Al cumplirse diez años de la ruptura del proceso de paz con las Farc, el expresidente Andrés Pastrana analiza sus aciertos y fracasos, y sus enseñanzas para un posible diálogo futuro. También opina sobre el Partido Conservador, Uribe y el gobierno de Juan Manuel Santos.
“La fiscal morales está actuando en forma independiente, incluso de su marido. yo creo en la justicia. restrepo debería dar la cara”. Foto Semana. |
SEMANA: ¿Usted cree, a partir de las enseñanzas que dejó el proceso de paz en su gobierno hace diez años, que hoy habría condiciones para conversar con las Farc?
ANDRÉS PASTRANA: Las Farc no han dado ninguna señal de que quieren la paz. Hace dos semanas hablaron de la devolución de los soldados y policías y al mismo tiempo volvieron a los ataques terroristas. Elgobierno no tiene espacio político para iniciar un proceso de paz
SEMANA: Pero hace diez años no hubo ese gesto y usted sin embargo abrió negociaciones con ellos.
A.P.: Miremos de dónde veníamos. El país no creía en su Ejército y las fuerzas militares estaban derrotadas y desmoralizadas. Los Estados Unidos hablaban de Colombia como un país fallido y éramos un país descertificado con un presidente sin visa. En 1997 se llevó a cabo el mandato por la paz, que fue muy claro sobre lo que querían los colombianos. También tenemos que ver de dónde venían las Farc. ¿Con qué confianza se iban a sentar a dialogar si la última vez que lo habían hecho los habían bombardeado? Tuvimos que generar espacios para que las Farc se volvieran a sentar y, por primera vez, lo hicieron y negociaron: el único documento que existe de una negociación con las Farc fue el que firmamos en mayo de 1999.
SEMANA: ¿Cuál es su balance del proceso de paz en el Caguán?
A.P.: Quedan lecciones muy importantes. ¿Que fracasamos en la zona de distensión? Claro que fracasamos, porque su objetivo era llegar a la paz. Pero quedan experiencias importantes. Por primera vez nos pusimos de acuerdo en unos puntos de discusión. Con el acuerdo de San Francisco nos pusimos de acuerdo en una agenda, una hoja de ruta, que es lo que hay que recuperar y tratar de aterrizar al día de hoy.
SEMANA: ¿Está de acuerdo con lo que dijo Timochenko sobre retomar esa agenda?
A.P.: Creo que es importante retomar los temas, siempre y cuando haya gestos.
SEMANA: ¿Hablar, incluso, sobre temas políticos y de agenda gubernamental?
A.P.: Hay muchos temas en los cuales se puede avanzar y de hecho en algunos ya lo hemos hecho. El tema de víctimas y restitución de tierras iba a llegar a la mesa y el gobierno ya tomó una decisión propia y lo puso en marcha. Ahora, como las Farc son unos jurásicos que no han entendido lo que está sucediendo en el mundo, habrá también temas imposibles.
SEMANA: ¿Pero se podrían discutir temas como por ejemplo, la bonanza minera?
A.P.: En el tema minero podemos coincidir en algunas cosas como la protección de las reservas ecológicas. Nuestros parques no se pueden tocar. Pero hablar sobre regalías o contratos, no hay ninguna posibilidad. Hay asuntos de Estado y ellos tendrán que entender que es imposible dialogar sobre ellos.
SEMANA: Con la entrada en vigencia del Estatuto de Roma, que prohíbe amnistías e indultos, ¿que se les puede ofrecer si dejan las armas?
A.P.: No tengo claridad frente a ese tema. La CPI entra a actuar cuando hay negación de justicia. Pero hay experiencias que hoy se pueden revisar como la de ETA, si avanza, o lo que está pasando entre judíos y palestinos.
SEMANA: La opinión pública ha cambiado en los últimos diez años y hoy cree más en la mano dura que en la negociación…
A.P.: Hoy hablar de paz en Colombia implica ser tachado de terrorista. Pero si usted mira las encuestas, siempre hay un 60 por ciento que prefiere el diálogo. Yo soy un convencido de la solución política al problema con la guerrilla. Allá vamos a tener que llegar en un momento. La verdadera pregunta es si estamos dispuestos a perdonar.
