El Cacique de Sucre que lo acabó la parapolítica

      
El nombre de Álvaro García Romero fue sinónimo de poder en Sucre. Elecciones, puestos y presupuestos públicos se movían con la venia suya, pero al final una explosiva mezcla de politiquería, paramilitarismo, corrupción y muerte, sentenciaron la vida política de uno de los últimos caciques de la Costa Caribe. Esta es su historia.

 


Álvaro García Romero nunca habló en el Congreso, solo hasta cuando se puso en evidencia sus vínculos con las Auc tomó la palabra para defenderse. Foto Semana.

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En Macayepo, un olvidado caserío de Carmen de Bolívar, el apodo del ‘mago de la Registraduría’, como también conocen al ex senador Álvaro Alfonso García Romero en toda la región de Sucre y los Montes de María, figura indeleble en una publicidad política pintada en la pared de una casa desvencijada.

 

Los tímidos pobladores, que a las 8:00 de la mañana se toman una tasa de café humeante, aseguran que siempre votaron por el personaje bonachón a quien aseguran haber conocido de a oídas, pero nunca por haberlo visto personalmente haciendo política en una zona rural alejada de la buena comida, de las comodidades citadinas, y a la que se llega tras pasar ocho arroyos durante una hora de camino maltrecho desde la carretera que conduce a San Onofre, entrando por la vereda Chinulito, jurisdicción de Tolúviejo.

 

“Teníamos de él las mejores referencias”, me dijo un cultivador de aguacate, como muy probablemente la tenían los pocos pobladores de este caserío. Pero se equivocaron.

 

La opinión de los pobladores de Macayepó cambió cuando vieron a García en televisión, en el Congreso de la República, defendiéndose de los señalamientos que le hizo Gustavo Petro, quien en sesión plenaria el 18 de mayo de 2002, lo acusó de estar enredado con los paramilitares y de estar involucrado en la masacre de Macayepo en la que fueron asesinadas unas 15 personas. (Leer artículo de la masacre de Macayepo).

 

El campesino, hasta ese momento, sabía que los verdugos de los Montes de María habían sido ‘Martín Caballero’, de las Farc, y Rodrigo Mercado Peluffo, alias ‘Cadena’, de las Auc. Pero nunca que detrás de esta guerra visceral estarían políticos como el ‘Gordo’ García, ese que en campaña electoral les enviaba mercados, medicinas y útiles escolares a los niños pobres de la región.

 

García Romero afronta un juicio por su presunta participación en la masacre de 15 campesinos en Macayepo el 16 de octubre de 2000. Una conversación telefónica con el ganadero de Sucre, Joaquín García, quien prestaba dinero al interés para financiar campañas políticas, lo catapultó como el autor intelectual de la masacre. El ‘Gordo’ García está hoy en la cárcel, mientras que ‘Joaco’ está desaparecido. Nadie da razón de él. “A ese señor como que se lo tragó la tierra”, dice un concejal en Tolúviejo que pidió el anonimato.

 

La del parapolítico relacionado con la masacre de Macayepo es la última imagen de un hombre que se tiene en esta región, que viene de una familia tradicional de las sabanas de Sucre, y quien construyó un imperio político y que, a pesar del escándalo de sus nexos con ‘paras’, aun sigue mandando en una región signada por la violencia.

 

De cultivador de tabaco a político

Matilde Ramos, una matrona de la región, recuerda a la familia García como la más prestante de Ovejas, en Sucre.

 

El patriarca, Juan José García, era un próspero empresario, que en las épocas de bonanza multiplicaba los billetes como las hojas del tabaco. También se dedicaba a la ganadería extensiva. Debido a sus negocios y exportaciones siempre estuvo bien conectado con la clase dirigente, por eso comenzó a inyectarle a sus hijos, Juan José y Álvaro, el interés por la política.

 

Mientras Juan José García fue escalando peldaños, el ‘Gordo’ se convirtió en el segundo al mando de la empresa familiar que también cultivó vastas extensiones de ñame. Eran los tiempos convulsionados en que las guerrillas del Eln y Erp azotaban la zona sin contemplación alguna, extorsionando y boleteando a los hacendados de la región.

