Tanto el Ministerio de Cultura como la Gobernación de Nariño y la Alcaldía de Tumaco han desconocido los exhortos de una sentencia proferida hace ocho años por un Tribunal de Justicia y Paz que les pide garantizar la sostenibilidad de esa iniciativa comunitaria. A ello se suma el cese de financiación con recursos de cooperación internacional.
En el puerto nariñense de Tumaco se concentran todos los males que un municipio colombiano puede sufrir: el desgreño estatal, altos niveles de pobreza, permanentes violaciones de derechos humanos, falta de acceso a servicios básicos, actores armados de toda índole y una violencia desbordada en sus calles y veredas.
Pese a ello, las comunidades no se amilanan. Y una de las expresiones de esa resistencia es la Casa de la Memoria, una iniciativa impulsada por la Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco a través de la cual le apostaron a este tipo de estrategias para impedir que los hechos del conflicto armado quedaran en el olvido y como una manera de exigir justicia.
Este lugar abrió sus puertas a mediados de septiembre de 2013 y apelando a herramientas museográficas y pedagógicas, comenzó a promover la construcción de una cultura de paz, brindar atención psicosocial a víctimas del conflicto armado y asesorar jurídicamente los casos que reposan en la justicia ordinaria y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Además, es un lugar de encuentro de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos. (Leer más en: Tumaco tiene sitio para la memoria)
Sin embargo, las posibilidades de continuar con las puertas abiertas cada vez son más reducidas por cuenta de la falta de recursos para funcionar. La alerta está encendida desde hace varios meses y José Luis Foncillas, asesor de esta Casa, la ratifica: de no recibir recursos gubernamentales, cerrarían en 2023.
No atienden sentencia
La desatención estatal va en contravía de la sentencia proferida por la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá el 29 de septiembre de 2014 contra el exparamilitar Guillermo Pérez Alzate y siete de sus subalternos, quienes integraron el Bloque Libertadores del Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que por varios años operó en varias regiones de Nariño.
De acuerdo con el Registro Único de Víctimas, entre 1997 y 2006, tiempo en el que operó esa estructura paramilitar en el departamento con el apoyo de sectores de la Fuerza Pública, se registraron 31.363 víctimas. (Leer más en: Paramilitares y autoridades delinquieron de la mano en Nariño)
En esa decisión judicial, esta instancia de justicia transicional, creada en 2005 para juzgar a los exmiembros de las Auc, desmovilizados bajo los acuerdos firmados a mediados de 2003 con el Estado colombiano durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), exhortó al Ministerio de Cultura, a la Gobernación de Nariño y a la Alcaldía de Tumaco a respaldar económicamente a la Casa de la Memoria tumaqueña.
Tras reconocer que “sus recursos económicos son escasos para ampliar y mejorar todos los proyectos incluyendo exposición museística”, la sentencia exhorta “a la Gobernación de Nariño y a la Alcaldía de Tumaco así como al Ministerio de la Cultura para que contribuyan con el mantenimiento, continuidad y demás gastos que genere la Casa Museo”.
Para la Sala de Justicia y Paz, ese lugar se ha convertido en “una forma de preservar la memoria de las violaciones a los derechos humanos y garantizar su NO REPETICION (sic)”.
Sin embargo, han pasado ocho años y las entidades exhortadas no han contribuido de manera efectiva en respaldar esa iniciativa comunitaria. Ante esta situación, la Casa de la Memoria ha interpuesto dos derechos de petición al Ministerio de Cultura, bajo la dirección de Angélica Mayolo, que no han sido respondidos con una solución acorde al problema.
“Ellos dicen que ya apoyaron con 10 millones de pesos que dieron desde el 2015, lo cual nos parece bastante sorprendente y preocupante porque creen que un museo se sostiene durante seis años con esa cantidad. Si consideran que eso es cumplir la sentencia, pues sinceramente tienen un error de cálculo muy grave”, lamenta Foncillas.
Además, comenta que la Alcaldía de Tumaco no está colaborando y la Gobernación de Nariño ha ayudado a través de convenios en ocasiones puntuales y esporádicos para ejecutar proyectos. Sin embargo, el último se firmó en 2019 por 40 millones de pesos, de los cuales aún les deben el 70 por ciento de ese dinero a pesar de que el proyecto fue terminado y se presentaron los informes narrativos y contables.
