Votebien.com hizo el mismo recorrido que hace la coca para salir de las fincas hasta las manos de los narcotraficantes, entre el Catatumbo y el sur del Cesar, y encontró que el negocio y el blanqueo siguen intactos a pesar de la fuerte presencia del Ejército, aunque aparentemente ajenos al reciente proceso electoral.
Por Dora Montero
Una breve caminata por el centro de Ocaña deja ver mucho más que una ciudad llena de historia, de iglesias y monumentos libertarios. Su gente convive con un agite comercial diario y el tránsito de vehículos lujosos que entonan perfecto con los nuevos y modernos centros comerciales atiborrados de ventas de ropa y computadores. Es la realidad de la Ocaña de hoy. Y es también la verdad de la economía ficticia que le creó a su alrededor el narcotráfico.
Ocaña refleja la situación conflictiva del país. Todos los males confluyen allí porque su ubicación entre Venezuela y el centro del país, ha hecho que la ciudad se convierta en tránsito obligado del negocio de la coca y toda la economía ilegal en su entorno. Por eso allí han tenido influencia la guerrilla, los paramilitares y ahora las bandas emergentes.
Lo cierto es que hay mucha inversión, especialmente en el sector de la construcción. Ya se encuentran locales cuyo arriendo vale dos millones de pesos y tienen entre siete y ocho empleados. ¿cómo sustenta esos gastos un pequeño almacén que entrega precios por debajo de los de Cúcuta?
En ese entorno, los ocañeros eligieron a su alcalde. La verdad es que Ocaña generalmente ha votado contra los políticos tradicionales y allí se puede hablar del “voto de opinión”; sin embargo, hasta hoy ninguno de los elegidos ha satisfecho a la gente, al punto que siempre los primeros quemados son los candidatos que cuentan con el guiño de la administración. Tienen una ciudad con los mismos problemas de hace 15 años y con una economía rica que favorece a muchos, pero no llega a los pobres.
Del alcalde actual casi nada se comenta y lo poco que se oye son críticas porque a pesar de sus promesas, dicen, entregó al clientelismo su administración. Hay versiones de que en el período que termina el ‘Clan de los Barriga’, una organización regional que supuestamente utiliza recursos públicos para blanquear el dinero que les llega del narcotráfico y de su alianza con los grupos de los ‘Mexicanos’ y los ‘Mellizos’ operó en la región. Empleados de la administración dicen desconocer de estas versiones.
Se trataría del poder del dinero tras el poder político que, según Wilfredo Cañizares, director de la fundación Progresar, significó la consolidación de las mafias tras las autoridades locales.
Jairo Santiago, defensor comunitario del Catatumbo, explica así el fenómeno: “Esa gente nunca querrá tener gente de bien, ellos se convierten en sus enemigos. Por ello todo termina con un choque o con el doblegamiento de sus convicciones. Tal vez, una administración de mano dura podría debilitar todo el proceso del narcotráfico”.
Bajo ese umbral llega a la alcaldía Yebrail Haddad, quien representa a la Alianza Social Indígena, ASI, y significa esperanza para los ocañeros que votaron masivamente por él, tanto que lograron una cifra histórica de casi 16.000 votos. Pero no fue un logro sin esfuerzo. Los últimos días en su campaña hacia la Alcaldía fueron para Haddad un verdadero infierno. Su estrategia de visitar cada casa de Ocaña se vio truncada por las amenazas. Las autoridades detectaron un plan para matarlo y por ello no sólo tuvo que cambiar de casa sino que además debió salir a sus correrías acompañado de un fuerte aparato de seguridad, algo que ya conocía pues como personero de la población también había sido amenazado y obligado a vivir en el exilio.
Y aunque apabullante, el resultado no significa que no hubo intento de fraude. En por lo menos tres veredas alejadas y donde están concentrados los cultivos ilícitos y el poder de los armados, Yebrail no obtuvo ni un voto –en los conteos–, pero a su despacho llegaron cartas de habitantesde la zona, con firma y cédula, asegurando que sí habían votado por él.
