La investigadora Claudia López fue la editora del libro “Y refundaron la patria”, que desentraña los nexos entre los grupos armados, el narcotráfico y la clase política colombiana. VerdadAbierta.com habló con ella sobre las claves para entender la captura del Estado.
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Claudia López habló con VerdadAbierta.com sobre el libro “Y refundaron la patria” de editorial Debate. |
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El libro fue hecho por investigadores de centros de investigación como Nuevo Arcoiris, Congreso Visible, Dejusticia, Grupo Método y la Misión de Observación Electoral – Moe. López, quien destapó en 2002 las alianzas de los grupos paramilitares con congresistas y senadores, ahora es la editora de este extenso estudio que ahonda no sólo en las complicidades de ‘paras’ y políticos, sino también de narcos, guerrillas y las nuevas bandas criminales.
En el fondo la pregunta que intentaron responder es si los grupos armados se apoderaron del Estado colombiano. Y encontraron que no lo lograron en su totalidad, pero que al menos uno de cada tres políticos, en el ámbito local, departamental o regional, han tenido o tienen relaciones con grupos armados ilegales.
Otra conclusión a la que llegaron es que los delincuentes han buscado tomarse el Estado para legitimarse y además buscar encubrir sus delitos.
Según el libro, los políticos aliados con paramilitares, guerrilleros o narcotraficantes, también encontraron en la administración pública la mejor forma para lavar recursos de actividades ilícitas como el narcotráfico.
Claudia López habló con VerdadAbierta.com sobre las revelaciones de este libro titulado “Y refundaron la patria”.
VerdadAbierta.com : ¿El libro trata de demostrar la teoría del Estado mafioso?
Claudia López: No tenemos fundamento para afirmar eso. Aquí ha habido dos visiones extremas, una que dice que en Colombia no ha pasado nada y que se trata de unas cuantas manzanas podridas, entonces lo dejan como un problema medio trivial y personalizado. Y quienes dicen que Colombia es un narcoestado, que está completamente capturado por el narcotráfico.
Nosotros nos dimos a la tarea de establecer, entre esas dos visiones, cuál era la evidencia. La evidencia judicial indica que una tercera parte de los cargos políticos de elección popular efectivamente ha sido cooptada por el narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla y grupos armados de diferente tipo.
No es una cifra menor. Uno de cada tres alcaldes, gobernadores, concejales, de miembros del Congreso, han tenido nexos con grupos armados.
Y lo que ocurrió es que desde 2002, la inmensa mayoría de estas tendencias que habían cambiado el mapa local y regional político confluyeron en el proyecto político uribista, hicieron parte de la coalición de gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, cogobernaron con él durante 8 años y de esa forma llegaron hasta esferas del poder nacional.
Mucho ha de tener la influencia de un alcalde o un concejal para ser capaces de llegar a la Presidencia de la República. De manera es que esa es la magnitud exacta: una tercera parte del Estado político ha estado capturado por organizaciones ilegales.
VA : ¿Dónde se puede ver esa captura del Estado?
CL: Además,La verdad es que nos dimos a la tarea de hacer una monografía departamento por departamento. El libro contiene un cd en el que va la monografía de cada departamento explicando el contexto de conflicto que vivieron desde el 90 hasta 2007. Además, cómo cambió el mapa político en ese contexto de conflicto, cómo desaparecieron el Partido Liberal y Conservador y aparecieron esos partidos vinculados a la parapolítica y a la farc-política.
Desafortunadamente no hay departamento que se escape, en todos hay algún indicio, por supuesto las dimensiones son distintas. yo diría que más que captura, eso que llaman reconfiguración del Estado, haber cambiado el mapa político y la operación estatal ocurrió en departamentos como Córdoba, Antioquia, Cesar, Magdalena, Santander, Meta, Casanare y Norte de Santander para sólo mencionar algunos ejemplos muy destacados por la enorme penetración de los grupos armados.
Norte de Santander, por ejemplo, es uno de los departamentos que poco se mencionan en la parapolítica pero quizás es uno de los más cooptados a todo nivel. De manera que no podemos decir que alguno se salve, tal vez en Nariño uno podría decir que hay menos influencia, pero en todos hay un rastro de mafiosos e ilegales y políticos reconfigurando el Estado.
VA : ¿Qué buscan los grupos armados con capturar el Estado?
CL : En primer lugar buscan evadir que los persigan, buscan impunidad, obviamente si logran inhibir, cooptar, capturar al fiscal, al juez, al agente de inteligencia, al miembro de la fuerza pública, o al político que a su vez coordina la fuerza pública, pues limita su riesgo de exposición penal, que es lo que buscan: impunidad.
Lo segundo es capturar rentas. Hay un vínculo cada vez más estrecho entre las actividades ilegales como el narcotráfico y la corrupción pública, porque en la práctica la corrupción se ha vuelto un mecanismo de lavado del narcotráfico, entonces son dos negocios que van convergiendo. Es muy útil usar la estructura económica del Estado para hacer impunidad y lavado de recursos.
Lo tercero que buscan es legitimidad. Es que si logran disfrazarse de políticos y que no les digan parapolíticos sino honorable senador, que no les digan mafiosos sino señor alcalde, obviamente eso da un amparo de legitimidad y legalidad que les permite operar a gran escala.
Cuando esos políticos aliados con los ilegales llegaron a escenarios como el Congreso donde se decide la estructura institucional del Estado, pudieron cambiar las normas de economía agraria para legitimar el despojo, pudieron cambiar las normas de justicia para proveerse en un alto nivel de impunidad como la ley de justicia y paz. Pudieron cambiar el sistema político y electoral para poder usar los partidos y que esos partidos aunque avalaran a gentes involucradas con la ilegalidad no resultaran sancionados.
Entonces lograron cambiar la estructura institucional, tener legitimidad política y social, hacer operaciones de lavado económico y político, eso lo que buscan los ilegales con penetrar la política.
VA: ¿Al final dónde está el conflicto?
CL: En el libro lo que tratamos de mostrar es que esa idea de las autodefensas contrainsurgentes es más un mito que una realidad. La verdad es que el narcoparamilitarismo tenía intereses más importantes que combatir a la guerrilla, tenía el interés del narcotráfico, reconfigurar el poder político y que sus aliados volvieran al poder porque la apertura del sistema democrático en Colombia se los estaba quitando. Buscaban tener legitimidad social y control territorial.
Como también encontramos que eso de que la guerrilla actúa por los pobres y en defensa de los marginados y de los campesinos, incluso de los cocaleros en Colombia, es un mito. Nosotros decimos que la guerrilla y el paramilitarismo fueron muy machitos para pelear contra la población civil inerme, para arrasar campesinos, para masacrar a mujeres y niños en pueblos enteros, pero conflictos y disputas directas entre ellos muy poquitas.
Los unos y los otros se han usado como una excusa para sus reales propósitos, que para ser contrainsurgentes o contraparamilitares.