¿Sólo 8 años de cárcel para “Don Berna”?

      

Don Berna’ fue el primero de los 15 extraditados en negociar con Estados Unidos. Él le apostó a máximo ocho años de cárcel, pero los abogados de otros ‘paras’ dicen que se equivocó.

A diferencia de los grandes capos del narcotráfico que han marcado la historia criminal de Colombia, como Pablo Escobar y Carlos Castaño, que se caracterizaban por su parafernalia mediática o por sus extravagancias, ‘Don Berna’ siempre ha aparecido como el tradicional mafioso: extremadamente reservado y calculador.

Y con la jugada maestra que pretendía hacer esta semana parecía ratificarlo: no sólo demostraría que es el más sagaz de todos los capos extraditados, sino también daría un ejemplo de por qué es uno de los grandes sobrevivientes de las guerras de 25 años de coca en Colombia.

SEMANA conoció, por diversas fuentes cercanas al capo, que ‘Don Berna’ cerró una negociación con Estados Unidos con la cual esperaba estar de vuelta en Colombia o libre en ese país al cabo de cinco años o, máximo, ocho.

Hace apenas 40 días, cuando fue extraditado con 13 jefes paramilitares más, las opiniones se dividieron. Medio país se indignó porque consideraba que quedarían en la impunidad crímenes de lesa humanidad, y que los extraditaban para que no siguieran contando la verdad que ya estaba pisando callos poderosos. Y laotra mitad respiró tranquila, convencida de que por lo menos allá los comandantes paras iban a tener condenas ejemplares, de 30 años mínimo, en cárceles de alta seguridad.

Con la jugada de ‘Berna’ todo parecía indicar que unos y otros se equivocaban. ‘Don Berna’ no se pudriría en una cárcel gringa. Y el país no se quedaría sin saber la verdad sobre sus crímenes. O por lo menos, la ‘verdad’ que él esté dispuesto a contar.

¿Cómo ‘negoció’?

Desde hace un par de años se comenzó a especular que muchos de los jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) estaban buscando negociar con Estados Unidos. Algunos como Salvatore Mancuso hicieron todo lo posible para tener un buen acuerdo bajo el brazo para cuando llegara la inevitable extradición.

En los corrillos judiciales se decía que en conversaciones como esa también estaba ‘Don Berna’. Y los rumores tenían algo de verdad. Durante los casi tres años que estuvo preso en Colombia recibió visitas de funcionarios de diferentes agencias federales de Estados Unidos que le propusieron negociar su condena.

Sin embargo, según sus allegados, nunca consolidó contactos formales. Entre otras cosas, porque el ex jefe paramilitar se resistió a la idea de delatar a otros. Como buen mafioso, pensaba que era mejor ser condenado por matón, que ganar la libertad por ser sapo.

La negociación la hizo días después de ser extraditado. El pasado 14 de mayo, 48 horas después de haber llegado a Estados Unidos, en su primera presentación ante Richard Berman, juez de la corte federal de Manhattan, se declaró “no culpable”.

Regresó a la prisión y allí nuevamente fue abordado por agentes federales y de la Fiscalía que le mostraron todas las posibilidades de conseguir rebajas de penas.

Y lo convencieron con una fórmula aparentemente light. No se trataba de delatar a sus socios de la mafia, sino que podía acogerse a la figura de colaboración. Esta implica que debe declararse culpable de los cargos por los que fue extraditado -como ya lo hizo- y después puede ‘escoger’ los temas y las personas sobre los que estaría dispuesto a entregar información.

“Más que sobre temas del pasado, lo que les importa a los gringos es que él cuente y aporte datos sobre los nuevos capos, rutas y estructuras”, dijo a SEMANA uno de los colaboradores de ‘Don Berna’ que conoce parte del acuerdo.

Y de los 14 extraditados, sin duda es él quien más sabe lo que está pasando hoy con el negocio del narcotráfico en Colombia. Como ‘Macaco’ -otro que fue extraditado días antes-, aún tenía sus tenazas afiladas en distintos puntos del mapa.

‘Don Berna’ podría entregar información sobre ‘Don Mario’, el hombre que ahora infunde miedo en zonas de Antioquia, Córdoba y los Llanos. Delatarlo, sin duda, no será trabajo, pues se trata de su más reciente enemigo.

También podría dar pistas sobre los personajes que están al frente de la llamada Oficina de Envigado, estructura mafiosa que él controló hace varios años y que hoy está en manos de antiguos lugartenientes.

Y un punto que llama la atención del ‘acuerdo’ es que a ‘Don Berna’ también le pidieron entregar información de políticos -algunos de ellos detenidos y otros no- que están comprometidos con estructuras de tráfico de drogas en Antioquia y Córdoba.

En teoría, según dijo el Departamento de Justicia el martes, la condena debe ser de 27 a 33 años. Sin embargo, de la teoría a la práctica son muchos los números que se han desinflado en las cárceles de ese país. William Rodríguez, por ejemplo, el hijo del capo Miguel Rodríguez Orejuela, había sido condenado a 30 años de cárcel. Luego, con las rebajas, le quedó en 20 y pagará 10 efectivos.

