Luego de una cruenta guerra entre guerrillas en Arauca, que dejó mil muertos, estas sellaron un acuerdo de no agresión. VerdadAbierta.com revela cómo se fraguó este inusual pacto.
El Eln y las Farc se disputaron Arauca entre 2006 y 2010, hasta que firmaron la paz. Fotomontaje VerdadAbierta.com |
A finales de agosto de 2010, los jefes de los frentes 10 y 45 de las Farc, conocidos con los alias de ‘Arcesio Niño’ y ‘El Viejo’, salieron de sus campamentos entre Tame y Fortul a un lugar desconocido de la frontera con Venezuela. Hicieron su recorrido sin agrado, sobre todo porque no les cayó bien la orden que les impartió el máximo jefe de esa guerrilla, Guillermo Sáenz, alias ‘Alfonso Cano’: cumplirle una cita a los jefes del Frente Domingo Laín, del Eln, con quienes llevaban cinco años de confrontación, y sellar con ellos un acuerdo de paz. Cuatro fuentes diferentes que conocieron bien los hechos, pero que prefieren no revelar sus nombres, coincidieron en esta versión de cómo se dio este encuentro.
La orden también la cumplían a regañadientes los jefes del Eln en esa región, alias ‘Pablo’, ‘Lenin’ y ‘Nacho’, quienes por esos días habían logrado que las Farc se replegaran temporalmente hacia Boyacá, Casanare y los santanderes. El comandante del Eln, Nicolás Rodríguez Bautista, alias ‘Gabino’, cerró así el acuerdo pactado con Cano en diciembre de 2009 para finalizar la confrontación entre las dos organizaciones guerrilleras, que se había originado cuando las Farc intentaron desterrar de Arauca al Frente Domingo Laín.
En la cita, los jefes guerrilleros debían firmar su paz, y, a su estilo, anunciar que no volverían a atacar a las comunidades y les devolverían los bienes que les habían arrebatado a la fuerza. Así fue cómo se cocinó esta suerte de ley del monte que el 14 de septiembre pasado cumplió un año en medio de temores.
‘Gabino’ y ‘Cano’ pactaron cerrar las heridas provocadas tras continuas fricciones por temas como la injerencia en la clase política y las administraciones locales, los cultivos de hoja de coca, el secuestro, el cobro de vacunas a las petroleras y ganaderos, el manejo de los negocios en la frontera y la alianza que hizo con el Ejército alias ‘Ernesto’, comandante de la Comisión Martha Elena Barón, del Eln, y quien fue fusilado por sus compañeros.
El inicio de la guerra
El Eln había llegado a Arauca en 1980 y conformó un frente al que bautizaron Domingo Laín, en homenaje a un sacerdote español que intentó seguir los pasos de Camilo Torres y quien murió en combate en El Bagre, Antioquia, el 20 de febrero de 1974. Los guerrilleros que llegaron buscando refugio a Arauca eran sobrevivientes de la Operación Anorí, realizada por el Ejército en Antioquia en 1973.
Los ‘elenos’ se ubicaron en el piedemonte y parte de la sabana, y como se iniciaba la exploración y explotación de petróleo, encontraron en la extorsión a las petroleras y a sus contratistas una jugosa fuente de financiación para recuperarse. Cuando no cedían a su chantaje, volaban el oleoducto causando estragos ambientales. Además, también a bala, empezaron a tomarse el poder político, imponiendo desde concejales hasta alcaldes y gobernadores.
Las Farc llegaron a la zona después, a mediados de los ochentas porque vieron el “éxito” que estaban teniendo sus pares del Eln y entraron a disputarle el dominio de la región. Fue así como, Jacobo Arenas, el jefe histórico de las Farc, decidió enviar a Arauca castigado por indisciplina a Germán Briceño, alias ‘Grannobles’, hermano del jefe del Estado Mayor del Bloque Oriental (Embo), Jorge Briceño, alias ‘El Mono Jojoy’, a tomarse esa región.
