Varios desmovilizados contaron cómo paramilitares al mando de los hermanos Castaño se tomaron la región en 1997, relataron sus crímenes y señalaron algunos de los cómplices que facilitaron su llegada a los Llanos Orientales.
En 1997 los hermanos Carlos y Vicente Castaño pusieron sus miras en los Llanos Orientales. |
En pocos sitios del país como los Llanos Orientales se hizo tan claro el proyecto de Carlos y Vicente Castaño para invadir regiones donde no tenían presencia, bajo la excusa de combatir a las guerrillas, pero en incursiones en las que asesinaron a cientos de civiles inocentes.
Algunos de esos paramilitares que participaron en este recorrido relataron en versión libre que contaron con la ayuda de las Convivir locales con lo que consiguieron que los Llanos pasaran ser controlados por las Autodefensas Unidas de Colombia.
Los paramilitares llevaron a 90 hombres en avión desde Urabá, con la complicidad de algunos miembros de la fuerza pública, y en esa incursión dejaron más de 100 muertos.
El propósito de los Castaño era expandirse para apropiarse de zonas de cultivos de coca, así como de rutas para el tráfico por el río Meta y la frontera con Venezuela.
En versión libre conjunta Elkin Casaerubia, alias ‘El Cura’,Dúmar de Jesús Guerrero, alias ‘Carecuchillo’, Manuel de Jesus Pirabán, alias ‘Pirata’ y Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’, contaron paso a paso cómo los Urabeños, los hombres de los Castaño, exportaron su modelo a Meta, Casanare y Guaviare: masacres, descuartizamientos, desapariciones y complicidad con algunos miembros del Ejército y la Policía.
Los aviones de Urabá
‘Carecuchillo’, que vivió hasta 1989 en la región de Mapiripán, Meta, fue escogido como guía por las autodefensas locales y alias ‘Raúl’, el hombre que los Castaño enviaron a los Llanos para coordinar la incursión.
Según relataron en versión libre estos paramilitares, a principios de 1997, pocos meses antes de la masacre de Mapiripán, ‘Carecuchillo’ se fue a Urabá, pasando en bus por Bogotá, Medellín y Montería. Después de dos semanas de entrenamiento en la finca Las Tangas, donde conoció a Vicente Castaño y a Carlos García, alias ‘Rodrigo Doble Cero’, integró un grupo conformado por hombres de la región.
En la finca La 15, entre San Pedro de Urabá y Valencia, Córdoba, los guías llaneros se reunieron con los Castaño, Elkin Casarubia, alias ‘El Cura’, Byron Jiménez, alias ‘El Gordo Pepe’, Héctor Buitrago, alias ‘Martín Llanos’, alias ‘Raúl’, Carlos García, alias ‘Rodrigo Doble Cero’ y alias ‘Cepillo Negro’, para coordinar todos los detalles de cómo iban a invadir la región.
“Ahí quedó definido que iban 80 hombres de los Castaño en avión directo a los Llanos”, dijo en la versión libre ‘Carecuchillo’, quién tiene una condena a 40 años de cárcel por la masacre de Mapiripán. Añadió: “Cuadramos lo de las frecuencias de radio, la llegada a San José del Guaviare, las voladores (lanchas) para llegar a Caño Jabón (Meta), que era el objetivo primordial”.
Según ‘El Cura’, “Vicente (Castaño) nos dijo que la ambición era llegar a Caño Jabón, porque gente pidió autodefensas en el Meta. Ahí fue que nos dijeron que nos íbamos a ver con los Carranza y los Buitrago”.
‘El Cura’, segundo al mando de los Urabeños en el Meta, y ‘Carecuchillo’ contaron que 87 paramilitares se concentraron en una finca en El Guineo en Urabá donde abordaron “uniformados, con el equipo, las armas, listos para el combate” varios camiones para Necoclí, Antioquia.
La caravana de camiones, y de camionetas que los escoltaban, llegó sin problemas al aeropuerto de Necoclí, donde los ‘paras’ se cambiaron y dejaron sus equipos en bolsos. ‘Carecuchillo’ recordó que “todo se metió en un costal, cada uno iba marcado con la chapa de cada uno de los muchachos”. Un DC 3, un avión de transporte, embarcó las armas, los uniformes y los pertrechos de los paramilitares.
Los 87 hombres siguieron hacia Apartadó en buses de una empresa bananera. ‘El Cura’ relató que en ningún momento los detuvo algún retén de la fuerza pública, ya que “todo estaba coordinado con la Policía y el Ejército. A mí me informaron porque era uno de los comandantes”.
