Los paramilitares usaron la violencia sexual como ama de guerra: para quebrar el espíritu de resistencia de una comunidad, para vengarse de un pueblo que alojó a guerrilleros, para que todos sintieran el terror y la humillación y poder quedarse con tierraso bienes apetecidos.
Una misión se expertos investigó para Sisma Mujer las formas más frecuentes y recientes de violencia sexual por parte de los paramilitares. En la Costa Caribe acudieron sobre todo a la prostitución forzada. En otros lugares les exigieron servicios sexuales a mujeres y a sus hijas a cambio de concederles puestos de trabajo. Y en otros, se les castigaba con crueldad cuando eran señaladas de haber sido adúlteras o por vestir de un modo que el jefe para no gustaba. Así mismo, la misión encontró que los paramilitares ejercieron un control muy estricto sobre las líderes de los municipios.
“A través de las agresiones sexuales, los paramilitares pudieron controlar, manipular, ganar adeptos, generar miedo a salir las calles, vestir de a cierta forma y controlar a los compañeros afectivos”, dice Sánchez la Casa de la Mujer y explica que la tortura sexual a la mujer también era un mecanismo de presión para que los hombres delataran a otro, o simplemente se doblegaran.
La agresión sexual a menudo se practica como medio para humillar al adversario, para enrostrarle su victoria a los hombres del bando enemigo que no han sabido proteger a sus mujeres, dijo Radhika Coomaraswamy, relatora especial de Naciones Unidas sobre violencia contra la mujer en un informe de 1998. Es un mensaje de castración y mutilación al mismo tiempo. Es una batalla entre hombres que se libra en los cuerpos de las mujeres.