En el inicio de esa confrontación, el Eln asesinó a Jesús María Piedrahita, conocido con el alias de ‘El Che’, quien era el segundo al mando de lo que se llamó el minibloque, un grupo de 500 guerrilleros compuesto por cuatro frentes y once compañías del Bloque Oriental al que habían destinado para la incursión en Arauca.
‘El Che’ cayó asesinado a manos de ‘La Ñeca’, uno de los mandos del Domingo Laín, en diciembre de 2006 cuando intentaban solucionar diferencias a punta de licor. A partir de ahí, ‘Grannobles’ ordenó borrar del mapa todo lo que tuviera que ver con los ‘elenos’ en Arauca, Boyacá y Casanare. El hermano del ‘Mono Jojoy’ dispuso de toda su fuerza militar para acabar con el Eln.
La reacción del Eln a esta declaratoria de guerra hizo que el Comando Central de esta guerrilla –más conocido como el Coce- ordenara mover de Casanare hacia Arauca al Frente José David Suárez, que se unió con el Domingo Laín, integrado por más de 400 hombres de 13 estructuras armadas y dos frentes de guerras, además de un grupo móvil conocido como Rungo o de explosivos y las Tropas Especiales. Estas últimas eran conocidas en la región porque fueron las que rescataron de la cárcel de Arauca en 2009 a Gustavo Aníbal Giraldo, alias ‘Pablito’, uno de los mandos del Coce y comandante del Frente de Guerra Oriental (FGO).
“A partir de ese momento, la guerrilla dividió al departamento en dos: de un lado las Farc y del otro, el Eln”, recuerda un habitante de Saravena que pidió anonimato.
Según el Comité Permanente para los Derechos Humanos de Arauca, la confrontación armada provocó el desplazamiento de 54.000 personas entre 1998 y 2008. Sólo en el área rural de Arauquita 4.500 familias terminaron desarraigadas y veredas como Aguchica, El Oasis y Caranal, quedaron prácticamente desiertas. Además esta guerra entre guerrillas hirió o mató a unos 500 campesinos y militares con minas antipersona.
La Defensoría del Pueblo denunció que, entre 2006 y 2008, los grupos armados lanzaron toda suerte de amenazas a la población civil y en contra de alcaldes, diputados, concejales de Arauca y funcionarios municipales de Arauca capital, Tame, Arauquita y Fortul.
En 2008, la situación era dramática. En agosto de ese año, Codhes y la Defensoría revelaron que, además de los permanentes asesinatos selectivos en veredas y cascos urbanos del piedemonte araucanos, las guerrillas asesinaron a 50 líderes sociales y mil familias abandonaron la zona.
Y la tragedia de los araucanos siguió empeorando. A la muerte y zozobra provocada por las dos guerrillas, miembros no desmovilizados del Bloque Vencedores de Arauca (BVA), las Águilas Negras y el Erpac, comenzaron a matar pobladores acusándolos de cómplices de ‘elenos’ o de ‘farianos’. La Fuerza Pública, según los campesinos, hizo las veces de espectador en unos casos y en otros dirigió sus operaciones militares acudiendo a informantes y desertores, quienes comenzaron a señalar a los habitantes (Ver panfletos). En esos operativos, de acuerdo con Codhes y las organizaciones sociales del departamento, se capturaron alrededor de 250 personas en detenciones masivas, a quienes sindicaban de ser colaboradores de la guerrilla.
En noviembre de 2008, por ejemplo, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH), denunció la detención por parte de la Policía y del Ejército, 10 labriegos afiliados a la Asociación Campesina de Arauca (ACA), y 13 líderes sociales de del municipio de Arauquita, todos sindicados de rebelión.
Al mismo tiempo, y pescando en río revuelto, antiguos integrantes de los paramilitares del BVA, las Águilas Negras y del grupo de Pedro Oliveros alias ‘Cuchillo’ conocido como el Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista de Colombia (Erpac), hicieron de las suyas en Tame, Saravena, Puerto Rondón y Cravo Norte, en donde comenzaron a amenazar y a cometer crímenes selectivos, con lo que terminaron por aumentar el drama de los habitantes de Arauca.
