Los primeros crímenes de las Auc en Cajibío, Cauca

      
En una versión libre varios postulados del Bloque Calima confesaron cómo incursionaron en ese municipio de Cauca. Allí asesinaron a ocho personas, saquearon al comercio y dejaron cientos de desplazados.
   
El Frente Farallones delinquió inicialmente entre los límites de los departamentos de Valle del Cauca y Cauca, desde donde se expandió hasta el sur de Cauca. Imagen: VerdadAbierta.com    

A mediados de noviembre de 2000, el terror paramilitar llegó a las apartadas zonas rurales de Cajibío con acentos paisa y costeño, bajo la guía de algunos de sus propios habitantes.

Según contó en versión libre Elkin Casarrubia Posada, alias ‘El Cura’, unos cuantos campesinos del corregimiento de Ortega, que se defendían de la guerrilla con escopetas hechizas y un par de fusiles, acudieron al Bloque Calima en busca de apoyo.

Es así como entre finales de octubre y principios de noviembre de ese año, alrededor de 30 campesinos con rasgos indígenas fueron entrenados por los paramilitares en una finca de la vereda Lomitas, ubicada en Santander de Quilichao.

“Los indios de Ortega fueron entrenados por ‘Carlos’, ‘Nechí’ y ‘El Cabo’”, contó ‘El Cura’, quien para esa fecha era el jefe de la zona rural del norte de Cauca, que estaba a cargo del Frente Farallones del Bloque Calima.

“Pensábamos en reforzarnos. Allá no había presencia del Estado”, señaló uno de los postulados que rindió versión libre y es oriundo de esa región. Otro declaró que no esperaban recibir un entrenamiento por parte de los paramilitares, sino que iban para que los dotaran de armas.

Luego de terminar la ‘capacitación’, el Bloque Calima envió a un grupo de 40 hombres bajo el mando de alias ‘Chilapo’ y alias ‘Orlando’ para que incursionaran en Cajibío. Los guías de ese “operativo” fueron algunos de los habitantes de Ortega, quienes estaban encargados de orientarlos en la zona y señalarles a los supuestos integrantes de la subversión.

‘El Cura’ contó que el objetivo principal de ese grupo era asentarse en la región de Tierradentro después de incursionar en Cajibío. “’Chilapo’ y ‘Orlando’ se iban a quedar allá con un grupo, luego de dejar a los indios de Ortega (…) Se podía salir a la costa por este sitio y el objetivo era llegar a Guapi (municipio del Pacífico caucano). La guerrilla usaba la costa para financiarse y meter armas”, dijo el ex jefe paramilitar.

Ese grupo paramilitar llegó a Ortega, y desde allí ingresaron a varios corregimientos en los que dejaron su estela de violencia y dolor.

Incursión a Dinde
En la mañana del 21 de noviembre los paramilitares incursionaron en ese vecino corregimiento de Ortega. Allí retuvieron a dos personas, pero liberaron a una. La otra persona fue torturada y asesinada en la vereda La Diana.

Al parecer, la víctima era comerciante y fue desaparecida en una fosa común. “’Nechí’ lo asesinó a punta de garrote. Lo interrogaba sobre si la ropa y la comida que tenía era para la guerrilla”, confesó alias ‘El Pocho’. Los restos de esta persona fueron exhumados en octubre del año pasado por medio de la información que entregó el postulado alias ‘Romario’ a la Fiscalía de Justicia y Paz.

En este corregimiento los paramilitares también hurtaron comida, ropa y varias mulas en las que transportaron la mercancía.

Masacre de El Carmelo
En la madrugada del 22 de noviembre los paramilitares se tomaron el corregimiento de El Carmelo. Una parte del grupo se quedó en los alrededores del pueblo prestando seguridad, mientras la otra se encargó de sacar a los habitantes de sus casas y reunirlos en la cancha.

Los paramilitares separaron a los hombres de las mujeres y con lista en mano, les pidieron la cédula a las personas que aparecían en su texto de sentenciados. Llegaron a amarrar alrededor de diez personas, pero sólo se llevaron a tres y los asesinaron con armas de fuego a orillas de la carretera.

En esta ocasión la ‘ruleta rusa’ de los paramilitares acabó con la vida de Javier Rojas, de 61 años; de Alcibíades Camayo, de 40, y de Iner Campo, de 22. Estas personas eran reconocidas por la comunidad como comerciantes y agricultores.

