Vinodh Jaichand, académico que conoce a fondo el proceso de restitución en Sudáfrica, estuvo en Colombia hablando de política de tierras en escenarios de posconflicto. VerdadAbierta.com lo entrevistó.
Hace 14 años Sudáfrica inició un proceso de restitución de tierras una vez se puso punto final al sistema de segregación racial conocido como Apartheid. Para lograrlo, el Congreso Nacional Africano les dio facultades a los jueces para que expropiara tierras que estaba en manos de los blancos y se la entregara a sus antiguos ocupantes, en su mayoría población negra.
Vinodh Jaichand, director de la Escuela de Derecho de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, visitó Colombia para compartir sus experiencias y aconsejar al país sobre el proceso de restitución de tierras que se intensificó hace dos años, cuandoentró en vigencia la Ley 1448, conocida como la Ley de víctimas y restitución de tierras.
Su visión del problema va más allá de entender el proceso como un asunto jurídico y se acerca a una visión espiritual, lo que le da especial significado a la restitución: “soy un convencido que la tierra tiene una conexión directa con el corazón y la cabeza”.
Desde su perspectiva y experiencia, recomendó que mientras se dialoga con la guerrilla de las Farc en la Habana, en busca de una solución definitiva a su confrontación armada contra el Estado, se vayan identificando las ocupaciones ilegales de predios que han impulsado para facilitar su restitución.
El profesor Jaichand participó a comienzos de esta semana en el foro Tierras, desarrollo rural y posconflicto en Colombia, organizado por la Alcaldía de Bogotá, la Fundación Forjando Futuros, OXFAM, la Unión Europea, USAID y la OIM.
A continuación presentamos apartes de la conversación que sostuvo VerdadAbierta.com con este especialista sudafricano.
Verdad Abierta (VA): ¿Cómo ha transcurrido el proceso de restitución de tierras en Sudáfrica y que enseñanzas podrían aplicarse a Colombia?
Vinodh Jaichand (VJ): En mi país este proceso tiene dos etapas: primero hay una comisión de tierras que examina la petición de reclamación, luego están las cortes que deciden si se restituye o no. Suena muy sencillo, pero entre esos dos pasos hay problemas que han dificultado el proceso. Hay tres posibilidades: la restitución de la tierra, la indemnización económica o la adjudicación de otros predios disponibles.
Existen por lo menos tres aspectos que hoy podemos decir que han sido positivos. Primero ya hay varios casos de segundas generaciones de una misma familia han retornado a la tierra de sus ancestros. En estos avances hay que tener siempre en cuenta que la tierra es algo más que un bien, yo soy un convencido que la tierra tiene una conexión directa con el corazón y la cabeza.
Segundo, este proceso generó que se dieran restituciones por fuera del marco de la ley; por ejemplo, hay casos de varios terratenientes, en su mayoría blancos, que una vez llegaron a la vejez dividieron la tierra entre sus trabajadores de forma consensuada. Además, en el norte del país por primera vez se entregó una mina de diamantes a una comunidad, todas las personas son accionistas de la mina y comparten el usufructo. Eso es algo que hace unos años era impensable.
VA: El proceso de restitución en Sudáfrica se ha demorado varios años, en Colombia la Ley de Víctimas dio un plazo de diez años para que las restituciones se hagan efectivas, ¿qué tan convenientes son los plazos en estos procesos?
VJ: Poner un límite tiempo no es necesariamente malo, porque eso les da esperanza a las personas de que van a recuperar a las tierras en un tiempo determinado. Yo tengo el ejemplo de mi propio padre, a nosotros nos quitaron una tierra y antes de morir él recibió la noticia que nos iban a dar una compensación por la tierra que habíamos perdido. Él murió antes de que eso sucediera, pero nunca voy a olvidar su cara de felicidad cuando se enteró que se iba a hacer justicia.
Por otro lado, cuando un gobierno incumple tiene que ser claro y honesto con las personas para indicarle cuál es el tiempo necesario para que culmine exitosamente el proceso. Sudáfrica se ha tardado 14 años. Hace un tiempo yo había pronosticado que se iba a demorar cinco años más y ahora creo que cinco años más no es suficiente. Ponerle un tiempo es importante para que el gobierno tome un camino, pero el tema de tierras no se resuelve en un tiempo determinado.
VA: ¿Cree que la conexión de la que usted habla con la tierra tiene otro significado cuando se habla de restituciones étnicas? ¿Debe existir un trato diferente?