Desde 2007 hasta agosto de 2010, la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra, Pastoral Social, el Obispo de Arauca, la Defensoría del Pueblo, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, Asojuntas, la Asociación Juvenil y Estudiantil Regional, la Asociación de Usuarios Campesinos de Arauca, la Asociación de Educadores de Arauca, la Asociación de Mujeres por Arauca y los sindicatos regionales, entre otros, buscaron en vano llamar la atención del Estado para evitar que los siguieran matando.
Una de esas voces fue la del director de Caritas Arauca, padre Deisson Mariño, quien al valorar la respuesta de organismos internacionales y nacionales no estatales, advirtió que la crisis humanitaria del departamento empeoraba por la escasa respuesta de las autoridades, la ingobernabilidad y la poca credibilidad que la población tenía en las instituciones.
“La legitimidad de los mandatarios está cuestionada por las constantes denunciase investigaciones que adelantan los organismos de justicia y de control por las alianzas oscuras hechas con grupos armados al margen de la ley para llegar al poder”, señaló el director de Caritas, al tiempo que mostraba preocupación por los índices de corrupción política y administrativa y la cuestionada inversión de las regalías petroleras, que no ayudaba a mejorar el nivel de vida de los araucanos.
Los intentos de paz
La sociedad civil intentó hacer entrar en razón a los dos grupos guerrilleros. Para parar la matazón, la Conferencia Episcopal encargó al obispo de Arauca, monseñor Carlos Mesa Ruiz y a los sacerdotes Teodoro González y Deisson Mariño, a que conminaran a los jefes del Eln y las Farc a buscar un acuerdo que pusiera fin a la confrontación.
El 24 de diciembre de 2006, monseñor Mesa Ruiz y los dos sacerdotes fueron a una cita con los jefes del frente Domingo Laín del Eln, ‘Pablito’, ‘Lenín’ y ‘David’, en la que intentaron convencerlos de poner fin a la guerra con las Farc, para evitar que continuara el desangre de la población civil. Los guerrilleros dijeron que harían llegar las propuestas al Coce para negociar la paz pero no se pusieron de acuerdo.
Al tiempo, los dos bandos continuaron con la intimidación de la población. Los campesinos eran los que más sufrían con esta situación, y prueba de ello es que el Frente 10 de las Farc les notificó el 23 de marzo de 2006, lo que vendría más adelante:
“Población civil, simpatizantes de las dos organizaciones, milicianos del Eln, les invitamos a permanecer al margen de un proceso que debe ser definido por las fuerzas armadas, quien no lo haga es consciente de las consecuencias que traerá su acción, no vamos a atacar indiscriminadamente siempre tomaremos en consideración la responsabilidad individual”, sentenciaron las Farc en un panfleto que distribuyeron en la zona.
Este fue uno de los interminables comunicados en los que tanto el Eln como las Farc se echaban el agua sucia. Salían en defensa de lo que consideraban sus bases sociales, hacían reflexiones sobre el daño a la población civil y en otros boletines de prensa cargados de encendida prosa política, aparecían como defensores de los civiles afectados y renegaban del enfrentamiento.
En esa confrontación, los dos bandos plantearon el desarrollo de dos modelos de revolución, pero terminaron devorándose entre sí.
Con la llegada a la presidencia de Álvaro Uribe Vélez en 2002, el gobierno implementó, como parte de su Política de Seguridad Democrática, cuatro zonas de rehabilitación en el país, y Arauca había sido uno de los departamentos escogidos. En la estrategia de las Fuerzas Militares se promovió la deserción de guerrilleros. Muchos huyeron de las filas guerrilleras y se convirtieron en informantes del Ejército, en especial de la Brigada XVIII.
El punto de quiebre de esta guerra llegó en 2006. Salvo en el municipio de Arauquita, el departamento de Arauca votó por la reelección de Álvaro Uribe Vélez, a pesar de que aún la política local estaba controlada por el Eln y las Farc, como lo advirtió la Corte Suprema de Justicia en dos fallos que profirieron contra el ex gobernador y ex congresista José Vicente Lozano Fernández y el ex gobernador y el también ex gobernador Héctor Federico Gallardo, por nexos con los grupos armados por procesos de Farc-política y Eleno-política.
