“El guerrillero está preparado para tomar decisiones”: ‘Carlos Antonio Lozada’

      

Este jefe de las Farc asegura que, como organización, la desmovilización del grupo alzado en armas sería colectiva y de igual forma definirían su futuro ya sin armas. Entrevista especial para VerdadAbierta.com realizada por Fabiola León Posada, corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, defensora de la libertad de expresión.

marcos calarca‘Carlos Antonio Lozada’, miembro de las Farc que lideró por parte de la guerrilla la Subcomisión Técnica de Fin del Conflicto armado, que fijó las normas del cese al fuego y de concentración. Foto: archivo Semana.

“El país y los periodistas y todo el mundo no conocen realmente a las Farc”, sentencia Julián Gallo Cubillos, alias ‘Carlos Antonio Lozada’, uno de los más emblemáticos jefes de la guerrilla de las Farc. A su juicio, se desconoce no tanto su proyecto político y militar, sino su nivel de compromiso individual y colectivo. “¿Por qué es tan difícil entender eso?”, se pregunta.

Hablando desde los llanos del Yarí, una emblemática región entre los departamentos de Meta y Caquetá, ‘Carlos Antonio Lozada’ habló extensamente sobre lo que se viene para las Farc luego de 52 años de intensa confrontación armada contra el Estado, que generó graves afectaciones en la población civil, y lo que comienza para ellos a partir del cierre de su Décima Conferencia Nacional Guerrillera y la firma del acuerdo final el próximo 26 de septiembre en Cartagena.

Convencido de su “causa”, este jefe insurgente reitera que los guerrilleros se están preparando para asumir el reto que significa para ellos la dejación de armas, el regreso a la legalidad y constituirse en movimiento político sin armas y siguiendo las reglas de juego constitucionales y lo pactado con el gobierno nacional en La Habana, tras cuatro años de intensas negociaciones.

“El reto que tenemos en el inmediato futuro es cómo conducimos ese proceso, de preparación para la reincorporación. De manera que el guerrillero y la guerrillera tenga después la capacidad de decidir individualmente, eso va requerir, va demandar un tiempo”, asegura ‘Lozada’, dando pie para iniciar una extensa entrevista, de la cual reproducimos sus apartes más significativos.

Fabiola León Posada (FP): Pero, ¿cuáles son los planes que tienen ustedes?

‘Carlos Antonio Lozada’ (‘CAL’): Esa pregunta que usted me hace es la pregunta digamos en boca hoy en día de todos los periodistas y de todo el mundo. Y equivocadamente creen que es una limitación, que es una incapacidad de nosotros para tomar decisiones. Y me parece que esa es una conclusión equivocada, errada. El guerrillero está preparado no solamente para tomar decisiones, sino que todo el tiempo las vive tomando y bajo situaciones de presión extrema y las resuelve favorablemente la mayoría de las veces.

Ahora, ¿qué es lo que se viene? El proceso de reincorporación. Nosotros desde el comienzo tuvimos claro que cuando se llegara este momento la propuesta nuestra iba ser de carácter colectivo. De ahí partimos. ¿Por qué de carácter colectivo? Entre otras cosas porque a nivel del mundo no hay un solo proceso de reincorporación de combatientes que haya sido exitoso. Ese es un reto que tenemos nosotros y no solamente los farianos. Digamos el país y en buena medida la comunidad internacional que ha acompañado todos estos procesos.

(FP): ¿Y desde dónde piensan partir para iniciar ese proceso de reincorporación a la vida legal?

(‘CAL’): Tenemos que partir de la esencia nuestra y es que las Farc es, desde su propia fundación, desde su origen, una organización fundamentalmente conformada por campesinos y por eso ese carácter colectivo. A la reincorporación nosotros le agregamos que debe darse en los territorios donde históricamente hemos estado. ¿Por qué? Si usted coge cualquier unidad de las Farc, el Frente 16 del Vichada o Frente 40 que opera en los municipios de Uribe y Mesetas y hacemos una estadística, no es muy lejano que entre el 70 por ciento y el 80 por ciento de los combatientes son oriundos de esa región. Es decir, las Farc está estructurada de guerrillas locales.

(FP): ¿La idea entonces que usted sugiere es que los guerrilleros se queden en sus zonas de origen en su proceso de reincorporación?

