“La gente aprendió a vivir con las minas”

      

Las minas antipersonales de las Farc y el Eln impusieron toques de queda en Samaniego y ahora su población pide que no se olvide ese territorio para un posible desminado.

desminado samaniego 1Entre 2005 y 2008 hubo cerca de 50 accidentes e incidentes con minas en Samaniego Sin embargo, las cifras no son consolidadas. Foto: cortesía Harold Montufar.“No podría decir que el confinamiento se haya acabado. Lo que pasó es que la gente aprendió a convivir con las minas, a no salir de noche, a no meterse en casas solas y a no andar por ciertos lugares”.

Así describe María Gines Quiñones la situación de Samaniego, un municipio nariñense que hace 10 años ocupaba los primeros puestos en todo el país con más víctimas por minas antipersonales.

La situación era tal que en 2009 hubo toques de queda e incluso un confinamiento en una vereda durante 4 meses por el riesgo de estos artefactos y por las requisas constantes del Ejército.

Allí, la estrategia de defensa de las guerrillas fue minar los campos pero a diferencia de lo que muestran las cifras nacionales de víctimas de minas antipersonales, en Samaniego han muerto más civiles que militares.

La Unidad de Restitución de Tierras documentó que el primer grupo armado ilegal en llegar a este sector nariñense fue el Eln con su Compañía Mártires de Barbacoas y el Frente Comuneros del Sur, desde hace más de 40 años. Luego las Farc, específicamente con el Frente 29, llegaron desde Putumayo en los noventa, en busca de nuevas plantaciones de coca.

La situación empeoró en el 2000 cuando el Frente Libertadores del Sur de las Auc irrumpió en Samaniego. Los combates de paramilitares con el Eln y las Farc no daban tregua y los asesinatos eran incluso en pleno casco urbano como explica Harold Montufar, exalcalde de este municipio.

“Era inadmisible que en las calles los grupos se combatieran y la población fuera la más afectada. Entonces comenzamos una resistencia ciudadana en el corregimiento de Chinchal”, dice Montufar. Este fueron los primeros pasos de lo que en 2004 se instauró oficialmente como el Pacto Local de Paz.

Este era una apuesta de la Alcaldía y de los habitantes de Samaniego para llegar a un acuerdo con los grupos que  parara el derramamiento de más sangre en el municipio y, especialmente, el minado de la guerrilla.

De manera paralela, en el país se movía la idea de una conversación entre el Gobierno y el Eln, impulsada por personas como Morris Ackerman, Alejo Vargas y Álvaro Jiménez, hoy coordinador nacional de la Campaña Colombiana contra las Minas.

Jiménez recuerda que luego de instalar la Casa de Paz en Medellín para los acercamientos entre el Gobierno y el Eln, las dos partes se reunieron para la época en La Habana y allá tuvo su espacio el caso de las minas de Samaniego.

En 2006 Montufar fue a proponer un desminado humanitario en 14 de las 86 veredas de Samaniego y el Eln aceptó la idea de la comunidad. “(…) frentes guerrilleros y estructuras que operan en el área faciliten todas las condiciones necesarias en esta situación de urgencia y el desminado humanitario pueda desarrollarse cabalmente”, señaló el grupo insurgente en un comunicado.

Montufar agrega que la ciudadanía también habló con los paramilitares y las Farc para que no atacaran a los civiles y los grupos acogieron el Pacto Local de Paz.

“La comunidad se empoderó y les dijimos a los grupos que no pusieran más minas. Claro que sea el grupo que sea, ellos acceden si uno va por el lado amable. No es de ‘cambia o se sale’ porque ahí es obvio que lo van a amenazar”, explica Porfirio Andrade, presidente de Asociación de Víctimas de Minas antipersonales en Samaniego.

Chuguldí, un sector del municipio, fue el elegido para empezar el desminado y este proceso terminó exitosamente en 2007, tras una labor de los mismos habitantes con la Alcaldía. En ese sector los artefactos explosivos estaban escondidos incluso cerca de los colegios y en la carretera, según Andrade.