 

Ya para la época, Álvaro sabía que el salto a la política debía darlo si quería tener más poder. “Por su cabeza no pasaba figurar, sino ser importante tras bambalinas”, asegura un familiar quien hoy, por prudencia, prefiere omitir su nombre.

 

La casta García se fue haciendo a un nombre en la política de Bolívar y Sucre. Juan José García fue senador de la República, pero perdió la curul en medio de un escándalo por contratos irregulares en la telefónica de Cartagena, Telecartagena, el cual se olvidó rápidamente porque el capital político lo heredó su esposa Piedad Zuccardi, quien hasta hoy sigue en el Congreso.

 

Gabriel García Romero, primo del ‘Gordo’, alcanzó la alcaldía de Cartagena por elección popular y también se vio involucrado en un escándalo en la constitución de la Sociedad Portuaria de Cartagena, del que salió absuelto. Álvaro García Romero, por su parte, decidió hacer con su vida la carrera que se negó en la Universidad.

 

Quienes lo conocieron aseguran que le rehuía a los salones de clase aunque su padre le insistió en que estudiara. A trancazos terminó el bachillerato en un colegio en Cartagena. “Estoy seguro que el ‘Gordo’ nunca se ha leído un libro completo, sin embargo, se propuso demostrarle al papá que para tener plata y poder no se necesitaba estudiar”, recuerda un familiar. “Solo ‘estrategia’, acostumbraba a decir eso desde pelao”. Y de hecho lo demostró.

 

Una anécdota que hoy podría resultar insignificante, demuestra que el hombre de 58 años que está detenido en la cárcel La Picota en Bogotá se valió de todo para lograr lo que quería, incluso cuando chico.

 

“Cuando muchacho fue castigado por el viejo Juan José porque comía demasiado y estaba muy gordo. El papá lo encerró en un cuarto en la segunda planta de la antigua casona ubicada en el centro de Ovejas, y les dijo a las empleadas que él era quien le iba a llevar la comida. Y sentenció que Álvaro no iba a salir del cuarto hasta que bajara de peso. El ‘Gordo’, ni corto ni perezoso, amarró las sábanas, y todos los días mientras el papá hacía la siesta, las lanzaba por el balcón y recogía varias empanadas, caribañolas y tajaditas de ñame que un vendedor de fritos le llevaba diariamente. Estrategia”, dice el familiar. Siempre se las ingeniaba para hacer su voluntad.

 

El ‘animal político’

Sin carrera universitaria, pero con las conexiones de su familia, Álvaro García Romero muy pronto encontró en la política una carrera. Se hizo liberal y muy pronto fue designado Alcalde de Ovejas, salió electo como concejal de Sincelejo y luego pasó a ser diputado de la Asamblea de Sucre.

 

En ese entonces hacía parte del movimiento político Moral, que lideraba en el departamento sabanero el senador Gustavo Dájer Chadid. Cuando sintió que tenía la fuerza política suficiente se apartó de las toldas de Moral y cimentó las bases de lo que llamaría la Nueva Fuerza Liberal, un grupo con el que intentó llegar por primera vez al Senado de la República. No ganó las elecciones, pero sí logró elegir a su mamá, Madi Romero, en la Cámara de Representantes.

 

A partir de allí la figura del ‘Gordo’ García creció, convirtiéndose en el más fuerte contendor de los Guerra Tulena, quienes habían ostentado en solitario el poder político en Sucre. “García se convirtió en una amenaza para ellos”, recuerda un político que estuvo en una de las listas de García Romero. El segundo fue Jorge Barraza Farak, actual gobernador del departamento.

 

Las campañas que hacía el ‘Gordo’ García eran “generosas”, según dicen sus más fieles seguidores. Las puertas de la casa permanecían abiertas todo el tiempo y todo el que llegaba a pedir una ayuda la conseguía. Eso hacía pensar en la región que las sumas manejadas durante sus campañas eran exorbitantes y ya para entonces se conocía que el ganadero Joaquín García lo financiaba.

 

Después de su primera derrota electoral, García Romero enderezó su camino y logró ser representante a la Cámara en tres ocasiones y senador durante dos periodos consecutivos.  Su carrera siempre fue en ascenso, lo que le permitió extender sus tentáculos y convertirse en elnuevo poder político de la región. Era un hombre clientelista, tenía fichas en todas las entidades públicas a nivel regional y nacional.

