La voz de Majagual

      
El periodista Francisco Castro Menco, un servidor de su comunidad y de su familia, fue asesinado en Majagual por los paramilitares del Frente La Mojana en 1997, aún no se sabe por qué.

francisco-castro-300La muerte de Francisco Castro Menco ha sido un golpe del que el periodismo comunitario de Majagual no se repone 16 años después. Foto: archivo particular.El día en que lo mataron, Francisco Castro Menco estaba leyendo el diario, en el patio delantero de su casa en Majagual, Sucre, en compañía de dos sobrinos. Ese sábado había transcurrido entre lecciones para validar el último grado de bachillerato en el colegio José Gavaldá. A los 37 años, Castro esperaba terminar en un par de semanas su formación secundaria y soñaba con afianzar sus estudios sobre el oficio que más lo apasionaba: el periodismo. De hecho, estaba leyendo las noticias, pues en el día no le había quedado tiempo de ojear el periódico, para tener algo qué decir en su programa matutino de radio con el que amenizaba todos los amaneceres de los majagualeros.

Eran las 7:30 de la noche del 8 de noviembre de 1997. Su esposa, Rosario Viola, acababa de llegar de la tienda. Había pasado a la sala de la casa, donde descargó las compras, cuando escuchó el estallido de los cinco tiros de bala. Los familiares de Castro recuerdan las imágenes de dos hombres corriendo por la estrecha calle hasta llegar al sitio donde estaban sus motocicletas, a unos escasos metros de la casa. Con un revólver calibre 38, según confesó uno de los asesinos casi 15 años después, apagó la voz de uno de los fundadores de la radio comunitaria en la región.

Castro había nacido en 1961 en Majagual. Era el menor de 13 hermanos de una familia campesina de la vereda El Pando. Había crecido en el paisaje exótico de la Mojana sucreña, una región dominada por bastas ciénagas, en la que se cultiva el arroz y el sorgo; se convive con las garzas y los caimanes; y donde el calor y los mosquitos son insoportables. Muy joven había viajado a Cartagena a buscar trabajo. Allí conoció a Rosario, una cordobesa que trabajaba en una lonchería a quien convenció de que fuera su esposa. A mediados de los ochenta, después de una racha de mala suerte en la búsqueda de trabajo, la familia de Castro le dijo que volviera a Majagual. Allí regresó con el propósito de montar un taller para reparar radio-transistores, televisores y abanicos (ventiladores).

Majagual está en el corazón de La Mojana, al sur oriente del departamento de Sucre. Para llegar a la cabecera municipal hay que atravesar un terreno cenagoso cuyo punto de partida es Sincelejo. El viaje dura cinco horas en una camioneta de Ballegóm, la única empresa de transporte que hace ese recorrido y el pasaje hoy cuesta 50.000 pesos. La mayor parte de los más de 30.000 majagualeros viven del cultivo de arroz, entre otros cereales que se pueden producir en una tierra que está inundada casi todo el año. La carretera está pavimentada en buena parte. Sin embargo, en invierno los cauces de los ríos Cauca y Magdalena se desbordan e inundan la ciénaga y algunos de los tramos de la carretera pueden desaparecer.

Castro se instaló en su tierra natal con su esposa y sus hijos, Frank Alberto, de cuatro años, y Luis Eduardo, de dos. Se dedicó, como planeó, areparar aparatos eléctricos, y la gente le cogió cariño al célebre “Chico Castro”. Pronto empezó a sentir una enorme curiosidad acerca de cómo su voz y su imagen podrían escucharse y verse en los aparatos que reparaba. Hizo un curso de locución, adquirió un transmisor, varios micrófonos, una cámara y emprendió la quijotesca tarea de armar una emisora.

En 1990 nació Majagual AM, la primera emisora local comunitaria. Castro creó una sección mañanera en la que transmitía un programa que aún recuerdan los lugareños, ‘Amanacer campesino’ que iba desde las 5:00 am hasta las 8:00 am. En esa franja saludaba a los labriegos de la región, mientras se alistaban para comenzar la jornada de trabajo. Como para la época no había redes de telefonía en todas las casas, la emisora era la central por la que unos vecinos le enviaban a otros sus mensajes. Si alguien necesitaba un favor, se comunicaba a la emisora y lo hacía público. O si un lugareño necesitaba enviarle un mensaje a su familia lo podía hacer a través de la emisora. Además Castro emitía rancheras de Vicente Fernández y Antonio Aguilar, y vallenatos de Miguel Durán, Jorge Oñate y Diomedes Díaz.

