Complicaciones en el partido de la U

      
El maremoto de la semana golpeó con fuerza al partido de La U. Hubo divisiones, disputas y hasta conatos de retiros y expulsiones. ¿Lograrán mantener el barco a flote?

La U, partido que surgió inspirado en la figura y en el muy conocido apellido del presidente Álvaro Uribe y que fue el más claro apoyo para su reelección bajo la dirección del hoy ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, está a punto de naufragar. Parece una vieja carabela por cuenta de dos grandes cañonazos que la impactaron esta semana.

Cuando ya se sentía que al barco le faltaba capitán para timonear en las aguas turbias de la coalición gobiernista, llegó el maremoto. Se conoció la ordende captura contra el senador Jairo Merlano por supuestos vínculos con los paramilitares. Lo que generó una pelea interna por el procedimiento que el partido debía surtir para enfrentar el lío. Unos decían que debía ser expulsado, y otros, que era preciso esperar las decisiones de la justicia. Al final ganó la posición intermedia de suspenderlo, pero la estantería tambaleó y hasta se llegó a hablar de disolución.

El lunes se hizo público el rumor de que sus tres más destacadas figuras de opinión, Martha Lucía Ramírez, Gina Parody y Armando Benedetti, pensaban saltar del barco. Esto polarizó a los congresistas del partido y generó duros reproches hacia éstos. El partido de La U, que es el partido de ‘U’, ese que durante la campaña por la reelección le dijo ¡Adelante Presidente!, estaba a punto de desmoronarse. Un partido que se dijo reemplazaría a los partidos tradicionales, se sacudía en sus primeros pasos con una crisis de amistades peligrosas, que estaba advertida. La inclusión de parlamentarios con dudosas relaciones fue motivo de escarnio público en febrero, y entonces las vestiduras se rompieron. Unos salieron al baile de los renegados y ‘purgados’, pero a la lista le interesaba sumar votos y votos y más votos, así que no miró más allá de lo más sonoro. Ser mayoría y tener más que su competencia fueron los remos que impulsaron el veloz arribo al puerto seguro del Capitolio.

En La U se prevé que más de sus miembros resulten involucrados en el escándalo. Y dan por hecho que no sólo para este partido, sino para todos sus

partners de coalición, y hasta la oposición, vienen vientos huracanados. Pero desde ya saben también que después de la tempestad llegará la calma y hoy con cabeza fría empiezan a diseñar cómo salvarán a La U, del naufragio. “El martes el tren estaba descarrilado, pero gracias a una reunión que tuvimos ese mismo día y en la que se aclararon varios malentendidos, recuperamos el rumbo. Es que La U está siendo víctima de francotiradores externos e internos”, le dijo a SEMANA Luis Guillermo Vélez, su copresidente.

Salirse del partido en busca de otro ya no es posible. La reforma política que entró en vigencia en esta legislatura no permite que quienes sean elegidos por un partido entren a otro. Tampoco les permite a los otros partidos recibir gente que tenga su aval comprometido en otras colectividades. Por tanto, los de La U no tienen para dónde más coger y por eso a los que pensaron saltar del barco les tocó quedarse a bordo. No es igual la situación para los que empiezan a ver en la salida de los congresistas investigados la oportunidad de entrar al Congreso. Más de uno estará haciendo cuentas con sus votos a ver si la Corte, indirectamente, les da la anhelada curul que no consiguieron en marzo. Esta situación, que no será sólo de La U, creará mayores tensiones y divisiones en los partidos. Pero la cosa no para ahí. Porque no sólo se crean oportunidades para los que podrían graduarse de congresistas, sino para los que se quedaron sin cuotas de ‘participación’ en el gobierno, que verán vacantes las de los cuestionados. ¿O será que el gobierno deja en los cargos, diplomáticos por ejemplo, a las cuotas o familiares de los congresistas investigados?

Otro punto es que aún es temprano para tomar decisiones tan drásticas como desbaratar el partido. Aún no hay condenas y no se sabe hasta dónde va a llegar la Corte Suprema de Justicia en sus investigaciones. Además porque a ese paso acelerado de los hechos de esta semana, todos los partidos podrán terminar salpicados.

Así las cosas, el plan de salvación de La U empieza su marcha. “Es la guerra entre si dejar que el partido se vuelva lo que fue el Partido Liberal en sus más malos tiempos, o se renueva”, dijo uno de sus miembros que prefirió el anonimato. Y para resolverlo tendrán que responder primero algunas preguntas que se han quedado sin respuesta. La primera, quién tomará el timón. Ya es evidente que la actual fórmula de una codirección no tiene el agarre que necesita el partido para mantener la unidad y la coherencia política. En pocas semanas será su congreso interno, en el que deben elegir el presidente, pero muchos personajes ya lo han rechazado y en medio de esta crisis será aun más complicado que acepten medírsele al potro, más cuando se sabe que el que manda allá es el mismo presidente Uribe.

Otra de las definiciones será la conformación y las funciones del muy mencionado comité de ética que debió haber empezado ya sus labores, pero al que hasta el momento no se le ha visto actuar. En un momento como el que se avecina, será necesario que agudice sus procedimientos y los haga visibles a todos sus afiliados. Muchos están llenos de esperanza porque ven que la plataforma ideológica se está fortaleciendo y anuncian que en las últimas semanas la estructura regional del partido ha crecido. Ya existen 80 directorios en Antioquia y acaban de inaugurar una decena en otras partes del país, entre ellas Bogotá, el Eje Cafetero y Casanare.

A La U se le vienen encima también las elecciones regionales en donde estarán a prueba los nuevos partidos y la ley de bancadas. Y adicionalmente, esta crisis obligará a ser extremadamente cuidadosos a la hora de las alianzas y las coaliciones municipales y departamentales para Alcaldías y Gobernaciones.

Los problemas, en síntesis, son de dos tipos. Unos, estructurales, tienen que ver con su origen: la construcción de una nave capaz de navegar durante los tormentosos tiempos de la campaña, y cumplir los requisitos de la leypara llevar al Congreso a sus listas de candidatos. De allí a la consolidación de un partido con vocación de largo plazo y con un programa más sofisticado que el simple apoyo a la reelección de Uribe, había un largo trecho, que aún no se ha recorrido. Luego surgieron los líos de la contaminación de algunos de sus miembros con el escándalo de la narcopolítica. La situación es crítica. Sus rivales y sus críticos creen que el barco se hunde, pero los capitanes creen que si pasan la tormenta, quedarán en condiciones apropiadas para una larga marcha. No se sabe cuáles son los designios de los astros. Ni hasta dónde el gran timonel se juega por mantener un rumbo seguro.

Publicado en SEMANA, Fecha: 11/18/2006 – Edición 1281