 

 “Todos los gobernadores elegidos popularmente en Sucre lo han sido gracias a la fuerza política de García”, asegura otro político que participó en varias administraciones departamentales por cuenta de García Romero. Édgar Martínez Romero, Héctor Pérez Santos, Eric Morris Taboada, Salvador Arana Sus y Jorge Anaya Hernández.

 

Pero aún así, nadie se atreve a sostener que el actual mandatario de Sucre, Jorge Barraza, haya sido puesto por García Romero desde la cárcel, pero el hecho de que fue su segundo renglón en la lista a Senado, dice mucho.

 

De hecho, los archivos de Congreso Visible, programa de la Universidad de los Andes que recopila las hojas de vida de los congresistas, registra que en el 2002 García Romero solicitó una licencia en la que lo reemplazó Jorge Barraza Farak, su segundo renglón.

 

Contradiciendo lo que dicen de García, el ex mandatario Eric Morris, uno de los primeros procesado por la parapolítica en Colombia, expresa desde su cómoda casa en el barrio Venecia de Sincelejo, que García Romero tan solo le aportó el 30% de los votos obtenidos. “Mi elección fue producto de una alianza, no de la fuerza de un solo político”.

 

Un abogado que lo conoció de cerca, suma a las proezas políticas del ‘Gordo’ García el apelativo de que “él era el verdadero animal político” por la forma cómo lograba torcer las cosas a su favor.

 

El recuerdo más vivo que tienen de García Romero en el Congreso de la República, además de su folclórica defensa frente a las acusaciones de Gustavo Petro, única vez en que haya hablado en plenaria y desde el atril, fue cuando en 1988 resultó protagonista de un ‘mico’ que buscó beneficiar a los terratenientes del país e impedir la aplicación de la reforma agraria del Presidente Virgilio Barco.

 

Cada congresista debía votar una sola vez, pero García Romero depositó varias votos en la urna. Las cámaras de televisión captaron el momento, pero a pesar de que hubo más votos que congresistas, el ‘mico’ fue aprobado.

 

Congresistas cordobeses, algunos de ellos salpicados también por la parapolítica, lo recuerdan como un hombre parco en el uso de las palabras. Aseguran que manejaba un bajo perfil y que, en esencia, era un componedor. “El ‘Gordo’ pone muchos votos y tiene muchas influencias”, dijo alguna vez la hoy ex senadora Zulema Jattin Corrales, investigada por parapolítica. 

 

“García es un tipo duro en la política, sabía lo que hacía y lograba incluso que sus enemigos políticos se ‘ablandaran’ cuando quería, haciéndoles creer que eran socios. Nunca perdió una pelea, porque jamás cazó peleas inútiles”, sostiene otro político que pidió el anonimato.

El ex senador Julio César Guerra Tulena, su contradictor, no lo considera tan bueno en la política. “Fue un tipo con suerte, nada más. Él ha gobernado en el departamento la mitad de lo que lleva Sucre de existencia, es decir ha gobernado por 21 años ininterrumpidos en cuerpo ajeno y como consecuencia de todo ello nos deja una región en donde de cada 100 habitantes, 83 viven en la miseria, debido a la mala gestión de quienes puso en la Gobernación”.   Cuando se le pregunta a Guerra Tulena por el tema del paramilitarismo y los nexos con la clase dirigente de Sucre, incluyendo a Álvaro García, prefiere no referirse al tema. “Si son inocentes o culpables, no es de mi resorte referirme a ello. No tengo ninguna apreciación que hacer con relación al proceso de juzgamiento de García. No tengo absolutamente ningún concepto al respecto”. 

Sin embargo, cuando estaba en campaña electoral en muchas ocasiones Guerra Tulena le decía a los habitantes de Sucre, que con la elección Barraza – protegido de García- como gobernador estaban eligiendo a los autores intelectuales de las peores masacres del departamento. “Eligieron a sus verdugos”, dijo a Votebien.com(leer artículo).

