Abogado y defensor de los derechos humanos, Umaña representaba los familiares de los desaparecidos del Palacio de Justicia cuando fue abaleado en suoficina en 1998.
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José Eduardo Umaña Mendoza nació el 22 de noviembre de 1946 en Bogotá en una familia humanista, de intelectuales con fuerte compromiso social.
Su padre Eduardo Umaña Luna, abogado penalista y uno de los fundadores de la facultad de Sociología de la Universidad Nacional con Orlando Fals Borda y Camilo Torres, defendió presos políticos y escribió La Violencia en Colombia, el primer libro que estudia el conflicto político y social de los años cincuenta.
José Eduardo contó en una entrevista que su padre, cuando le regaló el Quijote, le dijo que fuera más que Quijote que Sancho Panza, que nunca fuera Sancho Panza
Amante de Beethoven, Mozart y Pablo Neruda, recibió el título de doctor en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Libre en 1976. Fue profesor de varias universidades, investigador en derecho penal, asesor legal de la Acnur, miembro del consejo ejecutivo de la Organización Mundial Contra la Tortura y juez internacional del Tribunal Permanente de los Pueblos.
El día de su sepelio el jesuita Javier Giraldo recordó que: “desde su muy temprana juventud, José Eduardo hizo opciones fundamentales en su vida. No escogió el camino de la riqueza y el poder, al cual pudieron invitarlo, halagadoramente, sus brillantes dotes intelectuales y sociales”.
Se casó con Patricia Hernández, con quien tuvo dos hijos, Camilo Eduardo y Diana Marcela. Pero José Eduardo invertía gran parte de su tiempo leyendo expedientes, analizando sentencias y pensando la defensa de presos políticos, sindicalistas, marginados y víctimas de violaciones de los derechos humanos. Era considerado como uno de los mejores penalistas del país.
Camilo, el hijo de Eduardo Umaña, le dijo a VerdadAbierta.com que su padre le dejó un norte ético, la honestidad de ser coherente, de luchar contra las dificultades, “es una fuerza de vida para buscar un cambio en uno mismo y en la sociedad”.
Entre sus casos más emblemáticos, Eduardo Umaña se encargó de las víctimas del genocidio contra la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano. Interpuso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una demanda contra el Estado colombiano por su responsabilidad y participación en los crímenes contra la UP.
Umaña Mendoza también asumió desde 1985 la defensa de las familias de los desaparecidos del Palacio de Justicia. El abogado siempre sostuvo que el Ejército capturó civiles en el Palacio de Justicia, los interrogó, los torturó y los desapareció. Hasta su último día Umaña luchó por tipificar el delito de desapariciónforzada, tesis que muchos años después tiene en juicio al ex coronel Alfonso Plazas Vegas, encargado del operativo para la recuperación del Palacio de Justicia.
El penalista defendió sindicalistas de Telecom, de la ETB y de la USO. En el caso de la USO, en diciembre de 1996, 12 integrantes del sindicato de Ecopetrol fueron acusados de colaborar con el ELN para colocar bombas en los oleoductos. Umaña demostró que la Fiscalía, aprovechando la justicia “sin rostro”, “clonaba” los testigos. Estos declaraban, bajo diferentes identidades, varias veces en los mismos casos. Así lo dejaba en evidencia que hubiera una misma huella dactilar en todos los expedientes. Todos los acusados fueron liberados.
En sus últimos meses de vida Umaña Mendoza decidió revivir el caso del magnicidio del caudillo Liberal Jorge Eliécer Gaitán, asesinado el 9 de abril de 1948. Según sus amigos, Umaña pensaba que ningún crimen debía quedar en la impunidad.
Algunas semanas antes de su asesinato, Eduardo Umaña Mendoza informó personas de confianza dentro de la Fiscalía que había un grupo de personas que estaba organizando su asesinato, entre los que creía que había miembros de la Brigada XX del Ejército, del CTI y de los servicios de seguridad de Ecopetrol.
El 18 de abril de 1998 dos hombres y una mujer haciéndose pasar por periodistas entraron en la oficina de Eduardo Umaña en Bogotá. Después de inmovilizar a su secretaria, trataron de secuestrar a Umaña, pero ante la resistencia del abogado, le dispararon y lo asesinaron. Tenía 52 años.
“La eventualidad de una muerte violenta, no pudo tomarlo por sorpresa. Tal posibilidad, no solo estaba presupuestada en su inventario existencial, sino que progresivamente se convertía en un riesgo cada vez más inminente”, recordó el padre Giraldo.
Camilo Umaña Hernández, el hijo de Eduardo Umaña, recitó 10 años después del asesinato de su padre:
Los noventas huelen a humo de silenciador. Silenciador de bala, de calle, de pasamontañas, de orejas, sentidos, ojos, de niños y ancianos.
Los dos mil, saben salado lágrima, cansado desplazado, dormido conciencia.
Diez años con humos que obscurecen los horizontes y sinsabores que apestan las voces. Diez años de nuevos viejos caminos a los olvidos. Nuevo siglo que no es el mismo pero es igual; nuevo siglo con más cruces, más agonías.
Diez razones que son más de mil siendo sólo tres: verdad, memoria, justicia.
En marzo de 2006 la Alcaldía de Bogotá bautizó “José Eduardo Umaña Mendoza” un colegio en Usme para 3.600 estudiantes. En la inauguración el padre del asesinado dijo: “Mi hijo era un hombre emotivo, franco, bastante iluso con el país, se expuso demasiado hasta que lo mataron. Eduardo fue un hombre grosero, altanero, erguido, inteligente y no humilde como su papá”.
El epitafio de su tumba reza: “Más vale morir por algo que vivir por nada”.
La justicia
Después del asesinato la investigación puso en evidencia el papel de miembros de las fuerzas armadas y del CTI de la Fiscalía. Pero a raíz de un “testimonio espontáneo” la investigación se reorientó hacia cinco acusados cuyos cargos, según la familia de Umaña, eran sumamente frágiles. Esto llevó el Tribunal a absolver los cinco acusados.
El caso permanece abierto en la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía en Bogotá sin que ninguna diligencia haya llegado a algún resultado significativo.
Diez años después del asesinato la familia de Umaña preguntó en la Procuraduría si algún agente estatal estaba vinculado a la investigación. Por toda respuesta les dijeron que “no se encontró registro al respecto”.
La verdad
En una versión libre en abril 2009 Salvatore Mancuso reconoció que el asesinato de Eduardo Umaña Mendoza había sido planeado por algunos cabecillas de las autodefensas, entre ellos Carlos Castaño, en la finca La Marranera.
Salvatore Mancuso está ahora extraditado en Estados Unidos y Carlos Castaño fue asesinado por los paramilitares.
También han habido declaraciones por fuera de Justicia y Paz, como la de Francisco Villalba, ex jefe paramilitar en Antioquia que fue asesinado en abril de 2009. Villalba dijo que cuando se entregó a la Justicia en 1998, le anunció al CTI que iban a asesinar a Umaña, pero que no se tomó ninguna precaución.
Reparación
La familia de Umaña no participa en Justicia y Paz, tampoco han pedido indemnizaciones pues “nuestro principal interés no es la reparación, buscamos verdad y justicia más que una compensación económica”.