El gobernador de Antioquia pide perseguir los nexos que tienen sectores legales con las bandas criminales. Asegura que ‘Los Urabeños’ son la fuerza más grande en el departamento.
El Gobernador de Antioquia le apuesta a la legalidad. Foto: Revista Gobierno | |
“¿Cuáles son las cabezas de las redes criminales que agobian a los pobladores de diversas regiones de Antioquia y dónde están?”, se preguntael gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, al exponer sus inquietudes sobre la situación de seguridad que vive este departamento, acosado por grupos armados organizados ilegales provenientes del paramilitarismo y del narcotráfico.
El mandatario seccional está seguro que detrás de esas organizaciones criminales hay personas que las apoyan desde la legalidad. Para la muestra un caso: la captura en días pasados de Jairo Hugo escobar Cataño, un empresario de la minería del Nordeste antioqueño acusado por la Fiscalía de financiar a una facción de ‘Los Rastrojos’ que opera en esa zona del departamento.
“Esa es hoy la tarea grande que tienen las autoridades: investigar esas redes criminales, que sean capaces de pasar del que está en el territorio, el que asesina, al que está detrás de toda esa estructura”, indicó el Gobernador, quien en un extenso diálogo con VerdadAbierta.com hizo una detallada radiografía de la situación de Antioquia. A continuación reproducimos algunos apartes de la conversación.
¿Cuál es su percepción sobre el tema de la seguridad en Antioquia?
El problema central es que hay una red criminal que está en todos los puntos donde hay ilegalidad. El origen naturalmente es el narcotráfico, el paramilitarismo y hoy esta versión de las bandas criminales. El problema ya no son los ladrones o los vendedores de marihuana de pueblo, es una estructura organizada, perfectamente establecida, que tiene un “ejército” que viene del mundo del paramilitarismo y una capacidad permanente de involucrar gente para meterla en ese mundo de criminalidad. En algunos lugares y momentos se encuentran con las guerrillas que también tienen presencia en el mundo de la ilegalidad.
Por regiones, ¿cómo describiría usted la situación?
Desde el punto de vista geográfico lo más complejo es un eje que viene de Urabá, pasa por el Nudo del Paramillo, sigue por el Occidente y el Norte, y se encuentra con el Nordeste, que tiene nexos con el Bajo Cauca y con el sur de Bolívar. En ese eje es donde están el oro y los principales cultivos del narcotráfico que existen en Antioquia. Ese es el punto neurálgico de Antioquia.
¿Cuál es el grupo que hoy tiene la red criminal más compleja en el departamento?
Una banda criminal que es la más poderosa, la que tiene más fuerza en todo este territorio: ‘Los Urabeños’. Me duele usar ese nombre porque estigmatiza una región que no es una banda criminal. Estamos construyendo un Plan Integral de Desarrollo de Urabá. Vamos a dignificar la palabra Urabá.
¿Habrá gente en la legalidad que está en esas redes criminales?
Yo estoy seguro de que sí. Se captura los que están en el territorio, regados por todas partes, pero los cerebros que están detrás todavía no han sido descubiertos. Ese es el gran reto para el Estado colombiano.
¿Cuál es la dificultad para detectar a ese tipo de personas?
Están mimetizados, han corrompido instancias poderosas del país. El eje fundamental es la inteligencia.
¿Y cómo está Antioquia en ese sentido?
Se viene aumentando el número de fiscales anti-bacrim y tengo una buena impresión, van trabajando bien. Todo esto eso requiere una investigación muy compleja, difícil, para lograr entender qué pasa y trazar los hilos entre unos y otros, descubrir cuáles son las cabezas y dónde están. Esa es la labor de inteligencia. Además, hay que tener todos los blindajes, para que esa gente, con el poder que tiene, no corrompa la acción de la justicia.
¿Esas redes han tocado las administraciones municipales?
Nosotros pasamos de paramilitares y parapolítica a bandas criminales. ¿Qué influencias tienen éstas ahora sobre la institucionalidad? Ese es el capitulo que está por verse.
¿En dónde ha fallado la tarea del Estado?
En muchas regiones el Estado no ha hecho presencia permanente para construir la institucionalidad. Zonas abandonadas a donde solo se llega cuando hay problemas. Eso es parte de lo que tenemos que ir transformando. Poco a poco nos estamos acercando en forma integral para recuperar el tiempo perdido. Tenemos que recuperar la confianza, perdida o que nunca ha existido. Tiene que funcionar la justicia
¿Por qué Antioquia tiene estos problemas tan complejos que no logra superar?
A Antioquia entró con toda la fuerza la cultura de la ilegalidad de la mano del narcotráfico hace ya 32 años, nos han tocado todas las etapas y eso ha tenido un costo; por ejemplo, la trampa expresada dentro del mundo de la informalidad con reconocimiento social. La fuerza de la ilegalidad que entró a nuestra región de la mano del narcotráfico, ilegalidad y criminalidad es monumental.
Atacar la politiquería
¿La evolución de esa criminalidad tiene que ver con la perversión del clientelismo?
El narcotráfico en sus diferentes etapas ha entendido perfectamente el papel de la política. ¿Qué dijeron los paramilitares? Vamos a trabajar con los políticos, y se metieron en todos los espacios del poder público. Se encontraron en el momento preciso la politiquería y el narcotráfico. En términos coloquiales “se juntaron el hambre y las ganas de comer”. Pero me imagino que hoy ellos ya tienen una lección aprendida.