 

De hecho las últimas elecciones departamentales en Sucre en 2007 estuvieron bajo la sombra del escándalo, y, por coincidencia, el nombre de García Romero fue uno de los protagonistas. Al final, Barraza Farak, de quien no se oculta su cercanía fue elegido en medio de protestas y motines en varios municipios en donde los electores protestaron por varias semanas denunciando un supuesto fraude.  El ocaso de barón  

Cuando se le pregunta a los sincelejanos que acostumbran a rondar el edificio de la Gobernación de Sucre, a partir de qué momento Álvaro García Romero se vino a pique, hay varias respuestas.

 

La tradicional: que el Senador Gustavo Petro “lo puso contra las tablas”, “le reveló el secreto”, otros que lo defienden a capa y espada y aseguran que lo conocen muy bien, aseguran que desde que le tocó compartir vecindad con la familia de Rodrigo Mercado Pelufo alias ‘Cadena’, jefe del Frente Héroes de los Montes de María, que compró una propiedad justo en frente de la casa de García, en el exclusivo sector Venecia, las cosas fueron de mal en peor.

 

Fue cuando comenzó a correr el rumor de que cuando el paramilitar se quedaba eventualmente en la lujosa propiedad, e incluso recibía comidas que le enviaban desde la casa de García.

 

La historia no la puede confirmar ni negar Cadena, porque fue asesinado por orden de ‘Jorge 40’; algunos dicen más bien que desaparecido, y tampoco es del interés de García Romero hablar del asunto. En la actualidad está en la cárcel ocupándose de asuntos más complejos como su juicio en el que la Fiscalía el pasado 16 de abril de 2009 pidió la máxima condena, al asegurar que hay pruebas suficientes por sus vínculos con grupos paramilitares y por ser el presunto autor intelectual de la masacre de Macayepo, en el año 2000.

 

El entramado electoral de García Romero comenzó a desestabilizarse con algunas actuaciones que, si bien no determinaron su caída, si fueron la antesala de lo que sucedería. 

 

Con el poder en las manos, aun quería obstentar mucho más y no le preocupaba gritarlo a boca llena. Jactancioso, durante el conteo de votos que definiría la elección del nuevo gobernador en 1997, llegó a las puertas de la Gobernación y dijo que había llegado “el mago de la Registraduría ” a acelerar cualquier “asuntico” pendiente.

 

Ya para la época el ruido de que había arreglos entre paramilitares y políticos sucreños para hacerse al poder, era demasiado.

 El nombramiento en la Secretaría de Educación Departamental de Oswaldo Ayala Bertel, hermano de Mery Ayala, esposa de Cadena, fue un hecho que dicen que él permitió.  Salvatore Mancuso en una de sus versiones dijo que el 80% de los concejales y diputados hacían parte de su proyecto político. Explicó que el ex gobernador Jorge Anaya fue elegido gracias a acuerdos con las Autodefensas y con él se pactó la secretaría de educación y de obras públicas, por lo que Oswaldo Ayala llegó a la secretaría de Educación.  

Es por ello que para la Fiscalía resulta más que una mera coincidencia que el ex senadorÁlvaro García, jefe político de Anaya, considerado para la época como el dueño y señor de la política y burocracia de Sucre, vecino de la esposa de Cadena, hermana del Secretario de Educación, nunca se haya enterado de esos vínculos.

 

El tinglado comenzó a quedar al descubierto en 2006. Tres meses antes de que capturaran a Álvaro García Romero, la Fiscalía detuvo a los diputados Ángel Villareal, Jhonny Villa Uparela, Nelson Stanp y Walberto Estrada, todos de la cuerda política del ‘Gordo’ y todos enredados en la parapolítica. Los tres primeros se acogieron a sentencia anticipada. (leer El imperio de ‘Jorge 40’)

 Ya para la época, Jairo Castillo Peralta, alias ‘Pitirry’, se había convertido en el testigo principal de la Fiscalía en el expediente de la parapolítica sucreña. ‘Pitirry’ fue escolta de Joaquín García y presenció muchas de las conversaciones y pactos hechos entre ganaderos, políticos y Auc. Uno a uno los ha ido develando, enredando en su bola de nieve a Álvaro García Romero. (leer “Pitirri el testigo clave de la parapollítica)
 Más enredos 

Uno de los hechos que salpica a García Romero tiene que ver con el crimen de Georgina Narváez (leer Las pruebas de la parapolítica en Sucre), quien fue testigo de un fraude electoral que pudo haber puesto en riesgo la elección de Eric Morris Tabeada, candidato del ‘Gordo’ García, quien ganó la Gobernación de Sucre en el año 1997 por un estrecho margen de votos obtenidos principalmente en el municipio costanero de San Onofre.

