Más de dos décadas después de que las guerrillas del Prt y de la Crs se concentraron en Ovejas (Sucre), durante el proceso de paz que terminó con su desmovilización, los habitantes de la zona señalan que aún cargan con el señalamiento de ser subversivos y denuncian que los compromisos del gobierno con la comunidad nunca se cumplieron.
“Cuando la Policía veía que tu cédula era de Ovejas, decía ‘estos son de trato especial’ y de inmediato llamaban para ver si uno estaba en alguna base de datos. En todo el país, ser de Ovejas y de Montes de María era sinónimo de ser guerrilleros”.
Carmen*, una líder que ha trabajado en la zona cuenta que todavía cargan con la estigmatización que nació, en parte, cuando en el municipio sucreño de Ovejas se desmovilizaron las guerrillas Partido Revolucionario de los Trabajadores (Prt) en 1991 y la Corriente de Renovación Socialista (Crs), una disidencia del Eln, en 1994.
Todo comenzó en los 70, cuando la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) cogió más fuerza en Sucre que en otros lugares del país y el departamento se convirtió en “la vanguardia del movimiento campesino colombiano”, como argumenta Orlando Fals Borda en ‘Historia doble de la Costa’.
Esta fortaleza social atrajo al Eln y casi una década después, el Prt nació en este departamento como una división del Partido Comunista marxista-leninista. Lo que tenían en común los dos grupos armados eran sus bases en las organizaciones sociales y que ambos negociaron con el Gobierno en los 90.
La desmovilización del M-19 en 1990, tras de varios intentos de conversaciones con el Gobierno, de treguas y de amnistías, junto a la una nueva Constitución Política, motivó a los 200 guerrilleros del Prt a pactar la paz el 25 de enero de 1991 desde el corregimiento Don Gabriel, en el municipio de Ovejas. Ese mismo año se desmovilizaron en otras partes del país el Epl y el Quintín Lame.
Estos procesos de paz escalonados llegaron hasta junio 1993, cuando la Crs decidió entablar un diálogo con el Gobierno y, para ello, traer a sus combatientes del Urabá Antioqueño, de Cali, Barranquilla y Santander a concentrarse en el corregimiento Flor del Monte.
“Cuando decidimos negociar, pensamos en Ovejas por el trabajo social que teníamos con la gente. Hicimos una reunión con todos los habitantes para preguntarles si podíamos concentrarnos allí a dialogar con el Gobierno y ellos aceptaron”, sostiene Adolfo Bula, uno de los cuatro excombatientes del Crs que firmó el acuerdo de paz.
Otra versión tienen Rosa*, una líder comunitaria del corregimiento Flor del Monte que estuvo durante la concentración de la Crs en su municipio. Según ella, esta guerrilla sí se reunió con la gente pero para hablar de que los diálogos iban a ser en los corregimientos vecinos de La Peña y San Rafael, y cuando esas comunidades no los aceptaron, se concentraron en Flor del Monte.
Durante la concentración, los casi 500 combatientes del Crs vivían en el mismo casco rural que los 1.200 habitantes de Flor del Monte. “Teníamos nuestros propios pabellones con comedores y ranchos pero algunos acordaron con familias campesinas que los recibieran y los pobladores aceptaban porque lo veían como una oportunidad de suministro de alimentos”, recuerda Bula.
Además, los guerrilleros invitaban a los líderes sociales de ese y de otros corregimientos para discutir o cuando iba alguna delegación del Congreso o del Gobierno, según Carmen.
Uno de los puntos acordados para negociar era que el Gobierno enviara una brigada de salud para los integrantes de la Crs y la comunidad. En efecto, montaron un puesto con médico, odontólogo, enfermera y dos auxiliares. “Hasta la gente de los corregimientos de San Rafael, Canutal y Canutalito venían para que los atendieran”, dice Rosa.
Mientras la guerrilla convivía con los habitantes, el Ejército patrullaba los alrededores pues aunque nunca hubo un ataque a la zona de concentración, hacían presencia los frentes Jaime Bateman Cayón y Alfredo Gómez Quiñónez del Eln; grupos fragmentados de bandoleros al servicio de los narcotraficantes y unas incipientes Farc que apenas llegaban al norte de Sucre y sur de Bolívar.
Lo más que se acercaron las Farc al campamento de la Crs fue cuando convencieron a aproximadamente 15 guerrilleros que estaban concentrados de que se vincularan a sus filas, a finales de 1993.
Sin ataques y con un proceso de paz en marcha, la Crs firmó las negociaciones con el Gobierno el 9 de abril de 1994 y, con ello, llegaron las promesas a Flor del Monte.
El hoy extinto Instituto Nacional de Adecuación de Tierras se comprometió a dragar 2 kilómetros del arroyo Mancomoján para que los campesinos pudieran sembrar en 500 hectáreas como parte del ambicioso programa de dotación de tierras, la Embajada Alemana destinó 10 millones de pesos de la época para construir una porqueriza, el centro de salud iba a dotarse con 35 millones de pesos, la Caja Agraria aprobó más de 300 millones de pesos para construir 216 viviendas; el Gobierno giró en total 2 mil millones de pesos para reinserción de los guerrilleros, 50 millones más para que crearan la Corporación Arco Iris y 4 millones a cada desmovilizado como financiación de proyectos productivos.
De todas las promesas, quedaron los mismos ranchos que tenían antes, la vieja carretera en mal estado para llegar al pueblo y un puesto de salud vacío. Rosa detalla que entre 2000 y 2002 las alcaldías de turno lo dejaron sin personal médico y sólo hasta 2014 intentaron recuperarlo cuando el Plan de Consolidación Territorial lo dotó con 70 millones. “La Alcaldía medio arregló el punto de salud pero ya está deteriorado y jamás mandaron a un médico”, explica.
