La extraña desaparición de dos funcionarios del CTI de Santa Marta

      
  
Fabio Coley y Jorge de la Rosa sabían con claridad de la persecusión de la que eran víctimas años atrás. Hoy en día no se sabe nada del paradero de sus cuerpos.
Los cuerpos de Fabio Coley y Jorge Luis De la Rosa aún son buscados por las autoridades y sus familiares. Foto: Semana

Los miembros de inteligencia del CTI de Santa Marta, Fabio Coley Coronado y Jorge Luis de la Rosa se hacían pasar por comerciantes de ganado y estaban acompañados por dos mujeres de la región que les sirvieron de fachada, investigando hechos relacionados con el Bloque Héroes de Montes de María, cuando uniformados al mando de alias ‘El Oso’, lugarteniente de ‘Cadena’, los interceptaron y secuestraron.

Pero fueron descubiertos por los paramilitares por hombres de Rodrigo Mercado Pelufo alias ‘Cadena’ quien le ordenó  alias ‘El Tigre’ asesinarlos y desaparecerlos en Rincón del Mar en San Onofre, Sucre, el 27 de mayo de 2001.  

Sin embargo, su secuestro y posterior desaparición fueron prácticamente anunciados por una cadena de hechos anteriores que evidenciaban que se encontraban en el ojo del huracán. Coley fue secuestrado en 1998 por siete días por las Auc en cercanías de Fundación, Magdalena, donde vivía. Según cuenta su viuda Olivia, “cuando lo liberaron, le pidieron que se fuera lejos, y lo trasladaron a Santa Marta”.

Para junio de 1999, Coley y De la Rosa estaban encargados en Santa Marta de la sección de análisis y capturas de paramilitares, cuando Hernán Giraldo amenazó públicamente a varias personas, entre ellas los dos investigadores y el director del CTI en esa ciudad, Leopoldo Sánchez.

Las autoridades les dieron seguridad por 15 días. “Mi esposo hizo cartas a todo el mundo, Fiscalía, Procuraduría, para salir del país. No hubo respuesta, solamente el traslado a Medellín de Jorge y nosotros fuimos enviados a Tunja, donde vivimos durante un año y siete meses”, recuerda Olivia.

Coley y De la Rosa continuaron en el CTI, mientras que Sánchez fue obligado a irse al exilio. En 2003 los dos investigadores fueron llamados para cumplir una misión especial en Bogotá, y “el 22 de abril Fabio se fue a Bogotá y no regresó nunca más a la casa”, dice melancólica Olivia.

En San Onofre debían identificar a cabecillas y miembros del Bloque Héroes de Montes de María, autores de la masacre de Chengue, en febrero de 2001. Como cuenta Olivia, alcanzaron a identificar a ‘Cadena’, a otros paramilitares y a políticos de la región involucrados. “El 27 de mayo fue la última vez que los vieron en San Onofre”, agrega.

Qué dicen los paras

Hernán Giraldo en una de sus versión libre reconoció las amenazas contra los miembros del CTI, pero no su desaparición. Nadie se ha atribuido el crimen hasta ahora. Los familiares señalan a ‘Cadena’, pero como él, muchos de su entorno están desaparecidos. Hace un par de meses Juancho Dique confesó que los sepultaron y luego los sacaron, los cortaron en pedacitos, para meterlos en costales y los echaron al mar. “Uno por lo menos desea recuperar los huesos de ellos”, clama Olivia.

En mayo de 2009, Yairsiño Meza Mercado ‘El Gato’, desmovilizado del bloque Héroes de los Montes de María que está recluido en la Cárcel Modelo de Barranquilla, aceptó en su versión libre su participación en el asesinato de Coley y De la Rosa, así como de las dos mujeres que los acompañaban.

Lo increíble es que con los antencedentes que tenían, la Fiscalía los hayan mandado de nuevo a una zona de control paramilitar. “Esto es lo que uno más reprocha”, asegura Olivia, quien se cuestiona: “¿por qué mandan justamente a esos amenazados? Yo creo que sí tiene que ver la amenaza de Giraldo con la desaparición. La Fiscalía les ha debido dar la protección y otro tratamiento”. (ver nota completa)

Los familiares de estos dos hombres exigen que se sepa la verdad. “A ninguno de Justicia y Paz han podido sacarles la verdad. Por ejemplo, alias ‘El Oso’ debe saber porque estaba en ese grupo, pero las versiones son muy superficiales”, piensa Olivia, quien señala que no se ha hecho seguimiento a las familias, que quedaron en un olvido total. Al principio la ARP les dio una plata, pero nadie más se ha preocupado por ellos.