Las “casas del terror” de las Auc en Antioquia

      
En Medellín y el Oriente antioqueño, los paramilitares ocuparon casas y fincas que sirvieron no solo como bases de entrenamiento y descanso, sino también como centros de tortura.

En lo que aparentaban ser modestas casa fincas de recreo y hasta ambiciosos proyectos productivos para el beneficio de las comunidades, los paramilitares del Bloque Metro, Cacique Nutibara y Héroes de Granada instalaron estratégicas bases de operaciones que no solo sirvieron para consolidar supresencia en Medellín y el Oriente antioqueño, sino que, además, se convirtieron en verdaderas ‘casas del terror’.

Si bien desde años atrás los vecinos de estos sitios tejían historias sobre los castigos que propinaban los paramilitares, la crueldad que se infringía e, incluso, sobre la cantidad de muertos que allí reposan, las versiones de algunos postulados ante los fiscales de la Unidad de Justicia y Paz, sumadas a las de algunos ciudadanos que hoy se atreven a denunciar, han permitido establecer que buena parte de esos relatos del pasado eran reales.

En varias de estas ‘casas del terror’, fiscales de Justicia y Paz ya ha exhumado algunos cuerpos y quienes hicieron parte de la guerra han confirmado que, efectivamente, allí se torturó y se ajustició a una cantidad incierta de personas.

Verdadabierta.com reconstruyó la historia de una cabaña instalada en las laderas orientales de Medellín, de propiedad de un jefe del bloque Cacique Nutibara que siguió delinquiendo desde este sitio después de su desmovilización, así como de varias fincas situadas en el municipio de Guarne, Oriente antioqueño que sirvieron de refugio, caleta y casa de castigos a los hombres de alias ‘Rodrigo Doblecero’.

La cabaña de ‘El Viejo’
Sin duda uno de los alfiles más importantes de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, en la comuna 8 de Medellín fue Julio Perdomo, alias ‘El Viejo’. Luego de la desmovilización de este bloque, el 25 de noviembre de 2003 en el Centro de Convenciones y Exposiciones de Medellín, este paramilitar se convirtió en uno de los líderes más visibles del proceso de desmovilización y en un ejemplo de los “logros” de la reinserción de los hombres y mujeres del Bloque Cacique Nutibara de las Auc.

Supuesta muestra de ello fue el proyecto productivo que impulsó desde una cabaña en madera ubicada en el barrio Sol de Oriente, parte alta de la comuna 8, con recursos de la Administración Municipal y ejecutados por la Cooperativa de Trabajo Asociado Omega, creada por alias ‘El Viejo’ y que aglutinó a los desmovilizados asentados en esta parte de la ciudad. La iniciativa buscaba beneficiar a la comunidad, pero esta jamás recibió beneficio alguno; por el contrario, fue testigo muda, día y noche, de los gritos, lamentos, sonidos de golpes y de disparos que salían de ese lugar.

Perdomo tuvo allí su ‘oficina’. Desde ese lugar ordenó ajusticiamientos y extorsiones; administró el tráfico de marihuana y la distribución de lotes para desplazados, y hasta aplicó correctivos morales a la comunidad.

Una marranera, una huerta, un gallinero y un campo de Paintball, administrados por Álvaro Vargas, uno de sus hombres de confianza, constituyeron la fachada ideal de este centro de torturas. La panorámica que ofrecía el cerro Pan de Azúcar, donde se encuentra la cabaña, le sirvió a Perdomo como punto geoestratégico para la vigilancia y el control del territorio.

Según contó Miguel Ospina*, habitante del sector, “lo primero que hizo cuando llegó fue extorsionar a los dueños de las tiendas. Cobraba entre 250 y 300 mil pesos cada ocho días. Y también vacunaba a los dueños de las busetas porque alargó la carretera para que llegaran hasta acá, y creó el parqueadero. En ese lugar tenía un ´deshuesadero´ de carros robados”.

Antes de que Perdomo la tomara en el 2004, la cabaña hizo parte de un vivero municipal que construyó la Corporación de Vivienda y Desarrollo Social (Corvide), entidad que lo administró hasta el 2001, año en el que entró en liquidación; luego, el espacio lo tomó la Junta de Acción Comunal de Sol de Oriente, que no hizo ningún uso social de lugar: la tenía arrendada a una familia.

