Cuarta y última entrega de esta miniserie documental en la que se habla de la urgencia de proteger a este pueblo nómada que, actualmente, vive en condición de desplazamiento forzado, lejos de sus territorios. Es urgente que el Estado contribuya a su retorno y apoye la recuperación de sus prácticas ancestrales, su autonomía y gobierno propio. Cada día fuera de su territorio es una tragedia advertida.
Por: Equipo Akubadaura. Especial para VerdadAbierta.com
Aunque la lengua Nükak hace parte de la familia lingüística Makú-puinave, y tanto el resguardo como la reserva llevan el nombre “Nükak Makú”; en su lengua, Makú significa esclavo o sirviente. No se sabe con exactitud de dónde viene ese uso: para las lenguas de la familia lingüística Tucano, Makú es un término despectivo para hablar de los otros pueblos que no son Tucano, pero el término recuerda una parte de su historia de esclavitud de niños y mujeres. Llamarlos de esa forma es denigrante y discriminatorio, ellos prefieren llamarse y que los llamen como Nükak Baká, el Nükak verdadero.
Decir que aparecieron “por primera vez” en la década de los ochenta evidencia cómo fueron anulados del relato histórico de Nación e implica desconocer e invisibilizar un contacto que, históricamente, ha sido violento. Los Nükak existieron para la sociedad mayoritaria en 1988, pero para las audiencias nacionales e internacionales fueron conocidos a través del documental “Los Nukak Makú, los últimos nómadas verdes”, difundido en 1993.
En los primeros contactos con el mundo occidental, los Nükak vieron morir al 40% de su población a causa de una gripe común. Al mismo tiempo, arreciaron el conflicto armado y los cultivos de uso ilícito en su territorio. Tanto las dinámicas del contacto inicial como las del conflicto armado, las tensiones con los campesinos colonos por el uso de la tierra y la depredación de su territorio ancestral, los han afectado para siempre.
Con la pérdida de mayores como “Tigre”, se van los conocimientos chamanísticos, medicinales, los rituales de iniciación a la adultez de hombres y mujeres, de sanación y de equilibrio de sus emociones y conflictividades. Encerrados en los asentamientos copian esquemas culturales del campesino, del colono, de los medios de comunicación. Sus liderazgos se desdibujan y transforman, dejando de ser la caza o el tejido elementos de decisión para convertir el uso del español en el determinante para otorgar el rol de líder.
Hoy, con una población que no llega a las mil personas, ubicados en trece asentamientos por fuera de su territorio, los Nükak están en riesgo de extinción física y cultural. Quieren retornar a su territorio, pero con garantías y acompañamiento, su reto es lograr autonomía, fortalecer su organización y gobierno propio; erradicar la discriminación y que les permitan establecer relaciones constructivas en equidad con sus vecinos indígenas, no indígenas y, especialmente, con el Estado.
Cada día fuera de su territorio es una tragedia advertida.
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