Durante varios años, en un amplio tramo de la Autopista Medellín – Bogotá en el Oriente antioqueño, se registraron enfrentamientos entre paramilitares y guerrilleros. En esa guerra la población civil llevó la peor parte.
Ramón Isaza delegó en su yerno Luis Eduardo Zuluaga Arcila, alias ‘MacGuiver’, el manejo de la zona del Oriente antioqueño. |
La autopista Medellín – Bogotá, desde el Carmen de Viboral hasta Puerto Triunfo, fue una zona de guerra del Frente paramilitarJosé Luis Zuluaga de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (Acmm), responsable de decenas de crímenes contra la población civil en su confrontación con las guerrillas de las Farc y el Eln.
Homicidios, descuartizamientos, degollamientos, desapariciones forzadas y desplazamientos masivos hacen parte de los crímenes perpetrados por este frente de las Acmm, comandando por Luis Eduardo Zuluaga Arcila, alias ‘MacGuiver’, quien estuvo al frente de esta estructura paramilitar entre los años 2000 y 2006.
Durante la tercera semana de versión libre ante un fiscal de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, tanto alias ‘MacGuiver’ como los patrulleros Carlos Arturo Giraldo Valencia, Rodrigo Alonso Quintero, Oscar Albeiro Tabares Valencia y John Jairo Bonilla Quinchía, confesaron alrededor de 100 hechos cometidos durante los años en los que el Frente José Luis Zuluaga luchó por el poder en la autopista Medellín – Bogotá.
Si bien no todos los asesinatos de los paramilitares tuvieron motivaciones políticas o militares, en el caso del dominio de la Autopista muchos fueron perpetrados con el ánimo de tener el control sobre esta importante vía, que conecta a Medellín con una vasta zona del Oriente antioqueño y el Magdalena Medio, en su ruta hacia Bogotá.
Para 2000, los corregimientos aledaños a esta carretera habían sido tomados en repetidas ocasiones por los frentes 9 y 47 de las Farc, y Carlos Alirio Buitrago y Bernardo López Arroyave del Eln. Su presencia obedecía a razones económicas y estratégicas: de un lado, el Oriente antioqueño generaba en sus hidroeléctricas la tercera parte de la energía que consumía el país y cualquier atentado al sistema de distribución afectaba buena parte del país; de otro, estaba cerca al Valle de Aburrá, lo que facilitaba no sólo su cadena de abastecimiento y logística, sino la obtención de recursos por la vía de la extorsión y el secuestro.
De acuerdo con estadísticas de la época, esta vía era considerada como la tercera en importancia en la red vial nacional y de acuerdo con el Instituto Nacional de Vías (Invías), por ella transitaban entre 12.000 y 18.000 vehículos; además, los transportadores de carga movilizan 9.000 toneladas de productos.
El Frente José Luis Zuluaga para ese entonces, había incluido en sus filas a exmilitantes de ambas guerrillas que servían como informantes de las actividades de los diferentes frentes y de sus “supuestos” colaboradores.
Si bien los postulados declararon no matar a nadie que no estuvieran seguros de que pertenecieran o ayudaran a la guerrilla, la mayoría de los familiares de las víctimas controvirtieron estas afirmaciones asegurando que los asesinados y desaparecidos no sólo eran campesinos honestos ajenos al conflicto, sino que muchas veces fue el deseo de implantar el terror en la Autopista lo que llevó a los paramilitares a afectar de esa manera a la población civil.
Es el caso, por ejemplo, de Rigoberto Ruiz Aristizábal, un campesino que vivía con su esposa en la vereda la Línea, del municipio de San Luis, y quien fue asesinado el 11 de diciembre de 2001.
De acuerdo con el exparamilitar Rodrigo Alonso Quintero, alias ‘Parcero’, mientras realizaban un patrullaje por la Autopista, uno de sus comandantes, quien había sido exguerrillero del Eln, señaló al campesino como “un colaborador de la guerrilla”. Siguiendo sus órdenes, lo sacaron de la casa y se lo llevaron a un lugar llamado El Cruce, cerca al río Romerón. Allí, alias ‘Parcero’ le disparó dejandoel cuerpo tirado sobre el puente.
Familiares de Ruiz Aristizábal presentes en la versión libre fueron enfáticos al aclarar que la víctima “no era ningún miliciano de la guerrilla, él sólo era un arriero que trabajaba para sostener a su esposa y a sus dos hijos. Su esposa estaba embarazada cuando se lo llevaron y lo único que le dejaron fue un volante en el que decía que tenía 24 horas para irse de la casa”.
Esa misma noche, habitantes del corredor de la autopista entre los ríos Samaná y Calderas, que cruza por las veredas El Cruce, el Alto de San Luis, la Habana, Aragones, Tebaida, el Valle del Sol, el Silencio y Calderas, recibieron la orden de evacuar la zona bajo amenaza de muerte. Este fue el primer desplazamiento masivo ordenado por alias ‘MacGuiver’ con el fin de tener un vasto territorio abandonado para poder enfrentar a los grupos guerrilleros y realizar sus actividades criminales.