SEMANA: ¿A qué perdón se refiere?
A.P.: Hoy está claro que se puede hacer el cambio a través de las urnas y no de las balas. Si perdonamos a los que hagan ese cambio, los perdonamos de verdad y los aceptamos de lleno en la política. Si no, ni siquiera vale la pena pensar en la paz. ¿Estamos dispuestos, todos, derecha, izquierda, militares o guerrilla, a perdonar?
SEMANA: ¿Estamos?
A.P.: Creo que todavía no. A quienes han llegado a ocupar posiciones o a quienes hacen política, se les trata de descalificar por haber sido guerrilleros. Todavía falta perdonar. Si usted llega a ocupar una posición en el Estado y lo que lo está motivando es el odio, no está adelantando una política de Estado, sino personal.
SEMANA: ¿Cómo vio el fallo contra Plazas Vega?
A.P.: No tengo elementos de juicio ni he entrado al fondo del fallo, pero lo grave con el Palacio de Justicia es que no fue una toma del M-19, sino del narcotráfico, y el país no está dispuesto a pedirle perdón a Pablo Escobar. Quien estuvo detrás del Palacio de Justicia fue el narcotráfico y lo único que no vamos a hacer es pedirle perdón después de todo lo que ha pasado.
SEMANA: Cambiando de tema, la noticia de la semana fue la fuga del excomisionado de Paz Luis Carlos Restrepo. ¿Qué opina usted?
A.P.: Creo que el comisionado tiene que quedarse aquí y dar la cara. Vea: mientras mis comisionados de Paz están en Colombia, sin ningún proceso, el del presidente Uribe está fuera de Colombia. Si hay absoluta paz, transparencia y tranquilidad, como siempre nos dijeron que existía en Ralito, debería poner la cara y explicar qué fue lo que sucedió allá. El país ha tenido dos procesos de paz: el del Caguán y el de Ralito. En el primero hay resultados buenos y malos, pero fue abierto, transparente y de frente. En el Caguán negociamos pero no pactamos. En Ralito se pactó y no se negoció. Los 60 guerrilleros desmovilizados, falsos, son la punta del iceberg. ¿Dónde están los más de 25.000 paramilitares chiveados que llegaron a un proceso de desmovilización? Las cifras del gobierno de Uribe no coinciden con las cifras que los militares nos habían dado. No había más de 12.000 paramilitares y que se desmovilizaron 35.000, ¿dónde están esos 20.000 paras extras?
SEMANA: ¿Qué significa para la Justicia que Restrepo y María del Pilar Hurtado la eludan?
A.P.: Es gravísimo. Todos los colombianos debemos estar dispuestos a presentarnos a la Justicia cuando se nos requiera. Este es un ejemplo de los altos funcionarios del Estado corriéndole a la Justicia y buscando asilo donde no existe.
SEMANA: ¿Usted cree que no hay lugar para el asilo de María del Pilar Hurtado?
A.P.: Aquí ‘chuzaron’ a políticos, magistrados, periodistas. Es clarísimo que hay pruebas y evidencias de que sí existió el delito y por lo tanto creo que el derecho de asilo no existe.
SEMANA: ¿Tienen garantías Restrepo y Pilar Hurtado?
A.P.: Existen plenas garantías. Siempre he creído en la Justicia colombiana, en la Corte Suprema, en la Fiscalía, en la Procuraduría. La Justicia no está politizada. Lo que se está tratando es desvirtuar a la Corte. Los políticos no debemos criticar fallos y la Justicia no se debe dejar llevar por la política. Debe hablar a través de fallos y no tiene por qué dar explicaciones en los medios.
SEMANA: ¿Cree que la polémica por el esposo de la fiscal puede afectar su capacidad para tomar fallos en derecho?
A.P.: La fiscal está actuando en forma independiente, inclusive de su marido, y ha tomado decisiones claras en la lucha contra la corrupción. Pero ella tiene que cuidarse de estos comentarios.
SEMANA: Usted ha hecho repetidos llamados al Partido Conservador para que se renueve, pero no lo escuchan. ¿Por qué?
