Desplazados por 19 millones de pesos

      
Una familia desplazada le contó a VerdadAbierta.com cómo quedó atrapada en el conflicto entre las Águilas Negras y los Rastrojos en Chocó, luego de que los obligaran a transportar 19 millones de pesos.

 

Felicidad se refugió en la Zona Humanitaria para protegerse de sus perseguidores. FotoRevista Cambio.


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Las bandas criminales Águilas Negras y Rastrojos desplazaron a una familia campesina de la vereda Villa Luz, en Carmen del Darién, Chocó, luego de que fueron obligados a llevar 19 millones de pesos de una banda desde San José de Apartadó. Por el conflicto entre los dos grupos ya se fueron desplazadas 11 familias de esa vereda.

Felicidad, es la cabeza de hogar de una de las familias desplazadas, y contó que todo comenzó cuando los grupos armados llegaron a la región y empezaron a presionar a los campesinos para que tomaran partido por uno de los bandos.

Ella una colona, que era dueña de una parcela cerca a la población de Villa Luz, cultivaba con sus hijos plátano y otros productos de pancoger, además tenía la única tienda en los alrededores.

También era propietaria de una parcela en la vereda Caño Claro heredada de su padre, y tenía un apartamento en Apartadó, en el que vivían sus hijos mayores. 

Esta familia ya había sido desplazada a finales de 1996 por el asesinato del esposo de Felicidad a manos de la guerrilla. 

A finales de 1996 y principios de 1997 más de 15 mil personas fueron desplazadas en Curvaradó y el Bajo Atrato por temor a los combates entre el frente 57 de las Farc, el Ejército y las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Según informes de la Defensoría del Pueblo  la mayor parte de estos desplazamientos re registraron luego de que el Ejército iniciara una ofensiva contra la guerrilla conocida como “Operación Génesis”. (Ver informe aquí)

Desde 2000 varias familias del Bajo Atrato intentaron regresar a su tierra y recuperar lo que era suyo. Este proceso fue iniciado con tres comunidades de paz y creció hasta tener alrededor de 8 comunidades con estatus de zonas humanitarias. El Consejo Comunitario de Curvaradó también logró recuperar por las vías legales varias de las tierras con títulos comunitarios que habían perdido.  (ver Fiscalía ordena capturar a 24 empresarios por desplazamiento en Chocó).

En 2006, Felicidad regresó a su parcela luego de haber deambulado por varios pueblos del Chocó y Antioquia sin poder asentarse en alguno de ellos por no encontrar una actividad que le permitiera mantener a su familia.

Al momento de su regreso encontró que, a pesar de la desmovilización del Bloque Élmer Cárdenas, la región estaba bajo el control de un nuevo grupo armado ilegal conocido como Águilas Negras. Según contó a VerdadAbierta.com, las Águilas controlaban todo desde Playa Roja hasta Apartadó (en el norte de Chocó).

El primer encuentro
A principios de ese año llegó a Villa Luz un grupo de hombres armados que se identificó como de la guerrilla. Pero ese grupo de hombres empezó a quedarse en las hamacas que esta colona tenía colgadas a la entrada de su tienda, y a veces, según recuerda, le compraban víveres. Pero dudó que fueran de la guerrilla.

Poco tiempo después, los delincuentes le comentaron que en realidad eran parte de ‘Los Rastrojos’, bajo el mando de un hombre al que le decían ‘El Viejo’, y que tenían más de 50 combatientes más en el monte.

A uno de ellos le decían ‘Tabaco’. Según dijo a este paramilitar lo había visto antes con las ‘Águilas Negras’, pero se enteró de que se había salido de ese grupo y se había unido a los Rastrojos. “Desde que ellos llegaron pensé que la zona se iba a dañar”, dice Felicidad.

Sus problemas empezaron una mañana en la que uno de estos hombres le pidió que su hijo les fuera a hacer un ‘mandado’ a una población rivereña conocida como Brisas. Y además le pidieron plata prestada. Lo que hicieron en realidad fue enviar al menor a comprarles droga. Brisas es un puerto maderero en el río Curvaradó que está bajo el dominio de las Águilas Negras y es un paso obligado para ir desde su parcela hasta Apartadó.

