En medio de su guerra contra la Corte Suprema de Justicia, el círculo íntimo del Presidente llegó al extremo de conversar en secreto con los hombres del ex jefe paramilitar ‘Don Berna’.
En los últimos meses el país ha visto cómo el pulso entre la Corte Suprema y el gobierno por el escándalo de la para-política se ha convertido en una batalla campal. De la sana separación de poderes se ha llegado a insultos, demandas y guerra de comunicados que convierten este episodio en una pelea de barrio. Lo que a ningún colombiano se le pasaba por la mente es que en este duro enfrentamiento algunos de los más cercanos colaboradores del Presidente se reunieran en la Casa de Nariño con ex paramilitares (aunque algunos seguían delinquiendo) para terminar salpicados en un complot que había armado un jefe para, con miras a enlodar a la Corte. SEMANA tiene audios y videos que revelan cómo el jefe paramilitar ‘Don Berna’ y sus hombres de confianza diseñaron un maquiavélico plan que consistió en grabar clandestinamente a miembros de la Corte -y otras personas- con el fin de llevarle las grabaciones al gobierno a cambio de beneficios.
Que los paramilitares, en este caso ‘Don Berna’ y compañía, estén en complots, grabando sinconsentimiento, y en campañas de desprestigio que capitalizaban la pugna entre el gobierno y la Corte para sacar tajada, es grave pero no sorprende. Al fin y al cabo, son delincuentes con un modus operandi mafioso. Lo que sí sorprende es que en el corazón de la Casa de Nariño, a escasos metros de la oficina del presidente Álvaro Uribe, el secretario jurídico y el jefe de prensa se reúnan con los enviados de ‘Don Berna’ para recibirles información contra la Corte. ¿Y qué querían los paras a cambio? Dilatar la extradición de ‘Don Berna’, según dijeron los propios representantes de los paramilitares a SEMANA.
El complot paramilitar se comenzó a fraguar desde diciembre pasado. Para ese momento, la pelea entre la Corte Suprema y la Presidencia llevaba varios meses y atravesaba por uno de los momentos más candentes por cuenta de la afirmación de un paramilitar llamado José Orlando Moncada. A comienzos de octubre, ese hombre, conocido con el alias ‘Tasmania’, le envió una carta al Presidente en la que le decía que había sido presionado por el investigador estrella de la Corte en la para-política, el magistrado Iván Velásquez, para que declarara que Uribe era uno de los autores intelectuales del asesinato de otro paramilitar conocido con el alias de ‘René’. El Presidente acusó públicamente a Velásquez y pidió que fuera investigado. Más tarde se demostró que todo era un montaje, pero en esos momentos el episodio de ‘Tasmania’ tenía crispada la pelea entre el Ejecutivo y la Corte Suprema.
‘Don Berna’ y sus hombres decidieron entonces pescar en el río revuelto que producía ese choque institucional. La estrategia del ex jefe paramilitar fue tan siniestra como efectiva: realizar grabaciones clandestinas a diferentes personas con el objetivo de recaudar ‘pruebas’ para tratar de comprometer, y eventualmente chantajear, tanto al gobierno como a la Corte.
La grabaciones de ‘Berna’
‘Don Berna’, quien se encontraba recluido en la cárcel La Picota, empezó a realizar grabaciones indiscriminadas a varios de sus compañeros de reclusión, la mayoría ex paramilitares. Uno de los personajes a los que más grabó fue el ex jefe de informática del DAS Rafael García, quien es el principal testigo en el caso de Jorge Noguera y la infiltración paramilitar en el DAS. En una de las muchas conversaciones a las que tuvo acceso SEMANA, ‘Berna’conversa con García durante más de una hora. En el diálogo García le contó al ex comandante paramilitar detalles sobre su proceso penal y la forma como ayudaban desde el DAS a las AUC, entre muchos otros temas.
En esa conversación ‘Berna’ buscaba sacarle a García información que pudiera comprometer al presidente Uribe. No es de extrañar entonces que le preguntara en varias oportunidades sobre el jefe de Estado. “¿Cuántas veces se reunió usted con Uribe?”, le pregunta ‘Berna’ al ex jefe de infórmática del DAS. “Don Diego (nombre real de ‘Berna’), yo iba mucho con Jorge Noguera allá pero, que yo recuerde, tres veces significativas. Pero mire, don Diego, lo importante es que Uribe no aguanta un testimonio mío hoy día, que yo dé una entrevista, por ejemplo, en el ‘Washington Post’, Uribe no la aguanta”, dice García en la grabación.