VJ: Sí. Es claro que la restitución no puede ser igual sise trata de indígenas y afros. Esto se ha visto claramente en Brasil donde los indígenas por medio de la tierra se relacionan con sus ancestros, sus artefactos religiosos y su cosmovisión. Su compromiso con la naturaleza es diferente.
En Sudáfrica una de la condiciones para que se restituya la tierra es que se haga productiva, pero la productividad para un indígena puede ser sentarse en la tierra conectarse con los espíritus de sus ancestros. No entender esas diferencias ha significado trabas y talanqueras en el proceso.
VA: Además del restituir las tierras, ¿qué tipo de acompañamiento debe hacer el Estado?
VJ: Como lo he dicho en mis presentaciones, lo primero que el gobierno tiene que hacer en el caso de los campesinos es dotarlos de semillas, de materias primas, de maquinaria y debe capacitarlos sobre nuevas formas de acercarse a la agricultura.
En el caso de los indígenas y comunidades afrocolombianas es importante que el gobierno haga entender al resto de la sociedad el valor y la importancia de la diversidad y de sus concepciones. Este es un error que se está cometiendo en Brasil con las comunidades afro que viven el Quilombo, un pueblo muy independiente por la crudeza con la que vivieron la época de la esclavitud, pero el gobierno de Brasil no ha hecho nada realmente por integrarlos a la sociedad y por mostrar su riqueza en términos de diversidad a los demás brasileros.
Yo espero que el gobierno colombiano aprenda de esos errores, avance un paso más allá y nos enseñé cómo integrar esa diversidad cultural y étnica en toda la sociedad.
VA: A diferencia del proceso de Sudáfrica, el proceso de restitución en Colombia se da en medio del conflicto, ¿cree que se puede lograr un proceso exitoso bajo esas condiciones?
VJ: Definitivamente eso hace que el proceso sea más difícil y vaya a un paso más lento. Sin embargo, no se puede esperar a que todo el territorio esté pacificado, se puede comenzar por los territorios donde la violencia ha disminuido y, al mismo tiempo, dialogar con las Farc e identificar las ocupaciones ilegales detestaferros.
El gobierno tiene el deber de hacer la paz y la sociedad civil el derecho a exigirla, pero el conflicto no puede ser un obstáculo ni una excusa para que no se restituyan las tierras.
VA: ¿Cree que en un escenario de posconflicto es suficiente hablar de restitución o hay que ir más allá?
VJ: La restitución tiene que ver con reparar a las personas afectadas en el pasado por un hecho violento. Pero la reforma agraria y redistribución de la tierra es un asunto que la sociedad en su conjunto debe resolver, no solo el gobierno. La pregunta es: ¿qué vamos a hacer con la tierra que es una fuente de recursos nacional? La restitución puede ser un componente de la redistribución pero no es el único.
Sobre lo pactado con las Farc en La Habana, el gobierno debe socializarlo lo que más pueda, porque es una conversación en la que todos tienen que estar involucrados y donde se tiene que tener presente la importancia que la tierra tuvo en los orígenes de la guerra en Colombia.
VA: En estos procesos de restitución y reparación, ¿cuál cree que es el papel que deben jugar los victimarios?
VJ: Para mí, la reconciliación, a falta de una mejor palabra, es una conversación entre el agresor y la víctima. No quiero entrar en comparaciones porque cada país es diferente, pero en Sudáfrica se hizo una comisión de verdad y reconciliación en la que los victimarios contaron sus verdades. En Ruanda se hicieron foros abiertos entre comunidad y agresores de ambos bandos, y cada uno contó lo que le había hecho al otro.
Lo que yo le recomendaría al pueblo colombiano es que escuchen lo que tienen que decir los victimarios y que también los interpelen. Con esto se logran procesos de sanación más fuertes y duraderos que lo que se logra en una Corte.
En algunas comunidades lo que ha sucedido es que los agresores usan sus “habilidades” en la guerra para proteger a las personas a las que les hicieron daño. Puede sonar algo ingenuo, pero una prueba de la reconciliación es darle a los victimarios la oportunidad de volverse a ver como seres humanos.
VA: De su corta estadía en el país, ¿Cómo califica el proceso de restitución de tierras en Colombia?
VJ: Yo había leído del caso de Colombia, pero la cosa es más fácil en el papel. Acá me doy cuenta de lo que complejo que es el asunto y me queda un nuevo y renovado sentimiento de respeto a los colombianos por tratar de desentrañar esa madeja y lograr restituir en medio del conflicto.