El lugar era vigilado por sus hombres, al menos diez permanecían allí todos los días, y los fines de semana podían llegar a ser más de sesenta, quienes venían, incluso, de otras comunas al campo de Paintball que, según versiones de la comunidad, en realidad era un campo de adiestramiento militar: “ellos recibían un entrenamiento muy intenso, les traían hasta instructores de Córdoba. Normalmente era Álvaro Vargas el que los entrenaba. Uno escuchaba, sobre todo en las noches, los tiros, porque hacían polígono”, comentó Miguel.

Según este poblador, el rancho que construyó Vargas para guardar el equipo del Paintball era una caleta donde se almacenaba el armamento. Y debajo del gallinero, que estaba contiguo a esa casucha, “había un socavón en el que escondían la marihuana. Cada ocho días, como a las tres de la mañana, llegaba un camión con hasta diez toneladas de marihuana. Mucha se distribuía esa misma noche en carros particulares que salían para las plazas”.

El control por las llamadas ‘plazas de vicio’ y de los combos fue el motivo principal de los ajusticiamientos que se hicieron en esa cabaña. Horacio Muñoz*, líder de la comuna 8, recibió decenas de denuncias acerca de estos casos. “Traían a los pelados que habían hecho algo como traicionar al jefe del combo, o lo pillaban haciendo negocios, aparte, con las drogas. Los cogían y los torturaban, les daban planazos, golpes; si estaban de buenas los dejaban vivos. A los que no, los subían arriba al cerro y les pegaban un tiro, allá los enterraban. En ese lugar hay fosas. Eso se ha denunciado”, manifestó.

Una noche de sábado llegó a la casa de Horacio una madre llorando y pidiendo auxilio por su hijo, lo estaban torturando en la cabaña. Horacio fue con la mujer hasta el lugar. “Julio Perdomo estaba en su oficina. La señora se quedó ahí y le suplicaba que soltara a su hijo. Yo entré a la pieza donde tenían al muchacho colgado con los brazos estirados en cruz y desnudo, lleno de golpes. Casi inconsciente. Le pegaron por una moto que un amigo suyo le tumbó al piso a un ‘duro’, y luego se voló. Como este pelado no quiso decir dónde estaba su amigo, lo volvieron nada. Pero le perdonaron la vida. Lo saqué cargado. Luego, la familia se lo llevó lejos”, recordó.

Por su parte, Miguel asegura que en esos siete años hubo al menos “treinta muertos que podrían estar enterrados en el Cerro Pan de Azúcar; de esos, solo a cinco los encontraron los gallinazos”. 
A pesar del terror que muchas personas sentían hacia Perdomo, lo reconocían como la autoridad. Según Miguel, “él se ganaba a las personas porque les regalaba mercados. A muchos desplazados les dio lotes para que construyeran un rancho. La gente iba hasta donde él a ponerle quejas: que aquel está robando en la tienda, que aquel es un violador, que aquel le pega a la mujer. Él se encargaba de disciplinarlos y les ordenaba salir de la comuna”.

De acuerdo con testimonios de la comunidad, Perdomo vivió en esa casa más de dos años pero tuvo que irse porque intentaron asesinarlo en varias ocasiones. Se limitó a ir a algunas horas al día, en la casa dejó viviendo una familiar, custodiada por sus hombres. El lugar continuó siendo su centro de operaciones hasta el  5 de febrero de 2010, cuando fue capturado por los cargos de concierto para delinquir, desplazamiento forzado intra-urbano y homicidio, constreñimiento y extorsión, delitos que aceptó y hoy se encuentra recluido en una cárcel.

Antes de se captura no quedaba nada del proyecto productivo. “Todo eso se fue acabando. Los marranos los vendieron. La huerta se secó, las gallinas se las comieron. Lo único que se mantenía era el campo de Paintball”, comentó Miguel.

Agentes del Grupo de Operativos Especiales de Seguridad de la Policía Nacional tomó el control de la casa el resto de ese año. “Fueron como doscientos hombres los que llegaron a tumbar la fachada de Perdomo. A mí me tocó ver cuando destruyeron el rancho donde guardaban el armamento, y debajo de donde estaba el gallinero habían pedazos de uñas, pelos, sangre seca y hasta huesos pequeños, como de dedos”, señaló Horacio.

En el 2011, varios líderes comunitarios se unieron para recuperar el terreno y establecer el proyecto de huertas campesinas. La Alcaldía de Medellín devolvió el lugar a la comunidad; y con el apoyo de la UAO (Unidad de Atención y Orientación a la población desplazada), Bienestar Social y la Secretaría de Medio Ambiente, el proyecto de las huertas ha vinculado a muchas personas del barrio que hoy tienen sembrado maíz, acelgas, pepinos, tomates, fríjoles y zanahorias.