Según Unidas para Avanzar Nariño, plataforma feminista que asesora jurídicamente a la Casa de la Memoria, el incumplimiento de la sentencia por parte del Estado desconoce el carácter vinculante y coercitivo de las providencias judiciales, y no sólo va en detrimento de los derechos fundamentales, sino del orden constitucional vigente.
Soporte social
Cientos de víctimas del paramilitarismo y de la antigua guerrilla de las Farc, que también operó en Nariño, han recibido soporte emocional y atención profesional en la Casa de la Memoria. Tal es el caso de Bella, a quien los grupos armados le asesinaron en 2016 a sus dos hijos.
“Han sido seis años de mucho dolor, pero a pesar de todo ahí encontré ayuda para soportarlo y seguir adelante. A mí me ayudaron a hacer tutelas y derechos de petición. También me buscaron un psicólogo y me dieron de comer cuando no tenía con qué. Todo el tiempo están pendientes de las víctimas del conflicto y su bienestar”, confiesa.
Este museo ha formado a todas las instituciones educativas de Tumaco en cátedras para la paz y como resultado de esa experiencia, publicó dos libros: Desde las raíces y Educando para la paz.
Además, ha colaborado con la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad en la reconstrucción de los hechos de guerra y paz ocurrido en el departamento, y fue sede temporal de esta entidad, creada bajo el Acuerdo de Paz, mientras que se estableció en el Pacífico nariñense. Recientemente publicaron en conjunto La herencia de nuestros mayores, un libro que cuenta la historia de esta región y son aliados para la difusión del Informe Final, que se espera sea lanzado a finales de este mes.
La Casa de Memoria de Tumaco va a cumplir una década de funcionamiento gracias a la ejecución de proyectos financiados por cooperación internacional con entidades como el Servicio Civil para la Paz, de Alemania, y la Agencia de Cooperación Española.
No obstante, en los próximos meses finalizará el soporte económico. “Estas entidades nos dicen que su función no es sustituir al Estado, sino que mientras el Estado respondía ante la ausencia de recursos, ellos ayudaron a que despegara la Casa de la Memoria. Pero ahora que ya despegó, esperan que el Estado asuma su responsabilidad porque a ellos no les corresponde seguir manteniéndola de por vida”, sostiene Foncillas.
La atención al público de la Casa de la Memoria está a cargo de jóvenes que eligen hacer su voluntariado en este lugar. Nelly Carabalí, estudiante de Trabajo Social, cuenta que su paso por este museo fue determinante para encontrar su vocación y elegir su formación profesional.
“Es un lugar donde se construyen sueños por la paz y por la vida, y le apuesta a los cambios en los niños y los jóvenes para que vean un Tumaco con esperanza y razones para luchar. Este territorio está abandonado por el Estado y la violencia nos ha arrebatado vidas”, agrega la joven.
Por su labor, la Casa de la Memoria está catalogada en el Sistema de Información de Museos Colombianos (Simco), aunque con información muy básica y sin ninguna imagen del lugar; asimismo, la Comisión Vida, Justicia y Paz del Diócesis de Tumaco fue galardonada a finales de 2013 con el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos por impulsar esta iniciativa; y ese mismo año, el Ministerio de Cultura y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) la destacaron como la mejor exposición museográfica de memoria del conflicto armado.
Lo paradójico es que, en los últimos diez años, le han solicitado al CNMH ayuda económica para sus proyectos sin resultado alguno.
Foncillas comenta que la Casa de la Memoria necesita menos del uno por ciento de los cerca de 70 mil millones de pesos que el Estado colombiano destinó para la construcción del Museo de Memoria de Colombia. “No entendemos por qué, si hay dinero para ese museo en Bogotá, no lo hay para un museo de memoria en Tumaco que está ubicado en uno de los territorios más golpeados por el conflicto armado y que necesita urgente un lugar para la construcción de paz.”, agrega.
Hasta la fecha, más de 150 mil personas han visitado la Casa de la Memoria en Tumaco y más de 10 mil jóvenes han participado en los talleres que ofrecen anualmente para ser formados como constructores de paz en sus territorios. Este museo espera que en los próximos días les respondan un tercer derecho petición con soluciones que permitan dar permanencia a sus labores para que la población continúe beneficiándose.
“No le estamos pidiendo al Estado colombiano una solución temporal, necesitamos recursos para el funcionamiento a largo plazo”, reclama Foncillas con la ilusión de que sea escuchado para que esta iniciativa sea respaldada y continúe cumpliendo con su labor de evitar que el olvido le gane terreno a la memoria.