Asesinatos y amenazas se han presentado últimamente en la vía entre Tumaco y Pasto pero el miedo impone el silencio y las instituciones niegan que algo así esté sucediendo. Los consejos comunitarios de los afros, de los más afectados.
Genaro García murió abaleado en una carretera de la vereda El Aguacate, en Tumaco. Lo bajaron del carro en el que iba a reunirse con la guerrilla. Lo acostaron en el piso. Le dispararon. A Genaro lo mataron las Farc, trece días después de que inició la más reciente tregua guerrillera.
Él no es el único ni el último líder afro que asesinan en Tumaco. Del Consejo Comunitario Alto Mira y Frontera, al que Genaro representaba legalmente, han matado a tres más en las últimas décadas. Y según el gobernador de Nariño, Raúl Delgado, han asesinado a otros dirigentes comunitarios en las últimas semanas.
Uno de ellos fue Wilson Arboleda. A este hombre de casi 60 años lo mataron el 25 de agosto en la vereda Trujillo, una zona que pertenece al Consejo Comunitario Unión Río Rosario, aunque él vivía en el Consejo Gualajo. “No se sabe qué estaba haciendo en ese lugar. Parece que lo sacaron de su lancha a otra y lo llevaron más allá para asesinarlo”, afirmó una habitante de la zona que pidió la reserva de su nombre.
El otro caso que se rumora pero que todavía no está confirmado por las autoridades es la muerte de un líder del consejo comunitario Bajo Mira en Vaquerío, un pueblo que hace parte del corregimiento de Llorente, en Tumaco.
“Hay una gran amenaza a todos los líderes de los consejos comunitarios. Lo que pasa es que nos movemos por la zona y los grupos armados no están de acuerdo con que cuidemos el territorio”, señaló un líder afrodescendiente.
Esta presión lleva a que lo ocurrido se quede en rumores y nadie se atreva a denunciar. “Los hechos siguen ocurriendo sólo que uno no se da cuenta. Muchos asesinatos y desapariciones no se registran y la información cambia de boca en boca”, explicó una líder que vive en Llorente.
Las amenazas no son sólo para los consejos comunitarios y tampoco provienen exclusivamente de la guerrilla. Varios habitantes de Llorente en conversación con VerdadAbierta.com sostienen que el 10 de agosto algunas personas se desplazaron desde Vaquerío y Llorente hasta Inda, Cuanapí o Gualtal porque supuestamente las Autodefensas Gaitanistas llegarían al corregimiento luego de la masacre que habrían cometido en El Diviso, un pueblo del municipio de Barbacoas.
Sin embargo, en El Diviso sólo había una tensa calma. “En la tarde empezó la alarma porque la gente vio personas armadas en el monte. Casi no dormimos del susto, pero nada pasó”, comentó un líder indígena que estaba allí el 10 de agosto. El rumor era que los “paramilitares” venían desde Llorente.
Paramilitares, Gaitanistas, Rastrojos o Úsuga. El nombre no les interesa mucho a los pobladores pues afirman que es el mismo grupo, sólo que cambia de denominación. Pero recalcan que ellos sí están en el sur del departamento.
De hecho, un panfleto a nombre de los Gaitanistas recorre las calles de algunos municipios de Nariño desde principios de agosto.
Aunque la amenaza va desde Tumaco hasta Pasto, la Policía sostiene que los Gaitanistas sólo están en la vía Junín – Barbacoas y que ya esa estructura está golpeada con las 26 capturas que han realizado, como explicó el coronel Hugo Márquez, comandante de la Policía en Nariño.
Sin embargo, desde Llorente hasta Altaquer se escuchan historias de asesinatos, extorsiones e incluso desapariciones.Personas que viven allí y conocen muy bien esos territorios sostienen que el 11 de agosto los “paramilitares” retuvieron por lo menos 4 carros durante una hora en El Diviso y le quitaron el celular a una persona. Además, un grupo que se identificó como ‘Los Paisas’ hicieron otro retén el 22 de agosto a seis kilómetros de ese pueblo.