¿Ellos… quiénes?
¡Todos! De un lado y del otro tienen una lección aprendida a partir de lo que se destapó entre el paramilitarismo y la política. Tomó tiempo pero se ha destapado bastante. Sin duda, quien vaya a hacer acuerdos con esa ilegalidad ya sabe la dimensión del problema en el que se mete.
¿Podría pensarse entonces que las llamadas ‘bacrim’ no tienen interés en el quehacer político?
Puede que tengan algún tipo de interés, pero yo creo que la riqueza de la minería ilegal, el narcotráfico, el micro-tráfico y la extorsión, les ha disminuido el interés político y, además, ya saben que meterse con la política lleva a un callejón sin salida. Es una apreciación muy intuitiva, pero creo que ha disminuido. Eso no quiere decir que no estén corrompiendo en diferentes partes, pero lo que intuyo es que por ejemplo en Antioquia la mayoría de las alcaldías quiere estar con nosotros, y eso un alivio.
¿Y qué tanto ofrece su administración en el tema de la legalidad que atrae a los alcaldes?
Trabajamos con cada uno de los alcaldes, independiente del partido político que representan y de los votos que yo haya sacado como candidato en ese municipio. Establecemos unas reglas para encontrarnos, que es el marco de Antioquia legal. Así nos relacionamos: todos nuestros acuerdos son públicos. La transparencia es la carta de navegación nuestra, y así entramos a actuar en el territorio.
Las alcaldías han jugado de acuerdo a las reglas que acordamos. No ha habido ningún alcalde que pretenda llegar a nosotros como Gobernación por un camino diferente. No estamos negociando nada. Hacemos todo público para que nos vean y para que cada quien asuma sus responsabilidades.
¿Es un esquema que supera la politiquería?
¡Total! Los alcaldes ven nuestra forma de actuar como otra alternativa. Muchos me dicen: “yo quiero trabajar con usted” y les creo. Me siento optimista. Son muy pocos los que no quieren entender y que nunca aceptarán otra forma de lo público. Nunca. Creo que el clientelismo es la puerta de entrada a la corrupción y lo repito a menudo, la corrupción es una empresa criminal más difícil de combatir que las bacrim o las guerrillas. Estoy seguro de esta afirmación.
¿La oferta de la Gobernación de Antioquia tiene la fuerza necesaria para oponerse a la que viene desde la ilegalidad?
En nuestro plan de desarrollo “Antioquia la más educada” el primer capítulo es “Antioquia legal”. Estoy convencido que cuando nos movemos en el marco de la legalidad y construimos oportunidades para nuestra juventud, avanzamos a pasos agigantados. Estamos generando una nueva fuerza en Antioquia. Así le quitamos un pedazo grande a esa forma de relacionarse que es el clientelismo; creo que luchando contra clientelismo, con este tipo de acciones, se reduce sustancialmente el margen que hay para la ilegalidad. Eso no quiere decir que desaparezca, pero le quitamos una tajada grande.
El papel de Medellín
¿Usted cree que desde Medellín se gerencian las redes criminales de las que habla?
Una buena parte sí. Aquí hay todo tipo de contactos, de eso no tengo la menor duda. Pero también desde otros lugares del país. Están articulados. Tristemente tenemos que reconocer que existe desde hace años una escuela criminal de marca mayor. Por eso es que se reproducen, cambiamos un alias por otro, hay un buen número de personas que han crecido en ese mundo y se gradúan con máximos honores. ¿Cuál es el grado? Criminal. Salen muy bien preparados.
¿A usted le gusta cómo están manejando en Medellín el tema de la seguridad?
El alcalde es quien lidera la política de seguridad. Creo que el problema de Medellín no se resuelve con poner más y más policías. Seguro que se necesitan algunos, y se pueden obtener alivios coyunturales pero el problema de fondo no desaparece. Podamos el árbol pero no sacamos las raíces. Es importante entender el fenómeno de violencia en una forma más amplia. De manera que en la solución se den, en forma simultánea, una intervención policial de élite acompañada con un equipo de fiscales con las mejores calificaciones y condiciones de trabajo, de la mano de una intervención comunitaria inédita para nosotros que recorra barrio por barrio de las zonas más afectadas con programas de reconciliación colectiva y finalmente una política de oportunidades para jóvenes. Estoy trabajando sobre el tema y lo haré público más adelante.
¿Usted cree que resolviendo el problema de la inseguridad y la ilegalidad en Medellín se tiene un efecto positivo en el resto del departamento?
Yo creo que todo lo que se haga sobre Medellín impacta positivamente el resto de Antioquia. Pero también impacta a Medellín si se hace algo en las regiones. La ciudad es un centro de atracción muy poderoso, el motor de Antioquia y sin duda punto de referencia nacional que atrae todo tipo de fuerzas incluyendo por supuesto a las criminales. Si a Medellín le va bien, a Antioquia le va muy bien.
Finalmente, ¿usted confía en la Fuerza Pública que tiene el departamento?
Sí. Naturalmente que hay puntos oscuros y no podemos dejar de reconocer que la criminalidad tiene gran poder corruptor del cual no escapa la fuerza pública. En este año de trabajo, junto con el equipo de fiscalía que se está conformando, avanzamos bastante. Los comandantes me inspiran confianza y están comprometidos. Ahora, no olvidemos que el problema que enfrentamos es monumental, que es largo el camino que nos falta por recorrer y muchas veces será amargo.