el campo… Tenemos que crear situaciones en el campo. No solo para el campesino are la tierra. Hay que darle condiciones de vida, salud, educación y vías de acceso.

V.A.: Pero también darles la posibilidad de ser un propietario mediano…
G.E.: Dentro de nuestro programa a los campesinos les vamos a financiar la semilla y a dar un contrato de compra. No es viable económicamente que una sola persona sea la propietaria de toda la tierra. No se trata de ser un latifundista para valorizar la tierra durante cuatro décadas. El empresario que piense ahora en un modelo de trabajo esclavo va a desaparecer a mediano plazo porque la sociedad está evolucionando.

V.A: En el caso de la antigua Hacienda Bellacruz, los campesinos no tienen rabia contra La Dolce Vista, es con el Estado que durante muchos años les ha tomado del pelo…
G.E.:
El Estado les tiene que dar las tierras. Si el Estado hace eso, el empresario puede enseñarles a plantar, financiar las semillas y garantizar la compra de la producción a un precio justo, esa es mi opinión. No tengo la fórmula matemática. Pero el Estado tiene que hacer su parte y el empresario la suya. El empresario invierte pero no puede hacer una reforma agraria.

V.A.: Lo que sucede es que a estos campesinos los sacaron de su tierra a bala, a la fuerza…

G.E.: A aquellos que prueben que esa tierra era de ellos y que los sacaron a bala, el Estado tiene que restituirles la tierra. Pero hay que verificar las historias porque hay gente que se aprovecha. Si se prueba todo este rollo, que el Estado titule por reforma agraria a esa gente.

V.A.: Lo que los campesinos están pidiendo es una porción de tierra para trabajar…

G.E.: Acá no hay que entrar en una pelea de quién es quién. Acá hay una inversión, un plan social y se está dando empelo. El Estado puede titulares en otro lugar, cerca de la hacienda o en otro lado, y que el campesino haga un acuerdo con el empresario.

V.A.: Pero si la tierra es ahora del empresario…
G.E.: Si el Estado le dio un documento oficial de que esa tierra sí la podía comprar, entonces el Estado lo indemniza. Es un tema de estabilidad jurídica, de reglas claras. Si no es así, nadie vuelve a invertir un peso.