‘Diego Vecino’, uno de los pocos jefes paramilitares que no han sido extraditados, contó a la Fiscalía cómo se apoderaron de una docena de municipios, manejaron la Asamblea y hasta eligieron gobernador. Por Semana
bloque paramilitar de Montes de María y tenía como su lugarteniente al tristemente célebre Rodrigo Mercado Pelufo, ‘Cadena’, quien torturaba y descuartizaba a sus víctimas bajo un árbol de caucho en la finca El Palmar, en la carretera entre San Onofre y Rincón del Mar, a cuyos habitantes aterrorizó por años. Los paramilitares de Vecino entraron a Sucre con masacres horrendas, como las de Macayepo, Chengue, Chinulito, El Salado, entre 2000 y2001, desplazaron a decenas de miles de campesinos y sembraron la región de fosas comunes (en San Onofre estaban 42 de las 44 fosas halladas en Sucre en 2006 y 2007). Así, y con la complicidad de políticos y terratenientes locales, convirtieron el departamento en uno de los centros de la parapolítica en Colombia. Esto es lo que el jefe de ese grupo ha contado -con notorias omisiones- a la Fiscalía de Justicia y Paz.
Edwar Cobo Téllez, ‘Diego Vecino’, fue el jefe delA comienzos de 1999, cuando Diego Vecino asumió el mando político del Bloque Montes de María, con presencia en municipios de Sucre, Bolívar y Córdoba, Cadena controlaba Palmitos y San Onofre y era amigo de los alcaldes de esos pueblos, pero no existía un plan para usarlos en beneficio de la organización armada. En San Onofre, afirmó el exjefe paramilitar, “se sembró la primera semilla” de lo que llama “el proyecto político y social”, pues desde un principio, según él, tuvieron el respaldo de los alcaldes.
En la primera incursión de los paramilitares en política en Sucre, en 2000, sus candidatos perdieron en Tolú -codiciado por las regalías petroleras-, Toluviejo y otros municipios. Vecino le dijo a su lugarteniente ‘político’, Wilher Covo, que organizara una reunión en Rincón del Mar, en la que estuvieron él mismo, Cadena y cinco concejales, para que estos apoyaran la nueva administración de Tolú y el alcalde, a su vez, respaldara el proyecto de las AUC. Dice que la relación con el alcalde se volvió tan estrecha que lo llamaban ‘Comandante Totumo’. Igual ocurrió en Toluviejo. Además del terror impuesto mediante masacres e incursiones, los paramilitares tenían otras armas. “Teníamos maquinaria y los municipios no tenían nada -dice-. Había que hacer vías, las cuales también servían para que avanzara la guerra”.
Fue tal el control que cuando el alcalde de Tolú fue destituido, los paramilitares hicieron que el Partido Liberal incluyera en la terna a un mesero del Hotel Alcira, de propiedad de la familia del mandatario, y este fue el escogido por el gobernador Salvador Arana para reemplazarlo.
Vecino dice hoy a los sucreños que no se rasguen las vestiduras ni digan que fueron víctimas de la violencia de las AUC, que las cosas que se hicieron en Sucre fueron pactadas. “Algunos dirán que no se sentaron conmigo, pero se sentaron con mis hombres. Y mis hombres no solo me representaban para los vejámenes y los abusos”, afirma. Que hubo complicidades de todo tipo es innegable, aunque Vecino omite el terror con el que se abonó el terreno para esos pactos. Otros alcaldes que, según él, habrían estado bajo la égida de las AUC fueron los de Palmitos, Corozal, Sampués, Sincé, Coveñas y Ovejas, entre otros.
En 2003, Cadena tenía como candidato a Nelson Stamp Berrío, un abogado de San Onofre, padrino de uno de sus hijos y quien se encargaba de los procesos penales contra sus hombres. Obtuvo la mayor votación y fue presidente de la Asamblea. Covo propuso el nombre de Walberto Estrada, de la etnia de los zenúes, elegido por el Movimiento Cívico Indígena. Un tercer candidato fue Édgar Benito Revollo, diputado conservador y hermano de la parlamentaria Muriel Benito Revollo. No era cercano a Cadena y este no lo quería dejar hacer política en San Onofre, fortín de los Benito, para que su candidato no corriera riesgos, pero Vecino le dijo a Cadena que no le hiciera la guerra. También fue elegido.