 

“El fraude que presenció la mujer habría sido capaz de desencadenar un severo escrutinio en todas las mesas de San Onofre, que finalmente fue el municipio que permitió la ventaja de 3.000 votos a favor de Morris, quien la misma  noche de las elecciones venía perdiendo frente a su contendor”, relata uno jurado de votación, amigo personal de la mujer asesinada, y quien se mudó a Venezuela para salvar su vida, ya que fue sentenciado por los paramilitares tras la muerte de Narváez.

 

Pero definitivamente lo que acabó con García Romero fue su relación con Joaquín García, ganadero y quien ha sidoseñalado por el ex comandante Salvatore Mancuso como financiador, promotor y puente entre las autodefensas y las autoridades. (Leer transcripción de la conversación entre García Romero y Joaquín García)

 

‘Joaco García’ se valió de su relación con el ‘Gordo’ García para armar una estrategia que consistía en sacar a la guerrilla de las zonas donde él tenía fincas o intereses económicos. Un primo segundo de Joaquín, quien reside en el exterior, relató que una vez conoció la sonada reunión de las Canarias, en la que estuvieron políticos, ganaderos y paramilitares, supo que las cosas irían mal para todos. “Se lo advertimos, pero él decía que tenía todo controlado”.

 

El control se salió de las manos y los pactos fueron adquiriendo otros matices, criminales, por lo que la Fiscalía inició las investigaciones de las masacres que ocurrieron en los Montes de María en zona rural de los departamentos de Bolívar u Sucre.

 

Las piezas de la ola de terror que se vivió en Sucre y que se publicó en los medios locales como hechos aislados, fueron reordenadas por medios nacionales que revelaron, entre otras, la conversación que le complicó la vida a García Romero y lo puso tras las rejas. 

 

En la conversación Joaquín García dialoga con Álvaro García Romero sobre la necesidad de conseguir el apoyo del entonces gobernador de Sucre ,Erick Morris (perteneciente al movimiento político de García) para mover tropas en unas fincas alrededor de los corregimientos El Aguacate y Pajonalito, vecinos de Macayepo.

 

García Romero, desde el mismo momento en que estalló el escándalo de la grabación dijo que el hacendado le pidió ayuda para recuperar su ganado robado. “Los ganaderos ya están cansados de darle plata a la guerrilla e incluso tres meses antes de Macayepo los subversivos dinamitaron fincas de la zona”, le sostuvo a la revista Semana.

 

Sin embargo, la cosa se complicó porque justamente por El Aguacate fue por donde ingresaron los paramilitares que cometieron la matanza en Macayepo ocurrida el 16 de octubre de 2000. En la grabación, efectuada el 6 de octubre, el senador afirma que “…yo considero que esa decisión es una decisión que no es fácil tomarla hoy pero es fácil tomarla en 10 días…”. Diez días después ocurrió la matanza de 15 campesinos.

 

Otra hecho que despertó sospechas entre las autoridades es que los dos interlocutores hablaron de un “man verde” que resultaba incómodo  para sus proyectos. Se trataba del comandante de Policía del departamento de Sucre en ese entonces, el coronel Rodolfo Palomino, que había hecho operativos exitosos contra los paramilitares. El Coronel fue trasladado de su cargo cinco semanas después de la conversación.

 

García Romero se ha defendido diciendo que la conversación fue una fatal coincidencia, que jamás ha sido un criminal y que la cinta fue editada y acomodada para perjudicarlo. Por ello, desde un principio fue que renunció a su curul para no ser investigado por la Corte, más si por la Fiscalía.

 

El juicio ha sido uno de los eventos noticiosos más seguidos en Sucre por las implicaciones para la clase política que se vino de más a menos.