Sin embargo, él asegura que Chuguldí fue el único lugar de Samaniego que se desminó, pero había grandes zonas del pueblo que continuaron minadas y en medio de la intensa guerra. “Esto tampoco era para que se declarara al municipio como territorio de paz, como lo hicieron en su momento”, recuerda Andrade.

Una nueva era

En 2007 todo el tema del desminado cambió. Jiménez asegura que luego de que el Eln secuestrara a unos policías en la zona rural de Samaniego y los liberara, el Gobierno Nacional decidió que el desminado ya no sería un acuerdo con esta guerrilla sino un plan ejecutado por el Ejército con la participación de organizaciones internacionales.

Un año después, el Programa Presidencial para la Acción Integral contra las Minas Antipersonal, el Fondo de Programas Especiales para la Paz y la Fundación Restrepo Barco pusieron en marcha un proyecto de casi 3 mil millones de pesos para Samaniego. De ese dinero, 1.700 millones fueron específicamente para desminado y compra de equipos (vea cómo distribuyeron los montos). La OEA fue la intermediaria y quien capacitó a los militares.

Pese a la millonaria inversión, tanto Montufar como Quiñones y Andrade aseguran que no se sacaron más de 10 minas en todo el municipio. Por el contrario, la entrada del Ejército a la zona montañosa del municipio, como son las veredas El Decio, Betania, San Antonio, San Diego o Buena Vista, hizo que las guerrillas se replegaran y sembraran más minas. Y de nuevo los accidentes y los mutilados se dispararon.

“Entre 2008 y 2010 corrió el rumor de que las guerrillas amenazaron que si un animal o un civil pisaban una mina, había que pagarles entre 500 mil y 2 millones de pesos por haber activado algo que era contra la Fuerza Pública”, sostiene Andrade.

Además, impusieron un toque de queda entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m. Nadie podía salir de su casa, “y si lo hacía, era su responsabilidad; y si pisaba una mina, pagaba la multa”, dice Andrade.

desminado samaniego 2Los habitantes de Samaniego se unieron a partir de comienzos de 2000 para decirle ‘no’ a las minas. Foto: cortesía Harold Montufa.Por el otro lado, el Ejército tenía retenes constantes en los que revisaba cuánto mercado, cuántos galones de gasolina o cuántas herramientas llevaban los campesinos y si eso era suficiente o excesivo según el número de personas de su familia. “También si no lleva factura o si uno volvía a mercar antes de que se cumpliera el mes porque supuestamente estaba alimentando guerrillas. Entonces había confinamiento por el Ejército y por la minas”, relata el presidente de la Asociación de Víctimas.

El caso llegó hasta tal extremo que los habitantes de la vereda El Decio estuvieron confinados durante 4 meses en 2009.

En junio de ese año los soldados pararon el proceso de desminado y poco a poco las víctimas por minas antipersonales bajaron en Samaniego. “Pero no es que se hayan acabado porque está minado hasta los tuétanos, sino que funcionó el trabajo de educación en riesgo en minas”, explica Quiñones.

Hugo Eduardo Chaves, coordinador en Nariño de la Campaña Colombiana contra las Minas asegura que ese plan de educación consiste en mostrarle a la comunidad cuáles son los comportamientos de seguridad: “Si miran una mina, un cable de disparo, no se acercen. Si es niño que avise a adulto, al presidente de la Junta de Acción Comunal o al profesor y si es adulto, avisarle al personero, secretario de Gobierno. El propósito es que la comunidad sepa que donde explotó una mina, puede haber más”.

Ahora la apuesta de este municipio es que el Gobierno vuelva la mirada a la situación de desminado en Samaniego, especialmente porque no sólo están las Farc, pero la comunidad insiste en que debe ser un proceso que los tenga en cuenta.  Los habitantes de la zona señalan que ellos saben dónde están las minas y que la experiencia les ha dejado claro que no debe arrancar un proceso en el que solo participe el Ejército.

“Ponerle atención sólo a las minas de las Farc es como limpiar el terreno para que Eln se expanda, si no llegan a un proceso de paz con ellos; y si el Estado tampoco llega es tiempo perdido”, concluye Andrade.

Por ahora el único municipio de Nariño que aparece como prioritario en los procesos de desminado es Pasto, aunque la guerra siga con intensidad en los municipios del occidente, como Samaniego.