Pese al miedo que generó la pandemia en corregimientos como el de Santa Cruz, en el suroccidente del Cauca, el comercio de la hoja de coca para uso ilícito ayudó para que a esta comunidad no llegara el hambre. Los campesinos de esta región del país han buscado la sustitución progresiva e integral del cultivo de uso ilícito, pero no ha sido posible por falta de garantías del Estado.

Por: Andrés Alejandro Córdoba Calvo
Co.marca Digital
aacordoba@unicauca.edu.co

Más allá del miedo generado por el Covid-19, que llevó al aislamiento y restricciones en la movilidad de campesinos de la región que se conoce como La Cordillera, ubicada en la zona occidental del Bordo-Patía, departamento de Cauca, la pandemia generó pocas afectaciones económicas en algunas familias de esta zona.

La organización campesina y la hoja de coca ayudaron a que la desigualdad y las necesidades que se vieron en otras regiones del país no llegaran hasta su territorio. Sin embargo,  líderes y lideresas de la Asociación de Trabajadores Campesinos de la Cordillera del Patía (Agropatía) saben que esta es una economía transitoria y quieren apostarle a la sustitución progresiva e integral del cultivo de uso ilícito, siempre y cuando haya compromiso real del Estado.

La Cordillera es una zona conformada por 11 corregimientos y 58 veredas del municipio de El Bordo-Patía. La denominación se debe a su ubicación sobre la cordillera Occidental, en el suroeste caucano. Según Jhon Jairo Fuentes, secretario y uno de los delegados políticos de Agropatía, esta región representa el 50 por ciento del territorio del Patía donde habitan aproximadamente 8 mil campesinos.

Durante la pandemia, entre los meses de marzo y agosto de 2020, los habitantes de varios corregimientos de La Cordillera optaron por realizar controles comunitarios para regular el tránsito de personas en el territorio ante el miedo y la incertidumbre generada por el Covid-19. Esta iniciativa trajo algunos conflictos entre varios campesinos que no podían trasladarse libremente por la montaña, entre veredas o corregimientos, hasta sus zonas de trabajo.

Según Fuentes, fue el punto de partida para fortalecerse como comunidad y reorganizarse como Agropatía, una organización campesina que nace a finales de la década de los años ochenta y que se consolida en 2008, pero debilitada en los últimos años. Bajo Agropatía, los campesinos de La Cordillera lograron coordinarse y concertar controles en la movilidad en el territorio para evitar el contagio del Covid-19.

La revitalización de este proceso organizativo durante la pandemia, comenta este líder de Agropatía, ha demostrado que los campesinos tienen el poder en el territorio. Sin embargo, esto significó choques con dos actores armados ilegales que operan en la zona: los frente ‘Carlos Patiño’ y ‘Rafael Aguilera’, y las columnas móviles ‘Jaime Martínez’ y ‘Dagoberto Ramos’, disidencias de las antiguas Farc que conforman el Comando Coordinador de Occidente.

También los miembros de la comunidad tuvieron algunos roces con los comercializadores de la hoja, base y pasta de coca, quienes fueron sometidos a los controles de movilidad establecidos por los campesinos.

Entendiendo que las restricciones a los comerciantes de hoja de coca podían afectar la economía de varias familias de la región, los campesinos llegaron a algunos acuerdos para permitir su tránsito por el territorio, como cuarentenas estrictas para las personas que trabajaran con los comercializadores de coca provenientes de otras regiones del país.  Con el Frente ‘Carlos Patiño’ los acuerdos fueron similares, aunque siendo flexibles con su tránsito en el territorio.

“En esta pandemia demostramos que el actor más importante de la cordillera era la comunidad campesina, y acordamos el respeto hacia los campesinos y las medidas de protección para evitar el contagio del virus. Así como el cuidado y protección al medio ambiente y regularización de la expansión de los cultivos de coca”, dice Fuentes.

Co.marca Digital visitó Santa Cruz, uno de los once corregimientos que hacen parte de la La Cordillera’ donde varias familias de campesinos cultivan coca, pero también le apuestan a economías legales como el café y la caña.

Esta producción fue realizada gracias al apoyo del Fondo de Respuesta Rápida para América Latina y del Caribe, coordinado por Internews, Chicas Poderosas, Consejo de Redacción y Fundamedios, y a la alianza periodística entre VerdadAbierta.com, Co.marca Digital, Radio Campesina de Inzá y la Escuela de Cine y Televisión Étnica de Santander de Quilichao.