Con esos tres diputados, comenzaron a ‘trabajar’ a otros para hacer una coalición y ‘convencieron’ -siempre según el relato del paramilitar a la Fiscalía- a nueve de los 14 diputados. La idea era tener una sola voz para controlar al gobernador, avalado por las AUC.
El paso siguiente era derrotar en la elección de contralor a Álvaro ‘el Gordo’ García, quien tenía una hegemonía consolidada. Las AUC propusieron, a través de Muriel Benito Revollo, a Rafael González. “Teníamos que darle al ‘Gordo’ García un poco de su propia medicina y amarrar a los diputados hasta el momento de la votación para que no los fueran a voltear”, cuenta Vecino. Los invitaron a un almuerzo en el apartamento de Cadena, en donde permanecieron hasta el momento de la votación, y fue así como impusieron al contralor departamental.
Tenían puesta la mira en las regalías. En Tolú eran controladas por el exalcalde Tulio Villalobos, a quien acusaban de colaborar con las Farc. Lo asesinaron y despojaron de sus bienes a su familia, que quedó en la ruina. A Rudolf Paffen, un ingeniero que tenía contratos por valor de 10.000 millones de pesos, lo secuestraron; en una finca en Urabá hicieron que apoderara a su esposa para hacer los cobros y lo desaparecieron. En adelante, cada vez que había un cheque, alias ‘el Negro’ Ricardo la iba a buscar, la llevaba a recoger el cheque en la Tesorería municipal y a cobrarlo en el banco. Ese dinero iba directamente a Vicente Castaño.
Cadena y Covo, según Vecino, terminaron manejando las regalías,. Estas habían pasado al departamento, y el gobernador era Salvador Arana, en cuya elección no incidieron en el año 2000, pero con quien hubo una estrecha colaboración (Arana, nombrado en 2003 embajador en Chile por el presidente Uribe, fue condenado en 2009 a cuarenta años de cárcel).
Durante la administración de Arana lograron controlar una docena de alcaldías y fueron decisivos en la elección de Jorge Anaya como gobernador, en 2004 (Anaya fue condenado, en 2009, a siete años y cinco meses de prisión). “El aval al gobernador Anaya se lo di yo”, sostiene Vecino, pero buena parte de la burocracia quedó en manos de Cadena y Covo, quienes comenzaron a consignar los recursos en cuentas personales. Según las declaraciones de Vecino, les entregaron la Secretaría de Educación, en la que nombraron a un cuñado de Cadena; la gerencia de la Lotería La Sabanera, en la que pusieron a un amigo de Covo, y el asesor jurídico departamental. Ubicaron sus ‘recomendados’ en las secretarías de Tránsito, Hacienda e Infraestructura, en la Corporación Autónoma de Sucre (Carsucre) y en el Instituto de Deportes. Celebraban los contratos con los municipios y el departamento con Coopsabanas, gerenciada por Humberto Frasser, jefe financiero del bloque. Cadena terminó peleando con Covo y Frasser, por las cuentas de Coopsabanas. Frasser fue asesinado en 2005 y Covo, en 2006, en Barranquilla.
Finalmente, cuenta Vecino, penetraron la Universidad de Sucre. “Copiamos el proyecto de Mancuso en la Universidad de Córdoba y logramos tener varios miembros en el Consejo Directivo, que eran Jáder Castillo, presidente de Asojuventud, y Jair Acuña Cardales, quien era líder estudiantil”, fue concejal de Sincelejo y es actualmente representante a la Cámara. Con los miembros del Consejo Directivo influyeron en la elección del rector y del vicerrector administrativo.
Lo último de lo que ha hablado el jefe paramilitar Diego Vecino, como todo un gerente, es de los ingresos y gastos del Bloque Montes de María. La principal fuente de ingresos eran los ‘impuestos al gramaje’ de coca en el golfo de Morrosquillo: 8.913 millones de pesos, entre enero de 2001 y junio de 2005; de las alcaldías le entraron 1.304 millones y de otras economías, que no especificó, pero que puede ser extorsión a ganaderos y comerciantes, 3.251 millones de pesos, para un total de 13.468 millones. Los gastos fueron la nómina de casi 700 hombres de los tres frentes, 8.763 millones; la alimentación de la tropa, 4.632 millones de pesos, y los sobornos a las autoridades, 1.413 millones. “Señor balance”, se diría. Ni más faltaba, con todo un departamento y sus políticos, a las buenas o a las malas, en el bolsillo. De eso, justamente, se trataba la parapolítica.
Por Revista Semana