A.P.: No me oyen. Allá no hay nada que hacer. Sigo discrepando porque la dirección del partido va exactamente en contravía de la opinión pública. Cuando criticamos la parapolítica, ellos van a hacerles un homenaje a La Picota, cuando queremos cambio en los partidos ellos siguen en lo mismo de siempre. No tienen ninguna propuesta, no es una alternativa de poder, y es ajeno a lo que está pensando el país. Es increíble que el Polo haya sido capaz de expulsar a parlamentarios y el Partido Conservador no, cuando están todos presos o investigados. No veo renovación y sí la veo en otros partidos.
SEMANA: ¿Cómo ve al gobierno del presidente Santos?
A.P.: El país va bien. El presidente Santos, que fue mi ministro de Hacienda, dijo que las medidas que nos tocó tomar en la crisis financiera iban a ser sangre, sudor y lágrimas. Y hoy es él mismo quien está cosechando los frutos. Muchas medidas de las que se está hablando en Europa ya se hicieron aquí. Es un país distinto. Pero claro, faltan temas.
SEMANA: ¿Qué le falta al gobierno Santos?
A.P.: Me preocupa lo que está sucediendo con las Farc. El gobierno tiene que entender que las Farc quieren volver a la guerra de guerrilla, a atacar a la población civil. Y tiene que hacer un esfuerzo mayor para volver a generar confianza.
SEMANA: ¿Ha fallado en seguridad?
A.P.: No, pero las Farc cambiaron de estrategia y el gobierno no. El problema de seguridad ya no es la guerrilla sino las bacrim, los paramilitares. Son los que están generando en buena parte la sensación de inseguridad.
SEMANA: ¿Esa es la principal alerta que usted le hace al presidente Santos?
A.P.: La otra es el invierno. Ha sido lento en la respuesta y el problema aquí no es de plata. Falta agilidad dentro del gobierno. Por la experiencia que tuvimos en el Forec, creo que es un error trabajar solo con alcaldías y gobernaciones. La gente sigue sin escuela, sin tierra, sin vivienda y ya se viene el otro invierno.
SEMANA: El arranque de Gustavo Petro ha sido muy controvertido. Usted, que fue alcalde de Bogotá, ¿cómo lo ve?
A.P.: Petro va a tener que entender como alcalde que una cosa es hacer oposición y otra gobernar. Tiene 100 días. En ese periodo es cuando damos señales de lo que queremos hacer y aquí todas las señales son encontradas.
SEMANA: ¿Cuáles?
A.P.: La relación con el Concejo es mala y es inconveniente tener esas discrepancias. Un tipo como Antonio Navarro, con manejo político y conciliador, debe hacer un esfuerzo para ver cómo mueve ese Concejo. Que puede haber oposición constructiva, perfecto. Pero hay unos temas que todos los partidos están dispuestos a discutir. Tampoco es bueno apostarle a que al alcalde le vaya mal.
SEMANA: ¿Como expresidente cómo ve la actitud de Álvaro Uribe frente al gobierno Santos?
A.P.: Creo que cuando uno sale de la Presidencia, sale. Por lo tanto, debe dejarle un tiempo a su sucesor para que gobierne.
SEMANA: Si el presidente Santos decide sacar de su bolsillo la llave y abrir la puerta de la paz, ¿qué consejo la daría?
A.P.: Que un eventual diálogo sea absolutamente discreto, que sea fuera de Colombia y que cualquier avance que se logre, lo debería traer cuando ya esté firmado. Eso me queda de la experiencia del Caguán. La paz no genera noticias todos los días y en esos procesos uno avanza y retrocede. Lo importante es la discreción absoluta. También hay que utilizar un back channel, un canal de comunicación discreto, porque el presidente no puede ser la única instancia en un proceso. Si hoy las Farc envían un mensaje de que quieren hablar, ¿cómo hace el presidente para recibirlo? Entréguele facultades a alguien, hay que tener un mecanismo, porque si no el presidente es el que queda con toda la responsabilidad, para bien o para mal.
SEMANA: ¿Ha hablado con el presidente de este tema?
A.P.: No.
SEMANA: Pero, ¿sí le pasa al teléfono?
A.P.: Sí, yo sí le paso al teléfono.
Sábado 11 Febrero 2012. Publicado en Semana.