En la pista del aeropuerto de Apartadó, un Antonov 32 los esperaba. En el aeródromo de Apartadó hay un puesto de Policía, pero según ‘El Cura’, ahí tampoco tuvieron problemas. El Antonov, un avión de transporte militar ucraniano, llegó a las dos de la tarde a San José del Guaviare.
En la capital del Guaviare, los dos aviones desembarcaron su carga y los paramilitares sin obstáculos. El aeropuerto era uno de los más custodiados del país porque colindaba con una base Antinarcóticos de la Policía y del Ejército. Según ‘El Cura’, en San José “había Policía y Ejército, desde el avión se vio la Fuerza Pública, era un avión grande de carga”.
Según el paramilitar se encontraron con alias ‘René’ delante de varios miembros del Ejército y Policía y allí encaminaron en un camión por una ‘trocha ganadera’, una carretera de tierra al límite de Meta y Guaviare. Otros paramilitares emprendieron el camino a Mapiripán en lanchas ‘voladoras’ por el río Guaviare.
El recorrido de casi 90 hombres pasó desapercibido para las autoridades y circularon sin ningún problema por los 50 kilómetros que separan San José de Mapiripán, pues según ‘El Cura’, “’René’ le dijo a la tropa que íbamos para allá (a Mapiripán)”.
La masacre de Mapiripán
A las cinco de la mañana del 15 de julio de 1997, los 87 ‘paras’ de Urabá llegaron a Mapiripán. Después de rodear el pequeño municipio, ocuparon la alcaldía, el aeropuerto y el puerto fluvial. ‘El Cura’ recordó: “Llegamos y nos presentamos como Ejército. Después hicimos grafitis en el pueblo y la gente se empezó a asustar”.
‘El Cura’ dijo que con una lista, hecha por los Buitrago, seleccionaron a sus primeras víctimas. Se llevaron a varias personas al matadero municipal donde las descuartizaron. Muchos desaparecieron en el río Guaviare. ‘Carecuchillo’ contó que también asesinaron a gente que no estaba en la lista “por desorden de la tropa”.
Los ‘paras’ estuvieron cinco días en Mapiripán, donde masacraron, sin ninguna intervención de la fuerza pública, a 60 campesinos. Los habitantes trataron de llamar al Ejército, pero el auxilio llegó tarde. “Hablamos con un capitán del Ejército que iba a venir (a Mapiripán). Teníamos una frecuencia de radio y ya todo estaba coordinado con el Ejército”, señaló ‘El Cura’ en la versión libre.
Cuando los soldados se estaban acercando a Mapiripán, el 20 de julio, se comunicaron con los ‘paras’ para evitar cualquier encuentro. ‘El Cura’ recordó que la tropa estaba a menos de 10 kilómetros, ya que habló con un capitán del Ejército con una radio punto a punto que tiene poca cobertura.
“Yo hablé con un capitán del Ejército, y cuadramos que ellos ya estaban ahí, y que ya nos íbamos para afuera”, dijo ‘El Cura’.
El combate de la Cooperativa
Después de la masacre de Mapiripán, los Urabeños al mando de ‘El Cura’ y ‘Mauricio’ marcharon a La Cooperativa, una inspección de Mapiripán, donde se reunieron con ‘Los Buitrago’, el grupo paramilitar comandado por ‘Martín Llanos’. Allí asesinaron a cuatro personas más y el 4 de agosto de 1997 combatieron por más de cinco horas contra 300 guerrilleros de las Farc.
En La Cooperativa, según ‘Carecuchillo’, murieron unos 10 paramilitares y 18 guerrilleros. Después del choque las autodefensas trazaron una improvisada pista sobre la carretera, sobre la cual se aterrizó una avioneta blanca que ‘El Cura’ identificó como ‘La Rebeca’, presuntamente de propiedad de Víctor Carranza, el zar de las esmeraldas.
“Los muchachos de ‘Los Buitrago’ me dijeron que era de Víctor Carranza, era una avioneta blanca, con una hélice”, señaló el desmovilizado en la versión libre.
La aeronave recogió a varios paramilitares heridos y se los llevó a fincas donde recibieron atención médica.
La masacre de La Picota
La siguiente masacre de los hombres de los Castaño fue en La Picota, un caserío en la región de Puerto Gaitán, Meta, en octubre de 1997 con José Baldomero Linares, alias ‘Guillermo Torres’, de las Autodefensas de Meta y Vichada.
‘El Cura’ aseguró que San Martín era una zona de influencia de los ‘Carranceros’. “En la zona ‘Cepillo’ (otro ex jefe paramilitar) me dice que íbamos a hacer una operación con la gente de Víctor Carranza”, le dijo a la Fiscalía el desmovilizado.
