Durante 16 meses, 50 radios comunitarias del país desarrollan en las regiones programas a partir de las propuestas de las víctimas del conflicto armado. En este departamento ya son siete las emisoras que han puesto el tema al aire.
Hace un año las noticias del mundo centraban su mirada en Colombia, cuando el 2 de octubre el No ganó en la consulta del plebiscito sobre si los colombianos aprobaban el Acuerdo Final firmado con la guerrilla de las Farc. Justo en esa coyuntura, 50 radios comunitarias con difusión en 29 departamentos desarrollaban el ejercicio de incluir el tema de la paz en su parrilla de programación. No fue fácil. Las víctimas aún temían hablar y la polarización ponía en riesgo la participación e incluso, la audiencia.
En Santander, este ejercicio fue realizado por las emisoras La Brújula, La Cometa, La Nueva Chucurí, La Estación Puerto Wilches, La Paz, Cachalú y Charalá Estéreo, en los municipios de Bucaramanga, San Gil, El Carmen de Chucurí, Puerto Wilches, La Paz, Encino y Charalá, respectivamente.
Yamileth Giraldo González, coordinadora del proyecto El Carretel, relatos de paz, de la emisora santandereana La Cometa, explica que la experiencia fue un reto cargado de gratas experiencias. “Fue clave trabajar con la Mesa de Víctimas, con docentes, realizar talleres y el acompañamiento psicológico. Al principio la gente estaba reacia porque se sentían cansados de tantas promesas. Luego, todo comenzó a fluir”, dice.
San Gil, a dos horas de Bucaramanga y conocida por ser epicentro de turismo, ha sido un municipio receptor de víctimas del conflicto armado provenientes en su mayoría de la región del Magdalena Medio y de Arauca. Según datos del Registro Único de Víctimas, desde 1985 hasta el 1 de septiembre de 2017, este municipio ha recibido 1.139 personas en condiciones de desplazamiento. “La gente quiere que la escuchen”, cuenta Giraldo, explicando que durante el proceso la comunidad ha propuesto obras de teatro, muestras fotográficas y experiencias educativas.
La Cometa, reconocida en 2016 como Mejor Medio Comunitario por el Premio de Periodismo Regional de la Revista Semana, desarrolla El Carretel, relatos de paz, incorporando los testimonios de las víctimas, la experiencia de reconstrucción de sus proyectos de vida y las miradas de expertos. “Tuvimos una experiencia bonita. Una persona nos contó que en el plebiscito votó por el No y que después de escuchar todos los programas cayó en la cuenta que era necesario el Sí, como una oportunidad para el posconflicto”, cuenta Giraldo, quien hace parte de las 20 personas que, entre productores y locutores, integran la emisora.
Fernando Tibaduiza Araque, gerente de la Red Cooperativa de Emisoras Comunitarias del Sur de Santander (Resander), que reúne a 35 emisoras comunitarias de la región, explica que estas emisoras santandereanas ganaron la convocatoria del proyecto impulsado por los Ministerios de Cultura, de Comunicaciones y TIC, el Alto Comisionado para la Paz, con el apoyo de la Unión Europea, para desarrollar un ejercicio de pedagogía y comunicación.
Según Tibaduiza, en el país hay 634 radios comunitarias clave en llegar a los territorios donde no llegan otros medios, explicando que el ejercicio de “aterrizar el tema de la paz” se basó en el fortalecimiento de la producción informativa, el trabajo en red, la particpación con las comunidades, el debate público, y los encuentros de formación. “Las emisoras no proponían los temas; era la comunidad. Y para ello fueron importantes los talleres de atención psicosocial”, asegura.
Democratizar la palabra
Cristian Fernando Tavera Amado tiene 25 años y junto a él otros 24 jóvenes recorrieron la provincia santandereana de Vélez para construir, desde diversas experiencias, el programa La Paz, un territorio de paz. El juego de palabras tiene que ver directamente con el nombre de este municipio en el sur del departamento que, según datos de la Unidad Nacional de Víctimas, expulsó a 625 personas durante el conflicto de los últimos 30 años.
Tavera reitera que la radio comunitaria debe ser el escenario para que confluyan diversas miradas, se trata de “democratizar la palabra”, afirma. En ese sentido, la emisora La Paz Estéreo hizo un trabajo sobre cómo hay paz en la protección del medio ambiente, en la construcción de convivencia en los hogares y en la recuperación de las tradiciones culturales. Sobre esto último, por ejemplo, documentaron historias sobre la sustitución de cultivos ilícitos, el impulso en la siembra de cacao y plátano bananito y el fortalecimiento de tradiciones como el baile del Moño y la danza del torbellino.
También presentaron los esfuerzos de la comunidad en función a la construcción de la memoria histórica y el impulso del turismo, teniendo como referente el Hoyo del Aire, un sitio que hace dos décadas fue uno del horror, usado por los grupos armados ilegales para desaparecer a sus víctimas; pero que ahora es recuperado por los pobladores como un sitio para apreciar las maravillas de la naturaleza. “Hablar de paz no es fácil, creemos que va más allá de decir “sí” o “no”… cuando ganamos el proyecto pensamos que era la oportunidad de pasar la página del conflicto y desarrollar el programa como una posibilidad de abrir la mente, de que fuera un espacio para que cada quién tuviera o presentara su versión”, indica Tavera.
Lina Alvarado, enlace territorial del proyecto en Santander, destacó cómo los programas “salen desde adentro, de las propuestas de la comunidad y de su empoderamiento. También fue importante la participación de los jóvenes y el contacto de las emisoras con los colectivos, las organizaciones sociales”, explica la periodista. En esto coincidió Lilia Espinosa, también enlace territorial del proyecto en Cesar y Bolívar, destacando la diversidad de temas y espacios de participación impulsados por las emisoras comunitarias. “Documentaron experiencias de mujeres víctimas que desarrollan proyectos productivos, de memoria histórica. En Simití, Bolívar, por ejemplo se realizó el Primer Festival por la Paz con la participación de 400 personas”, indica la comunicadora.
El proyecto de radios comunitarias incluyó a las que trabajan en ciudades capitales con población en condición de vulnerabilidad, como es el caso de La Brújula, una radio comunitaria de la Corporación Compromiso que trabaja en Ciudad Norte, en Bucaramanga. César Augusto Hernández, coordinador de Programación de esta emisora comunitaria, cuenta que los programas fueron realizados en común acuerdo con los habitantes de esta comuna y que fue valioso el proyecto que realizaron con la radio escolar del colegio Promoción Social: “Al principio hay temor al hablar, pero con la interacción comienza a surgir el debate”.
María del Pilar Gómez, coordinadora de Comunicaciones del Proyecto Radios para la Paz y la Convivencia, explica que durante los siguientes dos meses continuará el proceso de socialización de la experiencia nacional que se tradujo, por ejemplo, en 1.400 programas producidos para la campaña Así suena la Paz en los territorios. Para el caso de Santander, la próxima parada será el viernes 13 de octubre en San Gil, que incluirá la presentación de la obra de teatro El arte de sanar y el lanzamiento del módulo itinerante con los relatos de paz de la región.
Aunque el proyecto culmina en noviembre próximo, las emisoras comunitarias esperan que ahora en el posconflicto o posacuerdo el Gobierno los siga teniendo en cuenta, sobre todo por los más de 20 años de experiencia que la mayoría de emisoras tienen en las regiones, a donde todavía con dificultad llegan otros medios. “Las radios son actores de paz”, concluye Fernando Tibaduiza Araque, gerente de Resander.
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