(‘CAL’): Somos un proyecto política-militar a nivel nacional, pero somos también guerrillas locales, que se han dado ahí en esos territorios. Luego, ese proceso, se puede dar con mejores posibilidades de éxito en la medida en que esos combatientes que son oriundos de ahí se queden ahí. Porque ahí tienen su familia, ahí tienen las comunidades donde vivieron, luego ahí es más factible que se de ese proceso de integración con la sociedad, que puede generarse a partir de allí proceso productivos de carácter colectivo.

La propuesta que le presentamos al gobierno para diseñar toda esa etapa de la reincorporación parte de ahí: que sea en los territorios, que sea de carácter colectivo y que en el caso de los proyectos productivos – a menos que la persona, a menos que el combatiente no esté de acuerdo – se dé en forma de cooperativas, como una forma de garantía, digamos, de que esos procesos puedan tener una sostenibilidad, que sean sustentables también en el tiempo y, sobretodo, que garanticen las posibilidades de una vida digna para el combatiente.

(FP): ¿De qué depende el éxito de este proceso?

(‘CAL’): Nosotros estamos claros, como Dirección de las Farc que, en buena medida, los resultados de ese proceso de reincorporación dependen del éxito de nuestro proyecto político. No desconocemos la responsabilidad que tenemos no solamente con el país en la consolidación del proceso de paz y con la sociedad colombiana, sino también con los miles de muchachos y muchachas que le han puesto el pecho a esta confrontación, que nos han acompañado, que han seguido las orientaciones nuestras. Como Dirección estamos claros que buena parte del esfuerzo de los cuadros nuestros, en la primera etapa, no es dedicarse enteramente a un proyecto político, sino a garantizar que ese proceso de reincorporación se dé y se de exitosamente.

Paranosotros sería desastroso que un solo combatiente quede por ahí botado sin ninguna posibilidad digamos de garantizarse una vida digna. En los primeros puntos de la agenda no pedimos nada para los guerrilleros, pero en el tema de la reincorporación sí decimos que se debe hacer un esfuerzo muy grande, ya no solamente para como nosotros como organización o para los guerrilleros como individuos, sino también como parte de la sociedad colombiana.

(FP): ¿En su organización existen las potencialidades para lograr que todos esos guerrilleros y guerrilleras que dejarán sus armas puedan, efectivamente, reincorporarse a la vida legal y asumir su vida sin armas?

(‘CAL’): Cualquier actividad que se nos plantee estamos seguros que la gente nuestra tiene muchas capacidades y posibilidades. Es cuestión de abrirles esas perspectivas y seguramente que en un lapso de tiempo relativamente corto los guerrilleros y las guerrilleras van a tener la posibilidad de definir con mucha claridad, con mucha madurez y con mucha certeza su camino. Ahoritica no lo ven porque venimos de una guerra, de un medio, de unas condiciones sumamente difíciles, donde la actividad nuestra era esencialmente la guerra y hasta ahí. Tenemos clara la perspectiva política, la idea de país, de nación que queremos construir, pero nadie se ha sentado a pensar, porque no estaba las condiciones, en el futuro como individuo.

En la guerra los espacios de combate son mínimos. ¿El resto del tiempo en qué se gasta? En la preparación para el combate, pero en el caso nuestro también en la preparación y formación política, ideológica. Y también en ese trasegar nuestro se desarrollan una serie de capacidades para construir, para diseñar. Un buen ejemplo que es cómo nosotros, en un lapso de tiempo relativamente corto en el escenario de La Habana, partiendo de una realidad de desconexión casi que total con lo que son los medios hoy en día y con lo que es digamos el manejo de la información, logramos rápidamente formar un equipo – que uno no dice que sea lo mejor –, y desarrollar un trabajo importante en esto de la comunicación.

(FP): Cuando usted me dice que van a mirar en algún momento la parte individual, ¿hasta dónde les sirve a ustedes irse por ese lado si funcionan efectivamente como comunidad? Es un riesgo en parte…

(‘CAL’): No hay una contradicción que se excluya entre lo individual y lo colectivo. Lo colectivo implica necesariamente la existencia de la individualidad; entonces, lo que nosotros tenemos que hacer es encontrar, precisamente en medio de ese proyecto colectivo que se genere a nivel económico, en medio de la continuidad del proyecto político, alternativas de desarrollo y de realización personal. Eso no se excluyen lo uno de lo otro: son perfectamente compatibles. Es lo que se da en todas las organizaciones revolucionarias del mundo. Uno está aportando al proyecto colectivo de la sociedad, de transformación. Pero eso no impide que uno pueda ser médico, pueda ser un ingeniero, pueda ser un obrero, que uno pueda ser un conductor, que uno pueda ser un campesino. Se trata simplemente, digo yo, de abrirle esas perspectivas a los muchachos y a las muchachas, y seguramente lo vamos aencontrar.