Los locales comerciales del pueblo comenzaron a pagarle por sus anuncios y de esta manera podía sostener a su familia. Su esposa le ayudaba con las cuentas y a conseguir las pautas. Castro también comenzó a hacer los trámites para sacar una licencia en el Ministerio de Comunicacionesy viajó varias veces a otras ciudades a hacer cursos y seminarios sobre radio. En ocasiones, periódicos locales, como “Sur Costeño” o “El informativo de La Mojana” le hicieron reportajes que destacaban su tarea. Una columna de la época, titulada Servicio a la comunidad y firmada por un periodista local de nombre Francisco Puerta, escribió de él: “Chico (Francisco) es un hombre sencillo, trabajador incansable por su comunidad, preocupado por la situación social y es por ello que trata de mejorar cada día sus equipos para complacer a su gente”.

Ramiro López, un campesino guajiro conductor de tractores para la extracción de arroz que se radicó hace varios años en Majagual, recuerda que un fin de año Castro le contó que quería cubrir las corralejas, pero que necesitaba un narrador taurino pues el lenguaje de las corridas requiere experticia. Castro pensaba viajar hasta Montería para conseguirlo. “Yo le dije: hombre, yo soy narrador taurino. Yo aprendí en la escuela de Cali”, dice López. Castro le pidió que grabara una corrida de toros imaginaria y se la llevara a la emisora. La narración le gustó y fue así como López integró el equipo de periodistas de Majagual AM. “En la Mojana fue una sorpresa cuando me escucharon”, recuerda. Con el tiempo el nuevo compañero de equipo llegó a conducir varios programas musicales. “El Chico era un hombre inteligente, era ortólogo. Andaba con un diccionario aprendiendo palabras y siempre estaba ayudando a la gente”, agrega.

Desde el 92 hasta el final de sus días no hubo festividad de la región que Castro no cubriera. Pero los temas sociales eran lo más importante de su agenda. Cuando la región se inundaba, que era casi todos los años, por ejemplo, entrevistaba a los alcaldes de los municipios de La Mojana a fin de que explicaran a los oyentes cómo enfrentar la situación.

A mediados de los noventa, ya había nacido la parabólica de Majagual, un servicio de televisión por cable que le permitía al municipio tener un canal propio en el que Castro tuvo una participación importante. El Chico aprovechaba todas las entrevistas que hacía para grabarlas en video con una cámara Panasonic que había adquirido. Después editaba en una reproductora de video y fue así como hizo el programa “Buenísimo 7 y 30”, que emitía los sábados por el canal del municipio.

En su casa, donde todavía vive su familia, hay registros sonoros y en video de sus entrevistas con personalidades como el recientemente fallecido cantautor Leandro Díaz y con el cantante Miguel Durán (junior), quien acompañó a los niños majagualeros en unas festividades decembrinas. También hay registros de reuniones de líderes comunitarios en las que discuten temas de interés público como las partidas presupuestales para los campesinos, o las inauguraciones de certámenes deportivos, concursos de belleza, programas universitarios, entre otros.

Por esa época Castro conseguía copias de las películas en cartelera en VHS que alquilaba a sus vecinos. Fue así como conoció a Alfonso Figueroa, un negociante que vivía en Sincelejo, a quien le comentó la idea de crear un canal propio. Figueroa se interesó en el proyecto y junto con otro majagualero, Eduardo Arce, emprendieron la tarea. Sin embargo, Castro no pudo ver su sueño cumplido.

Se apaga la voz
“Maté a un señor en casi toda la plaza de la iglesia de Majagual que era periodista, Francisco Menco; lo maté tipo 7 u 8 de la noche, la fecha no la recuerdo. Con un 38 le hice unos 5 o 4 disparos. Él estaba leyendo un periódico cuando le disparé. La orden la dio “Carriel Pelao” porque era colaborador de la guerrilla y había que matarlo. Lo hice con “Justo”. Yo disparé. Se encontraba en la terraza, en la casa de él en Majagual. Yo no lo conocía, me lo mostró Carriel, ese mismo día”. Con estas palabras, en una de las diligencias de Justicia y Paz el dos de septiembre de 2012, José Heriberto Navarro Martínez, alias ‘Mano Quema’ o ‘Solito’ se responsabilizó por el homicidio de Castro.