El menor, que había rechazado en varias oportunidades unírseles, se vio obligado a ir por la droga. Le contó a VerdadAbierta.com que nunca había comprado marihuana y no sabía cómo conseguirla.

“En Brisas vendían droga, pero a mí me dio miedo comprarla allá porque estaban las Águilas, entonces les pedí a unos amigos que me ayudaran y les di los cien mil pesos. Ellos me trajeron una bolsita pequeña que metí en mi bota y me devolví a entregarla” contó el menor.

Una vez regresó el hijo de Felicidad, decidió enviarlo a vivir al apartamento que tiene en Apartadó y justificó su ausencia a una cita médica.

Los 19 millones de pesos
Sin tener a quien enviar a hacer sus ‘vueltas’, el grupo de ‘Los Rastrojos’ empezó a usarla como correo humano. Como ella tenía la costumbre de viajar constantemente a Apartadó para surtir su tienda y visitar a sus hijos mayores, los delincuentes la convencieron para que les trajera un dinero.

Allí comenzó su nueva odisea. Ella trató de negarse porque no podía dejar a sus hijos pequeños solo, pero los hombres le dijeron que ellos “los cuidaban”. Es decir que los retenían mientras ella iba al pueblo por drogas o por provisiones. Asustada aceptó. Sin embargo, para garantizar que no se escapara, ‘Tabaco’, que era el jefe de la cuadrilla, la obligó a dejarle la dirección de su apartamento en Apartadó.

Como era creyente, la mujer dejó a sus hijos “pidiéndole a Dios que no les pasara nada”.

Al llegar a Apartadó se encontró con que una mujer le había dejado 19 millones de pesos.  Felicidad tomó el dinero y al día siguiente, 11 de mayo, inició el regreso a su parcela. Siempre pensaba en la suerte de sus hijos en poder de los paramilitares. 

Pero, cuando estaba en Brisas la llamó ‘Tabaco’. “Me dijo que no le entregara la plata a nadie, que se había presentado un problema. Me pidió que me escondiera, que no contestara el teléfono, que lo esperara.  Ahí mismo me llamaron los Rastrojos y me dijo: ‘Tabaco’ se nos torció , no le entregue la plata que la mata, vengase con la plata a pie por la orilla del río que nosotros vamos a buscarla”.

Asustada por sus hijos pequeños y porque ‘Tabaco’ sabía donde encontrarla, dice que lo único que hizo fue rezar para calmarse. Según ella, escuchó una voz que le decía que pasara el río.

Fue cuando decidió dar a conocer la situación a la comunidad que se encuentra justo en frente al puerto de Brisas, la zona humanitaria de Camelias. 

La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, una Ong cristiana que hace acompañamiento a víctimas, la recibió y la protegieron mientras la Defensoría del Pueblo y la Policía, hacía un plan para sacar a ella y a su familia de la región.

Hombres del Ejército fueron por sus hijos, quienes al ver que no volvía, se habían escapado de los hombres armados, y refugiado en la casa de un pastor de la iglesia evangélica cercana a su caserío. Allí los encontraron los soldados.

Sin embargo y a pesar de tener protección, la siguieron intimidando. “La gente de (Comisión Intereclesial) Justicia y Paz les dijo que nadie con mi descripción había llegado, que se fueran”.  ‘Tabaco’ , Águilas y Rastrojos la llamaron constantemente amenazándola para que entregara el dinero, también llamaron a una de sus hijas. 

Las 11 familias de Villa Luz
Diez días después del desplazamiento de Felicidad y sus hijos, la Defensoría del Pueblo registró un desplazamiento masivo de 11 familias que huyeron de enfrentamientos entre Águilas Negras y Rastrojos. La mayoría de estas familias, según lo dicho por la Defensoría, se refugió cerca de la comunidad de No Hay Como Dios.

Según reportes de la Defensoría del Pueblo y la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, las comunidades campesinas y afrodecendientes de Curbaradó siguen en riesgos por los enfrentamientos entre las dos bandas criminales.