La caja negra del DAS

      
SEMANA revela cómo agentes del DAS estuvieron involucrados en episodios escalofriantes, como el carro bomba contra Germán Vargas, el ataque con ‘rockets’ contra Víctor Carranza y el entrenamiento en explosivos a los paramilitares. Primera entrega.


La revista Semana tuvo acceso a miles de registros de la base de datos de Das. Foto Semana.

Paras en clase con el DAS
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El escándalo de WikiLeaks, que destapó 250.000 cables secretos entre embajadas de Estados Unidos y Washington, sacudió los cimientos del periodismo. El impacto que provocó esa monumental filtración radicó, como dijo Javier Moreno, el director de El País de España, en que los cables mostraron “hasta qué grado las clases políticas en las democracias avanzadas de Occidente habían estado engañando a sus ciudadanos”.

Así como esos archivos confidenciales permitieron abrir la caja de Pandora de la diplomacia de esa potencia, ahora revista SEMANA ha tenido acceso a miles de registros de las bases de datos del Departamento Administrativo de Seguridad y, a partir de hoy, publicará los hallazgos más relevantes. En este caso, los archivos confidenciales dejan al descubierto cómo el DAS, que nació como el órgano por excelencia de la inteligencia del Estado, se llegó a convertir en una máquina al servicio del crimen. O por lo menos un porcentaje de sus miembros.

SEMANA seleccionó, por su trascendencia para el país y luego de una serie de chequeos y verificaciones, 15 de esos hallazgos, para publicarlos a lo largo de las próximas semanas. En esta edición se divulgan tres de ellos que revelan la participación del DAS en episodios que provocaron un fuerte impacto en la historia reciente y sobre los cuales el país no tenía aún todas las piezas del rompecabezas.

El primero de los casos muestra cómo agentes del DAS estuvieron involucrados en el atentado con carro bomba en 2005 contra el entonces senador Germán Vargas Lleras. Una hipótesis de la cual sospechaba el hoy ministro del Interior, pero sobre la cual nunca habían aparecido pruebas como las que SEMANA encontró en las bases de datos del organismo y que ahora presenta a sus lectores.

El segundo caso es el atentado con rockets del que logró escapar con vida el zar de las esmeraldas Víctor Carranza en marzo de 2010, en una vía del Meta. Y cómo de allí se deriva una estrecha relación entre los esmeralderos y la entidad de inteligencia del Estado. Cinco agentes del DAS estuvieron involucrados.

Y el tercer episodio es el entrenamiento que agentes antiexplosivos del DAS, según uno de ellos lo confiesa en la prueba del polígrafo, les dieron a los paramilitares. Las clases tuvieron lugar incluso durante el proceso de desmovilización de las autodefensas.

Si alguna vez se ha hablado de mano negra en Colombia, estas revelaciones y las que se publicarán en próximas ediciones parecen ser sin duda lo más cercano que se está de descubrirla.

El DAS ha estado en muchas oportunidades en la picota pública. La más reciente tuvo que ver con su protagonismo en las ‘chuzadas’ ilegales que el gobierno hizo a la Corte Suprema de Justicia y las posteriores maniobras que en contra de los magistrados se trataron de montar con la información obtenida gracias al espionaje. Unos años antes, el DAS estuvo en el ojo del huracán por las denuncias de que les suministraba información a los paramilitares para asesinar a sindicalistas o defensores de derechos humanos. Y más atrás, el nombre del DAS se vio seriamente involucrado en los crímenes de personajes de la historia del país como Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro.

La diferencia esta vez es que no se trata de un solo episodio. Al revisar todos los registros a los que SEMANA tuvo acceso, se deduce un patrón de conducta ligado al crimen de Estado y al delito organizado. Detrás de la fachada institucional del DAS hay un grupo de mercenarios que se ofrecen al mejor postor.

Esta revista tiene en su poder archivos confidenciales correspondientes a los años 2005 a 2010. A raíz del escándalo de los seguimientos e interceptaciones ilegales revelado por SEMANA a finales de febrero de 2009, el gobierno de Álvaro Uribe anunció en octubre de ese año la liquidación del DAS y la creación de una nueva agencia de inteligencia.

¿Qué tipo de documentos hay? 1) Misiones secretas encomendadas a los detectives del DAS. 2) Reportes de cómo avanza cada misión. 3) Tareas de inteligencia, tanto legales como ilegales, en el país y en el exterior. 4) Archivos de contrainteligencia con información detallada sobre las investigaciones contra decenas de funcionarios del DAS. 5) Pruebas de polígrafos y las confesiones que algunos de ellos hicieron.

SEMANA hizo una primera selección de los archivos según su relevancia para el país o por lo escandaloso de la conducta en cuestión. Luego cotejó con otras fuentes la denuncia contenida en cada uno de los documentos seleccionados. Y los registros que no pasaron ese filtro no serán publicados.

En esa tarea de verificar quedó en evidencia otro patrón de conducta: la virtual impunidad de la que gozan los agentes del DAS. A pesar de que la entidad tuvo noticia de la participación de sus agentes en crímenes, como consta en los informes de seguimiento de las misiones y en las anotaciones de contrainteligencia, en muchos casos nunca se investigaron o las investigaciones terminaron, sin explicación alguna, archivadas. Algunos detectives cuestionados siguen activos y otros más gozan ya de su jubilación. Solo unos cuantos de los involucrados fueron destituídos y muy pocos terminaron procesados por la justicia.

Esta revista buscó y habló con directores y altos funcionarios del DAS durante la época de los diferentes hechos, y ninguno de ellos quiso responder por el contenido de los archivos confidenciales. Todos alegaron motivos de seguridad personal y de sus familias. Sin embargo, en las charlas informales con ellos, no descartaron que eso estuviera ocurriendo dentro de la institución.

Toda democracia tiene que tener un servicio de inteligencia. Y debe funcionar como una especie de cerebro estratégico que le ayuda al gobernante a tomar decisiones de Estado y a controlar las eventuales amenazas. En Colombia, ese cerebro nació hace cerca de sesenta años y desde entonces ha estado en tela de juicio. Tanto es así que fue el general Gustavo Rojas Pinilla quien lo creó y bautizó como Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC), y apenas cinco años después le tuvieron que cambiar el nombre por el de Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), en una especie de lavado de imagen por el paso de la dictadura a la democracia.

No obstante, hoy, más de medio siglo después, algo sigue muy descompuesto por dentro. Un paramilitar de los Llanos ha confesado ante la Corte Suprema que obtenían un 80 por ciento de la información del DAS. Y un tipo como Popeye, lugarteniente de Pablo Escobar, el asesino más temido de la historia de Colombia, incluso ha contado que para los tres atentados que la mafia le hizo en su momento al exdirector del DAS Miguel Maza Márquez, recibieron la información de uno de los jefes de inteligencia de la propia institución.

SEMANA, entonces, se ha metido en las entrañas de ese lado oscuro del DAS. El próximo 31 de octubre, como está previsto, la entidad será suprimida por el gobierno de Juan Manuel Santos, de un solo tajo. Para entonces, tal vez, los pocos archivos confidenciales que quedan, que guardan muchos de los secretos de terror en el país, serán eliminados. Alguien simplemente oprimirá la tecla ‘borrar’.

Publicado en Semana. Sábado 15 Octubre 2011