En junio apareció un trailer rojo abandonado en un sector cercano a Altaquer y lo que se comenta es que al conductor lo encontraron muerto tiempo después. Por esa misma época, un grupo armado ilegal retuvo a un hombre “y no se sabe más: si lo mataron, lo devolvieron o se perdió”, comentó una habitante.
El coronel Márquez señaló que la vía Tumaco-Pasto está vigilada con 13 puestos de verificación. “Afectaciones a la carretera o sobre la vía no hemos tenido”, dijo.
Más siembra de coca
Lo que sí conoce la Policía es el asesinato de una señora y su yerno en Llorente hace pocas semanas. Actualmente, tienen capturados a dos guerrilleros de las Farc por estos hechos pero no se conoce oficialmente el motivo del crimen. “Al parecer fue por no pagar vacuna”, explicó una habitante.
La información que tiene la Fuerza Pública es que no hay una disputa de territorios en el sur de Nariño ni tampoco un recrudecimiento de la violencia. Los líderes coincidieron en esto pero afirmaron que la tensión ha crecido porque la siembra de coca se fortaleció otra vez, especialmente en Llorente.
“Los cultivos ilícitos habían bajado bastante. Era como un desierto porque la gente estaba desocupando. Ahora se ve mucho movimiento en el pueblo, de gente y cantinas. Y uno sabe que la coca volvió a coger fuerza”, relató un líder comunitario de Tumaco, quien asistió al Encuentro Regional para la Paz, en Sibundoy, Putumayo.
Desde hace décadas, Llorente y el camino hasta Altaquer han sido manejados por diferentes grupos armados ilegales, desde el Cartel de Cali en los 90, el Bloque Libertadores del Sur de las Auc en el 2000, hasta las Farc en los últimos años y el Eln en ciertos momentos y lugares. Todos han utilizado a esos pueblos como centro de acopio de cocaína, según reseñó la Fundación Ideas para la Paz en su informe de 2014 sobre Tumaco.
Este es un corredor estratégico para transportar armas e insumos químicos que sirven para procesar la coca, pues está ubicado sobre la vía Tumaco-Pasto; es cercano al piedemonte de la cordillera occidental de los Andes, que comunica a varios departamentos del Pacífico, y tiene salidas a Ecuador.
Además, es uno de los lugares con más coca sembrada en Tumaco, que ha sido por años el municipio de Colombia con más hectáreas de esta planta, según la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito.
Pero allí no sólo están los grupos armados. También viven campesinos, afrodescendientes e indígenas Awá. Ellos han padecido los homicidios selectivos de los paramilitares, especialmente entre 1999 y 2001, y las masacres de las Farc, como la que cometieron en 2009 en el resguardo Tortugaña-Telembí.
“Allá existe un conflicto interétnico porque han llegado colonos que quieren esconder el cultivo de la coca. La guerrilla acude a ellos para que diriman el conflicto con las comunidades negras y los Awá”, sostuvo Javier Dorado, director del Comité Permanente para la Defensa de Derechos Humanos en Nariño e integrante del Congreso de los Pueblos.
Esta situación ha hecho que la Gobernación de Nariño haya citado a varios consejos de seguridad extraordinarios y que la Defensoría del Pueblo se reúna con los líderes a analizar la situación. El Congreso de los Pueblos, de mano de la Gobernación, programó para esta semana una caravana en homenaje a Genaro García, desde Pasto hasta Tumaco.
Pero hasta ahora el silencio ha predominado en estos pueblos de Nariño. “Aquí el control lo ponen otros grupos que no son ni la Alcaldía ni la Policía. Ni siquiera el Ejército, que transita constantemente, porque ni ellos controlan estos hechos de violencia”, concluyó una líder de Llorente.