En agosto del 2000, un grupo de paramilitares al mando de alias ‘Juancho Prada’ asesinó en una carretera de Norte de Santander, a la secretaria del juzgado municipal de El Carmen. Su hija fue testigo del crimen.
“Para el año dos mil yo vivía con mis papás en una casa de El Carmen, Norte de Santander. Mi primera hija no había cumplido el año de edad y yo había retrasado mis estudios de Derecho para cuidarla. Tenía planeado comenzar en la universidad en enero del año siguiente. Hasta ese momento la vida de mi familia transcurría como la de cualquier otra del pueblo. Mi mamá trabajaba como secretaria del juzgado del municipio y no sabíamos que tuviera ningún tipo de problemas.
El 25 de agosto de ese año salimos con mi mamá a hacer unas vueltas a Río de Oro. Cuando veníamos de regreso en una camioneta de servicio público, justo al frente de un motel llamado Puerto Amor, tres motocicletas nos pasaron. Minutos después, a eso de las 4:50 pm, un grupo de personas fuertemente armadas detuvo el carro en el que íbamos mi mamá, mi hija, dos personas más y yo. Con tiros al aire, obligaron al conductor a detenerse, nos hicieron bajar y nos pidieron papeles.
Eran seis hombres fuertemente armados. Cuatro de ellos se escondieron en la trocha que comunica la carretera con el corregimiento de Aguas Claras y los otros dos se le acercaron a mi mamá, le quitaron la cédula, unas tarjetas de crédito, el carné que la identificaba como empleada de la rama judicial, unas fotos y una carta de mi hermano que estudiaba en Bogotá, en la Escuela Militar.
Al ver lo que sucedía me le acerqué a uno de estos señores y le supliqué llorando que no le fueran hacer nada a mi niña, a lo cual él respondió “si usted no tiene nada que ver conesta señora, apártese de ella”. En ese momento me acerqué a mi mamá, con mi niña en brazos, y le dije “mamá te amo mucho, te amo con toda mi alma”. El otro hombre que había quedado ahí alcanzó a escuchar y me preguntó: ¿Usted qué es de ella? Pero mi mamá respondió, antes de que yo pudiera hacerlo, “Ella no es nada mío”.
El hombre armado le dijo a mi mamá que el comandante ‘Jhon’ la necesitaba para hablar. Mi mamá le respondió “si su comandante ‘Jhon’ necesita hablar conmigo, que venga él hasta aquí”. Entonces el hombre miró hacia la trocha y gritó “la señora no quiere ir”. Entonces escuché que le gritaron “Dele Diomedes”.
Asesinaron a mi mamá a tiros, delante de mi hija, que no había cumplido aún el año de edad y de todos los pasajeros. Aún tendida en el piso le gritaban groseríasy le decían que eso le pasaba por guerrillera. Ver caer a mi mamá al suelo fue el dolor más grande que he sentido en la vida. No me dejaron acércamele. Nos obligaron a subir a la camioneta y seguir hacia El Carmen. La policía hizo el levantamiento del cadáver y durante mucho tiempo no supimos quién la había matado, ni por qué, hasta que unos paramilitares de “Juancho Prada” confesaron que habían sido ellos, cumpliendo órdenes.
Luego del asesinato de mi mamá mi vida y la de mi familia cambió radicalmente, tuvimos que irnos del lugar donde habíamos nacido, nos tocó dejar tirado El Carmen y venir a Bucaramanga a empezar una vida de nuevo. El señalamiento de “guerrilleros” con el que salimos nos perseguía a todo lado, nadie se nos acercaba por temor a que les pasara algo.
Personas que eran muy allegadas se empezaron a alejar de nosotros, y como estamos en el país de la indiferencia, de malas para los que nos ha tocado vivir la guerra. Empezamos de cero con el dolor por el desarraigo del pueblo, de los recuerdos de la infancia y de la injusticia cometida contra mi mamá.
Uno de los dolores más grandes es no poder ir a visitar su tumba por temor a que algo le pase a mi familia. Lo que más desearía es poder llegar de nuevo al El Carmen con la frente en alto y decir aquí estamos nosotros y no somos ningunos guerrilleros.
Hoy todos continuamos con nuestra vida pero con un gran vacío en ella. No se ha hecho justicia en el caso de mi mamá. Por ahora sigo estudiando derecho, mi papá y mi hermano trabajando, pero eso sí luego de 14 años la frustración no se ha ido.
La historia de esta sobreviviente llegó a través de Tu memoria cuenta. VerdadAbierta.com contactó a su protagonista y ayudó a redactarla.
Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de VerdadAbierta.com y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta en www.rutasdelconflicto.com o al correo electrónico verdadabierta@gmail.com.
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