Para evitar que García sospechara que lo estaban grabando, ‘Don Berna’ dejó que hablara extensamente sobre gran variedad de temas. El ex jefe paramilitar esperaba entonces el momento adecuado y nuevamente le ponía el tema del Presidente o de personas cercanas al gobierno.
—”Me imagino el interés del FBI por charlar con usted sobre todos esos temas…”, dijo ‘Berna’ en otro de los apartes de una de las conversaciones.
—”El tipo del FBI que vino me dijo: tu nos vas a decir todo lo que pasó en el DAS, el otro del FBI que vino me dijo que venía por el tema de las filtraciones en el DAS”, contesta García.
—”¿Pero le preguntaron por Uribe?”, dice ‘Berna’.
—”No, no me preguntaronpor nombres, sino por los del DAS… el lío es lo que siempre hemos hablado, Jorge Noguera para ellos es mucho más importante que cualquiera de ustedes porque Jorge era el jefe de la inteligencia y su jefe inmediato era Uribe….” .
Durante varios meses ‘Berna’ utilizó parte de su tiempo en La Picota para recolectar decenas de horas de grabaciones de este estilo con las que pretendía tener una especie de ‘seguro’ que pudiera usar en contra el gobierno en el momento adecuado.
Pero ‘Berna’, como buen mafioso, no se la jugó por un solo bando. Sus hombres de confianza se dedicaron a hacer grabaciones que buscaban enlodar a miembros de la Corte Suprema de Justicia.
Uno de los encargados de hacer esa labor era Diego Álvarez, el abogado de ‘Berna’. SEMANA obtuvo videos y grabaciones que el defensor del ex paramilitar hizo clandestinamente y que después fueron entregadas a funcionarios del Palacio de Nariño. Uno de los videos más interesantes fue realizado el 21 de diciembre de 2007 en la oficina del defensor de ‘Berna’.
En la cámara, escondida en una esquina de la oficina, está registrada una larga conversación en la cual un hombre habla con el abogado de ‘Berna’. El sujeto se presenta a nombre de la Corte Suprema y en el transcurso de la charla le hace escandalosos ofrecimientos al abogado del jefe paramilitar. Entre otras cosas, le dice que puede conseguirle beneficios a ‘Berna’ a cambio de que declare o ayude con información a la Corte sobre políticos de Antioquia, Santander y Cundinamarca, entre otros. Le dice, también, que es necesario que ‘Berna’ refuerce las versiones de la ex congresista detenida Rocío Arias. Y en otro aparte, el hombre le pide al abogado de ‘Berna’ 15.000 dólares para evitar que el ex jefe paramilitar sea trasladado a la cárcel de Cómbita.
El hombre siempre se presenta como enviado de la Corte, pero en realidad no tiene vinculación formal con esa corporación. Su nombre es Henry Anaya y es un abogado de Barrancabermeja que hasta mayo pasado, cuando fue nombrado registrador en ese municipio, se desempeñaba como veedor cívico en esa ciudad. Anaya es bastante conocido en altos círculos de la justicia. Tiene muy buenos contactos y amigos en la Fiscalía General, en la Procuraduría y en la Corte Suprema. No es inusual verlo recorrer como Pedro por su casa los corredores y los despachos de fiscales y magistrados.
Lo que resulta sin duda comprometedor es que tanto en el video como en las grabaciones de audio clandestinas que realizó el abogado de ‘Berna’, Anaya siempre actúa y habla como si lo hiciera a nombre de la Corte (ver recuadro).
¿Por qué este hombre terminó hablando con el abogado de ‘Berna’ y aparece en un video realizando cuestionables ofrecimientos a nombre de la Corte Suprema? La respuesta es sencilla. Cuando el jefe paramilitar, su abogado y otros de sus hombres de confianza diseñaron la estrategia de hacer grabaciones clandestinas, sabían que una de las formas más eficaces y rápidas de enlodar a la Corte era usando a Anaya. Los hombres de ‘Berna’ conocían de las buenas relaciones y la amistad que Anaya tenía con algunos magistrados de la Corte y por eso lo contactaron, según le comentó a SEMANA uno de los hombres artífices del complot.
