El Bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas, al mando de Alfredo Berrío, ‘el Alemán’, está a un paso de sentarse a negociar con el gobierno.
En menos de 45 días todos los grupos de autodefensa que operan en Urabá podrían silenciar sus fusiles. Acaba de desmontarse el Bloque Bananero de las AUC y es posible que en enero los 1.000 hombres que integran el Bloque Élmer Cárdenas (BEC), que se había marginado de las negociaciones en Santa Fe de Ralito, entren en cese de hostilidades y sus jefes se sienten a dialogar con el gobierno del presidente Álvaro Uribe. Alfredo Berrío, conocido como ‘el Alemán’, máximo comandante de ese grupo de autodefensas, y Juan Rodrigo García Fernández, asesor político del BEC, filósofo de la Universidad de Antioquia y hermano de Carlos Mauricio García Fernández, alias ‘Doblecero’, jefe paramilitar muerto en mayo pasado, precisaron en entrevista exclusiva a SEMANA los alcances del contacto con el Ejecutivo.
SEMANA: ¿Qué posibilidad existe de que el Bloque Élmer Cárdenas (BEC) de las autodefensas inicie una negociación con el gobierno?
Bloque Élmer Cárdenas: Hemos tenido seis reuniones exploratorias con el gobierno. También hemos dialogado con la Diócesis de Apartadó y con el señor Sergio Caramagna de la OEA. No podemos decir que hay una decisión definitiva, pero las comunidades en las que hacemos presencia y el país deben prepararse para ello.
SEMANA: ¿Qué tan avanzadas están estas conversaciones?
BEC: Hay un modelo de negociación planteado y las posiciones de las partes se han hecho explícitas. Estamos definiendo con el Estado los sitios a los que debe acceder la fuerza pública para poder replegarnos y decretar un cese de hostilidades. Si eso se da, en un término no mayor de un mes, el BEC podría decretar el cese de hostilidades y, en contraprestación, el gobierno definiría la situación jurídica de la zona de encuentro con nuestros negociadores: dos comandantes militares, uno político y un asesor. La expectativa es que en enero podamos empezar la negociación.
SEMANA: ¿Hay ahora alguna cercanía de este proceso con el de las AUC?
BEC: Siempre hemos respetado el proceso de las AUC en Santa Fe de Ralito. En febrero del año pasado nos retiramos de la fase exploratoria porque creíamos que no estaban dadas las condiciones ni compartíamos la orientación que se le daba en ese momento a la negociación. Eso no quiere decir que nos opusiéramos a ese diálogo. La diferencia radicaba más en que nuestro bloque, situado en zonas de confrontación permanente con la guerrilla, no podía mantener un cesede hostilidades real, efectivo, total. Mientras estemos en límites con los frentes más activos y agresivos de las Farc, no podemos garantizar esa tregua. Ahora exploramos esas condiciones.
SEMANA: ¿Se comprometerán ustedes con un cese de hostilidades?
BEC: Es perentorio, de acuerdo con lo manifestado por el gobierno. Ellos conocen nuestras limitaciones para cumplirlo, teniendo en cuenta que nuestra tropa está en combate, hombre a hombre, con las Farc en el Darién y la frontera con Panamá y el occidente de Antioquia. Tratamos con el gobierno de que las Fuerzas Militares asuman responsabilidad en esos sectores para replegarnos a zonas donde podamos cumplir y haya verificación de la OEA.
SEMANA: ¿En algún momento se integran a la mesa de Santa Fe de Ralito?
BEC: En principio son procesos diferentes para realidades diferentes. Las comunidades donde influimos y de donde son nuestros hombres hacen que pongamos presente el manejo político de la negociación. La columna vertebral debe ser un proyecto social, de fuerte contenido agrario, que cambie las condiciones de vida de ellos y sea efectivo. Si sólo nos enfocamos en el desarme y en la solución jurídica inmediata para los combatientes, los esfuerzos quedan truncos.
