Escrito por: Por: Co.marca Digital – Universidad del Cauca | www.comarcadigital.com

En esa zona del país promueven una apuesta autónoma y política desde el enfoque indígena y afro en la construcción y ejecución de las iniciativas del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial, con el fin de que se incorporen los planes de vida y etnodesarrollo de las comunidades.

“La cosmovisión de los grupos étnicos está enfocada en la conservación de nuestra tierra, de los bosques, del río. En la construcción de paz es importante que Colombia tenga una visión más amplia de país y considere a los indígenas y a los afros como sujetos de derecho. Cuando eso ocurra habrá paz, reconciliación y armonía”, dice Alexandra Ordóñez Caicedo, lideresa del consejo comunitario de la Cordillera Occidental de Nariño, (Copdiconc).

En el Acuerdo de Paz firmado con la antigua guerrilla de las Farc se reconoció que los pueblos étnicos han contribuido a la construcción de una paz sostenible y duradera, así como al progreso y al desarrollo económico y social del país.

Asimismo se admitió que han sufrido condiciones históricas de injusticia producto del colonialismo, la esclavización, la exclusión y el haber sido desposeídos de sus tierras, territorios y recursos, y se dejó constancia de que han sido afectados gravemente por el conflicto armado interno.

En consecuencia, se planteó que se deben propiciar las máximas garantías para el ejercicio pleno de sus derechos humanos y colectivos en el marco de sus propias aspiraciones, intereses y cosmovisiones.

Y uno de los escenarios en el que se reflejó esa petición fue en el de la construcción colectiva de propuestas para incluirlas en el Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) Alto Patía y Norte del Cauca, una de las 16 regiones en las que se aplica esta iniciativa, pactada en el Acuerdo de Paz.

En las discusiones sobre las iniciativas que deberían incluirse en este PDET, guiadas por la Agencia de Renovación del Territorio (ART), se contó con espacios autónomos en los que se incorporó la perspectiva étnica y cultural a través de las dinámicas propias y cotidianas de las comunidades.

Calles de Policarpa/ Foto tomada de Radio Nacional.

“Más que tener una propuesta para la implementación del enfoque étnico, fue un acuerdo con las comunidades”, aclaró Esneider Rojas, quien hizo acompañamiento desde la ART, y agregó que en el proceso de construcción del PDET en el Alto Patía y Norte del Cauca se buscó garantizar la articulación del plan de vida y el plan de etnodesarrollo de las comunidades indígenas y afros.

Esos planes, que se trazan a largo plazo, son realizados mediante un riguroso ejercicio de planeación colectiva y de participación democrática que se viene realizando desde hace décadas. En ellos se recogen el sentir de las comunidades, sus principales necesidades, sus apuestas en términos de proyectos, no solamente productivos, sino también culturales.

En su apuesta colectiva de construcción territorial, gobierno propio, autonomía y fortalecimiento de sus principios, los planes de vida y de etnodesarrollo no sólo se constituyen en las columnas de la vida cotidiana de las comunidades, también proponen el horizonte político hacia donde pretenden caminar las organizaciones indígenas y afro.

“El PDET es el primer ejercicio de planificación institucional del Estado; no era el primer ejercicio de planificación que hacían las comunidades. Por eso, los planes de vida y de etnodesarrollo no fueron insumos del PDET, sino que el PDET fue un insumo para estos planes, era invertir la lógica”, dijo Rojas.

En marcha

“En nuestro consejo comunitario, Copdiconc, tenemos poblaciones muy vulneradas, en el sentido de que hay lugares que no tienen escuela, necesidades básicas insatisfechas, que tenemos que caminar mínimo 10 horas para llegar a las comunidades de los consejos comunitarios y a lugares donde no hay carretera ni acceso a carros”, detalló Ordóñez, vocera del consejo comunitario del corregimiento de Sánchez y agregó que “el Estado nos tiene muy abandonados”.

“Nuestro plan de etnodesarrollo lo que busca es recoger todo eso, algo muy parecido al proceso del PDET, y mirar qué cosas se van a ir desarrollando poco a poco, a medida de lo que se puede; todo va de acuerdo a nuestra visión, nuestra cultura, nuestras costumbres, enfocado en el rescate de la identidad cultural y en el fortalecimiento de esa identidad”, explicó la lideresa.

A partir de la metodología de la ART, el Consejo para el Desarrollo Integral de las Comunidades Negras en la Cordillera Occidental de Nariño, trazó la “ruta étnica de Copdiconc” con el fin de garantizar que dentro de los PDET quede incluido todas las necesidades de las comunidades, como su plan de etnodesarrollo y por eso se hizo el trabajo de armonización de los pilares y los espacios interculturales, de acuerdo con la cosmovisión de las comunidades, a su sentir y a la visión que tienen del desarrollo.

Una vez cumplida la armonización, se socializó con funcionarios locales y regionales de la ART, lo que condujo a unas rutas de concertación que, para Ordóñez, fue un ejercicio dinámico porque la metodología fue muy flexible para las comunidades étnicas y se iba ajustando a sus necesidades.