Anaya terminó convertido en un alfil clave para la estrategia que los paramilitares tenían contra el alto tribunal y en particular contra el investigador principal, Iván Velásquez.
La carnada era perfecta: Anaya conocía al magistrado Velásquez desde hace varios meses, ya que le había llevado testigos potenciales en procesos que adelantaba la Corte. A través de Anaya, el abogado de ‘Berna’ logró reunirse con el magistrado Velásquez para una supuesta colaboración del ex jefe paramilitar con la justicia. Pero todo era parte de una trampa. Los paras querían grabarlo a escondidas e inducirlo a cometer errores o irregularidades que luego ellos podrían ofrecerle al gobierno.
Velásquez acudió a varias citas, a petición del abogado de ‘Berna’ y de Anaya con el argumento de mirar la posibilidad de que el ex comandante paramilitar declarara en algunos de los procesos de la para-política. SEMANA tuvo acceso a esas conversaciones que los paras grabaron clandestinamente.
En varias de ellas, el abogado de ‘Berna’ le dice que su cliente está dispuesto a ayudar en ciertas investigaciones a cambio de algunos beneficios. Velásquez le explica cuáles son los beneficios que la ley contempla y le dice que la colaboración de ‘Berna’ es importante para aclarar investigaciones en varios departamentos como Antioquia y Santander.
A estas alturas, el complot de los paramilitares iba sólo a mitad de camino.
Las reuniones en Palacio
Llenos de grabaciones, videos clandestinos y engaños, a los paras les llegó a hora de decidir por cuál bando irse. El 3 de abril fue la fecha en la que ‘Berna’ y sus hombres de confianza adoptaron la decisión de tomar partido por el Palacio de Nariño, ya que ese día el Presidente firmó la resolución que autorizaba extraditar a Estados Unidos de Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’. Esa decisión sorprendió y dejó muy preocupado a ‘Berna’, pues estaba seguro de que él podía ser el próximo en ser extraditado.
Antonio López, alias ‘Job’, el hombre que durante muchos años fue la mano derecha de ‘Berna’ y quien fue asesinado el mes pasado, le contó a SEMANA en ese entonces que la decisión de extraditar a ‘Berna’ dependía sólo de la firma del Presidente y por eso habían decidido ‘ayudarle’ al Palacio de Nariño en la pelea contra la Corte entregando los videos y las grabaciones que ellos tenían del magistrado, y el video de Anaya.
‘Berna’ esperaba que a cambio de esto pudieran dilatar su extradición. Aunque el ex jefe paramilitar sabía que era inevitable que terminara en una cárcel en Estados Unidos, el interés de ganar tiempo básicamente consistía en que necesitaba varios meses para consolidar su negociación con la justicia estadounidense. Adicionalmente quería organizar sus estructuras mafiosas en Medellín, que estaban en crisis debido al enfrentamiento con alias ‘Don Mario’. ‘Berna’ dio la orden de que le entregaran todo al gobierno, directamente al círculo más cercano del Presidente. Sabía que en la efervescencia de la pelea entre el gobierno y la Corte, los funcionarios del gobierno iban a frotarse las manos con sus grabaciones que supuestamente dejaban muy mal parado al alto tribunal.
‘Job’ le dijo a SEMANA que ingresó al Palacio de Nariño para entregar las grabaciones al secretario jurídico de la Presidencia, Edmundo del Castillo. Del Castillo reconoció a SEMANA que en tres oportunidades había recibido al abogado de ‘Berna’ y en una de ellas había asistido ‘Job’. En esa reunión del 23 de abril estuvo presente también el secretario de Prensa, César Mauricio Velásquez, según le confirmó él mismo a la revista.
Velásquez dijo que ‘Job’, a quien conoció cuando era miembro de la comisión de conciliación, había pedido que asistiera. Aunque ‘Job’ fungía como emisario de ‘Berna’, vocero de los desmovilizados en Medellín, en ese momento todos los organismos de inteligencia del Estado lo tenían en sus organigramas como integrante de la temida Oficina de Envigado. Eso no fue inconveniente para que entrara al Palacio de Nariño. Del Castillo dijo desconocer esa información.
En esa última cita, que duró una hora, los dos enviados de ‘Berna’ salieron de la Presidencia poco antes de las 9 de la noche. ‘Job’ hizo dos llamadas en cuanto salió. La primera a un amigo suyo, otro desmovilizado llamado Rodrigo Zapata, y la otra a ‘Berna’, en La Picota, para comentarles que le había ido “muy bien” en “La casa de Nari”.