A pesar de la tranquilidad que significó para muchos la captura de Perdomo, en el barrio se ha regado el rumor de que el exparamilitar saldría libre en diciembre de este año. Hay angustia entre los líderes, quienes han recibido varias amenazas de muerte, algunas de estas pintadas en la fachada de esa cabaña. “Se siente mucho miedo porque a él lo capturaron, pero a sus hombre no. Su estructura está intacta. Además, son muy pocos los que no saben que Perdomo es el diablo haciendo hostias”, dijo Miguel.

El terror en Guarne
Lo que años atrás tanto rumoraban los habitantes de la vereda La Enea de Guarne, resultó ser cierto. Miembros del equipo de exhumaciones de la Fiscalía General de la Nación llegaron hace poco más de dos años hasta una de las fincas de esta vereda y hallaron varios cadáveres. Los mismos habían sido denunciados en diligencia de versión libre por Wilson Herrera Montoya, desmovilizado del bloque Héroes de Granada, quien dijo que allí podría haber más cuerpos.

Según Herrera, esta finca sirvió como base de operaciones del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu). A este lugar fueron llevados decenas de personas sospechosas de tener nexos con las guerrillas. De los ajusticiamientos también fueron víctimas personas que de manera arbitraria fueron considerados ‘viciosos’ y ladrones. Muchos fueron torturados, otros asesinados y enterrados en esta zona rural.

De acuerdo con el postulado, en la finca todavía estaría enterrada una caleta llena de dinero que ordenó esconder el extinto jefe del bloque Metro, Carlos Mauricio García, alias ‘Rodrigo Doblecero’. “Él mantenía en esta finca la caleta. Era tanta plata que la hacía pesar. Llegaba diciendo: ‘aquí le traje 10 kilos’. Cuando necesitaba plata decía: ‘necesito que me pase dos kilos’. Así manejaba él la plata”, contó Herrera Montoya ante investigadores de Justicia y Paz.

Pero éste no fue el único centro de operaciones que tuvieron bajo su disposición los paramilitares del Bloque Metro. Pesquisas judiciales han permitido establecer que en las veredas La Enea, La Pastorcita y Yolombal, de Guarne; Ovejas y Cantor, de San Vicente Ferrer; y Cachumbal, en el municipio de Yolombó, Nordeste antioqueño, funcionaron fincas que a la postre terminaron convertidas en verdaderos “centros del terror”.

En cada una de ellas permanecía un contingente de 15 a 30 hombres armados. Desde cada uno de estos predios ‘Rodrigo Doblecero’ lanzó su ofensiva contra las bases de la guerrilla del Eln asentadas en el Oriente antioqueño y todas ellos encierran historias y denuncias sobre asesinatos, desapariciones y existencia de fosas comunes.

“En el 2007 vino una mujer diciendo que su hijo estaba enterrado en una de estas fincas de Guarne, creo que la Enea, que limita con el municipio de San Vicente. Resulta que su hijo era un soldado profesional al que su superior lo había mandado ‘disque’ para que se infiltrara en los grupos paramilitares. Pero una vez allá, el mismo superior le‘diodedo’. Al joven lo mataron en esa finca y lo enterraron por ahí cerca. La señora insistió tanto que su hijo estaba enterrado allí que se fue sola a desenterrarlo y, efectivamente, lo halló”, le contó a Verdadabierta.com un investigador de Justicia y Paz, quien solicitó la reserva del nombre.

Paradójicamente, estas fincas también hicieron parte del botín de guerra que captaron los hombres de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ cuando decidieron exterminar al Bloque Metro.

“Una vez que los hombres de ‘Don Berna’ le ganaron la guerra al (bloque) Metro, todas estas fincas pasaron a manos del (bloque) Héroes de Granada”, agregó el investigador judicial. Las averiguaciones han señalado que, una vez en manos del bloque Héroes de Granada, los predios sirvieron para el deshuesadero de vehículos, principal fuente de financiación de esta estructura paramilitar.

Fiscales de Justicia y Paz tratan de establecer cómo alias ‘Rodrigo Doblecero’ terminó ocupando estas propiedades: si fueron adquiridas con dineros provenientes de las Accu o si hubo despojo de por medio; también se busca establecer quiénes son sus propietarios actuales y si sobre ellas se pudieran iniciar procesos de extinción de dominio para alimentar el Fondo de Reparación a las Víctimas. Es lo mínimo que esperan los familiares de quienes nunca regresaron de esas “fincas del terror”.

*Nombres cambiados para proteger la identidad de las fuentes