SEMANA: Tres características fundamentales del proceso que quieren…
BEC: En lo militar, es imposible decretar un cese de hostilidades antes de un relevo de nuestros hombres por parte de las tropas estatales. En lo político sostenemos y requerimos que se nos reconozca, aunque no sea formalmente, como lo que somos: un grupo armado en el contexto de un conflicto interno, en los términos que establece el derecho internacional humanitario. En lo social, nuestro bloque es eminentemente campesino, no tiene confrontación ni procedencia urbana. Por tanto, la reincorporación de nuestros hombres no puede darse en 10 días concentrados en una finca. No se pueden redireccionar ni despachar a sus campos si no cambian las condiciones sociales.
SEMANA: ¿Cuántos hombres entrarían en este proceso y bajo qué modelo de concentración?
BEC: Mil hombres en armas. En principio no habría concentración de la totalidad de ellos. Debe definirse una zona de ubicación para los comandantes negociadores, donde se hablará con el gobierno. El cese de hostilidades de los demás frentes dependerá de que entre nosotros y la guerrilla se ubique el Estado. Y en cualquier momento el gobierno y la OEA podrán verificar el cese. Y así mismo, el Estado o la comunidad internacional deberían financiar a las tropas en tregua.
Urabá busca de nuevo la paz
La desmovilización de las autodefensas le recordó a la gente de Urabá que para conseguir la paz no basta con desarmarse.
El día que los 423 combatientes del Bloque Bananero de las autodefensas entregaron las armas en Urabá, muchos habitantes recordaron una ceremonia idéntica que se celebró hace 14 años. En ese entonces los guerrilleros del EPL entregaron sus fusiles y en la región se respiraba un ambiente de optimismo por la paz que se avecinaba, después de una década de muertes y guerra. Pero la alegría no duró mucho. En pocos meses, más de 300 de sus militantes habían muerto en una guerra desatada por las Farc contra los desmovilizados. Muchos de quienes sobrevivieron tuvieron que abandonar la región, mientras otros buscaron refugio en los grupos paramilitares, que empezaban a hacer su arribo a la zona y que a la vuelta de una década crecieron y se expandieron desde allí al resto del país.
“El Estado y el gobierno no se pueden dar el lujo de permitir que por segunda vez un proceso sufra la experiencia negativa de hace 14 años, cuando dejamos las armas”, dice Aníbal Palacio, ex dirigente del EPL y ex alcalde de Turbo. A Palacio, como a muchos habitantes de Urabá, lepreocupa el retorno de la guerrilla. Se habla de que las Farc tienen una estrategia para reocupar territorios sin ‘castigar’ a la población por haber aceptado y convivido con las autodefensas. Hace pocos días varios guerrilleros llegaron a un poblado conocido como Arcuas, entre Turbo y Apartadó, donde les quitaron los radios de comunicaciones y las pistolas a dos informantes civiles. Contrario a su implacable costumbre, no los fusilaron sino que los dejaron ir con un mensaje para sus vecinos: “Somos las nuevas Farc”.
Siel gobierno no refuerza sus efectivos y si descuida a los combatientes recién reinsertados, Urabá puede repetir su historia de violencia. Más aun cuando el desempleo y la pobreza han disparado las cifras de delincuencia común en la zona.
El empresario Luis Ignacio Guzmán Ramírez dice que no basta con que el gobierno garantice la contención militar de la guerrilla, sino que se debe impedir la aparición de nuevos grupos de seguridad particular que no estén bajo el modelo de las empresas de vigilancia privada. Además, Urabá tiene que borrar las Convivir o cualquier cosa que se les parezca, dice. Guzmán, junto con otros empresarios, lidera el proyecto Empresarios por la Paz, que asesorará y participará para que los reinsertados saquen adelante iniciativas empresariales de carácter asociativo.
Entre los combatientes reinsertados no se oculta la preocupación de que el gobierno incumpla con la protección y las oportunidades de trabajo y estudio que les prometió. Federico, un desmovilizado, no tenía plata ni para un refresco el día que entregó su fusil, y su madre, feliz de volver a encontrarse con el muchacho, se lamentaba de que en la casa no había mercado para recibirlo. “Hay voluntad de sobra, pero si nos están dejando matar o si nos dejan abandonados, sin trabajo, habrá que volver a las armas”.
Publicado en SEMANA, Fecha: 29/11/2004 – Edición 1178