Lo esencial que queremos comunicar es que aquí hay un colectivo de hombres y mujeres dispuestos a darlo todo por una sociedad mejor, que Colombia sea mejor mañana. Eso es lo que nos interesa y estamos seguros que, en la medida que el país nos conozca, que nosotros le podamos hablar, que le podamos transmitir con nuestra conducta, con nuestro comportamiento, con nuestro hacer eso que somos, esa propaganda quese generó va a terminar desinflándose.

¿Periodismo? ¿Propaganda?


(FP): Hizo usted referencia al desarrollo de las comunicaciones en las Farc justamente cuando se iniciaron las conversaciones en La Habana. ¿Cómo fue ese proceso para lograrlo y consolidarlo?

(‘CAL’): Una de las grandes deficiencias, de las grandes dificultades que hemos tenido nosotros, es que no hemos logrado comunicar, además de la ofensiva mediática del enemigo. Desde mi punto de vista, eso tampoco puede justificar la incapacidad nuestra de romper esa ofensiva y poder comunicar de mejor manera nuestras ideas, nuestras opiniones, nuestras propuestas. Yo pienso que en eso las Farc tienen que entender que hemos tenido dificultades en generar una verdadera política comunicacional que es lo que alguna gente llama la desconexión de nosotros con el resto del país. Yo no dudo de la validez de las propuestas y de las formulaciones políticas nuestras, pero nunca hemos logrado que eso sea recogido y recibido por los distintos sectores.

Cuando llegamos al escenario de La Habana indudablemente se generan unas condiciones distintas, ¿por qué? Porque nosotros venimos de un período prácticamente de diez años totalmente aislados en que se logró posicionar un imaginario por parte del gobierno del presidente Álvaro Uribe (2002-2010), de los medios de comunicación, de las élites. En buena medida lo que se intentó hacer desde el punto de vista militar, también se desató a nivel de los medios y ahí tuvieron un éxito indudable. Lograron posicionar una serie de mitos, de ideas acerca de las fallas, de lo que hemos sido nosotros como una expresión de la lucha y de la resistencia del pueblo colombiano.

El reto en La Habana fue tratar de recomponer en alguna medida esa situación. En ese escenario fueron surgiendo, producto de la misma inquietud de la gente, cómo utilizar los avances tecnológicos para tratar de llegarle a la gente, a la opinión.

(FP): ¿Cuál era uno de esos mitos que considera que le hizo más daño a las Farc?

(‘CAL’): Yo creo que el calificativo ese de ‘terroristas’, por ejemplo. Porque se da en un contexto internacional muy complejo. Cuando está por terminar el proceso del Caguán (diálogos de paz con el entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002) se da la situación esta del atentado a las Torres Gemelas en New York. A partir de allí se desata por parte de Estados Unidos la guerra contra el mal, y bueno todo este tipo de denominaciones.

Entonces desde el gobierno de Pastrana, representado en ese momento en la mesa por Camilo Gómez y Juan Gabriel Uribe, nos dijeron cosas como estas: ‘Ustedes tienen que disponerse a firmar un acuerdo de paz con nosotros en las condiciones que nosotros queremos, porque a raíz de lo que sucedió el 11 de septiembre el mundo cambió, y como el mundo cambió, ustedes ya no van a ser vistos como luchadores, como combatientes, sino como terroristas’. Era el anuncio precisamente de lo que se iba a venir. Ese es uno de los mitos que lograron posicionar y que, indudablemente, nos hizo daño.

(FP): ¿Por qué es un mito el tema de ser terroristas? Situaciones como la de El Nogal es un acto de terrorismo…

(‘CAL’): Pues porque no obedecen a la realidad… Uno podría decir que a una organización se le puede denominar terrorista cuando de manera sistemática utiliza el terror como su método fundamental. No es el caso de las Farc, independientemente a que, en el desarrollo de una guerra de 52 años, comola que nosotros nos vimos obligados a desarrollar, se haga o se ejecute una u otra acción que pueda dañar digamos, no de manera deliberada, a la población.