“De manera progresiva, para los años noventa, especialmente a partir de 1992 el grupo insurgente se especializó en el apoderamiento de los dineros públicos a través de la contratación en las administraciones departamentales de Arauca (alcaldías, gobernación, gerencias de institutos descentralizados) contando con el apoyo de contratistas vinculados a la región, pero igualmente afectos a la organización subversiva”, dijo la Corte Suprema de Justicia al condenar a Lozano Fernández el 10 de septiembre de 2010.
El fenómeno Uribe llevó a varias interpretaciones: habitantes de Arauca capital y Arauquita, concluyeron que su votación fue una especie de castigo a la guerrilla por todas sus arbitrariedades e incongruencias.
Lo problemático de la colaboración de los desmovilizados con la Fuerza Pública ha sido que muchas veces en lugar de denunciar a los guerrilleros, señalaron a sus víctimas: a líderes sociales, sindicalistas, concejales, diputados y aspirantes a la Gobernación, y estos, luego, fueron capturados y judicializados por la Fiscalía. Según informes de la Fundación Regional de Derechos Humanos “Joel Sierra” y del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, con la política de Seguridad Democrática fueron detenidas más de 2.000 personas.´
Según la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca (AMAR), en la región aun no se olvida lo sucedido el 12 de noviembre de 2002, cuando luego de un operativo militar, llevaron a unas 2.000 personas detenidas al Coliseo Jacinto Jerez de Saravena. De éstas, 96 fueron conducidas a la sede del Batallón Mecanizado Revéis Pizarro (Brigada XVIII) y finalmente 43 fueron judicializadas en llevadas a las cáceles de La Picota y Buen Pastor en Bogotá por más de tres años.
Cuando llegó el gobierno Santos al poder en agosto de 2011, las detenciones no siempre justificadas en el debido proceso, sino en el mero señalamiento de ex guerrilleros, han continuado. De acuerdo con la Asociación Amanecer de Mujeres por Arauca (AMAR), desde comienzos de 2011, ha habido un nuevo proceso de detenciones masivas.
Negociación en la frontera
Fue la ofensiva militar la que debilitó a las dos guerrillas en conflicto, y las forzó a buscar un pacto de no agresión mutua.
‘Gabino’ y ‘Alfonso Cano’ fueron los que finalmente discutieron y acordaron que sus jefes en Arauca debían encontrarse a discutir los términos de un “cese de hostilidades”. Cano ordenó que los guerrilleros ‘Arcesio’ y ‘El Viejo’ se sentaran en un lugar de la frontera con Venezuela con ‘Pablito’, ‘Nacho’ y ‘Lenín’, del Frente Domingo Laín.
Al principio entre los guerrilleros hubo tensión, según le contaron a VerdadAbierta.com testigos de este encuentro, pero, luego entraron en confianza, y comenzaron a discutir que era necesario un nuevo encuentro en el que se discutirían los límites y condiciones de la paz.
No era la primera vez que los mandos de estos frentes subversivos intentaban buscar una salida a la guerra a muerte que entre 2005 y 2010, llevó a la tumba a unos 500 civiles y más de 600 subversivos, según lse deduce de cruzar las estadísticas del seguimiento al conflicto que hacen las organizaciones sociales, la Policía, Medicina Legal con las cuentas de habitantes en Arauquita, Tame y Saravena.
El escenario de paz que estaban buscando los guerrilleros en agosto de 2010, generaba dudas en la mayoría de los 274.000 araucanos. Sobre todo porque no se olvidaba el encuentro que tuvieron con los sacerdotes Meza, González y Mariño, a finales de 2006, que sucumbió por la arrogancia de la guerrilla que pensó más en sus intereses que en las vida de miles de personas.
Las comisiones guerrilleras se volvieron a reunir dos veces más, en las que, además de recordar las épocas de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) y los fracasados diálogos de Caracas y Tlaxcala, México, entre 1991 y 1992, definieron lo que sería el futuro de los dos grupos guerrilleros en Arauca.
