Chalán no olvida los amargos días de la guerra

      
El sábado 30 de marzo de 1996 un grupo de paramilitares del Bloque Héroes de los Montes de María asesinaron al concejal Alfonso Beltrán del municipio de Chalán, Sucre, a su esposa Yelnis Merlano Méndez, quien era profesora de la escuela del pueblo, y amenazaron a todo el pueblo.

dlr-chalan-bhmm

El 14 de marzo de 1996 se rompió la calma en la que vivía Chalán, Sucre. Guerrilleros de los frentes 35 y 37 de las Farc detonaron a control remoto un burro bomba en la estación de Policía, que mató a 11 uniformados. Pocos días después los ‘paras’ llegaron a la población para “limpiarla de guerrilleros” como mencionó un habitante que dialogó con VerdadAbierta.com.

“Ese sábado como cualquier otro la gente del pueblo se dedicaba a los trabajos en las fincas, los niños a descansar de la jornada de estudio en la escuela y así todo en la aparente normalidad que siempre vive el pueblo” afirmó José María, un campesino de la región. Sin embargo, en horas de la tarde había corrido el rumor que un grupo de paramilitares iba a ir al municipio a buscar a Leonardo Villanueva y a Alfonso Beltrán, ambos concejales del municipio. A su llegada, alrededor de 15 ‘paras’ golpearon casa por casa para advertir que estaban buscando a los guerrilleros de las Farc para asesinarlos.

Empezaron por la casa de Lucia*, esposa del concejal del M-19 Leonardo Villanueva, quien estaba fuera del municipio y pudo ser avisado a tiempo de la llegada de los ‘paras’. “Llegaron acá a la casa me tiraron al piso, dañaron todo buscando a Leonardo, como no lo vieron me sacaron a mí al patio con mis hijos y nos amarraron. Por fortuna nos pudimos soltar y nos fuimos para la montaña para escondernos” comentó.

La oportuna llamada sirvió para que Villanueva no regresara a la región, y a su vez fue el detonante para que tomara la decisión de vincularse a la guerrilla de las Farc (ver: Leonardo Villanueva: un exguerrillero que le apuesta a la política). Escondidos en la montaña Lucia le dijo a sus hijos que debían alejarse lo que más pudieran para evitar que al regreso los paras los asesinaran.

Paralelo a ello los habitantes recuerdan que todos corrieron a encerrarse en las casas, “a pesar de que eran 15 hombres las armas intimidan a cualquiera, todos salimos a correr para las casas y pues allá fue que fueron a buscarnos” afirmó Misael, dueño de una de las tiendas del pueblo. A quien también señalaban de ser guerrillero. “Me salvé ese día porque dentro de los ‘paras’ que venían conocía a uno que era el que a veces se llevaba comida de acá de la tienda” señaló el campesino.

Con la misma suerte corrió Raúl a quien sacaron a golpes de su casa para preguntarle el paradero de Alfonso Beltrán quien era concejal del movimiento cívico, “como el pueblo es tan pequeño era de suponerse que todos sabíamos dónde vivían los concejales, yo dije que no sabía dónde estaba ni dónde era su casa sabiendo que me podían asesinar, pero no fue así me dejaron acá” puntualizó el campesino.

No obstante la historia fue diferente para varios campesinos quienes presenciaron como sacaban al concejal y a su esposa de la casa. “Yo vi cuando los sacaron porque mi esposa es muy terca y se fue a la casa de ellos por miedo a que vinieran a buscarme a mí, porque siempre me habían señalado como guerrillero. La casa del Alfonso quedaba en frente de la mía, cuando hubo todo el alboroto salí a ver y solo lo tenían a él y a su esposa afuera de la casa” comentó para verdadAbierta.com un campesino quien prefirió no dar su nombre.

“Estábamos alrededor de cinco personas en la casa del concejal, cuando tocaron la puerta se sabía queeran ellos, los paramilitares, yo corrí a esconderme y solo escuche que lo preguntaban a él, se lo llevaron junto con su esposa a los golpes, después de eso no me podía ni mover hasta que mi esposo llegó por mi” afirmó Estela, quien además aseguró que por querer hacer más hizo menos, pues pretendía salvarse y luego de ello quedó con afectaciones psicológicas.

Los campesinos que alcanzaron a ver la manera en que se llevaron a el concejal y su esposa describen quefueron tendidos en el suelo para luego decirles que se los iban a llevar del lugar para asesinarlos. “Los amenazaban gritándoles groserías y pateándolos, les amarraron las manos a la espalda para poderlos seguir humillando, luego se los llevaron en un carro que venían” afirmó un campesino de la región.

Los cuerpos fueron encontrados en una vereda cerca de Ovejas, Sucre, con tiros en la cabeza y en la espalda, presentaban signos de tortura ambos cuerpos.

“El estigma de ser guerrilleros todavía nos acompaña, por esa época tanto el Ejército como los ‘paras’ me tenían mal vista, seguían a mis hijos, les decían guerrilleros. Duraron mucho tiempo haciéndonos la vida imposible, de no ser porque uno es valiente y no se deja amilanar me hubiera tenido que ir de la región” señala Lucia luego de tener que vivir sin su esposo y pasar a ser cabeza de hogar.

Señalan además, los pobladores, que cargar con el estigma les dio paso a seguir cometiendo atropellos como los del 30 de marzo. “Un día se metieron a la casa que porque les habían dicho supuestamente teníamos unas armas del frente 37 de las Farc, lo que hicieron fue agredirnos y dañar las casas y la mercancía de la tienda” señala Ricardo, dueño de una tienda a las afueras de Chalán.

Cansados de ser tratados como insurgentes, varios pobladores decidieron abandonar la región, apenas en los últimos años han empezado a regresar a un pueblo que vive, de nuevo, en calma. A pesar de haber superado el dolor físico de las muertes los pobladores no han superado las afecciones psicológicos, “es el día que mi mamá, cuando pasa el Ejército, los confunde de nuevo con los ‘paras’ y sale a correr o a perderse y dura por fuera uno o dos días, es por eso que se día de marzo no se olvida acá” aseguró Fabian, un joven campesino hijo de dos afectados del 30 de marzo.

Se va a cumplir una década del asesinato del concejal y su esposa, y en Chalán no se han olvidado ni del burro bomba, que desató esa ola de violencia, ni de los asesinatos de los que fue testigo.