En su campaña, con un eslogan que se dice ajeno a los favores personales y las dádivas, lo acompañaron los sindicatos, los comerciantes, los estudiantes y también las movilizaciones de mujeres y organizaciones sociales. Las amenazas llegaron sin saber de dónde y por ello no es posible saber si van a continuar cuando asuma su cargo.
“Ocaña es la puerta de entrada del Catatumbo. Es capital de la provincia y la gente encuentra allí los bienes y servicios, sin embargo, el gobierno parece no darse cuenta de eso”, aseguró Haddad, al tiempo que reclamó medidas integrales por parte del gobierno nacional porque “se trata de un problema nacional, de narcotráfico”.
En esa observación coinciden todos los alcaldes recién elegidos en el Catatumbo y el sur de Cesar, hasta donde llega la influencia del poder narcotraficante. Debe ser un tema de Estado el que les ayude a mantener la gobernabilidad. Hasta el recién elegido gobernador de César, Cristian Moreno, quien considera que son necesarias medidas urgentes porque “esos fenómenos terminan por llevarse a mucha gente, quiéranlo o no, en el entorno se van creando reglas de conducta social que se vuelve un referente mismo. Para unos es consciente y para otros no”.
Sólo la provincia de Ocaña y el Catatumbo tiene más de 250.000 habitantes y ocho municipios con desempleo mayor a 35 por ciento y significa para el negocio de los narcotraficantes –sólo en la zona– más de 264.000 millones de pesos (132 millones de dólares), de acuerdo con las cifras de organizaciones sociales.
Alrededor del negocio de la droga proveniente del Catatumbo se mueven por lo menos cinco grupos de pequeños narcotraficantes, al frente de los que estaría el propio Pablo Arauca, uno de los mellizos Mejía Múnera.
Este poder traspasa la cordillera y con el blanqueo del dinero llega hasta Aguachica. Aunque las dos horas de distancia muestran una ciudad totalmente diferente, más cercana al río y a sus costumbres y con casi 20 grados más de temperatura, se mantiene el ambiente de ciudad boyante y economía en auge.
“Es el tema más complejo del departamento, fundamentalmente por el concurso de las fuerzas económicas, sociales y de orden público que allí se manejan”, aseguró el gobernador electo de Cesar, quien cree que es necesario acompañar a los gobernantes locales para que puedan tener capacidad de maniobra. “Son poderes que nadie quiere desafiar”,dijo.
Mucho del dinero del blanqueo se vio en las campañas políticas que llevaron a elegir a los gobernantes locales. Se habla de gastos mayores a los 100 millones de pesos. Y uno de los cuestionados por este aspecto es el nuevo alcalde de Aguachica, Gustavo Adolfo Maldonado Estupiñán, quien asegura que no sobrepasó los topes y sus empresas le permitieron cubrir su elección.
Sin embargo, es muy criticada la relación con ‘El Chamo’, su primo, quien ha tenido algunos problemas legales y que en realidad era originalmente el candidato. A los dos días de la inscripción inicial la Fiscalía realizó un allanamiento a sus propiedades y adicionalmente le apareció una inhabilidad en el listado de la Procuraduría. Por ello cedió su aspiración a Gustavo.
En esta campaña se habla de inversiones inmensas y muchos regalos en efectivo a la gente, una práctica que sin embargo, el Chamo siempre ha practicado. Lo que dicen en el pueblo, es que es “un embolador que llegó a más”. Pero no se sabe cómo lo hizo. Una de las cosas que más se le cuestiona al Chamo es que fue quien financió la campaña del ex alcalde David Simanca, quien estuvo dos años como alcalde antes de que el Consejo de Estado decidiera que el escrutinio favorecía a la actual alcaldesa. Simanca fue asesinado días después de salir de la alcaldía y se dice que siempre su padrino político fue el líder paramilitar de San Martín, Juancho Prada.
