El Juzgado Primero de Ejecución de Penas recibió un documento en el que el Tribunal Superior de Manizales le informa que la condena contra el mercenario israelí, Yair Klein, ha prescrito.
Yair Klein, mercenario israelí. Foto Semana Versión en inglés: Sentence expires against Yair Klein |
Un juez de ejecución de Penas de Manizales consideró que la pena de cárcel a la que había sido condenado el mercenario israelí Yair Klein había prescrito y por lo tanto canceló la orden de captura internacional que pesa desde hace más de 10 años.
Este proceso comenzó en febrero pasado cuando un juzgado de Manizales consideró que los plazos de la pena no se habían cumplido, por loque respondió negativamente a la petición de prescripción del abogado de Klein, Flavio Amador Cortés Delgado. El juzgado indicó que la sentencia empezó a correr el 10 de octubre de 2001 y se vencería el 10 de junio.
En 2002 el Tribunal Superior de Manizales lo condenó a 10 años y ocho meses de prisión y a pagar una multa de 22 salarios mínimos. El motivo era su participación en el fortalecimiento y adiestramiento en prácticas de guerra a grupos paramilitares. Aunque nunca fue capturado, parecía que su historia con Colombia había terminado.
El abogado entonces pidió al tribunal un recurso de reposición, acción que se dio el pasado 10 de junio, día en que Klein cumpliría su condena si hubiera sido extraditado a Colombia y la hubiese purgado.
El mercenario que llegó a entrenar a los paramilitares
Según un informe de la revista Semana, desde su adolescencia, como ocurre con la mayoría de sus compatriotas, Klein ingresó a la carrera militar. Sus méritos lo llevaron a ser seleccionado para conformar los grupos especiales de asalto. Fue así como se familiarizó con todos los secretos de la defensa militar de su país y participó en acciones tan audaces como la que en 1972 permitió rescatar a decenas de rehenes cautivos en un avión libio, en el aeropuerto de Lod, en Tel Aviv.
Para que no quedaran dudas de su eficiencia, a Yair y a sus sicarios sólo les tomó siete y medio segundos ingresar a la nave y neutralizar a los terroristas. Por el estilo fueron muchas de sus actuaciones posteriores. Con apenas 36 años de edad y con una vasta experiencia en el campo militar, en 1978 decidió dejar el ejército. Fue entonces cuando se dedicó a los negocios. Primero montó una bomba de gasolina y luego un restaurante. En ambos fracasó.
Comprendió entonces que la paz no era su negocio y se enlistó en las Fuerzas Militares de su país y llegó a comandar un batallón y una brigada de infantería que peleó en la guerra del Líbano. Esta segunda experiencia militar le duró hasta 1983, cuando entró a engrosar las filas de los casi 100 oficiales de reserva y a crear, como muchos de ellos, su propia firma de asesorías en seguridad, la Hod Halanit, una empresa mediana que funciona en una oficina de Tel Aviv. La decisión de poner los conocimientos militares al servicio de los negocios es muy común en un país como Israel, donde el servicio militar es obligatorio. “Si usted toma a un tipo que crece en una granja y va al ejercito, cuando sale, sabe dos cosas: cultivar tomates y hacer la guerra. Y hay mucho más dinero en la guerra”, dice Aharon Klieman, profesor de ciencia política de la Universidad de Tel Aviv.
El primer cliente de la Hod Halanit fue un contacto hecho durante el conflicto del Líbano, la milicia de la Falange Cristiana, el grupo responsable de las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Shatila. “La Falange necesitaba cinturones, cascos y equipo personal”, dijo Klein. El negocio fue sustancioso. Recibió dos millones de dólares por la venta de armas y equipo. Desde entonces, se dedicó a enseñar y promover el arte de la guerra por todo el mundo. Entonces llegó a Colombia y ayudó a formar el germen de un monstruo que con el tiempo bañaría en sangre a todo el país. Luego se marchó y reapareció en el programa de televisión. Hasta hoy cuando trascendió su captura en Rusia. De donde debe ser extraditado a Colombia para que responda por sus sangrientas acciones.
Su versión es que vino en el 87 para lograr que la Policía contratara su empresa Speardhead para entrenar a sus miembros en asuntos de defensa y seguridad personales. Klein había dicho en años pasados que en ese primer viaje se entrevistó con el general de la policía Carlos Arturo Casadiego y con representantes de la empresa Atlas Seguridad. En 1988 y 1989 hizo nuevas visitas al país “porque fue cuando me contrataron para dictar cursos en Puerto Boyacá”, según le declaró a SEMANA en 2002.
Cuando llegó a aquel sitio, estuvo en un encuentro “con unos ganaderos de Acdegam que estaban asediados por las guerrillas. Y fue así como llegué a esta región a preparar grupos de autodefensa. Eran ganaderos y campesinos que no aguantaban más a la guerrilla”, dijo en aquel entonces y lo sigue diciendo ahora. La razón era que el Ejército no podía defender sus derechos, entonces les tocaba asumir la seguridad por sus propios medios. Según sus palabras, los entrenamientos eran militares y de defensa y de ninguna manera de crímenes o asesinatos.
Pero lo cierto es que Klein, junto a mercenarios israelíes y británicos, fue contratado en los años 80 para entrenar grupos paramilitares de Colombia y milicias del narcotráfico, encabezadas por narcotraficantes como Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar Gaviria, entre otros.
En una entrevista en el programa el programa ‘Hablando claro con la prensa’, del Canal Caracol, criticó el proceso de desmovilización de los paramilitares. “Es una estupidez y una falta de liderazgo desarticular a los paramilitares sin haber acabado con la guerrilla. Ahí hay presiones extranjeras porque el gobierno colombiano no puede ser tan tonto para ello”, dijo.
En sus declaraciones al programa, Klein advirtió que volvería a Colombia si lo necesitaran para acabar con la guerrilla, que era la importante tarea que inició en el país en 1987 y que no se ha concluido. Volvería para exterminar a la guerrilla y porque “el mejor capítulo de mi vida fue mi paso por Colombia”, de acuerdo con sus declaraciones.
El mercenario dijo en ese entonces que lamentaba no haber podido hacer más para claudicar aquella meta y que la causa de la guerra era válida en aquel entonces y lo sigue siendo ahora. Tal y como lo sostuvo desde su primera llegada a Colombia ratificó que el primer contacto con este país fue con el Gobierno.
Aunque Klein fue detenido en agosto de 2007 en el aeropuerto Domedédovo, de Moscú, y aunque la Cancillería colombiana solicitó su extradición a Colombia para que pagara la condena, eso no pasó, por el contrario fue deportado a su país.
En Colombia, el mercenario fue condenado a 14 años de prisión en primera instancia el 23 de febrero de 2001 por el Juzgado Penal del Circuito Especializado de Manizales, pero la defensa apeló de la decisión. El 22 de junio de 2001 la Sala Penal del Tribunal Superior de Manizales fijó la sentencia en 10 años y ocho meses de cárcel. Con esta decisión, si quisiera, Klein podría volver al país y no sería capturado debido a que los procesos en su contra terminaron.
Flavio Amador Cortés Delgado, abogado de Klein, en entrevista con Noticias RCN en Bogotá dijo que “al haber sido condenado y haber pagado la pena en la clandestinidad entra a gozar de la libertad en forma inmediata como lo reza el fallo que fue confirmado por el Tribunal, por medio del cual se da la figura de la prescripción que hace tránsito a cosa juzgada”.
Con información de La Patria de Manizales