Lo que ocurre en estos casos es que de ese tope, de 27 a 33 años, se empiezan a descontar las rebajas. Los fiscales y los jueces evalúaran durante los próximos meses y antes de proferir la condena qué tan útiles son los datos que les dará ‘Don Berna’.

La cifra de cinco a ocho años de prisión -revelada a SEMANA por gente del capo- es el resultado de las cuentas hechas entre él y las autoridades estadounidenses a partir de los datos que el paramilitar prometió aportar.

Este hombre, que por muchos años ejerció control total sobre las bandas de sicarios de Medellín, aspiraba a lograr una abultada rebaja de penas a cambio de unos cuantos de los secretos que ha conocido en media vida dedicada al narcotráfico.

Pero esa rebaja sería sólo la mitad de la jugada maestra. La otra mitad tiene que ver con las deudas que tiene con la justicia en Colombia. Por los crímenes que él ha confesado en Colombia (apenas 11 en total, es el más parco de todos), ‘Don Berna’ tendría que pagar, aquí, condenas de hasta 40 años. Pero si logra mantenerse en la Ley de Justicia y Paz, no sólo lograría que le apliquen pena de máximo ocho años, sino que en la práctica podría desaparecer por completo su condena, pues la ley contempla que los beneficiados pueden pagarla en cárceles de otro país.

Es decir, con el pago de cinco u ocho años de prisión en Estados Unidos saldaría de una vez su deuda con la justicia colombiana. Como dice el refrán popular, mataría dos pájaros de un solo tiro.

La pregunta que queda abierta es: ¿el gobierno o los magistrados mantendrán en la Ley de Justicia y Paz a los extraditados? ¿Cómo puede ser esto posible si se tiene en cuenta que justamente el argumento que dio el presidente Álvaro Uribe para enviarlos a Estados Unidos fue que habían incumplido la ley?

La versión no rosa

Hasta este punto todo pintaba color de rosa. Y el propio ‘Berna’ había mandado a Colombia unos primeros mensajes de satisfacción por el negocio. Sin embargo, no todos piensan igual. Abogados de otros jefes paramilitares extraditados, fogueados en las cortes de Estados Unidos, consideran que la defensa de ‘Berna’ cometió errores de primero de primaria. Y la jugada maestra se podría convertir en su primera y gran derrota.

“El caso de ‘Berna’ lo trataron como si fuera el de una mula cualquiera y no el de un hombre como él, tan poderoso en el mundo del narcotráfico y con antecedentes tan graves en materia de derechos humanos”, explicó un apoderado a SEMANA.

Según esta fuente, antes de reconocer cualquier delito, como hizo ‘Berna’ al confesarse narcotraficante, tiene que quedar por escrito el acuerdo al que se llegue con la justicia de Estados Unidos. De otra manera, queda expuesto a que le cambien las reglas de juego. Y en este caso en particular, ya no podría ‘elegir’ los casosa delatar, sino que perdería los beneficios de rebajas de pena si no confiesa todo lo que le exijan, o incurre en una mentira.

“En los años que yo llevo, el máximo de rebajas que se ha logrado conseguir en casos similares es de 50 por ciento -comentó el abogado de otro de los paramilitares extraditados-. El caso de Patiño Fómeque fue diferente porque él negoció desde Colombia. Cualquier otra oferta, como la que le hicieron a ‘Berna’, más parece un cuento de hadas”.

A ‘Berna’ le podría ocurrir lo que le sucedió a Jorge Eliécer el ‘Negro’ Asprilla, por estos días popular en Colombia por la telenovela El Cartel. Asprilla también llegó a Estados Unidos sin negociar, se acusó de narcotráfico por la promesa que le hicieron de que no pagaría más de 10 años y hasta ahora su condena sigue firme en 30 años.

El panorama de ‘Berna’ podría empeorar. La semana pasada llegó a Washington una comisión de la Corte Penal Internacional (CPI) y empezó a mirar los casos de ‘Berna’, Mancuso, ‘Macaco’ y Hernán Giraldo. Y ahí está el otro error de la negociación, según los abogados de los demás paras. Si bien Estados Unidos no ha firmado el tratado de la CPI, al no quedar nada por escrito sobre ese punto, en cualquier momento Washington podría atender una petición que le haga el tribunal con sede en La Haya.

Y el último error tiene que ver con haberse apresurado a aceptar su condición de narcotraficante, con lo cual cerró la posibilidad de argumentar ante el jurado que todos sus delitos, asesinatos y tráfico de drogas, tenían como único propósito dar una lucha política para combatir a la guerrilla que por décadas ha azotado a Colombia. Tal y como lo piensan hacer muchos de los otros paras.

El siete vidas

Que Diego Fernando Murillo (el nombre de pila de ‘Don Berna’) haya sido el primero en intentar negociar con la justicia de Estados Unidos no resulta extraño para quienes conocen a fondo su historia.