Al son de estos recuerdos, reconocieron los mandatos de ‘Cano’ y de ‘Gabino’ quienes ordenaron poner fin a las confrontaciones, las agresiones contra la población civil y permitir el retorno de los campesinos a sus tierras. Además, aseguran las fuentes que estuvieron en la reunión o la conocieron de cerca, los jefes guerrilleros ordenaron a sus subalternos araucanos devolverle a la gente el ganado robado, devolver a sus manos la dirección de proyectos productivos y educativos que les habían quitado y las sedes de cooperativas y las juntas de Acción Comunal despojadas.
Según los líderes regionales que también conocieron de los puntos discutidos, el pacto de no agresión involucró frentes guerrilleros de Arauca, Casanare, Boyacá, y parte de los santanderes, hasta donde se había trasladado la guerra entre el sub-bloque de las Farc y el Domingo Laín.
También se registró otro debate que los mantuvo un tiempo ocupados y fue que Grannobles pidió trasladar de Arauca a los mandos regionales del Eln, pero curiosamente las cosas le resultaron al revés.
‘Cano’ sacó al hermano del ‘Mono Jojoy’ de Arauca, y lo reemplazó por alias ‘El Viejo’, lo mismo ocurrió con alias ‘Arcesio’ y ‘Misael’ del Frente 28, quienes fueron reemplazados por otros mandos cuyos nombres aún se desconocen.
También discutieron cómo se dividirían su guerra en Arauca. Y acordaron que las Farc se quedarían con Cravo Norte, el suroriente de Tame, Puerto Rondón y un tramo de Arauquita, desde la inspección de Aguachica hasta Panamá de Arauca, mientras que el Eln se quedó con los municipios del piedemonte Llanero.
Quedaron entonces dos puntos que producían los peores roces: el manejo de la frontera y el tráfico de gasolina.
Alias ‘Pablito’ les notificó a los guerrilleros de las Farc que no cedería este negocio y su interés era seguir controlando el contrabando de gasolina especialmente en las zonas de El Amparo, Isla Reinera, La Victoria, Puerto Contreras y Puerto Lleras.
Por último, los guerrilleros acordaron que, mientras se generaba confianza, no podía haber combatientes de otros grupos en las zonas repartidas, “ni tropa en territorios de una organización u otra y no se permite el paso de estructuras, columnas ni comisiones guerrilleras”, como se conoció después en un comunicado.
Bajo esas circunstancias, el 14 de septiembre de 2010, finalmente, los guerrilleros del Eln y las Farc emitieron un comunicado en el que decretaron el fin de su guerra y se comprometieron a no seguir matando a los pobladores en sus zonas de influencia.
En el comunicado, leído en casi todas las emisoras del departamento, las dos antiguas guerrillas aceptaron la responsabilidad en la tragedia a la que llevaron a Arauca, se excusaron con los afectados y reconocieron los daños causados a la población civil. Algunas personas de la zona dicen que incluso los grupos guerrilleros indemnizaron a pobladores de algunas veredas por los daños que les causaron.
“Somos autocríticos en reconocer los daños y afecciones causadas a la población, son dolorosos los episodios y lamentable las consecuencias. Por tanto, presentamos nuestros sentimientos de consideración y excusas a todos los afectados”, se leyó, en uno de los apartes del comunicado que también fue publicado en las páginas de internet de los dos grupos.
Algunas familias, con cierto temor, están regresando a sus veredas, según lo afirman voceros del Comité Permanente por los Derechos Humanos y la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra.
Pero a pesar de los mea culpa públicos y el pacto de las dos guerrillas, en los municipios de Arauquita, Tame, Saravena, Fortul, Puerto Rondón y parte de Cravo Norte, los habitantes aún no están tranquilos. Saben que las fronteras invisibles trazadas por los guerrilleros en los municipios del piedemonte llanero son muy frágiles. Además, muchos sienten que ni las tardías y débiles excusas, ni el pacto de no agresión son suficientes para reparar las miles de vidas perdidas, el sufrimiento y sueños de progreso rotos. Siguen en la guerra y con ella seguirán trayendo sus miserias.