“La ruta que se trazó fue flexible, garantizando la participación y mirando qué es lo bueno para cada comunidad. Lo que nos caracteriza es que somos muy empoderados en normatividad afrocolombiana y en procesos comunitarios. Con todas las comunidades étnicas hubo una armonización de planes, por ejemplo: el plan de etnodesarrollo de esas organizaciones se articulaban con los 8 pilares PDET”, resaltó la mujer.

Haga clic en la imagen para ver la infografía en mayor tamaño. Crédito: Leonardo Bravo – Co.marca.

Ordóñez insistió siempre en respetar el plan de etnodesarrollo y articular las visiones del territorio con los distintos procesos, reconociendo la independencia de lo étnico respecto de las comunidades campesinas, aunque compartan con ellas algunos municipios: “Esto permite que haya un mayor reconocimiento de las comunidades campesinas hacia las comunidades étnicas, que reconozcan y respeten nuestros derechos. A raíz de todo esto se dio un reconocimiento a los consejos comunitarios en el caso de los de la cordillera”.

¿Información contradictoria?

A pesar del trabajo de las comunidades en el PDET Alto Patía y Norte del Cauca, el avance en la implementación del Acuerdos de Paz ha sido poco, especialmente en lo referente al capítulo étnico. Así lo registró el tercer informe de seguimiento presentado el pasado 8 de abril por el Instituto Kroc de Estudios Internacionales para la Paz de la Universidad de Notre Dame.

Con corte a febrero 28 de 2019, en ese informe se advierte que “si bien la Instancia Especial de Alto Nivel con pueblos étnicos (IEANPE) está activa, no cuenta con las condiciones mínimas para su funcionamiento”.

Además, asevera que uno de los principales temas pendientes es “implementar efectivamente el enfoque transversal étnico garantizando la participación efectiva y consulta de las comunidades y organizaciones representativas de los pueblos étnicos”. De igual manera sugiere que es necesario “fortalecer los sistemas de protección propios de los pueblos étnicos, como la guardia indígena y la guardia cimarrona”.

A finales de febrero de este año, antes de conocerse la evaluación del Instituto Kroc, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) anunció en su portal web un hecho que calificó como “un hito” y denominó “histórico acuerdo con todos los grupos étnicos para el Plan Nacional de Desarrollo 2018 -2022”.

Municipio de Cumbitara/ Fotografía tomada de Gobernación de Nariño.

Se trataba de la concertación y protocolización de 239 acuerdos con comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras en temas como salud, género y diversidad, territorio, medio ambiente, iniciativas productivas, minería, fronteras y cooperación internacional, desarrollo económico, derechos humanos, víctimas, tecnologías de la información y la comunicación, y vivienda e infraestructura, entre otros.

Al respecto, el DNP afirmó que “las estrategias y componentes han sido concertadas y tienen como escenario cada una de las dimensiones o ejes en que cada grupo étnico concibe su desarrollo”, y anunció que la inversión para las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras será de 19 billones de pesos.

No obstante, las críticas que sectores de la oposición al gobierno de Iván Duque que se han hecho al Plan Nacional de Desarrollo, radicado en la primera semana de febrero en el Congreso y aún están en proceso de debate y aprobación, se centran en que no son claros los recursos que allí se destinan para la implementación del Acuerdo de Paz.

Así las cosas, los críticos advierten que se estaría contrariando el Acto Legislativo 01 de 2016, que, en su artículo tercero, se refiere a la inclusión en la Constitución Política de un artículo transitorio denominado Plan de Inversiones para la Paz.

De acuerdo con esa norma, “el Gobierno Nacional durante los próximos veinte años incluirá en el Plan Plurianual de Inversiones del Plan Nacional de Desarrollo, un componente específico para la paz priorizando los ciudadanos y las entidades territoriales más afectadas por la pobreza rural, las economías ilegales, la debilidad institucional y el conflicto armado. Estos recursos serán adicionales a las inversiones ya programadas por las entidades públicas del orden nacional y territorial y se orientarán a cerrar las brechas sociales, económicas e institucionales en dichas entidades territoriales”.

Cordillera Occidental/ Fotografía tomada de flickr.com.

Ante esos cuestionamientos, el actual gobierno nacional se defiende argumentando que los dineros para la implementación están incluidos de manera transversal, aunque no haya en el capítulo del Plan Plurianual de Inversiones una sección específica para la paz.

Esa ambigüedad inquieta a las comunidades del norte de Nariño, que como el consejo comunitario del corregimiento de Sánchez, participaron activamente en la construcción de los PDET y se generaron altas expectativas sobre su ejecución.

“De lo étnico esperamos que haya un capítulo con este enfoque ya que hasta ahora, en el Plan Nacional de Desarrollo, no se ha hecho de forma específica”, afirmó la lideresa, quien a pesar de las dificultades que se vislumbran está convencida de que los PDET son una oportunidad que tienen para tener un futuro mejor, rescatar su cultura y lograr que todas las veredas y comunidades sean atendidas de forma integral, con escuelas, educación, centros de salud, seguridad, apertura de vías y reconocimiento. “Soñamos con que todo lo que sea etnodesarrollo se cumpla algún día. Esperamos que el gobierno no nos defraude”.