El Cerac calcula que desde hace 12 años no ocurría un cese total de hostilidades entre las Farc y la Fuerza Pública como pasó en las últimas cuatro semanas, y esto se sintió, principalmente, en regiones que han padecido el conflicto.
Los tiempos de relativa paz entre las Farc y el Gobierno han vuelto. Desde el 20 de julio de este año la guerrilla reanudó su tregua y el presidente Juan Manuel Santos se comprometió a parar de nuevo los bombardeos.
El balance del primer mes fue agridulce pues, a pesar de que desde 1974 no se sentía un periodo tan pacífico por parte de las Farc, ellos rompieron la tregua por lo menos en tres ocasiones y hubo ocho combates entre la Fuerza Pública y este grupo armado ilegal, según el más reciente reporte del Centro de Recursos para el Análisis y Conflicto (Cerac). Además, la guerrilla sostiene que en ese periodo los atacó el Ejército en, por lo menos, cuatro ocasiones.
Según el Cerac, el panorama cambió en las últimas cuatro semanas pues la guerrilla no ha vuelto a violar el cese unilateral y las Fuerzas Militares tampoco han atacado a la guerrilla, situaciones que no pasaban desde finales de 1992 y principios de 1993.
Por su parte, el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo también asegura que no se han registrado acciones bélicas de las Farc en las últimas cuatro semanas y así se ha sentido en departamentos históricamente azotados por el conflicto como Chocó, Nariño y Putumayo. En este último, por ejemplo, al parecer la guerrilla dejó de reclutar menores de edad.
Allí, las madres comunitarias y las líderes de cada municipio le reportan estos hechos a la Alianza Mujeres Tejedoras de Vida de Putumayo pero desde hace unos meses no ha habido informes al respecto.
“El último reporte mostró que se llevaron 13 niños de colegios en La Hormiga, pero luego los soltaron a todos y parece que las Farc ya dieron la orden de no reclutar más menores de edad ni recibir a los que a veces ven una oportunidad en las filas guerrilleras”, afirma una líder de la Alianza que pidió la reserva de su nombre.
Ella explica que esta actuación dista mucho de lo que sucedió hace unos años con la misma guerrilla, que reclutó a 15 menores de edad y soltó sólo a cinco a pesar de la petición generalizada de las mamás.
En otro departamento del sur del país también se ha sentido el cese unilateral con más fuerza en las últimas semanas. Aunque las Farc violaron abiertamente la tregua durante el primer mes en Nariño, con el asesinato del líder afro Genaro García el pasado 3 de agosto en Tumaco, todo apunta a que ahora pausaron sus acciones ofensivas. Así lo asegura Javier Dorado, director del Comité Permanente porla Defensa de Derechos Humanos en Nariño e integrante del Congreso de los Pueblos.
En esa región del país, las Farc no han atacado y la Fuerza Pública tampoco ha dado combates con esta guerrilla según la información de Dorado.
Para un líder comunitario de Nariño consultado por VerdadAbierta.com esto podría responder a la unidad de mando que quiere mostrar la guerrilla y que se quebrantó con el asesinato de Genaro. No en vano, las Farc advirtieron públicamente una “sanción de todos los mandos y combatientes involucrados en la comisión de dicho delito”.
Además, este conocedor del departamento afirma que sigue la puja por el territorio entre las asociaciones campesinas y los consejos comunitarios de los afrodescendientes, especialmente en Tumaco.
Una tensa calma similar es la que se siente en municipios el norte del Cauca como Toribío, Jambaló, Corinto, Buenos Aires y Caloto. Allí hay una “disminución sustancial de acciones bélicas”, como lo explica Edwin Mauricio Capaz, miembro de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
Él sostiene que en los últimos meses las alertas tienen que ver con otro grupo armado: “lo que han dejado de hacer las Farc, lo retomó el Eln como en Caloto”, afirma al explicar que fue esa guerrilla la que hostigó el pasado 18 de agosto la estación de Policía del municipio.
Edwin agrega que la presencia militar es otra de las preocupaciones de algunas comunidades, como la subregión de El Naya; allí campesinos, afros e indígenas se han manifestado porque sienten que la presencia de la Policía los pone en riesgo, “pero ellos siguen en los alrededores y en la entrada”, concluye.