Una tropa de más de 120 hombres, entre ‘Urabeños’ y autodefensas de ‘Guillermo Torres’ se reunieron en Santa Isabel, una finca cerca a Puerto Gaitán, para planear la incursión a La Picota. En este caserío los paramilitares asesinaron a cinco personas a quienes señalaron de presuntos nexos con la guerrilla.
Después de la masacre, los dos grupos se replegaron a la finca Brasil, en Puerto Gaitán, donde recibieron entrenamiento militar y político de instructores de Urabá. La finca Brasil, señaló ‘El Cura’, pertenecía a Víctor Carranza: “Se decía que era de Víctor, hay una pista abandonada y una laguna, era una casa grande, de material, con una corralera en donde hicimos los entrenamientos”.
José Efraín Pérez Cardona, alias ‘Eduardo 400’, uno de los ‘paras’ envíados por los Castaño a Puerto Gaitán para hacer la instrucción, aseguró en una versión libre de octubre de 2009 que había escuchado que la finca Brasil era de Víctor Carranza. Contó que había una casa de material y una pista de aterrizaje abandona en la que se hicieron los ejercicios físico
La masacre de Caño Jabón
El 4 de mayo de 1998, casi un año después de su arribo a los Llanos, los ‘Urabeños’ asesinaron a más de 20 campesinos en Caño Jabón, una población a 100 kilómetros al oriente de San José, sobre el río Guaviare.
En ese momento los Castaño fraguaron su alianza con Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Pirata’, quien ya delinquía en los Llanos desde hacía casi una década y allí dirigía un grupo paramilitar en San Martín, Meta.
La orden de tomarse Caño Jabón vino directamente de Vicente Castaño a través de alias ‘Raúl’. Según relató ‘Pirata’, 150 paramilitares se reunieron en Cachama, Meta, y en varias volquetas, carros y camionetas llegaron a Caño Jabón.
En la recorrido de varias horas las autodefensas asesinaron a por lo menos seis campesinos, que tildaron de supuestos colaboradores de la guerrilla. En Caño Jabón un grupo se llevó a varias personas a la bomba de gasolina, donde los acribillaron y le prendieron fuego al combustible almacenado.
Mientras tanto otro grupo, dentro de los que estaba ‘Carecuchillo’, ocuparon el puerto fluvial y dispararon indiscriminadamente sobre los pobladores que estaban huyendo de la arremetida. En el tiroteo en el puerto los ‘paras’ asesinaron una niña de seis años.
Las autodefensas también dinamitaron una avioneta, destruyeron el puerto y la pista del aeropuerto, para estar seguros de que nadie pudiera salir de ahí. Aunque poco después de la masacre los sobrevivientes de Caño Jabón denunciaron la presencia del avión ‘Fantasma’ de la Fuerza Áerea, los ‘paras’ en la versión libre rechazaron cualquier ayuda de la Fuerza Pública.
Después de cuatro horas de muerte, los ‘paras’ abandonaron el pueblo. Aún no se sabe a cuantos asesinaron. ‘Carecuchillo’ dijo: “cuando hablamos (de la masacre) nos da un promedio de 27 muertos”, y ‘Pirata’ señaló que las víctimas podían ser 31. Cálculos de la época indican que fueron al menos 18 personas asesinadas.
La ayuda de las Convivir locales
Por fuera de la ayuda de Héctor Buitrago, alias ‘Martín Llanos’, José Baldomero Linares, alias ‘Guillermo Torres’ y de Manuel de Jesús Pirabán, alias ‘Pirata’, quienes en 1997 ya delinquían en la zona, los Castaño contaron con el apoyo clave de varias Convivir de los Llanos. Según la versión de los paramilitares, estas empresasprivadas de seguridad fueron determinantes para surtir guías y coordinar la arrematida de los ‘Urabeños’.
Según recordó ‘Carecuchillo’, él fue reclutado como guía por Pablo Trigos, de la Convivir de San Martín. Además dijo que tuvieron el apoyo de la Convivir de Anuar Salomón Castro en Acacías. Estos se reunieron con varios jefes ‘paras’ de Urabá meses antes de la masacre de Mapiripán para preparar la toma de los Llanos.
‘El Cura’ también recordó que cuando estaba enfermo fue internado en una casa rosada en Puerto López que era “una oficina de las Convivir de Puerto López”. Allí un médico particular se ocupó de él y de otros paramilitares heridos o enfermos.
En septiembre de 1998 los Castaño ya eran los jefes de gran parte de los Llanos. A punta de bala y con masacres lograron imponerse y federar las autodefensas de la región en el Bloque Centauros.
Estos datos fueron revelados en una diligencia de versión libre ante la Fiscalía. La justicia deberá verificar lo dicho por los paramilitares.