El nuevo alcalde defiende su elección que fue ampliamente mayoritaria y democrática, y prueba de ello es que para el gobernador obtuvo la mayoría Cristian Moreno, el candidato independiente. La abstención no alcanzó el 35 por ciento cuando la votación en las pasadas elecciones apenas llegó a 20 por ciento.
Maldonado defiende también la seguridad de la población y el dinero legal que se mueve en la región. Sin embargo, no dejan de aparecer quienes lo contradicen y también la realidad que se niega a ocultarse como lo fue un muerto descuartizado que apareció hace dos semanas a la entrada de pueblo. Sobre el crimen se especula que fue desde un hecho pasional, pero no son pocas las especulaciones sobre cuentas de cobros de narcos.
En Aguachica se ha reactivado la construcción de hoteles y sitios de rumba para ‘atender a la gente que viene los fines de semana’, ganaderos y agricultores honestos, pero también muchas personas que sólo van de paso y hacen gastos estrafalarios. Los análisis de ONG indican que en la zona se mueven traquetos medios, intermediarios entre los vendedores de la pasta (porque ya hay cristalizaderos) y los grandes narcos que controlan el negocio.
“Ya no conoce uno a nadie. Entra y sale gente que deja su plata en Aguachica, pero no se sabe de dónde viene”, aseguran algunos habitantes que añaden que “si en el Catatumbo no se produjera tan buena coca, los problemas de violencia no estarían tan cerca de esta región”.
También hubo críticas muy fuertes en los municipios de Gamarra y La Gloria, donde Fermín Cruz y su sobrino Rafael Cruz, se quedaron con las alcaldías como representantes de Convergencia Ciudadana. El gasto excesivo de dinero en campaña pudo ser la justificación de los comentarios, pero ellos lo desmienten con la financiación exclusiva de sus cuentas personales, una de ellas la proveniente del manejo del chance en la zona.
Los cultivos
La coca, desde su cultivo hasta los laboratorios donde se convierte en pasta y llega a las manos de los distribuidores, en la troncal del Magdalena Medio, es una verdad como la de las brujas, está por todos lados, todos saben quién mueve el negocio, por dónde transita la droga, pero son pocos quienes hablan sobre eso.
Durante sus correrías para la alcaldía de Convención, el recién electo Luis Emilio Picón Díaz, del Partido Conservador, descubrió la verdad de los cultivos ilegales. A cuatro o cinco horas del casco urbano, más cerca de la selva, los cultivos de caña desparecen de tajo y sólo se ve la coca sembrada y lista para recoger. Desde allí, precisamente se comienza a gestar la salida hacia la Troncal.
Este joven de 25 años, dueño de la herencia de un alcalde asesinado en 1994, ganó también por mayoría, con más de 700 votos más que su contendor y previa elección en las consultas internas de su partido. Detrás de su nombre está Juan Manuel Corzo y su padrino político es Ciro Rodríguez Pinzón, pero es consciente que lo llevó a la alcaldía el nombre de su padre.
Dice que la población ha estado tranquila y la presencia de las Fuerzas Armadas ha logrado frenar la intención de las ‘Águilas Negras’ por reingresar al municipio. La presencia del Ejército, sin embargo, no ha acabado el negocio. Por el contrario, según dicen habitantes del municipio, pasan a diario insumos y urea.
Lo cierto es que los cultivos se han movido desde el norte del Catatumbo por la presión de las autoridades y ahora se han concentrado en El Carmen, Convención, Teorama y San Calixto. Desde allí sale la droga con facilidad hacia la troncal del Magdalena, por un sitio conocido como Guasmalito para llegar hasta La Mata, en jurisdicción del municipio de La Gloria, Cesar.
