La capital chocoana desplazó a Buenaventura en términos de violencia y todo indica que el narcotráfico no es la causa principal. Hoy la guerra a muerte es por el oro.
“La situación es grave. Yo vivo en una zona donde es muy peligroso caminar después de las ocho de la noche… El miedo es que los jóvenes o el pelado de uno termine metido en esas bandas”. La frase hace parte del testimonio de una habitante del barrio Kennedy de Quibdó consultada por VerdadAbierta.com y que resume la vida de muchas familias de las comunas uno en el norte o la seis en el sur de la capital chocoana. Situación, además, que acaba de analizar la Fundación Ideas para La Paz (FIP) en un completo informe titulado “Oro, crimen organizado y guerrillas en Quibdó”.
Nueve de cada diez muertes violentas en el Chocó son netamente urbanas; y ello se debe, en gran medida, a la guerra entre “paras” y guerrillas que ha cambiado la vida de miles de campesinos en los pueblos del Atrato y el San Juan desde finales de la década del noventa. Los sobrevivientes solo han tenido una opción: correr hacia las pequeñas ciudades y conformar barrios marginados, habitados también por exguerrilleros, exparamilitares, reinsertados y desmovilizados. Resultado: “Quibdó ocupa el segundo lugar en tasas de homicidios en lo que respecta a las principales ciudades del Pacifico, después de Tumaco y ubicándose por encima de Buenaventura, un municipio considerado como muy crítico”, concluye el documento.
Así mismo, el centro de investigación establece que a pesar de la relación estrecha que hay con la economía de la coca, Quibdó no es ahora un lugar estratégico para el narcotráfico y que dentro de los datos encontrados esta actividad ilegal no ha incidido dentro del aumento de la tasa de homicidios. El centro de todo está en el oro.
La producción del metal en la capital chocoana se incrementó significativamente a partir de 2012 (pasó de 337.832 gramos en 2011 a 2.179.004 en el mismo año). Pero no es una desgracia exclusiva de Quibdó; Nóvita, Unión Panamericana e Istmina la superan en producción y muertos.
Un conflicto viejo
En la ciudad más grande del Chocó conviven los ‘Rastrojos’, los ‘Urabeños’ y la organización Renacer, que emergieron luego de la desmovilización paramilitar de 2005, y las guerrillas de las Farc y el Eln. Una mezcla peligrosa que ha logrado, según los investigadores, repartirse el negocio: “por un lado, las Farc tienen el predominio en zonas rurales de Quibdó, mientras que en los contextos urbanos el peso es para las bandas criminales”.
Actualmente, los frentes 57 y 34 de la guerrilla mantienen su incidencia en Quibdó. El 34 se desplaza entre Quibdó, Medio Atrato y hasta Carmen del Darién y, por su lado, el 57 se mueve a lo largo del Bajo y el Medio Atrato, entre Acandí y Quibdó, pasando por Unguía, Riosucio, Carmen del Darién y Bojayá. El ELN se ha concentrado en el Alto y Medio Atrato, en el San Juan y en el Baudó-Litoral.
A partir de estudios consultados hay coincidencia que tanto ‘Rastrojos’, ‘Los Urabeños’ y Renacer ocuparon los espacios dejados en Quibdó luego de la desmovilización de los bloques Calima y Pacífico de las Auc y el frente Chocó del Bloque Élmer Cárdenas.
“Todas estas agrupaciones criminales han sido golpeadas, aun así, en la actualidad tienen más peso Los Urabeños (que se hacen llamar Águilas Negras, Autodefensas Gaitanistas o Clan de los Úsuga) y Renacer, que están aliadas, mientras que Los Rastrojos han perdido influencia”, puntualiza el informe.
La Fundación recurrió a diversas fuentes testimoniales para demostrar cómo estos actores armados ilegales, algunos en complicidad con las autoridades, han desarrollado su actividad criminal a partir de la producción y comercialización del oro. “En la zona urbana de Quibdó, centro político y económico de la región, ‘Los Urabeños’ de quien hace parte el grupo Renacer, mantiene una disputa constante por el control de las actividades ilegales con Los Rastrojos y con el frente 34 de las FARC”.