Del Castillo aceptó haber recibido el material de los enviados de ‘Berna’. Dijo que había accedido a esos encuentros porque el abogado del ex jefe paramilitar decíatener pruebas de una conspiración de la Corte contra el gobierno. SEMANA conoció que la directora del DAS, María del Pilar Hurtado, fue invitada a las reuniones con los emisarios de los paramilitares pero, dados los personajes y el motivo de los encuentros, no quiso asistir a ninguna.
Las versiones sobre qué pasó en esa última reunión difieren. Del Castillo dijo que ‘Job’ y compañía no pidieron nada a cambio, y que sólo querían apoyar a un gobierno que era víctima de un complot de la Corte. Dijo, además, que sabía que sus reuniones en Palacio con el abogado de ‘Berna’ estaban siendo grabadas clandestinamente por ese abogado.
Lo que más sorprende es que no le parezca grave que las grabaciones que le entregaron para salpicar a la Corte fueron hechas de manera clandestina y con propósitos turbios.
En resumen, el abogado de un delincuente como ‘Berna’ y un desmovilizado (con un pie en la ilegalidad) como ‘Job’ grabaron a escondidas al magistrado estrella de la para-política y les entregaron ese material a altos funcionarios del gobierno con el propósito de minar la credibilidad de la Corte Suprema y, éstos, en vez de denunciarlo a las autoridades, prefirieron guardar un silencio cómplice.
Como si esto fuera poco, buscaron una coartada. Para evitar que queden evidencias de que fueron los paramilitares los que entregaron grabaciones clandestinas, SEMANA confirmó con altos integrantes de organismos de inteligencia que un funcionario de Palacio de Nariño llamó al DAS para solicitar instalar micrófonos ocultos e interceptar líneas telefónicas, entre ellas las del magistrado Velásquez y la del hombre del video, Anaya. El objetivo era que cuando se filtrara la información, las grabaciones tuvieran un halo más oficial que ilegal. En el DAS la propuesta causó indignación y fue rechazada.
SEMANA pudo establecer que algunas de las grabaciones hechas por los paramilitares fueron filtradas a por lo menos un medio por funcionarios de Palacio.
Es evidente que los paramilitares no lograron su principal objetivo: dilatar la extradición de ‘Berna’, que fue efectiva el 7 de mayo. Lo que deja un mal sabor y múltiples interrogantes es por qué los altos funcionarios de Palacio les siguieron el plan perverso a los ex paramilitares.
¿Qué hacen el secretario jurídico y el jefe de Prensa de la Casa de Nariño recibiendo abogados de jefes paramilitares y temidos desmovilizados que llevan grabaciones clandestinas para perjudicar a la Corte? ¿Es tanta la paranoia con la Corte Suprema, que cualquier elemento que puedan utilizar en contra del alto tribunal amerite un cónclave del círculo de Presidencia? Si eran cosas sin importancia, como le dijo Del Castillo a SEMANA, ¿por qué aceptó tres reuniones? ¿Por qué mantuvieron en secreto esos contactos y no los pusieron en conocimiento de las autoridades judiciales? ¿No era más prudente seguir los conductos regulares, como enviar a los ex paramilitares a la Fiscalía -con material incluido-, en vez de guardarse la información y luego filtrarla?
Este lamentable episodio deja muy en evidencia hasta qué punto están resquebrajadas las relaciones entre la Casa de Nariño y la Corte Suprema. También deja serios interrogantes sobre la conducta de los altos funcionarios de Palacio que, en vez de hacerles el juego a estrategias maquiavélicas de los paramilitares deberían dedicarse a la función porla cual les pagan los colombianos: darle buenos consejos al Presidente para ayudarle en su gobierno.
Cámara oculta
En este video, Henry Anaya, quien se hace pasar por enviado de la Corte aunque no tiene ningún vínculo con ésta, ofrece al abogado de Don Berna, Diego Álvarez, conseguirle beneficios jurídicos y le pide dinero a cambio. Así los paramilitares desmovilizados pretendían enlodar a los magistrados. Anaya trabajaba entonces como veedor cívico en Barrancabermeja.
Publicado en SEMANA Fecha: 23/08/08