Si bien los papeles protagónicos de la tragedia del narcotráfico en Colombia se los han robado Pablo Escobar y Carlos Castaño, no cabe duda de que ‘Don Berna’ es el tercero en esa diabólica trinidad.

El otrora líder paramilitar, además de su extraordinario poder, tiene una característica que pocos mafiosos del mundo, por no decir ninguno, pueden reclamar: ha sobrevivido. Todavía no cumple 50 años y ya ha salido ileso de varias de las peores guerras que se han dado en Colombia.

Es el único, de todos los capos, que puede contar que ha participado de las dos conspiraciones en las que terminaron muertos precisamente los dos íconos del crimen: hizo parte de los Pepes (grupo de delincuentes que ayudaron a las autoridades a matar a Pablo Escobar) y estaba en la mesa con los otros 30 comandantes que cubrieron con su silencio el asesinato de Carlos Castaño por parte del guardaespaldas de su hermano Vicente Castaño.

De la vida privada de Diego Fernando Murillo se sabe muy poco. Sólo que nació en Tulúa (Valle). Pero su vida criminal es una historia de película. El gusto por violar las leyes se le vio desde temprano, a finales de los años 70, cuando se alistó, como simple miliciano, en el Ejército Popular de Liberación (EPL).

Muy rápidamente se dio cuenta de que su gusto de matón se ajustaba más a una estructura como la de la mafia. Terminó haciendo carrera en el cartel de Medellín como escolta de Fernando el ‘Negro’ Galeano, para entonces mandamás en Itagüí y socio de Pablo Escobar.

Fue en ese entonces cuando sobrevivió por primera vez. Si bien no perdió la vida en un ajuste de cuentas entre un grupo de universitarios metidos en la guerrilla del EPL y la banda de los Galeano, a ‘Don Berna’, con apenas 23 años, le quedó de recuerdo la cojera que hoy lo caracteriza.

Una segunda vida la quemó unos ocho años después. Cuando Pablo Escobar, preso en La Catedral, llamó al ‘Negro’ Galeano, en julio de 1992, a rendir cuentas por 20 millones de dólares que tenía escondidos. ‘Don Berna’ no acompañó a su jefe a la cita porque, según relató otro jefe paramilitar, tenía que acompañar a la esposa de el ‘Negro’ a una diligencia. Escobar ordenó acribillar a Galeano, lo cortó en pedacitos y lo quemó en una hoguera para tratar de borrar las huellas. Al fin y al cabo, se suponía que esa era una cárcel.

‘Don Berna’ se le midió entonces a una tercera guerra: matar a Pablo Escobar. Hizo parte del famoso grupo de los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), pero no como un apuntado cualquiera. En las reuniones en las que atendían unos 20 informantes no fallaban el mayor de la Policía Danilo González, el agente de la DEA Javier Peña y ‘Don Berna’.

Su cuarto gran combate fue contra la banda conocida como La Terraza. Tras la muerte de Escobar en 1993, ‘Don Berna’ se convirtió en el capo de capos en Medellín y utilizaba como su brazo armado a La Terraza. Un día cualquiera, cuando la banda intentó salírsele de control, ‘Don Berna’ buscó refugio donde su amigo Carlos Castaño en Córdoba y desde allá le tendió una trampa al líder de aquella cuadrilla.

En 2002, a Diego Murillo le tocó enfrentar una quinta guerra. Quizá la más dura para él. El bajo mundo de Medellín estaba dividido entre los suyos y los del comandante ‘Doble cero’, aliado de Castaño y fundador de los paramilitaresen su etapa más pura. La guerra no tuvo control. ‘Don Berna’ le ganó el pulso no sólo en la capital, sino también en 35 municipios antioqueños. ‘Doble cero’ se fue al exilio y poco tiempo después apareció asesinado en Santa Marta.

Después llegarían tiempos de aparente calma. O por lo menos, el cuarto de hora de su oscuro reinado. Convocó a una reunión a todas las bandas de Medellín, más de 200, en Santa Fe de Antioquia y les dio el ultimátum: “O se calman y trabajan para mí, o se mueren”. Todos obedecieron y desde entonces las estadísticas de asesinatos empezaron a bajar como un tobogán en Medellín.

Luego llegó la fase de Santa Fe Ralito. De los 33 comandantes paras, era de los que más bloques tenía a cuestas: por lo menos cinco, si no más, y cerca de 5.000 hombres respondían a sus órdenes.

Desde hace tres años Diego Fernando Murillo está preso. Desde su reclusión en Colombia ha tenido que librar otras contiendas a través de sus herederos, como ha sido el control de la Oficina de Envigado, un centro de cobros de la mafia.

Pero el resultado de su séptima guerra, y tal vez última, se conocerá sólo el 18 de diciembre de este año. Para esa fecha está programado el anuncio de su condena en Estados Unidos. Mientras tanto, en Medellín, más de 13.000 personas que se inscribieron como sus víctimas estarán esperando.


Publicado en SEMANA, Fecha: 23/06/2008- Edición 1364