 

La Procuraduría General de la Nación, por su parte, a través de la II Delegada para la Investigación y el Juzgamiento, solicitó que se condene García Romero dentro del proceso que se le adelanta en el juzgado octavo especializado de Bogotá como responsable por los delitos relacionados con la llamada parapolítica. El 16 de de diciembre de 2008 la Procuraduría destituyó al ex senador y lo inhabilitó para ocupar cargos públicos por los  próximos 20 años.

 La defensa de García no hace eco en Macayepo 

En una de sus intervenciones ante la Fiscalía, García Romero relató en forma pausada y cronológica el auge de la Guerrilla y su incidencia nefasta en la economía sucreña. Narró cómo bajo su acción armada sucumbieron las empresas tabacaleras y cómo se gestó una reforma agraria, presuntamente presionada por la Guerrilla, la cual se efectúo, dice, bajo una aparente normalidad.

 

Para los contradictores del cacique político, resulta poro creíble tal afirmación,  si se tiene en cuenta que uno de los primeros escándalos políticos del Senador, fue precisamente por la aprobación de una ley que en la práctica hacía inviable la reforma agraria.

 

Para García Romero la guerrilla se quedó en la zona a pesar de que había perdido el discurso social, pues según dice, en forma pacífica se llevó a cabo la reforma agraria. Luego, la principal actividad económica de Sucre de nuevo fue víctima del embate de la subversión, los ganaderos fueron secuestrados, extorsionados y sus reses fueron hurtadas. De todas estas acciones, el ex senador García Romero y su familia fueron víctimas, no solo sucumbieron sus empresas tabacaleras, sino que la actividad ganadera de su familia fue diezmada por el secuestro de su hermano.

 

Para 1996, debido a la violencia generada por las acciones de la guerrilla, los ganaderos y la clase política Sucreña optaron por llamar a los ‘paras’ para defender sus intereses. Masivamente comerciantes, ganaderos y políticos financiaron a las fuerzas paramilitares para retomar el control del departamento, así lo demuestra la larga lista de aportantes de las Auc hallada en la finca Las Melenas, San Onofre, y que reposa dentro del grueso expediente de García Romero en la Fiscalía.

 

Sin embargo, el contexto presentado por la defensa de García Romero y sus constantes afirmaciones de que él también es una víctima, no ha calado en las mentes de los habitantes de Macayepo.

 

Aroldo Canoles Ramos, un agricultor de 50 años de edad que fue víctima del desplazamiento producto de las masacres, y quien retornó en el 2004, dice que no se muestra sorprendido por todo lo que el país ha venido a saber sobre lo que sucedió en su apartada población.

 

“Todos aquí escuchábamos tantas cosas, que a ninguno nos tomó por sorpresa”. Al fin y al cabo, según un censo elaborado por los mismos campesinos, por lo menos 606 personas fueron asesinadas por la guerrilla antes de que llegaran los paramilitares, y estos últimos doblaron la cifra desde finales de los 90 hasta finales de 2003. “Ya no están matando gente selectivamente, que fue lo que pasó aquí, pero el miedo sigue rondando porque uno realmente no sabe quién anda por esos montes y con qué intenciones”.

 

Aroldo quisiera borrar el recuerdo de la violencia de la que participaron hasta los políticos que les llevaron los auxilios, pero resulta tan imposible como traer un sacerdote de la religión católica a Macayepo. La iglesia, desde el éxodo, quedó abandonada a su suerte. “El último cura que vino prometió regresar, pero no cumplió. Así tal cual eran las promesas de los políticos”.

 

Álvaro García Romero, por interpuestas personas, fue uno de los que les prometió tecnificar los cultivos de aguacate para aumentar la producción y por ende la riqueza en medio de la pobreza. Los emotivos discursos elaborados por el barón desde la capital de la Sabana, y que repetían como loros sus seguidores políticos en Chinulito, El Ceibal, Aguacate, Berruguitas, Macayepo y muchas más zonas de los Montes de María, se vieron saplicados por las muertes selectivas de campesinos sindicados de ser auxiliadores de la guerrilla. Hoy en la región nadie cree en el ‘Gordo’, tampoco la Fiscalía, que pide su condena.