Tras dos encuentros previos en Cuba, las Farc se reunieron en Cali con familiares de los once diputados de Valle del Cauca que secuestraron y asesinaron en cautiverio para pedirles perdón. Las familias aceptaron su petición, pero insisten en que cuenten la verdad de los hechos como medida de reparación y de no repetición.
14 años y siete meses después, una comisión de las Farc volvió al centro de la capital vallecaucana. Esta vez no vestía prendas de uso privativo de la Fuerza Pública, no portaba armas de fuego ni tenía un elaborado plan para raptar a sus legisladores departamentales. Todo lo contrario: vestía de blanco e iba cargada con sentidas palabras para pedirles perdón a quienes con su irracional accionar les destrozaron la vida.
Los hechos se remontan a la mañana del 11 de abril de 2002. Ese día un comando guerrillero se hizo pasar como miembros de la Fuerza Pública, irrumpió en la Asamblea de Valle del Cauca y evacuó a los doce diputados que se encontraban sesionando. Los supuestos uniformados tomaron camino hacia los cerros conocidos como los Farallones y en el trayecto les informaron que a partir de ese momento quedaban bajo el poder de las Farc.
Con el paso del tiempo, los diputados y sus familiares abogaron insistentemente por un intercambio humanitario que nunca se dio. El cautiverio tomó un drástico giro el 18 de junio de 2007, cuando las Farc informaron a través de un comunicado publicado en la página web de la agencia de noticias Anncol, que once de los doce políticos habían muerto en medio de un intento de rescate.
No obstante, las pruebas forenses arrojaron otro resultado y descartaron que los políticos hubieran muerto en medio del fuego cruzado. Un informe de la Fiscalía determinó que murieron por tiros hechos por la espalda y cuando recién se habían bañado. El entonces fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, declaró que “con estos elementos se puede concluir que la autoría del múltiple homicidio es responsabilidad absoluta de las Farc”.
El único sobreviviente de esa tragedia fue Sigifredo López, quien recuperó su libertad el 5 de febrero de 2009 por decisión unilateral del grupo guerrillero. A pesar de su drama, volvió a perder su libertad durante cuatro meses, esta vez por orden de la Fiscalía que, el 16 de mayo de 2012, lo responsabilizó de estar detrás del secuestro de sus colegas. La debilidad de las pruebas llevaron a la justicia a declararlo inocente y al Ente Acusador a pedirle perdón públicamente.
Durante todos esos años los familiares de los diputados se vieron obligados a reanudar sus vidas enfrentados a la ausencia de sus seres queridos y a la incertidumbre. Tan sólo hasta finales de 2016, sus dudas y sentimientos represados pudieron encontrar algo de alivio, una vez el proceso de paz que el gobierno nacional y las Farc desarrollaron en Cuba, entró en su etapa final.
Este año se dieron dos encuentros en la capital cubana entre algunos integrantes de esa guerrilla y familiares de los diputados asesinados en cautiverio: el primero ocurrió el 10 de septiembre y el segundo el 22 de octubre. En ellos, las Farc reconocieron su responsabilidad por los crímenes y llegaron a varios acuerdos con las víctimas, entre ellos contar la verdad de los hechos, entregarles las pertenencias de los diputados y realizar un acto público de perdón en Cali. Sin embargo, las víctimas pusieron como condición que la ceremonia se realizara después de que el Acuerdo Final de Paz fuera refrendado popularmente, para evitar que se le dieran manejos proselitistas en el plebiscito del 2 de octubre.
Como el acuerdo de paz que se firmó el pasado 26 de septiembre en Cartagena fue derrotado en las urnas, la petición de perdón se aplazó hasta este sábado 3 de diciembre, luego de que el gobierno nacional y las Farc alcanzaran un nuevo acuerdo que fue refrendado entre el 29 y el 30 de noviembre por el Congreso de la República, el cual incluye amplias propuestas de quienes se opusieron al anterior.
Un encuentro de catarsis
En la Iglesia de San Francisco, a dos cuadras de donde fueron raptados los diputados, se realizó una sentida ceremonia presidida por el arzobispo de Cali, Jesús Darío Monsalve, en la que intervinieron varios jefes de las Farc, los familiares de las víctimas y el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo.
En representación de la organización guerrillera habló Jorge Torres Victoria, también conocido como ‘Pablo Catatumbo’, jefedel Bloque Occidental, quien expresó su “más sincero y público reconocimiento de responsabilidad” y les pidió “perdón a las víctimas; y a los familiares de los once diputados de Valle del Cauca, los cuales se encontraban retenidos y bajo responsabilidad de nuestra organización”.
Además, agradeció la disposición de las víctimas para emprender ese proceso de acercamiento y de reconciliación: “Asumimos sus expectativas como una ruta necesaria para llevar adelante nuestra solicitud pública de perdón ante la sociedad colombiana, sin ningún tipo de justificación y sin exigir nada a cambio. Por ello, frente a todos ustedes, pedimos perdón a las familias víctimas y a la sociedad vallecaucana. Perdón, por un hecho que no nos enorgullece y que va en contra vía de nuestros principios e ideales”.
