Vocero valiente de pueblo Emberá Katío de Córdoba, se opuso a la destrucción de su tierra en el Nudo de Paramillo y a la entrada de guerrillas y paramilitares. Fue secuestrado por un comando paramilitar en 2001, que luego lo asesinó.
La última vez que vieron sonreír al líder emberá, Kimmy Pernía Domincó, fue en 1995, cuando hizo el recorrido final por el Sinú, desde la parte alta del río hasta Lorica. Ese día tenía algo especial. Era un adiós, o Do Wambura, triste porque el río de sus ancestros ya no sería el mismo cuando se desviara su cauce para construir la represa de Urrá.
Se sentía feliz porque con su comunidad fueron capaces de desafiar a quienes no les permitían cumplir con este cometido cultural, pero también tristes porque jamás el Sinú volvería a ser el de antes. Pero también celebraban que habían desafiado las prohibiciones impuestas y realizaron su ceremonia de adiós, como se los dictaba la cultura.
Desde niño, Kimmy quien casi toda la vida luchó para salvaguardar a su pueblo de unos mil emberá y a su territorio, había estado especialmente aferrado a su selva, a su paisaje y a sus ríos. Kimmy nació a orillas del Kuranzadó (río frío en Embera, llamado oficialmente río Esmeralda), en la comunidad de Begidó, y fue registrado con el nombre de Juan Domicó, pero una vez adulto, optó por el nombre en lengua Embera, Kimy, que significa punta de lanza, nombre que le había dado su abuelo, y que él adoptó junto con el primer apellido de su madre.
Los primeros años de su vida los pasó en el Resguardo indígena, en donde permaneció hasta la adolescencia, trabajando al lado de su padre, con quien recorrió muchas veces la selva virgen del municipio de Tierralta, Córdoba. En estos años, recuerda Kimy, aprendió las enseñanzas de la naturaleza y entendió que un indio sin territorio no es indio.
Allí mismo en Tierralta conoció a un exmisionero americano, Gordon Horton, quien le enseñó a leer y a escribir en español. A partir de ese momento se dio a la tarea de escribir todas las leyes indígenas en documentos que compartía con sus compañeros de comunidad.
Años más tarde, el Ejército Popular de Liberación (Epl), que ya era amo y señor en una porción del Parque Paramillo, asesinó a cuatro ambientalistas que hacían estudios de flora y fauna en la región. Eso sucedió en bocas del río Esmeralda, en el corazón del territorio indígena. Estos ambientalistas, que también eran funcionarios de Estado, fueron bajados de la lancha por el grupo guerrillero y después muertos a tiros. Kimmy, su padre Manuelito, para ese entonces el Nokó (jefe Embera) de las comunidades indígenas del Alto Sinú, y su tío Santander (hermano de Manuelito) viajan en la misma lancha que paró la guerrilla para echar a los muertos.
Fueron injustamente acusados de que ellos habían entregado a los funcionarios al grupo guerrillero, por lo que fueron recluidos en una cárcel de Montería por cerca de un año, sin que siquiera hubieran sido interrogados, ni menos, llamados a juicio.
Cuando salió libre, decidió irse sólo a vivir a las cabeceras del Esmeralda, donde la selva era virgen. Según él, para alimentar su espíritu y olvidar lo que le había hecho el Kampunía (“hombre blanco” en Embera). Allí se ganó el sobrenombre de “Príncipe de la selva”. De allí no saldría sino hasta que fueron a buscarlo los indígenas para que impulsara las luchas que debía dar el pueblo Embera, pues estaban anunciando que buena parte de su territorio iba a ser inundado para construir la represa de Urrá por el consorcio colombo-sueco Las obras civiles principales se contratan con el consorcio sueco-colombiano Skanska-Conciviles.
Ese era su talante: Cuando no lo necesitaban prefería pasar inadvertido cazando, pescando, sembrando su yuca y su plátano. Pero como todo Sarra (líder guerrero), estaba presto a defender a su pueblo cuando lo llamaran.
Kimy era un hombre muy crítico. Fue el gestor de la primera ordenanza del Cabildo Mayor, que suspendió el corte de madera con fines comerciales. Sus posiciones radicales sobre la protección del ambiente lo llevaron a participar en la ocupación de la Embajada de Suecia en 1996, llevada a cabo por los Embera para denunciar el incumplimiento de los compromisos de la empresa Urrá tras el Do Wambura (último viaje por el Sinú).
Posteriormente participó en la presentación de una acción de tutela contra la empresa Urrá que fue fallada en favor de los indígenas en 1998. Tras el asesinato de Alonso Domicó ese año y de Lucindo Domicó en 1999, Kimy debió salir de su región y refugiarse en Bogotá.
Viajó a Canadá en noviembre 1999, invitado por la Comisión de Derechos Humanos de las Iglesias Canadienses y allí intervino en el parlamento y en varios actos en los que expuso la situación de los Embera katío. Al regresar a su Resguardo se sumó a la Gran Marcha Embera, que salió desde allí el 29 de noviembre de 1999, y que llegó a Bogotá y permaneció frente al Ministerio del Medio Ambiente hasta el 26 de abril de 2000.
Luego visitó Estados Unidos invitado por la Red Internacional de Ríos (IRN) y Global Exchange. En 2001 fue de nuevo Canadá para participar en la Cumbre de los Pueblos contra el Area de Libre Comercio de las Américas ALCA.
Ya para ese momento paramilitares y guerrilla habían convertido a Kimy en objetivo militar los paramilitares porque la bandera de este líder excepcional era precisamente prohibir que la zona del resguardo fuese invadida por cualquier actor del conflicto armado. Tampoco estaba a favor de la tala indiscriminada de bosque y mucho menos de la construcción de Urrá, proyecto que finalmente se hizo, lo que terminó dividiendo a los Embera en varios cabildos.
“Corrió riesgos, asumió las amenazas, entendió que la movilización era la mejor manera de combatir la desigualdad y de ser visibles frente al Estado y guardó dentro de su corazón los miedos”, así habló de él un coterráneo suyo Embera.
El 2 de junio de 2001, cuando salía de la sede del Cabildo Mayor Embera Katío, en Tierralta, Kimy fue retenido por integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia y conducido forzadamente en una motocicleta. Nunca más se supo de él.
La justicia
En julio de 2009 la Fiscalía dictó medida de aseguramiento contra Salvatore Mancuso por el crimen. De acuerdo con la investigación de un fiscal de Derechos Humanos, la orden del asesinato provino de Carlos Castaño Gil, y Mancuso encargó a sus hombres la cobarde tarea.
La verdad
En 2007, en una de las versiones libres ante la Fiscalía, el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso reconoció que la organización había asesinado a Kimmy, supuestamente, por orden de Carlos Castaño. Afirmó que después de su muerte sus restos fueron desenterrados y arrojados al río Sinú para que nadie los encontrara.
Todo apunta a que asesinaron a Pernía por ser la cabeza de la resistencia a los embalses de Urrá y por defender los derechos de los Embera Katío en la región. El Nudo de Paramillo, la tierra que defendía, es además un punto estratégico para el narcotráfico, el tráfico de armas y las comunicaciones pues el que lo control domina el sur de Córdoba, parte de Antioquia, el bajo Cauca y rutas de salida al mar.
La reparación
Las autoridades del Cabildo Mayor del Alto Sinú informaron que no han recibido nada, ni por la muerte de Kimmy, ni la de Lucindo Domicó ni por la de Alonso Domicó, líderes de la comunidad Emberá Katío asesinados por los paramilitares.