Esta economista y activa periodista investigativa, estaba haciendo un documental sobre asociaciones campesinas de la región cuando fue asesinada por paramilitares en 1990.
|
Nació en 1958 en Bogotá y había estudiado economía en la Universidad de los Andes pero empezó a escribir en el Magazín Dominical de El Espectador y se enrumbó hacia el periodismo de investigación.
Para Constanza Vieira, periodista y amiga de Duzan: “La periodista, interesada por la antropología urbana, hizo crónicas y reportajes sobre las pandillas en Bogotá y Medellín, sobre los mundos marginales de las ciudades y las subculturas musicales.”
Duzan hizo parte del equipo fundador de la revista Semana y también colaboró con El Espectador y con la televisión haciendo documentales.
Sus amigos recuerdan que Silvia era una rockera entusiasta, le gustaba leer a Patricia Highsmith y a Charles Bukowski. Estaba casada con el reconocido economista Salomón Kalmanovitz, con quién escribió un libro de historia de Colombia para bachillerato que desató una fuerte polémica por que narraba una historia sin próceres ni héroes.
El 26 de febrero de 1990, Duzán estaba realizando un documental para el Canal 4 de la BBC de Londres sobre la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (Atcc) del corregimiento La India, Santander, una de las primeras comunidades de paz del país. Se había reunido a conversar en el restaurante La Tata, en Cimitarra, Santander, con Josué Vargas, presidente de la Atcc, Saúl Castañeda y Miguel Ángel Barajas, líderes campesinos de la Atcc. Ellos estaban amenazados por las autodefensas.
Ese día, poco antes del asesinato, algunos habitantes de la localidad le advirtieron a la periodista y a los líderes campesinos el peligro que corrían. Incluso una persona que estaba en el restaurante llamó a la policía local pidiéndoles que hicieran presencia pues habían visto a ‘El Mojao’ y a otros paramilitares alrededor del restaurante La Tata. Pero la policía nunca llegó.
De pronto una ráfaga de tiros acabó con la vida de los cuatro.
El periodista Fernando Garavito escribió poco después: “Silvia estaba llena de vida y de alegría de vivir. Había roto todas las fronteras, de manera que limitaba por el Norte con la vida. Y por el Sur. Y por Oriente y por el Occidente: con la vida. Estaba enamorada de la risa y enamorada de todas las cosas, de su oficio, de un par de jeans, de estar aquí, de escribir, de hacer un libro…Ahora ella ha quedado suspendida en el tiempo. Ahora ella limita por el Norte con la muerte. Y por el Sur. Y por Oriente y por el Occidente: con la muerte”.
La Atcc, fundada en 1987, era una iniciativa para construir una comunidad de paz, neutral frente a los actores del conflicto, en una región que vivía en medio del fuego cruzado entre guerrilla, paramilitares y Ejército.
Josué Vargas, que fue asesinado junto a Silvia Duzan, le dijo a un capitán del Ejército que “llegamos a la conclusión de que las armas no han solucionado nada, no tenemos intención de irnos con la guerrilla ni unirnos con ustedes ni irnos de la región. Tenemos que buscar nuestra propia solución”.
La decisión radical de los campesinos del Carare les trajo amenazas de todos los actores del conflicto, que los acusaban de ser colaboradores de uno de otro. Aunque lograron reducir las muertes de civiles por el conflicto en la región, sus principales líderes fueron asesinados por los ‘paras’ que los acusaron de ser guerrilleros.
Pocos meses después del atentado contra los tres líderes campesinos y de Duzan, la Atcc recibió el Right Livelihood Award conocido como el premio Nobel alternativo.
La justicia
Por la masacre las autoridades investigaron a Alejandro Ardila, alias ‘El Ñato’, a Hermógenes Mosquera, alias ‘El Mojao’, Armando Suescún, candidato a la Alcaldía de Cimitarra, Carlos Atuesta, miembro de la ATCC y 34 personas más
Sin embargo, el juez no pudo encontrar evidencias contra ninguno de ellos y todos los sindicados fueron absueltos.
En sus versiones libres ni Ramón Isaza, comandante de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, ni ninguno de los jefes paramilitares de la región han esclarecido la masacre.
Maria Jimena Duzan dijo que “el crimen sigue impune, nadie ha sido juzgado, y en las versiones libres, Ramón Isaza dice tener Alzheimer, y ‘Ernesto Báez’ tiene el cinismo de decir que él se enteró por las noticias”.
La verdad
En 1992, voceros de las Autodefensas del Magdalena Medio reivindicaron los homicidios y dijeron que habían ejecutado a su propio líder, Luis Meneses Báez, alias ‘Ariel Otero’ , por haberse equivocado al ordenar el homicidio de la periodista.
La reparación
Salomón Kalmanovitz dijo que la indemnización no es el el sentido fundamental de la reclamación que hacen pero que “la reparación económica sería una forma de que los paramilitares paguen por el crimen, porque el tiempo de cárcel que van a pagar será muy bajo”.