Víctimas en Montería escucharon el perdón de Mancuso

      
Más de 200 personas se dieron cita en la capital cordobesa para oír el pedido de perdon del ex paramilitar Salvatore Mancuso, el hombre que aterrorizó a Córdoba. Muchas reclamaron verdades de fondo.

mancusop

Magola Arias rompió en llanto cuando el auditorio del Centro de Convenciones de Montería se inundó con la voz del ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso. No era para menos. Había viajado toda la tarde del jueves 31 de octubre desde su natal Montelíbano con el único propósito de presenciar, a la mañana siguiente, el momento en que el otrora poderoso comandante del Estado Mayor de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), le pedía perdón a sus víctimas.

Razones tenía Magola para estar allí. El 1 de enerode 1997, aprovechando el ambiente de fiesta que reinaba en el pueblo, hombres fuertemente armados que se movilizaban en una camioneta llegaron hasta uno de los bares del casco urbano de Uré, Córdoba, donde se encontraba Héctor Antonio, su hijo, quien fue obligado a abordar el vehículo que partió con rumbo desconocido.

“Él era minero, le estaba yendo bien. Y tuvo un problema con la mujer de uno de los ‘paracos’ de ahí de Uré. Entonces ellos llegaron hasta el bar donde él estaba. Se lo llevaron y hasta el día de hoy no sé su paradero”, relató la mujer.

El 17 de julio de 2012, mientras rendía versión libre ante la Fiscalía 13 de Justicia y Paz, Magola increpó a Mancuso por la suerte de su hijo. Ese día, el excomandante de los bloques Córdoba y Catatumbo de las Auc reconoció que los hombres que ella señalaba como responsables eran sus lugartenientes, que tenía conocimiento del hecho pero que, desafortunadamente, no sabía donde yacían los restos del muchacho.

Esta vez, Magola era consciente que no iba a indagar nuevamente por la suerte de su hijo, ni siquiera preguntaría insistentemente el por qué se lo arrebataron de semejante manera. Tampoco exigiría justicia ni reparación. Solo se limitaría a presenciar cómo uno de los personajes más temido y odiado, pero también amado, en toda la sabana cordobesa, pedía la absolución de sus víctimas.

Una declaración sentida
Y así sucedió. Promediando las 10 de la mañana del 1 de noviembre y ante un auditorio colmado de víctimas del paramilitarismo, muchas de ellas humildes campesinos provenientes de los más apartados rincones de Córdoba, otro tanto indígenas de la comunidad Zenú así como sindicalistas e integrantes de la Universidad de Córdoba, los organizadores del evento proyectaron un video del exjefe paramilitar.

Con voz cansina, carácter derrotado y aspecto lacerado, vestido de overol azul, propio de quien purga largas condenas en tierras norteamericanas, no reflejaba la imagen del hombre que, décadas atrás, ordenó desalojar veredas enteras, se apropió violentamente de cientos de hectáreas de tierras y al que no le tembló la voz para decir que desaparecieran, torturaran y asesinaran campesinos por simples sospechas.

Con todo y ello, hubo quienes volvieron a sentir el mismo temor cuando lo vieron por vez primera. Como Jesús Emilio Ramírez, a quien los paramilitares del ‘Mono Mancuso’ le asesinaron un hijo en Manzanares, Valencia, el 15 de enero de 1995. “Yo lo conocí en una época en que él iba con su gente a Palmira (vereda de Valencia). Creo que también se puede perdonar. Por algo está donde está”, señaló.

Fueron incontables las veces que el ex miembro del Estado Mayor de las Auc repitió la palabra perdón: “perdón y mil veces perdón. Ojala pudiera devolver el tiempo. Hacer justicia cometiendo injusticia, que gran error. El perdón no borra la culpa, pero sí se puede transformar en semilla de paz y reconciliación. Gracias por dejarme escuchar sus dolores. El perdón los convierte en victoriosos a ustedes, las víctimas”.

Capítulo aparte mereció la Universidad de Córdoba, claustro universitario convertido en escenario de guerra por orden del propio Mancuso. “Suplico a la Universidad de Córdoba perdón por nuestras acciones. Sin ninguna duda le hicimos mucho daño a una gran institución”, expresó el ex paramilitar, quien anunció que pedirá que en su sentencia, se incluya como reparación “aumentar los cupos para que los cordobeses se formen en esta gran institución, que puedan pasar de 11 mil a 42 mil cupos para los jóvenes de la región”. (Leer: Los crímenes de Mancuso en la Universidad de Córdoba)

Para José Gabriel Flórez, docente de la Universidad de Córdoba, si bien el ofrecimiento de perdón por parte del máximo responsable de la arremetida paramilitar que se vivió al interior de este centro de educación superior es bastante significativo, éste solo sirve si viene acompañado de justicia y reparación.

“Aún faltan muchas verdades por develar de lo que sucedió en la Universidad de Córdoba. Los procesos avanzan muy lentos, hay gente que se benefició de esa arremetida paramilitar que no ha sido juzgada. El perdón es importante, pero debe venir acompañado de justicia, eso es lo que pedimos”, señaló el docente.

Trabajo de reconciliación
Daniela Arias, una de las abogadas del extraditado ex jefe paramilitar y responsable del encuentro con las víctimas en Montería, manifestó que “la idea es continuar haciendo estos eventos de perdón y reconciliación en los sitios donde operaron los bloques bajo el mando del señor Mancuso. De hecho, ya se hizo un evento similar en Cúcuta, a mediados del año, con las víctimas del Bloque Catatumbo”.

Para ello, el propio Mancuso viene liderando, desde su sitio de reclusión, la creación de una fundación que llevará por nombre Forjadores de Paz, Perdón y Reconciliación, que buscará adelantar programas de acompañamiento entre víctimas y victimarios. La fundación contará con recursos económicos del postulado “así como apoyo de empresas públicas y privadas que quieren mantenerse en el anonimato”, según declaró Arias.

“Vamos a trabajar en procesos de acompañamiento tanto para las víctimas y los victimarios que ya estén en un proceso de resocialización. Hasta ahora la Fundación está en el proceso de creación de personería jurídica pero estamos ya en todos los trámites”, expresó la jurista, para quien este evento, el primero de esta naturaleza que se realiza en el departamento de Córdoba, azotado como ningún otro por las fuerzas paramilitares, constituyó la prueba piloto de lo que pretende la Fundación.

“La semana pasada, antes de este evento, realizamos unos talleres de perdón y reconciliación en Montería con más de 4.000 víctimas y luego hicimos otros con 17 víctimas y con los postulados del Bloque Córdoba recluidos en la cárcel Las Mercedes. En esos talleres nos apoyó la Fundación Paz y Reconciliación”, explicó la jurista.

Al final del evento y tras escuchar no sólo el perdón del criminal que ordenó la desaparición de su hijo y el de cientos de personas más, sino sus propuestas de reconciliación, Magola soltó un triste suspiro. “¿Que si lo voy a perdonar? Pues él ya hizo lo que hizo y está pagando por sus cosas. Creo que algún día, todos tendremos que perdonarnos, aunque no deja de ser duro ver a la persona responsable de que mi hijo hoy no esté conmigo. Pero sí, creo que será perdonar”, dijo.