Según registros de aquellos años, los paramilitares obligaron a más de 8 mil campesinos a dejar sus parcelas y desplazarse a los cascos urbanos de Santuario, Cocorná, San Luis, El Carmen de Viboral y San Francisco y a permanecer en ellos por más de tres meses, generando una crisis humanitaria de grandes proporciones.
Pese a que los familiares de las víctimas insistieron en aclarar de distintas maneras que sus familiares no pertenecían a grupos insurgentes, los exparamilitares insistieron en sus relatos que las personas asesinadas hacían parte de las guerrillas de las Farc y el Eln.
Una de las contradicciones entre unos y otros quedó evidenciada en el caso de Rodrigo de Jesús Hoyos, quien fue señalado y asesinado por ser “miliciano” del Eln. Frente a esa acusación, un hermano de la víctima aseguró que Rodrigo de Jesús tenía problemas mentales, una demencia senil que le impedida realizar actividades tan cotidianas como salir de la casa solo o cocinar.
Ni siquiera John Jairo Bonilla Quinchía, alias ‘Guerrero’, supo contestar cuando le preguntaron por qué lo había matado, pues la orden que había recibido de parte de su comandante era asesinar a Javier Mazo Hoyos, primo de Rodrigo de Jesús. Lo que quedó claro en la versión libre es que este homicidio fue un “error” de los paramilitares.
Bajo el argumento de que todo el que fuera colaborador de la guerrilla era objeto militar, los exparamilitares confesaron que seguían órdenes de sus jefes, de quienes dicen desconocer su paradero, y otros están muertos.
En esta nueva jornada ante un fiscal de la Unidad de Justicia y Paz, representantes de víctimas refutaron la versión entregada por Oscar Albeiro Tabares Valencia, alias ‘Marcos’, referente a la desaparición de tres menores de edad y su tío Alirio Quintero Gómez.
Según el exparamilitar, tanto el tío como los jóvenes eran “informantes de la guerrilla”. Pero el abogado Oscar Correa, de la Corporación Jurídica Libertad y quien representa a las víctimas, argumentó que para la fecha de la desaparición el mayor de los niños tenía 12 años, “por tanto, era difícil creer que pudieran pertenecer a un grupo armado”.
Desde el 12 de octubre de 2002 no se supo nada más sobre este grupo familiar. El 16 de junio de 2011 los familiares tuvieron información sobre la fosa en la que, luego de ser torturados, asesinados y desmembrados, fueron enterrados. No obstante, aún no se han realizado las labores de exhumación por parte de la Fiscalía General de la Nación para hallar sus restos.
Durante seis años el Frente José Luis Zuluaga comandado por Luis Eduardo Zuluaga Arcila, alias ‘MacGuiver’, implantó el terror contra todo aquel que, según ellos, “tuviera la mínima cercanía con los grupos guerrilleros”, que, en sus propias palabras, “pasaban por la autopista, quemaban buses, hacían pescas milagrosas, secuestraban y mataban”.
Sin embargo, como lo narró una de las víctimas en Medellín presente en la sala donde se transmitió la versión conjunta de estos exparamilitares, era casi imposible que en medio de un conflicto donde operan muchos grupos armados al margen de la ley no se tuviera contacto con al menos uno de ellos.
Ejemplo de ello es el caso de Alfonso de Jesús Quiceno Aristizábal, un expendedor de carne del municipio de San Luis. Según alias ‘MacGuiver’, “todos los carniceros debían aportar un kilo de carne semanal para los paramilitares”.
Como todas las personas que tenían un negocio, Quiceno Aristizábal se vio forzado a venderle carne tanto a los paramilitares como a los guerrilleros. Sin embargo, los paramilitares siempre le pedían más. Finalmente, el Frente José Luis Zuluaga acumuló una deuda de casi 600 mil pesos. Cuando Alfonso quiso cobrar el dinero, fue señalado como “cómplice de la guerrilla” y una semana después apareció muerto.
En un intento por justificar las muertes, alias ‘Macguiver’ aseveró que cerca de 100 exparamilitares que integraban su estructura armada habían pertenecido a las Farc y al Eln, y operado en el Oriente antioqueño, circunstancia que, según él, “les permitió identificar sus víctimas”.
En este duro ejercicio de contrastación de las versiones y ante el deseo de perdón expresado por los exparamilitares versionados algunos familiares de las víctimas le dejaron esa tarea a Dios; otros han sido capaces de perdonar, pero no de olvidar.
Aún faltan por confesar 119 crímenes reportados por los mismos paramilitares en una lista que día a día se confronta con las versiones de los familiares. Esta diligencia colectiva continuará en la semana del 20 al 24 de junio en Bogotá, con transmisión a Medellín.