‘El Cura’, quien no estuvo presente en el lugar de los hechos,pero participó en la planeación de esa incursión a Cajibío, reconoció que sus hombres “actuaron bajo la información de los informantes y ‘Chilapo’ tenía la autonomía de ejecutarlos bajo esa información”.

Además del listado de supuestos milicianos o colaboradores de la guerrilla, los guías de los paramilitares señalaron que algunas motos y una casa pertenecían a integrantes de la subversión. Por esa razón quemaron cuatro motos y la casa de un supuesto comandante con el alias de ‘Patecuca’. Alias ‘Motas’ confesó que incineró el inmueble por órdenes de alias ‘Orlando’.

Los paramilitares también pintaron grafitis en las fachadas de las casas, en los que amenazaban de muerte a los “sapos, milicianos y colaboradores de la guerrilla”. Este hecho, sumado a las amenazas de los jefes a cargo del “operativo” y la toma del corregimiento, causaron que por temor varios pobladores abandonaran El Carmelo.

En este sitio también fueron saqueados los graneros, los almacenes y las droguerías.

Respecto al trato que recibió la población civil, ‘El Cura’ dijo que sus hombres “llegaron a meterle terror a la población para hacerse sentir y que les dieran información”, y agregó que  “la gente se desplazaba por temor de que volvieran a suceder estos hechos”.

Los paramilitares estuvieron en El Carmelo aproximadamente hasta el mediodía y luego se dirigieron a Casas Bajas, en donde sostuvieron un fuerte enfrentamiento con la guerrilla hasta las seis de la tarde, según contaron varios postulados.

A raíz de ese enfrentamiento los paramilitares se separaron y luego se encontraron en un sitio conocido como La Laguna. Desde allí marcharon hacia Timba, en donde estaba una de las bases del Frente Farallones. Según contó un postulado, en ese sitio la mayoría de los hombres de Ortega pidieron la baja y unos cuantos se quedaron en las filas del Bloque Calima.

Masacre de La Pedregosa
El 24 de noviembre incursionó en este corregimiento de Cajibío otro grupo paramilitar del Frente Farallones. Eran los hombres de alias ‘Franco’, a quienes ‘El Cura’ envió como refuerzo en caso de que el grupo de ‘Chilapo’ y ‘Orlando’ necesitara apoyo.

En este sitio el modo de actuar de los paramilitares fue similar al de El Carmelo. Llegaron en las primeras horas de la mañana, unos rodearon al pueblo y otros sacaron a las habitantes de sus casas y detuvieron a las personas que transitaban por la carretera. También les pidieron sus documentos de identificación y los señalados por el informante de la región fueron amarrados.

En esta ocasión las víctimas fueron cuatro hombres jóvenes, a quienes los llevaron a la parte trasera de la iglesia, los tendieron en el piso bocabajo y los ajusticiaron. Tras los disparos, los paramilitares fueron atacados por la guerrilla y combatieron casi todo el día.

Según contaron los paramilitares, la magnitud del enfrentamiento fue tan grande, que tuvieron que pedir refuerzos por fuera de la zona. Desde el municipio de Buenos Aires ‘El Cura’ les envió un grupo de refuerzo bajo el mando de ‘Clavijo’.

Durante ese enfrentamiento el informante de los paramilitares fue asesinado y resultaron heridos el jefe ‘Franco’ y alias ‘Machín’. Los paramilitares se refugiaron en el centro de salud y destruyeron sus vitrinas para usar las dotaciones médicas.

Los postulados relataron que los guerrilleros los atacaron desde las afueras del pueblo indiscriminadamente y que en este corregimiento no había presencia de la fuerza pública. Cuando fueron cuestionados sobre por qué asesinaron a las cuatro personas, alias ‘Pipas’ contestó que “se le dio credibilidad a lo dicho por el guía y en ningún momento se verificó su información”.

Sobre los posibles vínculos con terceras personas y la complicidad con autoridades para cometer estos hechos, ‘El Cura’ respondió que “teníamos conocedores del sector. No hubo coordinación, hasta donde sepa”.

Las autoridades deben verificar los hechos confesados por los postulados del Bloque Calima durante la versión libre ante un fiscal de Justicia y Paz.