Varios familiares de las víctimas leyeron unas palabras que prepararon para la ocasión. Tras explicar las dificultades que debieron sortear los progenitores, las esposas y los hijos de los políticos asesinados hace siete años, aceptaron esa petición de perdón “con la dignidad y coraje que la vida nos enseñó, y un gran compromiso de patria, para que ninguna otra familia colombiana vuelva a vivir lo que nosotros vivimos y lograr de esta manera construir entre todos una sociedad de inclusión y respeto para nuevas generaciones”.
Además, aprovecharon la oportunidad para exigir “acciones concretas que manifiesten el compromiso de contribuir a nuestra reparación integral, a la convivencia entre los vallecaucanos, a nunca más volver a usar el secuestro y las armas con fines políticos o extorsivos”. Asimismo, para resaltar la reivindicación de la memoria de sus familiares y la lucha que realizaron por la libertad de los secuestrados y la reconciliación de los colombianos, pidieron que se dé a conocer lo más pronto posible la suerte de los desaparecidos por las Farc, que cuenten la verdad sobre el secuestro y el asesinato de los diputados, y que se construya un mural de los asambleístas y del subintendente de la Policía que fue asesinado el día del secuestro masivo.
Y al Estado también le hicieron varias exigencias como “reconocer su responsabilidad por no haber garantizado la seguridad de los diputados que fueron secuestrados, a pesar de haber solicitado días antes se reforzará la seguridad de la Asamblea; no haber logrado su liberación a través de un rescate militar exitoso como en el caso de Ingrid Betancourt y sus compañeros de cautiverio; ni tampoco haber facilitado una negociación que permitiera su liberación como en el caso de los demás políticos que regresaron sanos y salvos”. Descargue el comunicado que las familias emitieron después del acto de perdón.
Sigifredo López, el único diputado que sobrevivió al secuestro, señaló que con el alma limpia de odios, el corazón henchido de compasión y la mente clara, él y su familia, decidieron perdonar a las Farc, “no una vez, ni siete veces siete, sino 70 veces siete, que en lenguaje cristiano significa siempre, como enseña Jesús en la Parábola del Perdón”.
Además, les recordó a los subversivos que “la verdad es la mayor y la más importante medida de reparación para las víctimas. Si ustedes hubieran asumido la responsabilidad por el asesinato de miscompañeros y le hubieran contado toda la verdad al país, a mí jamás me hubieran puesto preso y habrían aliviado la carga de la incertidumbre y la duda en muchos familiares y muchos colombianos, evitando también tanta injuria y calumnia de revictimización y pérdida de oportunidades que nos han causado en distintas esferas”. También recalcó que “la verdad no es solamente la mayor medida de reparación sino la principal garantía de no repetición para las víctimas”.
En su intervención, ‘Pablo Catatumbo’ también se dirigió al único sobreviviente de la tragedia de esa tragedia: “En honor a la verdad quiero decirle también a la familia de Sigifredo López y a todos los colombianos, que ni él ni su familia jamás han tenido relación alguna con las Farc-Ep, que Sigifredo jamás ha sido militante, simpatizante o colaborador nuestro y que lo ocurrido con los montajes judiciales en su contra, no son otra cosa que una revictimización absurda e indigna contra su persona”.
Y reconoció que “(esos montajes) seguramente tuvieron origen en nuestra falta de claridad y oportunidad al momento de ocurrir y comunicar los hechos. Por eso hoy en nombre de las Farc-Ep quiero pedirles perdón, a él y a su familia, no sólo por su injusta y prolongada retención, sino por la dificultad de no aclarar desde un principio lo ocurrido. Esperamos que de esta manera terminen para siempre las injurias y calumnias a las que él y su familia han sido sometidos”.
Por otro lado, el Alto Comisionado de Paz reconoció el valor que tuvieron tanto las víctimas como las Farc, para propiciar ese espacio de perdón. “Es cierto que este acto se enmarca en un acuerdo, que es parte ya de la implementación de los acuerdos del punto de víctimas, pero no era una obligación venir a Cali hoy. Fue una decisión de las Farc de enfrentar estos hechos”, indicó.
Además, exaltó el valor del acuerdo paz: “Sin ese acuerdo nada de esto hubiera ocurrido. Yo pensaba, oyendo las palabras de ‘Pablo Catatumbo’: si eso no es una muestra de paz, yo francamente no sé qué es la paz. Creo que estamos viviendo la realidad de este proceso”. Y alertó sobre la reciente violencia contra líderes sociales: “No solamente podemos hacer un ejercicio de memoria y mirar hacia atrás, tenemos que pensar en el presente. Tal vez el propósito fundamental de este proceso es la idea de expulsar la violencia de la política y por eso resulta inaceptable la serie de asesinatos que han ocurrido en las últimas semanas de líderes sociales y comunitarios, muchos asociados al Movimiento Marcha Patriótica. Eso se tiene que detener ya”.
Ese fue el primer acto público de petición de perdón que realizaron las Farc tras entrar en vigencia el Acuerdo Final que el Presidente de la República y el jefe máximo de esa guerrilla firmaron el pasado 24 de noviembre en el Teatro Colón de Bogotá. Se espera que durante los próximos meses se celebren más encuentros de este tipo, que se suman a los que se realizaron previamente en Bojayá y La Chinita, para que la sociedad empiece a cerrar las heridas que causaron más de 52 años de confrontación armada. Tan sólo son los primeros pasos con los que se pretende lograr la reconciliación nacional, los cuales eran impensables recorrer cinco años atrás.