Al momento de entrevistar a los familiares de Castro, ninguno sabía de la existencia de ese testimonio. Ellos creían que todos los autores materiales del homicidio estaban muertos, porque ese fue el rumor que corrió en el pueblo tiempo después. El testimonio podría dar luces sobre lo ocurrido, pues la versión coincide con la que recuerdan los familiares del periodista. “Estamos impresionados”, dice su hijo mayor, Frank, quien ya tiene 28 años, al conocer la versión de ‘Mano Quema’ en medio de esta investigación. No se explica cómo podían señalar a su papá de colaborador de la guerrilla.

El ex jefe paramilitar ‘Mano Quema’ se desmovilizó con el Frente Morrosquillo del Bloque Héroes de los Montes de María, no con el Frente Mojana. ¿La razón? Como explicó un investigador de la Fiscalía que pidió la reserva de su nombre, los primeros paramilitares que conformaron el Frente La Mojana rotaron por distintos frentes y nunca duraron más de seis meses en la región. Esto se debió a que eran hombres experimentados que iban a cumplir tareas específicas, por lo que era un desperdicio que los principales jefes de las AUC los mantuvieran a todos en ese sitio. Pero también porque el clima, la distancia, entre otras condiciones, aburrían rápidamente a cualquiera de los comandantes.

De Julio Rafael Beltrán Badel, alias “Carriel Pelao”, mencionado por ‘Mano Quema’, se sabe que recibió tres tiros mientras estaba sentado en la panadería La Sorpresa, frente a la iglesia de San Marcos, Sucre, en agosto de 2008. El homicidio, en su momento, indicaron las autoridades, se pudo tratar de una venganza. Pero de alias ‘Justo’ o ‘El Gordo’ no hay más referencias. No se sabe ni siquiera cómo se llamaba.

El testimonio de ‘Mano Quema’ es una pieza clave para que se produzca por fin una sentencia. De acuerdo con la instrucción que el Fiscal Eduardo Montealegre le dio a las diferentes unidades, el caso de Castro Menco, por tratarse de un periodista, está en las prioridades del ente investigador. Todo depende de la celeridad con la que los funcionarios judiciales, que en esa zona alegan dificultades tecnológicas, logísticas y hasta para la movilidad, actúen.

Germina el horror
Dieciocho meses antes de la muerte de Castro Menco, el 28 de mayo de 1.996 a las seis de la mañana, llegaron 40 hombres armados al municipio de San Jacinto del Cauca. Según la versión libre que dio en septiembre del año pasado el ex jefe paramilitar, Éder Pedraza, alias ‘Ramón Mojana’, “rodearon el pueblo conminaron a la población dijeron que fueran a una reunión, decían que eran autodefensas que venían de Urabá a combatir a la guerrilla y que se iban a quedar”. Se identificaron como Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá y llegaron a nombre de la familia Castaño. A partir de ese momento, la región de La Mojana, a la que pertenecen 7 municipios de Sucre, entre ellos Majagual, y 6 de Bolívar, comenzó a vivir el horror del dominio paramilitar.

Al respecto de quién financió la incursión hay dos versiones. Según Jairo Castillo, alias Pitirri, un paramilitar exiliado en Canadá, la clase política estuvo detrás de la financiación del ‘Frente Mojana’, como se conoció al grupo. Pero según ‘Ramón Mojana’ el frente fue creado directamente por los Castaño y se financió del cobro de una ‘vacuna’ (extorsión) a los transportadores de gasolina y cerveza. Además, el grupo contó con el apoyo de terratenientes, ganaderos, arroceros y comerciantes de la zona que eran hostigados por guerrillas del ELN y el frente 37 de las Farc.

Según la investigación de la Fiscalía, uno de los primeros paramilitares que llegó a la región fue el propio ‘Mano Quema’ o ‘Solito’. El segundo apodo se debe a que arribó a La Mojana solo, con el fin de hacer inteligencia, identificar los posibles blancos y preparar la logística para la incursión. Después llegaron los 40 a los que se refiere ‘Ramón Mojana’, 20 escogidos por los hermanos Castaño y 20 reclutados por el grupo de Caucasia.