Por ejemplo: cuando se realizaron tomas de poblaciones para asaltar el puesto de policía que estaba ubicado en medio de la población. A la luz del derecho internacional es legítimamente cierto ese ataque como una acción de guerra. Allí quien está violando realmente el derecho internacional humanitario es la policía porque en medio de una guerra los puestos militares y de policías no deben estar en medio de la población civil. Pero ante el impacto de la confrontación y las imágenes que se proyectan en los noticieros, pues se va generando esa idea “estos son unos terroristas”. En ese sentido, decimos nosotros que es un mito, es decir, la información termina, en una guerra, siendo también un escenario, un campo más de la confrontación.

(FP): ¿Ustedes hacen alguna distinción entre la información y la propaganda?

(‘CAL’): Por supuesto que sí. Digamos que hace parte de esa discusión y esa evaluación de cómo llegamos a ese escenario primero, más con la idea de la propaganda y poco a poco entre otras cosas producto del intercambio, del conversar, de ser como muy reflexivos frente a las opiniones que nos dan, vamos logrando entender la necesidad de hacer esa separación, sin que necesariamente una cosa sea mejor que la otra.

Como organización política necesariamente hay que recurrir también a tratar de promocionar las ideas, las propuestas, entendiendo también que el manejo de la información, ya desde el punto de vista propiamente como profesional periodístico, demanda unos criterios que hay que irlos asimilando. Para nosotros eso es totalmente nuevo porque pues no hemos sido formados en eso. Lo que sí tenemos claro es que así es la lucha ideológica y en esa medida, como una expresión más de la confrontación que se da en el país, tenemos que echar mano de esas herramientas y desarrollar la confrontación en ese plano.

(FP): ¿Cuál es el concepto que tienen ustedes sobre el tema de libertad de expresión, de información?

(‘CAL’): Nosotros siempre hemos considerado que ese término general de ‘la libertad de expresión’ es muy relativo. ¿Es relativo en qué sentido? Porque siempre la información tiene unos intereses de orden económico, de orden político, de orden social. Y entonces uno puede decir en el caso de Colombia, por ejemplo, donde los grandes medios están en manos de los grupos económicos, que no se puede hablar en términos generales de una libertad de expresión en términos de que allí pueda fluir la información libremente, que no tenga una carga ideológica y de intereses de clase particulares.

El punto de partida para determinar el nivel de libertad de expresión en la sociedad va a estar determinada por qué intereses, en últimas, puede tener la información, si es lo de una minoría o de la inmensa mayoría. Porque ellos dicen ‘si claro, es que se puede opinar de todo. Se puede decir de todo’, pero hay que ver de qué manera se media esa información que se le da a la gente. Hasta qué punto las decisiones que toman hoy en día los colombianos parten de un conocimiento pleno de la realidad o ha sido una realidad mediatizada, una realidad sesgada que se les ha vendido.

La libertad de expresión es, sobre todo, un ideal que se va logrando en la medida que se logren verdaderos espacios de apertura democrática, de acceso de todos los sectores sociales a los medios de comunicación, que es lo que no existe hoy en día.

(FP): ¿Usted considera que las Farc ha sido respetuosa de los trabajadores de los medios de comunicación bajo esa visión que tienen de que algunos medios terminan mediando y, a veces, cometiendo violaciones a la libertad de expresión?

(‘CAL’): Yo no conozco un caso en que un periodista pueda decir ‘mire, a mí las Farc me prohibió o me restringió, o me negó’. De hecho, cuando llegamos al escenario de La Habana una de las discusiones, de los intercambios que hicimos, fue: ‘bueno, frente a esos medios que sabemos son un instrumento de la clase de las élites dominantes para tratar de ejercer una presión sobre nosotros, ¿qué actitud vamos a tomar?’.

Nosotros diferenciamos perfectamente el papel de lo que es el medio como tal y el trabajador de los medios. Son cosas distintas y por eso pienso que no hay en el país un periodista que pueda decir “es que a mí las Farc me obligó, me presionó o me amenazó”.

(FP): ¿Y Claudia Gurisatti?

