Kimy Pernía – indígena emberá

      
La última vez que vieron sonreír al líder indígena Kimy Pernía Domicó fue en 1995 cuando hizo el último recorrido por el Sinú, desde el Alto Sinú hasta Lorica, con mil miembros de la comunidad Embera Katío.

Ese día tenía algo especial, él y los Embera que bajaron para despedirse de su río en una actividad que llamaron en su lengua Do Wambura, se sentían felices porque fueron capaces de desafiar a quienes no les permitían cumplir con este cometido cultural, pero también tristes porque jamás el Sinú volvería a ser el de antes. La construcción de la represa Urrá amenazaba con cambiar el curso del cauce y de la historia para el pueblo indígena, algo que ya venían haciendo, a la fuerza, la guerrilla y los paramilitares asentados en la zona.

Esa lucha frontal que dio Kimy, la cual nunca pensó dar cuando tan solo era un niño que corría por la selva virgen del municipio de Tierralta en el Alto Sinú (Córdoba), al lado de su padre, le costó la vida. No importaron las cientos de organizaciones internacionales que clamaron por su libertad cuando se creía secuestrado. Mientras ellas abogaban por Kimy, en Córdoba un silencio aterrador decía que estaba muerto y que su cuerpo había ido a parar al cementerio al aire libre más grande del departamento: el río Sinú.

A pesar de su desaparición, la voz de Kimy no se acalló, su pueblo, que los respeta y venera, comenzó a alimentar la historia del máximo líder de la comunidad Embera Katío asentada en el Parque Natural Paramillo. Kimy fue nieto de Yari un gran Jaibaná (chamán) y Cacique Embera Katío, fundador de las comunidades de la región; y su padre era el Nokó (jefe) Embera Manuelito Domicó.

Kimy nació a orillas del Kuranzadó (río frío en Embera, llamado oficialmente río Esmeralda), en la comunidad de Begidó, y fue registrado con el nombre de Juan Domicó, pero una vez adulto, optó por el nombre idioma embera, Kimy, que significa punta de lanza, el cual se lo había dado su abuelo y que él adoptó junto con el primer apellido de su madre.

Los primeros años de su vida los pasó en el Resguardo indígena, en donde permaneció hasta la adolescencia, trabajando al lado de su padre. En estos años, recuerda Kimy, aprendió las enseñanzas de la naturaleza y entendió que un indio sin territorio no es indio.

En Tierralta se conoció con un ex misionero americano, Gordon Horton, quien le enseñó a leer y a escribir en español. A partir de ese momento se dio a la tarea de recoger todas las leyes indígenas en documentos que socializaba con sus compañeros de comunidad.

Años más tarde, el Ejército Popular de Liberación (EPL), que ya era amo y señor en una porción del Parque Paramillo, asesinó a cuatro ambientalistas que hacían estudios de flora y fauna en la región. Eso sucedió en bocas del río Esmeralda, en el corazón del territorio indígena. Estos ambientalistas, que también eran funcionarios del Estado, fueron bajados de la lancha por el grupo guerrillero y después muertos a tiros. KIMY, su padre Manuelito, para ese entonces el Nokó (jefe Embera) de las comunidades indígenas del Alto Sinú y su tío Santander (hermano de Manuelito) se encontraban en la lancha. Fueron injustamente acusados de que ellos habían entregado a los funcionarios al grupo guerrillero, por lo que fueron recluidos en una cárcel de Montería por cerca de un año, sin que fueran llamados a juicio o hubieran sido interrogados.

Cuando salió libre,decidió irse sólo a vivir a las cabeceras del Esmeralda, donde la selva era virgen. Según él para alimentar su espíritu y olvidar lo que le había hecho el Kampunía (“hombre blanco” en Embera). Allí se ganó el sobrenombre de “príncipe de la selva”. De allí no saldría sino hasta que fueron a buscarlo los indígenas para que impulsara las luchas que debía dar el pueblo Embera contra las amenazas de ser inundado su territorio por la represa de Urrá. Ese es su talante: Cuando no lo necesitaban prefería pasar inadvertido cazando, pescando, sembrando su yuca y su plátano. Pero como todo Sarra (líder guerrero), estaba presto a defender a su pueblo cuando lo llamaran.

KIMY es recordado como un hombre muy crítico. Fue el gestor de la primera ordenanza del Cabildo Mayor, suspendiendo el corte de madera con fines comerciales. Sus posiciones radicales sobre la protección del ambiente lo llevaron a estar presente en la ocupación de la Embajada de Suecia en 1996, llevada a cabo por los Embera para denunciar el incumplimiento de los compromisos de la empresa Urrá tras el Do Wambura (último viaje por el Sinú).

Posteriormente participóen la presentación de una acción jurídica de tutela contra la empresa Urrá que fue fallada en favor de los indígenas en 1998. Tras el asesinato de Alonso Domicó ese año y de Lucindo Domicó en 1999, Kimy debió salir de su región y refugiarse en Bogotá.

Viajó a Canadá en noviembre 1999, invitado por la Comisión de Derechos Humanos de las Iglesias Canadienses y allí intervino en el parlamento y en varios actos en los que expuso la situación de los Embera katío. Al regresar a su Resguardo se sumó a la Gran Marcha Embera, que salió desde allí el 29 de noviembre de 1999, y que llegó a Bogotá y permaneció frente al Ministerio del Medio Ambiente hasta el 26 de abril de 2000. Luego visitó los Estados Unidos invitado por la Red Internacional de Ríos (IRN) y Global Exchange. En 2001 visitó de nuevo Canadá para participar en la Cumbre de los Pueblos contra el Area de Libre Comercio de las Américas ALCA.

Ya para ese momento a Kimy lo habían convertido objetivo militar de la guerilla y los paramilitares que operaban en la región, porque su bandera era prohibir que la zona del resguardo fuese invadida por cualquier actor del conflicto armado. Tampoco estaba a favor de la tala indiscriminada de bosque y mucho menos de la construcción de Urrá, proyecto que finalmente se hizo, lo que terminó dividiendo a los Embera en varios cabildos.

El crimen
En ese contexto tan complejo un defensor de los derechos humanos se hizo sentir más allá de las fronteras del Alto Sinú y sembró la semilla en muchos Embera. “Corrió riesgos, asumió las amenazas, entendió que la movilización era la mejor manera de combatir la desigualdad y de ser visibles frente al Estado y guardó dentro de su corazón los miedos”, así lo definen algunos miembros de la comunidad indígena, segunda generación de Kimy, cuyos miembros ya no creen posible que surjan líderes como él.

El 2 de junio de 2001, cuando salía de la sede del Cabildo Mayor Embera Katío, en Tierralta, Kimy fue retenido por integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia y conducido forzadamente en una motocicleta, desconociéndose desde ese momento su paradero.

En que va la investigación: En el 2007 en una de las versiones libres ante la Fiscalía, el jefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez reconoció que la organización había asesinado a Kimy supuestamente por orden de Carlos Castaño, y afirmó que sus restos fueron arrojados al río Sinú.