El corregimiento Aguas Claras, de Ocaña ha perdido su esplendor por cuenta de la delincuencia y el conflicto armado, lo que ha despertado serios temores entre sus pobladores.
Aguas Claras, corregimiento ubicado a 12 kilómetros de Ocaña, intentaba recuperar la tranquilidad de la que años atrás se había complacido y que empezó a perder en junio del 2013 por cuenta de un paro campesino que se tornó violento cuando fue escenario de hechos lamentables que dejaron cuatro civiles muertos y decenas de heridos entre estos campesinos y miembros de la Fuerza Pública.
Cuando la vida parecía ser como antes, en el 2014 se dieron varios hechos que intranquilizaron mucho más a sus habitantes, tanto del centro poblado como del sector rural, siendo epicentro la vereda Las Chircas, que es atravesada por una carretera que lleva a municipios del Catatumbo como Teorama y San Calixto.
Por esa vía, hombres armados se llevaron el 15 de octubre a Manzur Meneses, comerciante de Ocaña, quien fue rescatado horas después durante un fuerte operativo de la policía que cruzó disparos con miembros de un grupo armado ilegal que recibiría al plagiado.
Días después, vinieron eventos generados por delincuentes comunes que dejaron como víctimas dos mototaxistas. Estos desaparecieron el 24 de octubre y cuatro días después los presentimientos sombríos que arropaban a los familiares de Manuel Guette de la Hoz de 28 años y José del Carmen Duarte de 30 se materializaron con el hallazgo de sus cuerpos baleados y en estado de descomposición tirados entre la maleza en la vía de acceso a las Chircas. Sus motos nunca aparecieron.
El 17 de diciembre la zozobra se parqueó en el centro poblado de Aguas Claras. Las paredes de sus casas amanecieron marcadas con consigas alusivas a la guerrilla del Epl que indicaban que la pequeña localidad había tenido en la noche una visita sombría. Al menos 30 hombres llegaron armados de fusiles y pintura manifestaron cobijados en el anonimato algunos de sus habitantes. En la región estos hombres operan bajo el mando de alias ‘Megateo’.
El 23 de enero de este año las noticias trágicas fueron tomando nombres propios por cuenta de la delincuencia común. David Timoté, un campesino de la vereda las Chircas, quien salió de su casa con destino a Ocaña a vender una carga de frijol, fue abordado en el camino por dos delincuentes quienes lo obligaron a regresar a su vivienda. La pesadilla de esta familia campesina despertó en una escena llena de dolor dentro de su propio hogar donde opusieron resistencia a un robo. Timoté murió de un impacto con arma de fuego mientras su hija de 16 años resultó herida.
Ese mismo día, ya en la noche, malhechores decidieron el destino de Yesid Navarro Salazar, un hombre de 44 años de edad quien luego de sellar el negocio de un carro en San Calixto, tomó la vía hacia Ocaña por el carreteable de las Chircas. En el recorrido se halló con el sino trágico de la fatalidad representada también en delincuentes comunes quienes no satisfechos con haberle quitado el dinero le propinaron una herida con cuchillo a la altura del abdomen que lo llevó a la muerte días después.
Pero los hechos que rondan frescos en la mente de la comunidad de Aguas Claras y su vereda Las Chircas son los que cobraron la vida de dos policías en un ataque de la guerrilla. Ese 18 de febrero hacia las 6 de la mañana disparos y explosiones fueron el despertador de la gente. Luego que lugareños avisaran de una persona asesinada en ese sector rural, miembros de la policía entraron a la zona con el fin de verificar la información, pero fueron sorprendidos con una emboscada. Poco después de las siete de la mañana en la zona se libró un intenso combate.
El balance fue desalentador: el sargento Alexander Lobo Rodríguez murió calcinado en el interior del vehículo mientras que el patrullero Andrés Enrique Rayo Forero falleció en el hospital. Otros tres uniformados resultaron heridos. En la zona, el director de la Policía Nacional, general Rodolfo Palomino, reveló que el macabro señuelo para llamar la atención de la comunidad y obligar a las autoridades a llegar al sitio, para entonces arremeter con explosivos y ráfagas de fusil contra los policiales, había sido obra del Epl.
Este impacto repercutió en la gente de Aguas Claras y algunas de sus veredas aledañas, quienes han tenido que vivir esta época reciente en medio de la violencia originada en las acciones de grupos armados ilegales y organizaciones delincuenciales. En la noche, no se percibe un alma.
Los ajustes de cuentas entre miembros de bandas criminales también han generado temor en la comunidad de Aguas Claras. El pasado 20 de marzo la oscuridad encubrió a los sicarios queasesinaron a dos personas cuyos cuerpos fueron hallados en la vereda Quebrada la Esperanza por campesinos que dieron aviso del hallazgo en pleno carretearle que llega al Catatumbo. Las víctimas fueron Jesús David Fuentes, de 27 años, a quien su oscuro pasado lo siguió hasta la muerte pues purgaba una condena con el beneficio de detención domiciliaria. Y un adolescente de 17 años de edad. Según las investigaciones, ambos fueron convidados hasta ese sitio donde los ultimaron con tiros de gracia.
Los organismos de seguridad encargados de diligenciar el levantamiento no llegaron hasta el sitio obedeciendo la orden de no ingresar a esa zona rotulada como de “alto riesgo” ante las amenazas de los grupos armados ilegales contra la Fuerza Pública. Así se constata en un documento fechado el 6 de marzo, que anota que hay orden a la policía de no hacer desplazamientos: “estos grupos al margen de la ley salen a la vía en los sitios conocidos como El Chamizo, Las Chircas, La Trampa del Zorro”. Así las cosas, pareciera que el temor se apoderó no solamente de la comunidad sino de la Fuerza Pública que ya no hace presencia en ese corredor altamente convulsionado.
El 27 de marzo a los campesinos de las Chircas se les avivó el temor cuando militares llegaron hasta la vereda a desactivar dos minas antipersonal sembradas allí por miembros de grupos armados ilegales según el comandante del batallón Santander teniente coronel Nilson Matta Javela.
El defensor regional del pueblo Nelson Arévalo Carrascal, quien ha hecho acompañamiento a los niños de la vereda, ha rechazado cada caso pidiendo presencia permanente de la Fuerza Pública en el tramo Ocaña- Aguas Claras-Convención, vía al Catatumbo.
Si bien Aguas Claras reposa serena, en sus calles hay intranquilidad que empuja a sus residentes a meterse temprano en sus casas y dejar la sana costumbre de compartir en la puerta de su vivienda historias y conversaciones antes de irse a dormir, tradición que han desdibujado los actos violentos generados por delincuentes, bandas criminales y guerrilla, que en los últimos dos años ha brotado procedente de la zona del Catatumbo.