Las versiones de la gente, en la Gloria y en El Carmen son las mismas: “por aquí pasa la droga, pero no se queda. No hay nada de influencia”. Y esto coincide con Gamarra, también vecino al Magdalena. La verdad es que a este municipio llega la droga proveniente del sur de Bolívar, pero el dinero que se mueve en el comercio de puerto no se queda en el municipio.
También en Ábrego, San Alberto y San Martín se han incrementado los cultivos, hacia la Serranía del Perija. Incluso, los nuevos mandatarios hablan de la presencia de bandas de delincuentes –no se sabe sin son ‘Águilas Negras– en esa zona. “Andan en motocicletas intimidando a la gente, pero no se sabe si trabajan para alguien o son solo ladrones de ganado”, dijo uno de ellos.
El gobernador Moreno aseguró que se espera ubicar un batallón de Alta Montaña por esa zona, pero ya esa solicitud había sido negada a los representantes de los municipios más al sur de Cesar.
También el gobierno norteamericano se ha fijado en el sur de Cesar, pues con los recursos del proyecto Midas que busca restablecer los cultivos promisorios, han tenido muchos problemas. “No dejaban a los campesinos cultivar cacao, debían irse por la coca”, explicó un campesino de San Alberto.
Sin presiones
Los mandatarios recién elegidos en el Catatumbo y el sur de Cesar coinciden en que las presiones paramilitares o de grupos emergentes fueron prácticamente inexistentes y se cambiaron por las amenazas de los “viudos del poder”, los grandes políticos que veían perdido su terreno y por ello el protagonista del debate electoral terminó siendo el juego sucio y las amenazas veladas.
Por ello, en San Martín y San Alberto los hoy alcaldes electos, aunque tuvieron que resistir llamadas amenazantes y juego sucio, no culpan a los antiguos paramilitares que en realidad no tienen mucha injerencia hoy. “Lo peor es que hoy no se sabe de dónde vienen las amenazas”, dijo el alcalde de San Alberto, Robiel Pérez Estupiñán.
En cambio el narcotráfico sí es un hecho cierto. Y la pregunta que queda en el aire es si los van a dejar gobernar, así como los dejaron salir elegidos, sin su injerencia ni su presión armada, con abstenciones que no superan el 45 por ciento.
Las opciones de los mandatarios no son muchas y por ello coinciden en que el momento actual permite pensar en que será posible gobernar, pero haciéndose los de la vista gorda con el negocio del narcotráfico. “Ese es un problema del gobierno nacional”, repiten.
“Si el Gobierno nacional se va, esa gente va a pedir participación y vamos a ser nosotros quienes vamos a quedar como ladrones y son ellos los que se van a llevar la plata”, dijo el alcalde de San Martín, Elber José Guerra, de Convergencia Ciudadana, quien fue blanco de acusaciones por paramilitarismo durante la campaña, según él por ser originario del corregimiento Torcorona, el mismo que fue sede de la desmovilización del Bloque Central Bolívar de las AUC.
Lo que los nuevos mandatarios no quieren que se repita es la matanza que se dio posterior a la desmovilización, donde el poder territorial dejó un par de centenares de muertos en los municipios del Catatumbo y el Sur del Cesar. Esto se dio al tiempo con el intento de incursión de grupos identificados como ‘Águilas Negras’ que terminaron siendo arrestados o enfrentados por el Ejército. Solo se habla de un grupo que se mantuvo en el corregimiento de Cimaña, en La Gloria.
Para ello, están de acuerdo, los consejos de seguridad no significan solución alguna. En San Martín se han dado cinco y nadie va, ni los ganaderos ni los palmeros y mucho menos la gente del pueblo. Ahora quieren que vaya el presidente Álvaro Uribe, a ver si por lo menos la curiosidad lleva a la gente y alguien le cuenta en voz alta la verdad de lo que está pasando en el Catatumbo y el Sur del Cesar.
Publicado en Votebien.com