Todos por el oro
La zona con más oro es la cuenca del Neguá, ubicada al nororiente del casco urbano de Quibdó, donde el dominio lo tiene la guerrilla de las Farc, a su vez, de acuerdo con un estudio de Indepaz, los corregimientos en donde se reporta explotación de oro, son Boca de Nemotá, Guadalupe, Guayabal, La Troje, Pacurita, Tutunendo, Rosario, Munguirri, La Equis, San Francisco de Icho y San Rafael de Neguá.
La guerrilla se concentra allí realizando extorciones en la mayoría de las minas. Según una crónica escrita por el periodista Álvaro Sierra en la Revista SEMANA, se pagan 15 millones de pesos por cada retroexcavadora usada. Por otra parte, la investigación de las FIP logró establecer, a partir de una alta fuente de inteligencia de la Policía, que el frente 34 de las Farc devenga alrededor de 4.000 millones de pesos mensuales por concepto de la extorsión.
Las bandas criminales, en cambio, ejercen presencia y desarrollan sus actividades delictivas en el casco urbano de la capital pues es el epicentro de la compra de oro.
De igual manera, Quibdó se presenta como un centro de la financiación de la minería “hay inversionistas, algunos de ellos relacionados con las bandas criminales, que invierten en dragas, retroexcavadoras, buldóceres yen general, avanzan plata para montar una explotación y así garantizan su participación en el negocio sin necesidad de ejercer un control directo en las minas, asunto que generalmente se reservan las guerrillas”, dice el documento.
Producto de las actividades delictivas se han cometido asesinatos en contra de funcionarios de la Procuraduría a cargo de investigaciones sobre regalías y lavado de activos en el departamento. Como el caso denunciado por la Contraloría en el año 2013 donde se obtuvieron alrededor de 13.000 millones de pesos por la liquidación irregular de regalías a 12 supuestas comercializadoras mineras en Alto Baudó.
La relación que establecieron los investigadores entre agentes del Estado y las bandas criminales, a partir del cruce de datos y de entrevistas, arrojó que en varias detenciones a integrantes de la organización Renacer y ‘Los Urabeños’ se lograron aclarar “no menos de 19 homicidios ocurridos en Quibdó, Tadó o Sipí en 2012 y parte de 2013, precisamente coincidiendo con el boom del oro”.
De esta manera, la disputa entre los actores armados ilegales se ha concentrado en el control de la producción y distribución del oro, donde han tenido que ver agentes del Estado y pequeños empresarios, en su mayoría antioqueños, hechos que han disparado el sicariato y aumentado las tasas de homicidio al punto de tener uno de los índices más altos del país.
¿Qué le espera al Chocó?
Lamentablemente, las cosas no parecen que fueran a cambiar en uno de los departamento más golpeados por la guerra y el abandono estatal. Uno de los investigadores de la FIP señala que no hay nada que indique que el Estado se haya asentado en la región para mejorar la situación donde, por el contrario, se ha visto que el desarrollo de las economías ilegales va en crecimiento.
“Tanto la coca, como la madera y el oro siguen siendo el epicentro de los actores armados ilegales para ejercer su actividad delictiva y esto no sólo pasa en el Chocó sino que se extiende al Pacífico en su conjunto” señaló el investigador.
Ahora bien, frente a un posible escenario de desmovilización de la guerrilla de las Farc afirma el investigador que la situación puede mejorar de cara a que generen nuevas condiciones para que el Estado entre al territorio para tratar de controlar la cantidad de actividades ilícitas que se desarrollan a diario. No obstante, establece que se debe prestar atención a expresiones armadas disidentes que puedan convertirse en nuevos actores del conflicto.
Aun así, no se puede olvidar a la guerrilla del Eln, que ocupa buena parte del sur del departamento, y las bandas criminales que, tras las alianzas, han estado en aumento por la región.