Este frente se convirtió en una rueda suelta que finalmente no se sabe si estuvo subordinado o no a la comandancia de las AUC, según dictaminó la sentencia que condenó al ex congresista sucreño, Álvaro García Romero, por su responsabilidad en la masacre de Macayepo. La providencia recuerda que en una versión, el extraditado jefe paramilitar Salvatore Mancuso afirmó que recibió el Frente La Mojana de los Castaño en 1996, pero que en 1999 pasó el mando al Bloque Central Bolívar y, antes de la desmovilización, volvió al Bloque Norte, con el que se desmovilizó en 2005.

Según el investigador de la Fiscalía, el Frente La Mojana cometió muchos desafueros porque no tenía un comandante con instrucción ideológica, sino que asesinó a muchas personas sólo por pensar distinto. “En algunos casos ni si quiera verificaban, sino que bastaba con el señalamiento y el señalamiento era una condena de muerte”, dijo. Es posible que alguien haya acusado a Castro de prestar su emisora para enviar mensajes que alentaban ideas afines a la guerrilla o con mensajes codificados, pero hasta ahora no hay nadie que de cuenta de que eso fue así.

Dieciséis años después
Casi dieciséis años después del asesinato de Castro, su familia no tiene claro por qué lo mataron. “Nadie sabe qué fue lo que pasó”, dice Frank. Según él solo un par de veces fue la Fiscalía hasta Majagual a recoger sus testimonios, pero no les ha informado del avance de la investigación. En la Unidad de Justicia y Paz de Barranquilla, Rosario, la esposa de Castro, dejó los documentos para acreditarse como víctima, pero es más bien poco lo que el caso se ha movido. Y a la familia le cuesta ponerse al frente para presionar, pues cada diligencia es costosa y la ciudad más cercana está a cinco horas de distancia.

La única causa posible por la que asesinaron a Castro Menco, según sus allegados, fue la publicada por la Sociedad Interamericana de Prensa, el sábado 25 de octubre de 2008, en un aviso en el diario El Universal en el que recordaba el estado de impunidad del crimen. Decía: “Los paramilitares lo amenazaron advirtiéndole que cesara su defensa de los campesinos a través de su programa de radio… La Fiscalía ha informado que el proceso sigue en etapa investigativa. No hay detenidos. El caso se mantiene impune”.

“A partir de ese día supimos que mi papá pudo ser asesinado por defender a los campesinos, porque eso sí tenía él, porque él mismo era campesino”, dice Frank. De lo que no se acuerdan en la familia es que haya sido amenazado; tal vez Castro no lo comentó a nadie. “Yo si quisiera que me aclararan qué fue lo que pasó, porque por más de que yo me he puesto a pensar no encuentro ninguna explicación”, dice Rosario.

López, el otrora narrador taurino, recuerda que la consternación del pueblo fue muy grande. Todos recuerdan que hubo muchos muertos, pero Castro es probablemente la persona más importante asesinada por los paramilitares en Majagual, por esa época.

Frank aspira a convertirse en periodista, aunque hasta ahora no ha podido estudiar por falta de dinero. Él asumió el papel de hombre de la casa para darles estudio a sus dos hermanos, pues al momento en que Castro fue asesinado, además de Frank y Luis Eduardo, una criatura de apenas cuatro años, Yuris Marcela, también se quedaba sin papá. Rosario, la viuda, todavía llora con las canciones de Miguel Durán que le recuerdan los programas que el Chico inventaba para complacer a los majagualeros en los días venturosos, antes de que los rondara la muerte. “Me quitaron mi raíz, él era mi sustento”, dice con la cadencia propia de una mujer Caribe.

Los Castro nunca se fueron del pueblo, a pesar de que mucha gente huyó. En su casa funcionó por 10 años, entre 2001 y 2011, el canal de televisión TV Mojana que el periodista solo conoció en el papel. Pero a causa de las inundaciones, sus dueños, los antiguos socios de Castro, lo trasladaron al centro del pueblo. La radio desapareció dos años después del asesinato, porque el dinero no alcanzó para tramitar la licencia y el transmisor fue decomisado. Las llamadas de los lugareños que querían enviar un mensaje a sus familiares y amigos también se silenciaron. Al periodismo comunitario de Majagual le arrancaron el corazón y la herida que dejó la muerte de Castro todavía no ha sanado.