Esto ocurrió a pesar de que el acuerdo de paz pretendía mejorar la atención clínica, las carreteras y la producción agrícola como una muestra de agradecimiento por recibir a los guerrilleros concentrados en su corregimiento.
Bula sostiene que el Gobierno de César Gaviria y los sucesores le incumplieron a los campesinos de Flor del Monte pero Carmen señala que los exguerrilleros también los dejaron solos y nunca hicieron cumplir los acuerdos. “Toda la cúpula de estos movimientos se fue a vivir a Bogotá y a trabajar en el Congreso. Aquí se quedaron los desmovilizados rasos, sin nadie que incidiera políticamente”, aclara.
José Aristizábal, otro de los firmantes por parte de la Crs, lo reconoce:“Los abandonamos”. El exmiembro del Crs explica que después de que ellos salieron de la zona hubo una represión muy grande por parte de las Farc y de las Auc, que llegaron en 1996.
“Quedamos al albedrío de todos los otros actores armados y empezó el asesinatode los miembros de la comunidad”, según Rosa.
Espiral de violencia
Sin el Prt y la Crs en el camino, las Farc fortalecieron su presencia en todo Montes de María, con los frentes 35 y 37. Pero, a diferencia de los grupos armados anteriores, esta guerrilla no tenía ningún tipo de vínculo con los líderes de la zona y entró a sangre y fuego. Así lo explican Bula y Simón*, uno de los habitantes de Ovejas que ha liderado la reclamación de tierras.
“Las Farc persiguieron más a los líderes sociales y algunos de ellos, eran de la Corriente que estuvieron en la concentración”, apunta Aristizábal.
La situación para los pobladores de Montes de María se complicó todavía más en 1996, cuando los paramilitares de los Castaño ingresaron al territorio y emprendieron un ataque constante contra todas las guerrillas. En el escenario, además de las Farc y el Eln, en ese mismo año el Erp, un grupo disidente del Eln, conformado a finales de los ochenta, aumentó su poder en la zona.
“Después de que el Prt y la Crs se fueron, la incertidumbre fue peor porque no sabíamos qué iba a pasar con nosotros. Hasta el mismo Estado nos estigmatizó y todos los grupos creyeron que en cada casa había 4 o 5 guerrilleros”, dice Carmen.
Por una parte las Farc mataron a líderes campesinos, policías y a quienes, según ellos, se relacionaran con las autodefensas. Fue así como en las elecciones regionales de 1997 asesinaron al candidato a la Alcaldía de Ovejas Hugo Salcedo, por considerarlo ‘el de los paras’. El año anterior, guerrilleros de los frentes 35 y 37 de las Farc activaron 60 kilos de dinamita que cargaba un burro frente a la estación de Policía en Chalán, Sucre. Murieron 11 miembros de la Fuerza Pública. “Después de eso, cualquier ciudadano de Montes de María era mal visto en el resto del país y por las autoridades militares; quitaron tres de los cuatro puestos de Policía que había en la región”, dice Carmen.
A su vez, las autodefensas tildaron a líderes sociales como colaboradores de las guerrillas, y desataron una oleada de masacres “como recurso para minar el dominio territorial que los grupos guerrilleros tenían sobre los municipios de los Montes de María, principalmente aquellos que pertenecen a la zona montañosa de esta región (Ovejas, Coloso y Los Palmitos)” y también para dominar los corredores para la exportación de droga entre los municipios montemarianos y la salida al mar por el Golfo de Morrosquillo, como asegura el Observatorio de Derechos Humanos y Derechos Internacional Humanitario de la Vicepresidencia.
En septiembre de 1997 en Pijiguay, corregimiento de Ovejas, paramilitares del Bloque Montes de María asesinaron a 6 personas por ser supuestos colaboradores del Eln. En el 2000, la masacre fue en El Salado (Carmen de Bolívar) y en el 2001, en pleno parque central de Chengue (Ovejas) las autodefensas mataron a 28 personas, la mayoría a machetazos.
Además, la violencia se dirigió también a los exguerrilleros, principalmente a quienes vivían en Montes de María. Según la Corporación Arco Iris, desde 1994 han matado a 64 exmiembros de la Crs, mientras que los desmovilizados del Prt calculan más de 40 asesinatos desde el mismo año en que firmaron la paz. (En cuanto a la violencia contra la población, todos los líderes de la región con los que habló VerdadAbierta.com concuerdan en que el estigma fue generalizado para los 15 municipios de la subregión Montes de María. Sin embargo, las cifras del Observatorio de la Vicepresidencia muestran que Ovejas sí fue uno de los más golpeados.
De acuerdo con la entidad, este es el municipio donde más hubo masacres, pues de las 30 que ocurrieron en Sucre entre 1993 y 2006, 7 fueron en Ovejas. Además, es el segundo municipio de ese departamento con más secuestros entre 2000 y 2006 y allí ocurrieron el 57% de los 91 incidentes con minas antipersonales que hubo en Sucre entre 2003 y 2006.
Pero el estigma no es sólo una cuestión de cifras, de muertos y de persecución. Hoy, más de 20 años después de los acuerdos de paz, habitantes de Ovejas denuncian que siguen siendo estigmatizados. “En un hospital en Corozal (Sucre) me dijeron que era guerrillera. Eso todavía pasa donde quiera que vayamos”, dice Rosa.
*Los nombres fueron cambiados a petición de los entrevistados.