(‘CAL’): (Silencio de dos segundos) En los casos de RCN estoy hablando en este contexto, en este momento. No en la época de la confrontación más álgida. No hay, en este caso, un periodista que pueda decir esa situación. En el desarrollo de la confrontación hubo momentos en que los medios de comunicación no se pueden sustraer como un elemento más de la confrontación en Colombia. Eso no es cierto. Son a través de esos medios que se han propagandizado la guerra, que se ha legitimado factores muy negativos de la confrontación en el país como es el paramilitarismo, por ejemplo. Entonces, cuando esos medios asumen esa posición, pues necesariamente en el contexto de una confrontación generan también hechos de guerra. Eso ha sido una realidad en el país.

Acceso a medios comunitarios


(FP): El punto dos de participación política, que tiene que ver con los medios de comunicación, donde se les otorgarán 31 emisoras comunitarias, me parece que es un acuerdo pobre. ¿Por qué es un acuerdo como tan pequeño?

(‘CAL’): La política se hace es con la realidad, no con el deseo. Una de las dificultades que yo encuentro en el desarrollo del proceso de La Habana – y para ponerlo en los términos de la comunicación y de los periodistas – es que es relativamente fácil decir ‘si claro, es muy pobre lo que se logró’. Pero bueno, ¿y qué hicieron los trabajadores de la prensa en función de lograr algo más ahí? No hay una movilización, no hay unas protestas, no hay una exigencia. Entonces claro, ¿la guerrilla de las Farc que pactó en eso? Hubiese sido distinto si esa discusión se acompaña movilización-exigencia de los trabajadores de la prensa, de la comunicación. Entonces eso termina reflejándose así

Hay dos pilares fundamentales en todo esto: las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación (refiriéndome a los pilares fundamentales del régimen). ¿Y entonces qué sucede? La clase dominante está dispuesta a ceder en todo menos en esos dos aspectos.

En el tema de los medios de comunicación, es una pelea que está por darse y no solo es de las Farc; es una pelea de la sociedad colombiana, y en eso los periodistas, los trabajadores del área de las comunicaciones, van a tener que jugar un papel decisivo, fundamental.

(FP): Vamos a que se logró y los mínimos que se lograron en términos de comunicación. ¿Cuál es realmente la propuesta comunicativa a través de esas emisoras comunitarias?

(‘CAL’): Creemos que son unas herramientas muy importantes que permiten comenzar a proyectar la visión y la perspectiva de país desde las comunidades donde van a estar esas emisoras. Una de las dificultades que se han generado a partir de la existencia del conflicto es la separación entre esa Colombia urbana, que tiene acceso a los desarrollos tecnológicos, al mundo de las comunicaciones, y esa otra Colombia que está totalmente relegada, olvidada. Lo que tenemos entonces son unas herramientas comunicativas muy importantes para que se pueda por fin comenzar ese proceso de construcción de la paz en los territorios y, a partir de allí, difundir una visión distinta de país de nación.

(FP): ¿Esas emisoras no van a ser únicamente manejadas por Ecomún, la cooperativa de las Farc que creará una vez finalice el proceso de dejación de armas?

(‘CAL’): Sí, pero Ecomún no está diseñada solamente para combatientes de las Farc. Lo que planteamos es que a ella tienen que vincularse también todos los sectores de los territorios, pero también de la sociedad colombiana, que consideren que pueden aportar al proceso de construcción de una economía alternativa. No son unas emisoras de las Farc, como se las presentan, sino que van a ser son unas emisoras al servicio de las comunidades, como una herramienta muy importante para difundir una visión distinta de lo que debe ser la construcción de país y de Estado en los territorios.

(FP): Pero alguien podría preguntarse ¿y cómo se puede garantizar que las comunidades no se sientan coaccionadas por ustedes? ¿Qué tantas facilidades van a tener las comunidades para poder ingresar a eso? ¿Cuáles son las garantías?

(‘CAL’): Eso ya es como un intento de sospecha. La gente de una vez dice, ‘pero es que van a estar ustedes y son los que van a determinar’ ¿Sobre qué bases se puede asegurar eso? Nosotros estamos diciendo ahí hay unas herramientas. ¿Cómo se van a manejar? ¿Cuál va a ser la parrilla de programación? Eso está por hacerse. De la perspectiva nuestra no sabíamos qué se iba a lograr exactamente. Eso no está acabado, eso no está definido. Eso habrá que irlo construyendo. Seguramente vamos a ir logando encontrar el punto preciso de cómo debe empezar a operar esa programación.